- El 11 % de esta área protegida ha sido carcomida por 9140 hectáreas de palma africana. En las últimas dos décadas se han perdido 2254 hectáreas de bosques, más que 4500 campos de fútbol.
- Los residuos de los fertilizantes y de los químicos de la palma africana han causado la acumulación de los residuos orgánicos en la Laguna de los Micos, 44 kilómetros de agua dulce que abastecían a todo el parque.
Es tierra seca como arena aquella que Salomón Urbina está pisando, levantando en el aire nubes de polvo. Su cara tostada queda escondida bajo el amplio gorro que lo protege del sol a pico del medio día, mientras pasea por las 16 manzanas (11 hectáreas) de palma africana que conforman su rancho. Un paisaje que permanece invariable en cada dirección donde se ponga la mirada, a excepción de algunos esporádicos cocales. Calles de palma africana que llegan hasta donde alcanza la vista y que ahogan a los manglares que se asoman a la distancia, náufragos en tierra árida. Salomón vive en el corazón del Parque Nacional Blanca Jeannette Kawas. 781,5 kilómetros de reserva natural con vistas a las aguas turquesas del Caribe, en el noroeste del país.
Solo hay que abrir un pequeño cerco de menos de un metro para entrar en las tierras donde habita Salomón, de 64 años, con su mujer Elizabeth, de 59. Residen en una casa de dos cuartos construida con cemento y bambú, cubierta con un techo de láminas y palmas. En el patio juega Serafín, un joven mono carablanca, atado a una cadena, que no para de saltar de un lado al otro dentro del estrecho espacio. Se deja acariciar sin reservas, retorciendo su larga cola negra como un signo de interrogación en el aire. Salomón Urbina nos cuenta que cultiva palma africana desde hace tres décadas, cuando llegó a estas tierras para trabajar como empleado y después de algunos años logró comprarlas.
- Casa de Salomón Urbina, localizada en sus 11 hectáreas de tierra, cultivadas con palma africana en la zona núcleo del Parque Nacional Kawas. Tela, Honduras, Abril 2017. Foto: Jessica Guifarro.
Cultivar palma no requiere muchos esfuerzos o cuidados. Cada 15 días, este habitante del parque de Kawas se acerca a los árboles con una larga cuchilla para recolectar los frutos, que son unas pequeñas bolas de un color rojo intenso, para luego venderlas a los intermediarios por 108 lempiras cada quintal (4,5 USD por cada 100 kilogramos). Se trata del único ingreso de su familia, junto con la ganadería. Cerdos y gallinas entran y salen del patio, masticando algunos frutos de palma. Lo mismo que comen unos metros más arriba, un grupo de loros y chachalacas que no paran de chillar entre las hojas de los árboles. “No podríamos hacer otro trabajo que no sea esto, nada más puede crecer aquí”, explica Urbina, “No creo que la palma africana esté degradando el parque. Es beneficiosa para los animales del bosque. Mapaches, loros y monos: todos comen sus frutos”.
Las tierras de Urbina están ubicadas en la zona núcleo del Parque Nacional Blanca Jeannette Kawas, donde tendrían que florecer los intrincados bosques primarios. Entre 1994 y 2016 se perdieron 2254 hectáreas de superficie boscosa en Kawas, siendo el bosque latifoliado el más afectado, según el Análisis multitemporal del Parque Nacional Blanca Jeannette Kawas elaborada por el Instituto Nacional de Conservación Forestal (ICF) y la municipalidad de Puerto Cortes, en mayo 2017. Estos han sido reemplazados por kilómetros y kilómetros de palma africana, alguna esporádica planta de coco, detrás de los cuales afloran los bosques, hogares para la rica biodiversidad de la zona. En 1994, esta área fue declarada como el Parque Nacional de Punta Sal. Su nombre cambió al año siguiente, tras el asesinato de Blanca Jeannette Kawas, defensora del medio ambiente originaria de la ciudad de Tela, uno de los puntos de entrada al parque. El 6 de febrero de 1995 le dispararon a Kawas delante de su casa, por enfrentar sin descanso la explotación maderera ilegal y las entidades privadas que intentaban apoderarse de los recursos naturales del área. La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Honduras por su homicidio: fue la primera vez que este tribunal se pronunció abiertamente sobre el asesinato de una defensora ambiental.
- Muelle rodeado por árboles de palma aceitera, en el horizonte se asoman los manglares de los bosques primarios. Tela, Honduras, Abril 2017. Foto: Jessica Guifarro.
Lee más | ESPECIAL: el avance de la palma africana en seis países de Latinoamérica
La fiebre palmera
Salomón empezó a trabajar con la palma africana antes que esta área fuese declarada parque nacional. Aún no había explotado la fiebre del aceite de palma. Cuenta Urbina que hace 30 años sus frutos valían 2 lempiras (0,08 USD) el quintal. Gracias a la palma africana crió a sus cuatro hijos e hijas, que ahora viven en la ciudad. En 1994, cuando empezaba el proceso de declaración de la nueva área protegida, los ingenieros del Instituto Nacional de Conservación Forestal (ICF) le dijeron que no lo iban a sacar de las tierras, de su casa y su sustento. En 1995, Salomón obtuvo el certificado de usufructo familiar, como la mayoría de asentados. Las tierras no son suyas pero el Gobierno se las deja para cultivarlas, así figura en el Plan de manejo del parque. “He cultivado palma africana durante toda mi vida. No tengo miedo”, declara Urbina. “Ninguna vez vino la policía a mi casa: si algún día me quieren multar, no tendré dinero para pagarla y si me quieren poner en la cárcel, me van a mantener ellos”.
En el corazón del Parque Kawas, viven 89 comunidades y la mayoría de ellas cultivan palma africana. Esto a pesar de que la ley forestal hondureña que tutela las áreas protegidas y su manejo, en el artículo 94, establece que el Estado fomentará la recuperación a uso forestal de los espacios que están siendo utilizados para actividades agropecuarias. Además, según el Plan de manejo integral del parque, la palma africana es “la mayor amenaza a la sustentabilidad ecológica y socio-económica” de Kawas y, por lo tanto, decreta que las plantaciones deben ser erradicadas de la zona núcleo y ordena que se prohíba la replantación. A pesar de este marco legal, el 11 % del Parque Kawas ha sido carcomido por 9140 hectáreas de palma africana, según el Análisis multitemporal del Parque Nacional Blanca Jeannette Kawas.
“Remitimos más de 15 denuncias al Ministerio Público en los últimos cuatro años para denunciar el cultivo ilegal de palma africana”, explica Mauro Zavala, biólogo de la Fundación Prolansate, organización ambientalista para la conservación de la biodiversidad en la bahía de Tela, coadministradora del Parque Kawas, que fue presidida por la activista Blanca Jeannette Kawas antes de su muerte. “Nuestros dictámenes se han quedado atascados en la Fiscalía de Tegucigalpa. Lo único que podemos hacer es arrancar con nuestras manos las jóvenes plantas de palma africana. Esto nos ha llevado no a pocas consecuencias: me amenazaron con pistolas y encontré cartas envueltas en sobres anónimos debajo de la puerta de mi casa. Cuando tengo que hacer alguna operación en el parque, casi siempre me muevo con la escolta del ejército, entre cuatro y doce personas, cubiertos con pasamontañas y usando carros sin placas”, narra Zavala. Hay otras organizaciones en la ciudad Tela, además de Prolansate, que también han denunciado el avance de la palma africana en el parque, entre ellas el Instituto Nacional de Conservación Forestal (ICF), una entidad gubernamental encargada del manejo de los recursos forestales, áreas protegidas y vida silvestre de Honduras. “La Fiscalía no logra hacer seguimiento a estas denuncias por la falta de personal”, declara John Bustillo, Fiscal del Ministerio Público de la ciudad de Tela, “sería bueno que integraran a los jueces”.
- En la cumbre del Cerro de los Cerritos los cultivos de palma africana se asoman en la orilla de la Laguna de los Micos, a su lado zonas de bosque deforestadas y quemadas. Foto: Jessica Guifarro.
Lee más | Pericos amenazados ayudan a conservar ecosistemas en el sur de Ecuador
Tierras como arena
Palma africana también es sinónimo de miedo. Honduras es un país peligroso para los activistas y defensoras ambientales. Desde el golpe de estado de 2009 han sido 123 las personas asesinadas en el país según la ONG Global Witness. “Por palma matan”, explica Juan Carlos Carrasco, biólogo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), “y el Gobierno siempre quiere más cultivos. En 2014, promovió la palma africana con 71,9 millones de dólares y anunció que se iban a sembrar otras 125 000 hectáreas de palma. Todos sabíamos que iban a ser en áreas protegidas”. El aumento de la superficie cultivada con palma africana es una tendencia en el país. Entre 2010 y 2014 se incrementaron las plantaciones en un 7,5 %, pasando de 127 000 hectáreas cultivadas a 170 000, principalmente en las zonas costeras de Cortés y Colón, cerca del Parque Kawas, según el último informe de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG).
Don Salomón Urbina también se da cuenta de que hay algo que no funciona: sus tierras son secas, como arena. Donde antes pasaba el río, ahora solo hay raíces de palma africana, que se entrelazan hasta alcanzar los dos a tres metros de profundidad. Un piso intrincado e impenetrable que está invadiendo y acaparando todo el espacio en la tierra.”Me gustaría cultivar cacao, aguacate o maíz pero todo se seca”, relata Urbina, “La culpa es del salitre, del agua salada que llega desde el cercano Océano Atlántico”. Durante muchos años ha sido pescador. Le ponía gasolina al barquito de madera que tiene aparcado en el muelle delante de su casa e iba a pescar a la Laguna de los Micos, 44 kilómetros de agua dulce que abastecían a toda la comunidad. Algún pescado lo comía con la familia y otros los vendía al mercado. Salomón ya no pesca más, porque dice que los peces han desaparecido de la laguna.
“El 80 % de los pescados de la Laguna de los Micos murió a causa de la eutrofización, la acumulación de residuos orgánicos que causa la proliferación de las algas”, relata Julio San Martín de la ONG Coral Reef Alliance, que trabaja para la protección de los ecosistemas acuáticos. “Los residuos de los fertilizantes y de los químicos de la palma africana cultivada en la península del parque han causado varios episodios de mortandad. En el mes de julio del año pasado se observó una serie de cinco muertes importantes a lo largo del mes. Estos químicos llegan al Océano Atlántico, hasta contaminan a los arrecifes de corales, que están entre los más biodiversos del mundo”.
- Isla de manglares que entrelazan sus raices en la Laguna de los Micos. En julio del año pasado han muerto el 80 % de los peces, a causa de la eutrofización que cubre el lago. Varias comunidades cultivan palma africana en su orilla. Foto: Jessica Guifarro.
Laguna sin oxígeno
Cocodrilos asoman sus ojos amarillos desde las profundidades de la laguna de los Micos. Islas de manglares entretejen sus largas raíces en los fondos, refugio para diversas especies de serpientes. En el espejo de agua se reflejan los tres picos de Los Cerritos. Y desde las cumbres descienden largas filas ordenadas de palma africana que llegan hasta la orilla del lago, que desembocará en el Océano Atlántico. Las tres puntas de Los Cerritos presentan señas de incendios forestales, parches de bosques quemados, aún recientes. Para poner palma hay que deforestar, a menudo a través de fuegos forestales que quedan sin responsables. El último gran incendio quemó más de 120 hectáreas en 2016. La denuncia presentada por Prolansate nunca llegó al Juzgado de la capital, Tegucigalpa. “En el 70 % de los lugares donde ha habido incendios ahora hay palma”, relata Zavala, biólogo de Prolansate, “Hemos observado que las quemas forestales en el Kawas han aumentado en los últimos tres años”.
El sol está en su máxima altura, iluminando los picos quemados, que son tierra de paso para los jaguares, transeúntes del corredor biológico que pasa por la Cordillera Nombre de Dios y que atraviesa América Central. Según Franklin Castañeda, responsable de la organización ecologista Fundación Panthera en Honduras, tan solo quedan seis jaguares en el Parque Kawas, de los 700 que hospeda el país. “El último jaguar que había por mis tierras murió hace poco, lo mataron los cazadores ilegales”, comenta Erasmo García de La O, de 48 años, otro usufructuario de la zona núcleo del parque que cultiva palma africana y coco.
Cormoranes y pelícanos se alinean en filas ordenadas antes de lanzarse a la conquista del cielo, entre las nubes que se reflejan en la Laguna de los Micos. Se unen para formar una doble flecha negra y luego se dispersan para planear a ras del agua. “Donde antes las aves solían poner sus nidos, hoy se acumulan los desechos de la producción de aceite de palma y el agua caliente residual. La temperatura de los líquidos residuales hace florecer a las algas, que se han desarrollado quitando aire y nutrientes a las otras especies”, explica Zavala. “Navegando por la noche en esta laguna se pueden ver las luminiscencias de las algas que alumbran la oscuridad”.
- Iguana tomando el sol en la rama de un árbol de palma africana en las tierras de Ramiro Reyes, usufructuario de la zona núcleo del Parque Kawas. Foto: Jessica Guifarro.
Un espectáculo de luciérnagas submarinas que esconden grandes cantidades de contaminantes. Un estudio realizado el año pasado por el Centro de Estudios y Control de Contaminantes de Honduras (CESCO) señala que en las aguas de la Laguna de los Micos se han encontrado valores relevantes de demanda biológica de oxígeno y alta retención de carbono, ambos a causa de la eutrofización y el cambio climático. Destacan también cantidades de aceite y grasa, y de residuos sólidos flotantes.
Cruzamos la Laguna de los Micos en una lancha y la palma africana desaparece de pronto del horizonte para darle paso a las playas de arena blanca y fina con cocales. Unas cuantas casitas de bambú, cada una con una hamaca en el patio, se asoman al océano, con sus coloridos arrecifes de corales. Aquí queda la comunidad de Miami, poblada por familias Garífunas, una etnia afrodescendiente que llegó a Honduras a finales del siglo XVI. La Miami hondureña está en la zona núcleo del Parque Kawas, a tan solo ocho kilómetros de la casa de Urbina. Está rodeada por agua: por un lado se estrellan las olas del Océano Atlántico y por el otro se asoma la Laguna Quemada, que se une a la Laguna de los Micos, y en cuya orilla se cultiva palma. Graciella Martínez, de 58 años, madre de seis hijas e hijos gestiona un restaurante donde sirve comida típica en un puesto de madera en la playa. Graciella recibe turistas de todo el mundo que vienen a conocer una de las comunidades étnicas más antiguas de Honduras. Su especialidad es la machuca, un puré de plátanos verdes hervidos y chancados en un mortero por varias horas. Se suele comer como acompañamiento de la sopa marinera con coco. “Nunca hemos cultivado palma en nuestra comunidad pero estamos afectadas por sus efectos”, relata Martínez, que pasó más de la mitad de su vida en estas playas. “En los últimos años vimos empeorar los efectos negativos del cultivo de palma africana. La laguna está chupada y contaminada, tenemos que beber y cocinar con agua purificada. Los peces se mueren en la otra orilla: justo donde están los cultivos”, narra Graciella. La palma está secando la laguna que baña la Miami hondureña: cada planta de palma africana adulta consume aproximadamente 25 litros de agua al día.
- Muelle de la Laguna Quemada que baña la Comunidad Garifuna de Miami, en la zona núcleo del Parque Kawas. Aquí no cultivan palma africana pero sufren las consecuencias de escasez de agua, causada por las parcelas que se asoman en la laguna de los Micos. Foto: Jessica Guifarro.
¿Un futuro sin palma?
Pero pronto algo podría cambiar en la economía de los pobladores del Parque Kawas. La Unión Europea es el mayor cliente de aceite de palma africana cultivada en Honduras, en particular Holanda y Alemania, según el último Boletín de Agroestadísticas de la Secretaría de Agrícultura y Ganadería (SAG). El Parlamento Europeo ha decidido que no comprará más aceite de palma para biocombustibles a partir de 2020, considerando la deforestación a nivel mundial generada por el monocultivo. Aún no están claro, sin embargo, cuáles serán los efectos de esta decisión en lugares como el Parque Kawas. “En las escuelas estamos impulsando una nueva asignatura: cambio climático”, relata Yadira Taylor Fajardo, de la unidad de programas y proyectos de la dirección de educación municipal de Tela. “Las niñas y los niños de las familias de palmeros saben que la palma africana no es beneficiosa para sus tierras e intentan explicárselo a sus padres. Tenemos mucha confianza en que las jóvenes generaciones podrían escribir un futuro distinto para el Parque Kawas”. Empezarán a estudiar esta asignatura en las escuelas de Tela, en 2019.
Ideas que empiezan a llegar también hasta el corazón del Parque Kawas. Un grupo de iguanas descansan bajo la sombra de un cocal, en la entrada de las tierras de Ramiro Reyes, de 60 años, vecino de Salomón Urbina. Su familia vive en el Kawas desde hace más de 90 años. Ramiro empezó a buscar alternativas económicamente viables y menos invasivas al cultivo de palma, entre ellas los cocos —que vende en los mercados locales— y un criadero de iguanas para su reinserción en la fauna local. Un pequeño cambio que los ecologistas de Prolansate esperan que pueda contagiar a las familias vecinas. Salomón mira con curiosidad las tierras de Ramiro cuando los grupos estudiantiles de la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH) lo van a visitar y acampan en sus tierras, para conocer un ejemplo de transición frente a la invasión palmera. Aunque la casa de Ramiro queda a pocos kilómetros del rancho de Salomón, sus tierras no lucen tan áridas y secas. A pesar de todos esto, la palma africana continúa atacando el corazón del Parque Kawas.
- Tierras de Ramiro Reyes, usufructuario de la zona núcleo del parque y vecino de Salomón Urbina. La palma africana va copando el terreno. Foto: Jessica Guifarro.
Videos Mongabay Latam | La situación ambiental en Latinoamérica
Conoce más de la situación ambiental en Latinoamérica con los videos más vistos de nuestro canal de YouTube.
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental de las áreas naturales protegidas, puedes revisar nuestra colección de artículos. Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.