- El Programa de Producción Sostenible de Aceite de Palma de Brasil (PPSAP en adelante), iniciado en 2010, pretende evitar el despeje de bosques primarios y secundarios para nuevas plantaciones de palma aceitera en la Amazonía Legal.
- Como había 31.2 millones de hectáreas de territorio degradado en la Amazonía Legal que se podían emplear para la producción de palma aceitera sin consecuencias ecológicas graves, se pensó en el momento que la industria no tendría la necesidad de deforestar.
- El estudio evaluó el cultivo de palma aceitera en un área de más de 50 000 kilómetros cuadrados en el estado de Pará y descubrió que el 90 por ciento de la expansión para producción en ese tiempo sucedió en antiguos pastizales, no en bosques. De hecho, la conversión directa de bosques intactos a palma descendió de un 4 por ciento entre 2006 y 2010, a menos de un 1 por ciento de 2010 a 2014 en el área de estudio.
En 2010, Brasil inició su Programa de Producción de Aceite de Palma Sostenible (PPSAP) para disuadir a los productores de palma aceitera (conocidos de forma local como dendê) en la Amazonía Legal y, sobre todo, en el estado de Pará de despejar bosques primarios o secundarios para sus plantaciones y animarles a utilizar territorios que ya estén despejados, ya que abundan en la región.
Se esperaba que Brasil, que ha empezado de forma tardía como productor de palma aceitera, aprendiera de los errores que cometieron los primeros cultivadores comerciales, especialmente en Malasia e Indonesia, donde largos tramos de selva se despejaron precipitadamente para aumentar la producción y cumplir con las demandas de un mercado en crecimiento.
El PPSAP se introdujo como respuesta al malestar por las posibles consecuencias ambientales que podía tener la enorme expansión que se esperaba en los cultivos de palma aceitera en el Amazonas. Entre los que dieron la alarma se encuentran el fundador de Mongabay, Rhett A. Butler y el miembro de la junta de Mongabay y científico, William F. Laurance, quienes publicaron un estudio que analizaba esos posibles efectos en 2009. Juntos advirtieron:
Los análisis preliminares de las variables de temperatura, lluvia y suelo sugieren que casi la mitad de la Amazonía brasileña —casi 2.3 millones de kilómetros cuadrados— es adecuada para el cultivo de palma aceitera, un área mucho más grande que la que hay disponible para soya o caña de azúcar mecanizadas.
No obstante, los autores avisaron de que las consecuencias de desarrollar todo ese potencial podrían ser devastadoras para el medioambiente:
Las plantaciones de palma están biológicamente empobrecidas, incluso en relación con bosques muy afectados por la tala en los trópicos […]. Los servicios ecosistémicos también se ven gravemente disminuidos en las plantaciones de palma aceitera. De media, estas plantaciones almacenan menos del 40 por ciento del carbono que se encuentra en los bosques nativos […]. En la actualidad, los bosques intactos del Amazonas son un gran sumidero de carbono; los territorios boscosos que podrían utilizarse para palma aceitera almacenan unos 42 mil millones de toneladas de carbono, una cantidad equivalente a todas las emisiones mundiales antropogénicas de carbono en un periodo de seis años.
Para apoyar el PPSAP, la agencia de investigación agrícola de Brasil, EMBRAPA, creó un mapa de adecuación biofísica titulado “Zonificación Agroecológica de cultivos de palma aceitera para áreas deforestadas de la Amazonía Legal” (ZAE). Ese mapa, incluso después de excluir los parques protegidos legalmente, las reservas indígenas y las zonas de bosque intacto, muestra que no había necesidad de talar bosque para el cultivo de palma aceitera. Eso se debe a que la Amazonía Legal ya tenía disponible una cantidad enorme de territorios despejados (31.2 millones de hectáreas) que podían emplearse para la producción sin consecuencias ecológicas graves. Esta gran área de territorios degradados representaba por sí sola casi dos tercios de la superficie mundial plantada con palma aceitera en 2010.
El mapa ZAE se diseñó con un nivel de coordinación intergubernamental que no se suele ver. Cabe destacar que las autoridades brasileñas también decidieron darle poder al PPSAP al hacer que fuera ilegal incumplir el ZAE: cualquier agricultor que cultivara palma en áreas excluidas por el ZAE no cumpliría con los requisitos para recibir licencias ambientales ni crédito público.
Siete grandes empresas brasileñas suman el 90 por ciento de la producción de aceite de palma en la Amazonía Legal. Plantan palma directamente en su tierra y compran los frutos de pequeños agricultores que reciben plantones, fertilizante, pesticidas y otros productos para la tierra, y asistencia técnica de las grandes empresas. Las regulaciones del ZAE se aplican a todos los productores.
El gobierno tenía la esperanza de que su prohibición de obtener licencias y las penalizaciones de crédito animaran a las empresas a respetar las normas y a no deforestar sin reparos —infringiendo la regulación y con la seguridad de que no se les exigirían responsabilidades— como tantas otras veces había pasado con la expansión agrícola en el Amazonas en el pasado.
¿Ha tenido éxito el PPSAP?
Una nueva investigación, publicada en Environmental Research Letters, evalúa el cultivo de palma aceitera y la deforestación que conllevó entre 2006 y 2014 en una zona de estudio que cubre 50 000 kilómetros cuadrados en el estado de Pará, donde se encuentra casi toda la producción comercial de aceite de palma en la Amazonía brasileña. Esa área ya había sido deforestada de forma extensa antes de que llegara la palma, así que había grandes franjas de territorio deforestado disponible para los agricultores.
El estudio, dirigido por Elinor Benami, de la Universidad de Stanford, tenía el objetivo de descubrir a qué áreas se había desplazado la palma aceitera en ese periodo de tiempo. Con el monitoreo por satélite para mapear la zona de estudio, los investigadores cruzaron sus descubrimientos con expertos regionales en uso de tierras de EMBRAPA y con las siete grandes empresas.
Las conclusiones del estudio en lo concerniente a la deforestación fueron muy positivas; el 90 por ciento de la expansión para producción de palma aceitera de 2006 a 2014 ocurrió en territorios que habían sido pastizales anteriormente y no bosque. De hecho, la conversión directa de bosques intactos a cultivos de palma descendió de cerca de un 4 por ciento en el área de estudio en el periodo 2006-2010, hasta menos de un 1 por ciento entre 2010 y 2014.
“Estas cifras están entre los índices estudiados de deforestación asociados a la expansión de palma aceitera más bajos del mundo, lo cual sugiere que un desarrollo coordinado de palma aceitera que evite la deforestación es posible”, le dijo Benami a Mongabay.
Sin embargo, los autores matizan su conclusión de forma importante. No están seguros de que estos resultados alentadores se vayan a repetir en el futuro, según dijeron.
Esto ha pasado porque la expansión de la palma aceitera no despegó tan rápido como parecía que lo haría en 2009. Aunque la industria creció en Brasil más de un 200 por ciento durante el periodo de estudio, solo cubría 219 000 hectáreas para 2014. Eso es menos de un 1 por ciento de los más de 30 millones de hectáreas de tierra despejada que el ZAE considera que podría estar disponible para cultivar palma aceitera en la Amazonía Legal.
El motivo principal de este inicio lento parece encontrarse en la incapacidad de las plantaciones brasileñas de producir aceite de palma a un precio competitivo, una realidad que se puede atribuir en parte, según el estudio, a la pésima calidad de la infraestructura de transporte en Brasil.
Unos enlaces de transporte eficientes son cruciales para la producción, ya que el fruto de la palma se deteriora muy rápido una vez recogido y, si se quiere hacer aceite de buena calidad, los racimos tienen que entregarse a la fábrica entre 24 y 48 horas después de recogerse. Sin embargo, muchas carreteras del Amazonas están sin pavimentar y son propensas a quedar intransitables cuando hay lluvias tropicales fuertes. Esto se traduce en pérdidas que se suman a los costes y disuaden a los productores.
Otro factor es la larga crisis económica, política e institucional que sufre Brasil. Por ejemplo: el gigante de la minería, Vale, es el principal exportador de hierro y extrae el mineral de una gran mina a cielo abierto en Carajás, también en el estado de Pará. En 2011, la empresa compró una participación de control de Biopalma, una de las tres empresas que suman más de tres cuartas partes de la producción de aceite de palma en la región. En 2012, Vale inauguró una gran planta para extraer biodiesel del aceite de palma y anunció planes para construir otra incluso más grande. Sin embargo, Vale se vio forzada a reducir sus planes cuando la economía brasileña se ralentizó drásticamente y el gobierno nacional se vio inmerso en una enorme, y continuada, crisis de corrupción. Las empresas multinacionales de la agroindustria siguen siendo cautelosas con la inversión en palma aceitera en Brasil.
¿Está lista para despegar la producción de palma aceitera en el Amazonas?
Estos obstáculos del pasado podrían ser temporales. Cuando finalmente mejoren los enlaces de transporte, seguramente caigan los costes de producción y los productores brasileños podrían competir de forma más efectiva en el mercado mundial. De hecho, la administración de Temer ha mostrado un gran entusiasmo por los proyectos de desarrollo de grandes carreteras, trenes y puertos, aunque muchos están estancados por la continuada crisis económica y política. A finales del año pasado el gobierno dijo que reiniciaría más de 7000 de estos proyectos de infraestructura detenidos para finales de 2018. Los analistas dicen que es un objetivo muy ambicioso porque el gobierno depende de inversiones privadas inciertas para muchos de los proyectos.
Al final, la economía brasileña se recuperará, quizás antes de lo que muchos han pronosticado; en Fondo Monetario Internacional (FMI) hace poco revisó al alza su anterior previsión de crecimiento del PIB brasileño en 2018 a 2,3 por ciento. El PIB creció un modesto uno por ciento en 2017. Una vez Brasil tenga de nuevo índices de crecimiento más altos y mejore la infraestructura de transporte, los productores de palma aceitera de Pará podrían vivir el auge que llevan tiempo esperando. Entonces será cuando se ponga a prueba de verdad el PPSAP.
Los autores avisan de que “si aumenta significativamente la demanda de palma aceitera […] la presión de deforestar seguramente también aumente”. Aunque los autores creen que es difícil predecir cómo funcionará el PPSAP, hay motivos para la preocupación: el estudio descubrió que alrededor del 60 por ciento de plantaciones de palma aceitera están a tan solo 10 metros de zonas boscosas.
Los investigadores temen que si las plantaciones quieren aumentar la producción rápido, se puedan ver tentadas a expandirse en esos bosques cercanos. Eso podría ser una decisión económica sabia, ya que los productores podrían expandir fácilmente sus cultivos de palma de aceite mientras siguen utilizando los mismos enlaces de transporte que ya existen para trasladar los frutos a las fábricas.
Sin embargo, dicen, es posible que los agricultores brasileños reaccionen de otra forma y decidan que su propuesta comercial única (eso que diferencia su producto del de sus competidores) es la sostenibilidad ambiental. En otras palabras, como relata el estudio, los productores podrían decidir desarrollar “una reputación de región con deforestación cero o baja (por ejemplo, certificada por la mesa redonda sobre aceite de palma sostenible, RSPO)” para “distinguir la producción brasileña entre las empresas que quieren extraer productos de aceite de palma ‘verde’”. Eso también permitiría a los productores brasileños cobrar más por su producto, lo que compensaría en parte un mayor desembolso si se compara con los productores malasios e indonesios.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) ya ha clasificado a Agropalma como “uno de los productores de aceite de palma más sostenibles del mundo”. Agropalma se comprometió a una deforestación cero en 2001 y, gracias al apoyo de la empresa, algunos de los pequeños agricultores con los que trabaja se convirtieron en los primeros minifundistas en recibir certificación de la RSPO. También en parte gracias a Agropalma Brasil tiene una de las proporciones más altas del mundo de producción de aceite de palma certificado por la RSPO.
El vacío de la deforestación para pastoreo de Ganado en el Amazonas
Aunque las noticias en torno a la producción de palma aceitera hasta la fecha hayan sido positivas para el medioambiente, la deforestación no se ha detenido en la Amazonía Legal.
Los investigadores descubrieron que, aunque una parte muy pequeña de bosque en el área de estudio se había talado para plantar palma aceitera, más de cien veces más bosque se había cortado para otros propósitos, sobre todo mediante un proceso conocido como “deforestación indirecta”, con el que la selva tropical se convierte en nuevas zonas para pastoreo de ganado y luego esas tierras de pastoreo se acaban convirtiendo en cultivos.
Los autores ven pocas pruebas de que se esté dando deforestación indirecta para hacer espacio a plantaciones de palma aceitera, pero parece claro que el PPSAP por sí solo no evitaría ese tipo de deforestación de forma legal. Un dilema similar afecta a la Moratoria de la soja amazónica, aunque en este caso hay pruebas mucho más claras de deforestación indirecta; los agricultores respetan la moratoria, ya que no despejan tierras directamente para sus cultivos, sin embargo, trasladan ganado fuera de pastizales despejados de forma reciente y plantan soja en los territorios que antes eran para pastoreo.
La historia de Nazildo
Otro tema importante fuera del alcance del nuevo estudio es la forma en que la expansión de la palma aceitera ha emergido como amenaza para las comunidades tradicionales de la región.
El 15 de abril, Nazildo dos Santos Brito, del Quilombo Turê III, fue asesinado cuando viajaba en su motocicleta. El descendiente de esclavos fugitivos recibió disparos en la espalda y la cabeza en lo que parece ser una acción deliberada para mostrar que fue víctima de una ejecución política y no de un atraco, ya que no le robaron nada. Se ha sugerido que su muerte tenía la función de intimidar a otros.
Nazildo, antiguo presidente de la asociación de agricultores y residentes quilombolas remanentes de Alto Acará, estaba involucrado en un conflicto amargo con el productor de palma aceitera Biopalma. En 2015, dirigió la ocupación de una fábrica de aceite de palma en la que movilizó a miembros de otros quilombos y a activistas indígenas tembé.
Los protestantes querían llamar la atención sobre los crímenes que decían que la empresa estaba cometiendo: desahuciar familias de tierras que habían habitado durante mucho tiempo y contaminar ríos con vertidos de pesticidas de sus plantaciones de palma aceitera. Biopalma había denunciado a Nazildo ocho veces con acusaciones de alteración del orden, invasión, robo y otras infracciones.
Nazildo llevaba mucho tiempo recibiendo amenazas de muerte, lo que le garantizaba el derecho a protección oficial durante todo el día. Aunque, en realidad nunca se envió a ningún agente de policía a protegerlo. Es el tercer líder de la región que muere asesinado en los últimos tres meses.
Paratê Tembé, un líder indígena, recibe amenazas de muerte: “Aquí vivimos bajo una amenaza constante y hemos desarrollado nuestro propio sistema de protección porque sabemos que nuestra cabeza tiene precio”, le contó a Amazonía Real. Los pueblos indígenas están enfadados por la continua contaminación de los ríos por parte de la agroindustria, y dicen que tienen pruebas de que algunos agricultores utilizan pesticidas prohibidos, como el endosulfán, que es sumamente tóxico.
Gran parte del conflicto tiene la raíz en el hecho de que EMBRAPA no incluyera a los quilombos y las comunidades tradicionales entre las zonas excluidas legalmente del cultivo de palma en su zonificación agroecológica de 2010. Además, muchas comunidades tradicionales y quilombolas no tienen escrituras de los territorios, a pesar de tener pruebas de haberlos ocupado durante mucho tiempo, y el proceso para registrar la propiedad de tierras en el gobierno es largo y enrevesado.
Como consecuencia, los quilombolas han emergido como fuerza política en los últimos años a la vez que resisten la gran presión que llega por parte de los ruralistas, una élite grandes agricultores que quieren quedarse sus tierras. Estos conflictos se han intensificado desde que Michel Temer asumió la presidencia en 2016, sobre todo después de que su jefe de gabinete enviara instrucciones para que se detuviera el trabajo de demarcación de todos los quilombos. La bancada ruralista, grupo de presión de la agroindustria, sigue teniendo una gran influencia en la administración de Temer y el congreso.
Aunque algunas familias tradicionales han dado la bienvenida al cultivo de palma aceitera porque crea empleo, los analistas se muestran preocupados. En un informe publicado en 2014, Repórter Brasil descubrió que algunos trabajadores en las plantaciones de palma recibían un mal trato y su salario era inferior al salario mínimo legal en Brasil. Otros investigadores han cuestionado la clasificación de la palma aceitera como “cultivo sostenible” y han señalado que su producción necesita un gran uso de pesticidas y una gran cantidad de agua.
Con el crecimiento proyectado para el aceite de palma en el mercado global de un 7,2 por ciento entre 2016 y 2021, de 65 a 93 mil millones, la agroindustria brasileña podría sacar provecho del aumento de la producción. Si eso sucediera, parece poco probable que el PPSAP sea suficiente para evitar que haya un gran nivel de deforestación y posibles abusos a los quilombolas y las comunidades tradicionales.
Referencias:
Benami et al, Oil palm land conversion in Pará, Brazil, from 2006–2014: Evaluating the 2010 Brazilian Sustainable Palm Oil Production Program, Environmental Research Letters, 15 March 2018, http://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/aaa270/pdf