- Conferencia de la Organización Mundial para la Sanidad Animal se realizó en Santiago de Chile y se enfocó en animales acuáticos.
- Muchas de las enfermedades que afectan a los seres humanos provienen de los animales.
- Comparado a los animales terrestres, poca es la información que existe sobre las enfermedades de los animales acuáticos aunque son estos los que sostendrán la seguridad alimentaria de la humanidad en las próximas décadas.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) enfocó su última conferencia mundial, celebrada en Chile, en la salud de los animales acuáticos. Un tema relevante considerando que estas especies son vistas como aquellas que podrían velar por la seguridad alimentaria de un mundo cada vez más superpoblado.
Para tener una idea más clara del panorama: si el número de habitantes en el planeta sigue en ascenso, como lo indican las tendencias actuales, los expertos estiman que el mundo necesitará duplicar la producción de alimentos para 2050. Los océanos, en este escenario, son vistos como la principal fuente para atender esta necesidad.
Lee más | Sustitución de pescados en México amenaza biodiversidad marina
Es por eso que hoy más que nunca es importante contar con “mares saludables”, señala la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). Es precisamente en los mares donde se desarrolla la acuicultura, actividad que se pronostica crecerá para incrementar los cultivos de pescados y mariscos.
De hecho, esto ya es una realidad. “Desde hace una década la pesca de animales nativos se ha estabilizado mientras que la acuicultura ha aumentado enormemente”, explicó a Mongabay Latam, Monique Eloit, directora de la OIE. Sin embargo, la información que existe sobre la situación sanitaria de los animales acuáticos es deficiente en comparación con la de los animales terrestres. Este vacío de información es el que debe ser atendido, sostiene Eloit, si se quiere asegurar la alimentación para las próximas décadas.
Datos insuficientes
El 60% de los agentes patógenos que afectan al hombre, así como las tres cuartas partes de las enfermedades infecciosas que aparecen por primera vez, son de origen animal. Entre ellas está la gripe aviar H5N1, la rabia, la tuberculosis, el virus del ébola o la fiebre aftosa. Siendo la acuicultura la fuente de alimentos de mayor crecimiento, “es probable que debamos enfrentarnos a riesgos y desafíos sanitarios cada vez mayores”, asegura Eloit, quien recomienda tomar medidas para mejorar la gestión de las enfermedades, la bioseguridad y el uso responsable de los antimicrobianos.
Para cumplir esos objetivos, la OIE ha venido realizando esfuerzos para recopilar información, tanto acerca de las enfermedades de los animales acuáticos como de los mecanismos utilizados para prevenirlas. Una de esas iniciativas es la creación de una base de datos que reúne información sobre el uso de agentes microbianos en los animales, esencialmente de antibióticos. Sin embargo, los datos entregados por el sector de producción de animales acuáticos son considerablemente menores a aquellos proporcionados por el sector de producción de animales terrestres, asegura Eloit.
Según la experta, ello se debe a que muchas veces los países no han institucionalizado la recolección de los datos, aunque también reconoce que falta transparencia por parte de las empresas a la hora de informar acerca del uso de antibióticos. “La industria debe realmente entender que ya no puede evitar esa pregunta. Ya no es posible ignorarla”, dice Eloit.
Por otra parte, la funcionaria de la OIE asegura que son los países los llamados a generar mayor y mejor información. “Nosotros no podemos solos porque tenemos facultades limitadas”, dice Eloit. Y es que la OIE tiene un rol de asesor más no de controlador por lo que asegura que son los países los que “deben organizarse y solicitar nuestro apoyo si lo requieren”, agrega.
Sin embargo, en este punto, la evaluación sigue siendo deficiente. Uno de los programas que la OIE pone al servicio de los países para mejorar la sanidad animal, el Programa Mundial para el Mejoramiento Sostenible se los Servicios Veterinarios (PVS por sus siglas en inglés), ofrece apoyo y asesoría para fortalecer los servicios veterinarios nacionales. Pero mientras 140 países se han adherido a dicho programa para mejorar el monitoreo en la producción de sus animales terrestre, solo 13 lo han hecho para fortalecer su sector acuícola y pesquero.
Lee más | Peregocetus: la ballena con cuatro patas capaz de caminar y nadar que vivió en el Perú | VIDEO
Los inconvenientes de la acuicultura
Mientras se desarrollaba la conferencia de la OIE en la capital, habitantes de las regiones australes de Chile se manifestaron justamente por la expansión de la industria acuícola más grande del país, la salmonera.
Chile es el segundo mayor productor de salmones en el mundo, pero ese liderazgo ha sido constantemente criticado por un sector de la sociedad civil cada vez más grande donde caben pescadores, científicos y profesionales del área de la conservación. Las razones son los impactos ambientales que distintas empresas salmoneras han provocado en las zonas donde se encuentran sus centros de cultivo. Entre esos impactos está la generación de condiciones anaeróbicas en el agua, que es cuando el oxígeno disponible es consumido impidiendo la existencia de la vida marina.
Alicia Gallardo, Directora del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), el organismo en Chile encargado de asegurar la protección de los recursos hidrobiológicos y su medio ambiente, señala que la autoridad sanitaria ha aplicado “una normativa con mucha regla”. Asegura que “cuando ocurrió lo del virus ISA —la peor crisis sanitaria en la historia de la industria salmonera nacional y que dejó sin empleo a más de 15 000 personas— no estaba establecida un área de sanidad animal en el Servicio. Entonces tomamos las normativas extranjeras y las aplicamos al máximo nivel”.
A pesar de esto y casi 12 años después de la crisis del ISA, los escándalos sanitarios y asociados a la industria no han cesado. En el año 2016, 9000 toneladas de salmones muertos fueron vertidos al mar de Chiloé intensificando la marea roja que provocó una mortandad de peces sin precedentes y una profunda crisis social y económica. En 2018, una fuga de casi 700 000 salmones, desde las jaulas de crianza, ocasionó una emergencia ambiental con consecuencias hasta ahora desconocidas pero que, según los pronósticos de científicos, podría poner en riesgo a las poblaciones de especies nativas.
“[La OIE] reconoce que el estrés biológico causado por malas prácticas ambientales o de cultivo contribuye negativamente al estado de salud de una población animal”, por lo que asegura que “los avances en la cría serán importantes para mejorar la salud de los animales acuáticos”.
Al respecto, Gallardo señala que se están promoviendo medidas de control, porque son conscientes que como país líder en América Latina tienen la responsabilidad de promover “las prácticas adecuadas de bioseguridad y sustentabilidad”. Una de ellas es la fiscalización a través de tecnología que les permite controlar a los centros de difícil acceso. “Si bien no podemos tener un ejército de fiscalizadores, sí estamos incorporando fiscalización remota que probablemente sea la forma de abordar los centros que son lejanos”, dice Gallardo.
Por otro lado, la directora de Sernapesca asegura que también se está promoviendo la acuicultura a pequeña escala. Para Liesbeth van der Meer, directora del centro de conservación marina Oceana en Chile, esa es la única acuicultura que debiera operar. “Especies nativas como ostiones, choritos, que se pueden cultivar, están adaptadas a nuestro ecosistema y no dañan el medioambiente. La acuicultura que nosotros creemos que sí puede alimentar el mundo es aquella que se preocupa de mantener el equilibrio ecosistémico y que es desarrollada a pequeña escala por las mismas comunidades costeras”.
Liesbeth van der Meer añade que si de seguridad alimentaria se trata, “el salmón solamente alimenta a una pequeña clase élite que come este pescado naranjo” y que “lo que va a tener el mayor impacto para alimentar el mundo es la recuperación de las poblaciones pesqueras”. Pero la acuicultura a pequeña escala no está libre de problemas sanitarios e influir en ella es, de hecho, uno de los mayores desafíos de la OIE.
Lee más | La labor titánica del único centro de rehabilitación de fauna marina de Ecuador
Los desafíos y la Inversión en ciencia
La acuicultura es un sector diverso en el que convergen grandes empresas y pequeños productores, siendo estos últimos representantes de una importante fuerza laboral. Es por ello que uno de los mayores retos consiste en no dirigirse únicamente al sector privado poseedor de grandes centros de cultivo sino también, y sobre todo, a los pequeños, asegura Eloit. Ello considerando que mientras los primeros suelen estar muy bien informados, tienen herramientas y laboratorios, los segundos “no están necesariamente preocupados de cumplir con los estándares sanitarios internacionales” porque no exportan los productos sino que alimentan un mercado local o regional.
El segundo desafío consiste en que aquellos países que quieren iniciar una producción más industrial puedan incluir en ella, desde un inicio, todas las nociones sanitarias. “Esto es un problema porque frecuentemente imaginamos que es suficiente tener los peces en el agua y tenemos poca conciencia de las medidas de seguridad y la protección del medioambiente”, dice Eloit. De hecho, en gran parte del mundo las medidas de bioseguridad en la acuicultura no se aplican por lo que la OIE pone énfasis en la necesidad de encontrar una manera de comunicar sus ventajas.
Aún Así, Eloit aseguró sentirse confiada en un buen futuro respecto a la sanidad de los animales acuáticos, “porque hemos visto presentaciones de países que invierten enormemente aún no siendo países desarrollados”.
Raul Avendaño, investigador principal del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola en Chile y director del Laboratorio de Patología de Organismos Acuáticos y Biotecnología Acuícola de la Universidad Andrés Bello, indica que “en la actualidad, la ciencia es un motor impresionante de nuevas propuestas y soluciones a los problemas sanitarios”, por lo que “la industria acuícola y los entes regulatorios deben buscar apoyo en sus investigadores”.
Un ejemplo de ello, precisa Avendaño, son las nuevas vacunas que han demostrado ser muy eficaces para el control de patógenos en los animales acuáticos. Sin embargo, asegura que todavía en Chile “la inversión en Ciencia y Tecnología es baja y no supera el 0,4% del PIB, mientras que en los países de la OECD tienen un aporte en promedio de 2,4%”. Es así que buenos proyectos suelen quedarse sin financiamiento, explica, lo que obliga a “los profesionales que realizan investigación en el área de las enfermedades a competir en la adjudicación de los recursos y no colaborar”.
Recientemente, el Fondo de Inversión Estratégica (FIE) aportó $12.000 millones de pesos y el Instituto Tecnológico del Salmón otros $500 millones para generar conocimiento asociado al principal patógeno que amenaza a la industria salmonera. Aunque se trata de una importante suma, Avendaño señala que “está por verse si esa inversión es suficiente, puesto que los estudios se llevaron a cabo en un tiempo no mayor a 16 meses y la ciencia requiere de más tiempo para generar conocimiento que nunca en 30 años se consideró una prioridad”.
Videos Mongabay Latam | La situación ambiental en Chile
Conoce más sobre la situación ambiental en Chile: animales emblemáticos, áreas naturales protegidas, océanos y más.
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Chile, puedes revisar nuestra colección de artículos. Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.