Los investigadores de Oceana México identificaron que entre las especies que se hacen pasar por bacalao se encuentran tiburones incluidos en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), entre ellos el tiburón martillo (Sphyrna lewini), el tiburón sedoso (Carcharhihus falciformis), el tiburón zorro (Alopias pelagicus), el tiburón puntas negras (Carcharhinus limbatus), el tiburón toro (Carcharhinus leucas), el tiburón coralino (Carcharhinus perezi), el cazón bironche (Rhizoprionodon longurio) y el cazón mamón (Mustelus canis).

Entre las especies de rayas que se encontraron están la raya látigo pelágica (Pteroplatytrygon violacea) y la raya látigo del Pacífico (Neotrygon kuhlii).

Oceana México también documentó que se etiqueta como “bacalao noruego” a especies como el mero o róbalo; así como también a otras que tienen un costo mucho menor en el mercado como el esmedregal, la merluza y la tilapia.

 

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Engaño salado

 

Para realizar su investigación, Oceana México seleccionó pescado seco y salado que se vende como bacalao en pescaderías y supermercados. También analizó muestras de restaurantes donde se ofrece preparado a la vizcaína. Se buscó que el ADN coincidiera con alguna de las 53 especies consideradas como bacalao, peces del orden de los gadiformes y la familia de los gádidos.

Los resultados mostraron que poco más de la mitad (55 %) de las muestras que se recolectaron en pescaderías correspondía a otras especies que no eran bacalao. Mientras que en los restaurantes el porcentaje de sustitución fue del 40 %.

Tiburones y rayas se utilizan también para sustituir al bacalao porque su carne, además de ser blanca, es fácil de secar y salar. “Si tú ves un pescado seco y salado, sin piel, no tienes forma de identificar si es bacalao o no”, resalta Terrazas. Y menciona que los consumidores están pagando por un engaño y no pueden decidir sobre lo que comen.

La investigación de Oceana México apunta a que la sustitución de bacalao por especies como tiburones o rayas es más común de lo que se podría pensar, sobre todo cuando se comparan las cifras de importación de bacalao con la pesca de tiburón.

México importó 2410 toneladas de bacalao en 2017. Ese mismo año, la pesca de tiburón —de todas las especies— superó las 42 mil toneladas, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) entregados a la organización a través de solicitudes de información.

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Disfrazar tiburones y rayas

Esta es la primera vez que en México se documenta, con análisis de ADN, que tiburones y rayas se utilizan para sustituir en el mercado a especies como el bacalao.

Cada vez son más los equipos científicos que revelan, con este tipo de pruebas, que los tiburones y rayas se están vendiendo como si fueran otro tipo de especies, pese a que van en aumento las evidencias que muestran que sus poblaciones están en descenso.

“Disfrazar a tiburones y rayas con otro nombre para comercializarlos es una práctica que se ha identificado en varios países”, señala el doctor Ramón Bonfil, director ejecutivo de Océanos Vivientes A.C. y especialista en tiburones y rayas. En México, asegura, esta práctica se realiza desde hace varias décadas. Incluso, recuerda que a mediados de los años ochenta se hablaba del “bacalao del golfo”, cuando en realidad se trataba de tiburón.

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Para el doctor Bonfil, la venta de tiburón y rayas como si fueran bacalao es una muestra de que el país no tiene una política adecuada para el cuidado de sus recursos. “Se están comercializando especies sin que se tenga evaluación clara sobre cuál es la situación de sus poblaciones”.

El investigador, quien realizó la primera revisión mundial de la situación de las pesquerías, destaca que tiburones y rayas se están explotando sin control. En México la única restricción que existe para la pesca de algunas de estas especies es una veda que dura cerca de dos meses al año, pero que no se cumple cabalmente por la falta de vigilancia.

Desde 2012, el gobierno mexicano elaboró el Plan de Manejo de Tiburones y Rayas, para regular la pesquería de estas especies, pero hasta ahora no se ha publicado y, por lo tanto, no entró en vigor.

Para conocer la posición del gobierno mexicano sobre el informe de Oceana México, se buscó una entrevista con algún funcionario de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca). Sin embargo, no se tuvo respuesta en la oficina de prensa.

 

Que la población de tiburones disminuya de los océanos, no es cosa menor. Bonfil explica que son depredadores tope que permiten tener un balance en las diferentes poblaciones marinas y, por lo tanto, garantizar la salud de un ecosistema. Además, resalta, son especies de las que aún falta mucho por conocer. Lo que ya se sabe es que son muy vulnerables a la explotación, en especial porque su crecimiento es muy lento, tardan mucho tiempo en reproducirse y tienen muy pocas crías.

“No tendríamos que esperar a que estén al borde de la extinción, como la vaquita marina, para que exista una movilización social y se les proteja”, resalta Bonfil, quien menciona que se tendría que exigir al gobierno mexicano acciones de conservación para estas especies.

Bonfil menciona, por ejemplo, el caso de las rayas conocidas como tiburón sierra de dientes pequeños (Pristis pectinata) y el tiburón sierra de dientes grandes (Pristis pristis) que en la reciente actualización de la NOM-059 —la lista nacional de especies que se encuentran en alguna categoría de riesgo— cambiaron de la categoría de Amenazadas a En Peligro de extinción.

La urgencia de la trazabilidad

 

¿Cómo saber entonces si lo que venden es realmente bacalao? Renata Terrazas de Oceana México explica que los consumidores tendrían que buscar que el producto esté certificado.

Además de la certificación, Terrazas destaca que el país tendría que avanzar en una Norma Oficial Mexicana que permita contar con un sistema integral de trazabilidad de pescados y mariscos en México.

Terrazas explica que la trazabilidad permitiría que el consumidor tenga certeza sobre lo que compra, mejoraría la competitividad de los pescadores mexicanos, ayudaría a ordenar el sector pesquero, generaría información sobre diferentes especies y permitiría reducir la pesca ilegal.

En México ya hay pesquerías que exportan sus productos a países europeos y que cumplen con sistemas de trazabilidad. Sin embargo, en el país no es algo que se exija a los importadores de pescados.

Oceana México, junto con pescadores, restauranteros e industriales, trabajó una propuesta de un sistema de trazabilidad y la presentó a diferentes dependencias gubernamentales. Hasta el momento, aunque el gobierno actual tiene en sus planes realizar una norma oficial mexicana sobre este tema, no se han tenido avances.

Contar con un sistema de trazabilidad, señala Terrazas, no solo permitirá que a los consumidores no se les engañe vendiéndoles “gato por liebre”, también sería un paso más para proteger a especies como los tiburones y rayas.

* Imagen principal: el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis) es una de las especies cuya carne se vende como si fuera bacalao. Foto: Cortesía Oceana México.

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