- Un nuevo estudio con cámaras trampa ha descubierto que los tigres habían desaparecido del Área Nacional Protegida Nam Et-Phou Louey, su último bastión, para 2014. Los leopardos fueron exterminados 10 años antes y se convirtieron en otro gran felino extinto en Laos.
- Los científicos creen que lo más probable es que los últimos tigres y leopardos de Laos sucumbieran ante las trampas, que están proliferando en cantidades sorprendentes en las zonas protegidas del sureste asiático.
Posiblemente el último tigre de Laos sufrió mucho antes de morir. Con la pata atrapada en una trampa, seguramente murió por deshidratación. O quizás, en un intento desesperado de liberarse de la trampa elaborada con un simple cable barato de moto, se partió la pata y murió por la pérdida de sangre. Puede que el tigre de Indochina (Panthera tigris corbetti), una subespecie distinta, fuera capaz de liberarse de la trampa y que acabara con una herida infectada que consiguió matarlo. O —y esto tampoco es imposible— el último tigre de Laos podría haber muerto a causa de los disparos de unos cazadores que luego descuartizaron su cuerpo y lo vendieron al mercado ilegal para alimentar lo que parece ser una insaciable demanda de partes de tigre y sus huesos para medicina falsa y símbolos de poder.
Sea como sea, murió, y seguro que no fue en paz.
Un nuevo artículo en Global Conservation and Ecology ha descubierto que los tigres de Laos desaparecieron poco después de 2013 del Área Nacional Protegida Nam Et-Phou Louey. Los científicos creen que lo más probable es que acabaran muriendo por el auge de las trampas, a pesar de las grandes inversiones en el parque, en relación con la región. La extinción de los tigres en el área protegida más grande de Laos seguramente signifique que el tigre se ha extinguido en el país, como, con toda probabilidad, ya ha pasado en Camboya y Vietnam. En conjunto, se trata de un área de un tamaño considerable en el sureste asiático que ya no cuenta con su depredador superior idóneo.
El tigre no es la única víctima. Los investigadores creen que el leopardo de Indochina (Panthera pardus delacouri) está extinto en Laos, tras ser exterminado en Nam Et-Phou y otras zonas protegidas por la misma crisis de las trampas.
Esta tragedia es otra señal del síndrome del “bosque vacío” que se está dando a tamaño industrial en el sureste asiático, ya que los cazadores con pistolas y trampas siguen aniquilando poblaciones animales, desde pequeños ratones o gorriones hasta animales más grandes.
A principios de la década del 2000, los conservacionistas vieron el área protegida Nam-Et Phou como prioridad importante, dado que aún tenía poblaciones de tigre, leopardo y muchos otros mamíferos que se habían extinguido por el sureste asiático. En aquella época, era conocida como una de las poblaciones de tigre más importantes de la región.
En 2003 y 2004, los conservacionistas creían que había al menos siete tigres en Nam-Et Phou Louey y que podría haber hasta 23. Nuevas estrategias de conservación, como un aumento de las fuerzas policiales y el trabajo con las comunidades locales, arrancaron en 2005. Pero para 2013, los investigadores solo encontraron dos tigres en una cámarara trampa, y desde entonces no se ha visto ninguno.
“Esto representó un descenso pronunciado y la extirpación de los tigres en Nam-Et Phou Louey en solo 10 años”, dice el autor principal Akchousanh Rasphone, de Wildlife Conservation Research Unit, conocida como WildCRU, en la Universidad de Oxford.
“Hemos observado diversos factores para el descenso, como la disponibilidad de presas y la cantidad de pistolas confiscadas en el parque, y el único factor que parece estar directamente relacionado con el declive de los tigres es el aumento exponencial de trampas”, añadió.
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Las cámaras trampa no encuentran tigres ni leopardos
Rasphone y sus colegas inspeccionaron el parque sistemáticamente entre 2013 y 2017 con cámaras trampa en lo que describen como la iniciativa más grande de este tipo que se ha llevado a cabo en Laos.
Su estudio no encontró ningún leopardo; el último se registró en 2004, y los dos últimos tigres se desvanecieron sin más después de 2013, lo que indica que seguramente murieran en una trampa o de un disparo.
A la pregunta de si podría haber tigres que no captaron las cámaras trampa, Rasphone dijo: “si los tigres están en un área, suele ser fácil fotografiarlos en cámaras situadas en los caminos”.
Los tigres son muy grandes, se distinguen fácilmente de otros animales, suelen utilizar caminos muy pisados y cubren grandes áreas de territorio, así que fotografiarlos es mucho más fácil que con otras especies más crípticas.
El otro lugar de Laos donde se pensaba que quizás resistían los tigres era el Área Nacional de Conservación de la Biodiversidad Nakai-Nam Thuem.
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“Las cámaras trampas recientes en Nakai-Nam Thuen sugieren que los tigres, los leopardos, las panteras nebulosas y los gatos dorados han sido extirpados de esta zona protegida”, dijo un conservacionista que habló con la condición de permanecer anónimo.
Seguramente ya no haya tigres en Laos, igual que ha pasado en Camboya y Vietnam. Con toda la atención y el dinero que se destina a los tigres, ¿cómo ha podido pasar?
Lo repito.
¿Qué pasó entonces?
Jessica Hartel, directora del programa de eliminación de trampas en Kibale, me dijo en 2015 que las trampas son “las minas antipersonales del bosque”.
“Como las minas antipersonales, las trampas no discriminan, son virtualmente indetectables y pueden causar daños físicos irreversibles en una décima de segundo”, dijo. “Como las minas antipersonales, las trampas son implacables y causan dolor, sufrimiento y mutilación. Como las minas antipersonales, las trampas se activan automáticamente con la presión cuando los animales las pisan o pasan entre ellas”.
Los grandes felinos como los tigres y los leopardos son “particularmente vulnerables a las trampas”, dice Jan Kamler, coautor del reciente estudio y también de WildCRU, aunque las trampas sean sobre todo para animales a los que se caza por su carne, como los ciervos y jabalíes.
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“[Los tigres y los leopardos] tienen densidades de población relativamente bajas para empezar (en comparación con las especies presa) y se mueven en un rango más extenso que cualquier otra especie”, escribió Kamler. “En consecuencia, aunque se frene la instalación de trampas en una zona protegida, si sigue ocurriendo en los límites, las poblaciones de tigre y leopardo pueden acabar eliminadas”.
Si solo hay un puñado de tigres, solo hacen falta unas pocas trampas para acabar con toda una población. Lo mismo pasa con los leopardos.
Kamler teoriza que el motivo por el que los leopardos desaparecieron una década antes que los tigres es que la presencia de tigres —el superdepredador del parque que acosa a otros depredadores— obligó a los leopardos a salir a la zona de amortiguamiento del parque. Allí sucumbieron rápidamente a las trampas y las armas que aún no se habían infiltrado en el núcleo del parque por completo.
Una investigación del año pasado publicada en Biological Conservation descubrió que los guardaparques retiraron más de 200 000 trampas de cinco áreas protegidas en Asia, entre ellas Nam-Et Phou Louey, en cinco años.
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No obstante, Thomas Gray, autor principal del artículo y director científico de Wildlife Alliance, me dijo el año pasado que creía que incluso los guardaparques mejor capacitados solo encontrarían un tercio de las trampas instaladas en áreas protegidas —y los guardaparques de Nam-Et Phou Louey no estaban entre los mejores, según Gray en 2018.
“La instalación de trampas es muy difícil de controlar porque es barato hacerlas y una sola persona puede colocar cientos o hasta miles”, dijo Rasphone.
Hoy en día, podría haber miles de trampas cubriendo las zonas protegidas del sureste asiático y eliminando especies de forma indiscriminada hasta que no quede mucho más que se pueda matar.
‘Demasiado poco, demasiado tarde’
Troy Hansel, antiguo directo de Wildlife Conservation Society en Laos, dijo que la financiación y los recursos para Nam Et-Phou Louey fueron “demasiado poco, demasiado tarde […] para proteger la población de tigres”.
Los grupos conservacionistas, con WCS Laos a la cabeza, gastaron entre 150 000 y 200 000 dólares al año entre 2009 y 2012, según Rasphone. El dinero provenía de donantes internacionales como el Banco Mundial, USFWS y la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD). Aunque parezca mucho para un país en desarrollo, el dinero tenía que servir para gestionar un parque nacional de un tamaño más grande que la mitad de Jamaica y cubierto con un bosque denso.
Rasphone dice que el dinero ayudó sin duda a detener a los cazadores armados —las confiscaciones de armas crecieron con el aumento de la financiación— pero no “a frenar el aumento exponencial de las trampas”.
Cuando las acciones de conservación despegaron realmente el 2005, los conservacionistas tuvieron el plan ambicioso de aumentar el número de tigres en un 50 por ciento en 10 años y finalmente llegar a un punto en que el área protegida contara con 25 hembras reproductoras para convertir el parque en un “sitio fuente” de tigres de Indochina, según un artículo de 2016 en Biological Conservation.
La autora principal de esa investigación y también antigua directora de WCS Laos, Arlyne Johnson, dice que el artículo tenía la intención de evaluar el éxito del programa. Pero la publicación señala que los conservacionistas vieron el aumento repentino de las trampas en esa década, y que podría haber sido una estrategia deliberada de los cazadores para acabar con los últimos tigres.
“El aumento de las trampas seguramente se debió a que los cazadores locales cambiaron de técnica para alcanzar a los tigres de forma más efectiva”, escriben Johnson y sus colegas. “Las trampas no eran comunes hasta que los comerciantes vietnamitas y chinos del exterior del área empezaron a ofrecen este equipo a los cazadores locales”.
Aunque el aumento de la financiación ayudó a impulsar las poblaciones de ungulados y reducir la caza, el parque necesitaba más del doble de la inversión que se realizó, incluso en el momento en que había más fondos, para mantener a los tigres a salvo, según el estudio.
Ese tipo de dinero nunca llegó (esto no es exclusivo de Laos, la conservación en todo el mundo carece de financiación y recursos y no suele ser una prioridad).
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Johnson dijo que, aunque las trampas tuvieron claramente un papel en la eliminación de los tigres y los leopardos del parque, también hubo otros problemas: los cazadores rara vez eran detenidos y juzgados y, con el tiempo, la financiación fue disminuyendo.
“Ha sido muy difícil conseguir suficiente financiación para apoyar de forma adecuada a los equipos de patrullaje”, dijo Paul Eshoo, que ha trabajado en ecoturismo y conservación en Laos. “Ya que los donantes no quieren apoyar operaciones diarias y los sueldos del personal de forma directa […] y en lugar de eso prefieren destinar la mayoría de su financiación a los programas de supervivencia”.
Otros asuntos han sido más estructurales. Por ejemplo, Laos no tiene guardaparques profesionales.
Según Eshoo, las patrullas en Nam-Et Phou Louey consisten principalmente de grupos variopintos de empleados del gobierno, voluntarios, soldados y lugareños, pero ninguno de ellos son guardaparques profesionales, una carrera que no existe en el país.
“Cambian a menudo y necesitan formación del proyecto cuando llegan”, dice. La falta de conocimientos y experiencia y las frecuentes rotaciones perjudican sin duda las posibilidades de salvar a los tigres del parque.
“El sistema de gestión en Nam Et-Phou Louey era y sigue siendo uno de los mejores del país”, añadió Eshoo. “Pero, para proteger a una especie como el tigre, que está muy amenazada, hace falta una protección sobresaliente con un sistema de parques nacionales más profesional y comprometido a largo plazo”.
La inversión sí que fue importante
Los conservacionistas y los periodistas pueden verse cegados por su obsesión con los tigres, pero, de hecho, aunque la inversión fuera “demasiado poco, demasiado tarde” para los leopardos y los tigres, seguramente haya tenido un gran papel para mantener otras poblaciones de animales en el área protegida más grande de Laos.
Johnson dijo que otras especies “se beneficiaron definitivamente” de la financiación para los tigres, ya que su investigación de 2016 mostró un aumento de los ungulados en el parque. Mientras tanto, muchos animales asiáticos amenazados siguen viviendo en el parque, entre ellos el cuón (Cuon alpinus), la pantera nebulosa (Neofelis nebulosa), el oso negro asiático (Ursus thibetanus), el oso malayo (Helarctos malayanus), el gaur (Bos gaurus), el sambar (Rusa unicolor), la civeta de Owston (Chrotogale owstoni) y varias especies de primates y nutrias.
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Los elefantes asiáticos (Elephas maximus) solían merodear la parte norte del parque, pero desaparecieron hace aproximadamente una década, aunque Rasphone dice que se vieron huellas que podrían ser de este animal en 2015. Podría ser que una manada de elefantes migrara entre el parque y Vietnam, pero los conservacionistas no lo saben por ahora.
La pérdida de leopardos y tigres ha restructurado la jerarquía de los carnívoros del parque y podría beneficiar al siguiente carnívoro más grande: el cuón.
Los cuones son perros salvajes con mala reputación y están catalogados como En Peligro en la Lista Roja de la UICN, y en total hay menos cuones que tigres en el mundo.
“Los cuones ya no tienen una competencia importante por la comida y el espacio y su población se podría beneficiar”, dijo Kamler, aunque añadió con tristeza que “siempre y cuando las trampas no acaben por causar la extinción de esta especie también”.
Sobre el tigre de Indochina, Kamler dice que la atención para la conservación debe centrarse en Tailandia y Myanmar.
“Si estas últimas poblaciones no se protegen con una aplicación rotunda de la ley, la subespecie al completo desaparecerá”.
En la actualidad, el tigre de Indochina está registrado como En Peligro en la Lista Roja de la UICN, pero está pendiente de actualización; esa evaluación se hizo en 2010. Hoy en día, es muy posible que ya estén en Peligro Crítico. En 2010, los conservacionistas calcularon que había 20 tigres en Camboya (ahora extintos), 20 en Vietnam (ahora extintos) y 17 en Laos (por desgracia, extintos). Tailandia y Myanmar son los únicos países que mantienen algo parecido a una población reproductora. En aquellos momentos, los investigadores creían que podían haber 352 tigres de Indochina. Si ahora la cifra es inferior a 250, la especie cumpliría los requisitos para conseguir el estado de en Peligro Crítico.
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“Todas las áreas protegidas en el sureste asiático deberían prestar especial atención a las crisis de las trampas en la región”, dijo Kamler, y añadió que la región necesita “mucha participación de la comunidad y programas educativos”.
También pide un monitoreo continuo con cámaras trampa para que los conservacionistas y el personal sobre el terreno puedan detectar estos declives de inmediato.
Quizás lo más crucial, según la fuente anónima, sea aumentar la importancia de la conservación para el gobierno de Laos. Esta persona dijo que los tres gobiernos provinciales que se solapan con el parque nacional nunca “reconocieron de forma seria” Nam-Et Phou Louey, y el gobierno nacional, debido a la descentralización de las áreas protegidas, no lo tuvo en cuenta.
“Las áreas protegidas y la conservación de especies no tienen prioridad para el gobierno”, dijo la fuente. “Las áreas nacionales protegidas no reciben el mismo nivel de autoridad y respeto que las otras agencias. Los gestores de áreas protegidas ni siquiera tienen un sello, y tienen menos autoridad que las autoridades del distrito”.
La fuente anónima pide que grupos como el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Asiático y USAID “animen” al gobierno de Laos a apoyar la conservación y a llevar a cabo los cambios estructurales que tanta falta hacen.
“Estas especies y hábitats pueden traer riqueza al país si se protegen”, dijo.
Hasan Rahman, experto en tigres de WCS en Bangladesh, sin embargo, dijo que hace falta un último componente para que la conservación de los tigres tenga éxito: “el apoyo público”.
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“No hay cantidad de dinero, armas, munición, patrullas forestales, ni fuerzas policiales que puedan salvar a ninguna especie durante un largo periodo de tiempo sin apoyo público”, dijo. “No es que todo lo anterior no haga falta, sino que la participación pública es clave. No solo apoyo de la gente que vive alrededor de ese entorno, sino que también se necesita gente de toda la región e incluso del resto del mundo para salvar a la mayoría de especies ‘carismáticas’ ”.
Puede que Laos haya perdido sus tigres, pero el potencial que hay allí para la conservación sigue siendo enorme, al igual que en el Área Nacional Protegida Nam-Et Phou Louey.
No es imposible que, con mucho más trabajo de protección en la región, un día los tigres y leopardos encuentren el camino de vuelta a Laos, si es que los podemos salvar de la extinción en primer lugar.
Referencias:
Gray, T.N.E., Hughes, A.C., Laurance, W.F. et al. The wildlife snaring crisis: an insidious and pervasive threat to biodiversity in Southeast Asia. Biodivers Conserv (2018) 27: 1031. https://doi.org/10.1007/s10531-017-1450-5
Johnson, A., Goodrich, J., Hansel, T., Rasphone, A., Saypanya, S., Vongkhamheng, C., Venevongphet & Strindberg, S. 2016. To protect or neglect? Design, monitoring, and evaluation of a law enforcement strategy to recover small populations of wild tigers and their prey. Biological Conservation, 202: 99-109.
Rasphone, A., Kéry, M., Kamler, J.F., Macdonald, D.W., Documenting the demise of tiger and leopard, and the status of other carnivores and prey, in Lao PDR’s most prized protected area: Nam et – Phou louey, Global Ecology and Conservation (2019), doi: https://doi.org/10.1016/j.gecco.2019.e00766 .
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