- Investigadores publicaron una monografía de 285 páginas sobre la evolución, morfología, ecología y conservación de 60 especies de ranas de cristal en el país sudamericano.
- Hay tres especies nuevas para la ciencia y 24 que podrían serlo. Además, 10 especies están críticamente amenazadas y se propone la creación de tres corredores biológicos en ecosistemas estratégicos para su conservación.
En 1973, biólogos estadounidenses reportaron 20 especies de ranas de cristal —reconocidas por la transparencia de su piel— en Ecuador. Hoy, 47 años después, el país sudamericano conoce 60 especies en su territorio de las cerca de 150 especies que habitan en el mundo.
“La diversidad se ha triplicado, lo cual es una locura. Lo bonito es que ahora la mayoría de los que lideramos el trabajo con anfibios en el país somos ecuatorianos”, asegura el biólogo Juan Manuel Guayasamín de la Universidad San Francisco de Quito, quien lideró una larga investigación cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Diversity. En 285 páginas se revisan de manera detallada todas las especies de ranas de cristal del Ecuador.
Esta monografía se centra en la evolución, morfología, ecología y conservación de 60 especies e incluye dibujos, fotos y mapas para cada una de ellas. El trabajo se convierte en un referente para todo investigador ecuatoriano interesado en trabajar con estos anfibios.
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Más de 15 años de trabajo
La información actualizada para las ranas de cristal de Ecuador fue un trabajo que tomó muchos años. De hecho, la idea empezó cuando Juan Manuel Guayasamín realizaba su doctorado en la Universidad de Kansas, Estados Unidos, en 2004. Era un trabajo tan extenso que fue imposible incluirlo en su tesis, sin embargo, siguió trabajando en el tema y logró culminarlo en 2020. “Era un trabajo individual que luego se convirtió en un trabajo colectivo donde hubo mucha colaboración”, dice Guayasamín.
El primer reto al que se enfrentaron los autores de este trabajo académico fue el acceso a la información: “muchas veces lo que está almacenado en repositorios digitales no es tan confiable porque la gente no conoce mucho de estos animales, así que el primer proceso duro fue revisar las colecciones en Ecuador, Estados Unidos y Europa”, reconoce el investigador. El otro obstáculo fue el presupuesto, como le suele ocurrir a muchos científicos en Latinoamérica.
Pero lo más complicado para los biólogos fue el proceso de consolidación de información y escritura de la monografía pues revisar un artículo tan extenso toma mucho tiempo. Guayasamín recuerda que la Universidad San Francisco de Quito le permitió trabajar en la escritura de la monografía en el verano de 2019 y que, a pesar de que la pandemia actual restringió sus visitas a campo y su trabajo en laboratorio, le dio el último “empujón” que necesitaba para terminar de escribir.
Entre los resultados más notables de la investigación está la descripción de tres nuevas especies para la ciencia: Nymphargus colomai en honor a Luis Coloma, investigador ecuatoriano y director del Centro Jambatu de Investigación y Conservación de Anfibios; Nymphargus lindae dedicada a Linda Trueb, profesora de la Universidad de Kansas, Estados Unidos, y Nymphargus humboldt en celebración de los 250 años del natalicio del naturalista y explorador alemán Alexander von Humboldt.
Además de esto, Guayasamín y los demás investigadores encontraron otras 24 ranas que, al parecer, también son nuevas especies pero requieren más estudio pues morfológicamente se parecen mucho a otras que ya están descritas pero genéticamente podrían ser distintas.
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Diez especies en grave amenaza
A pesar de la descripción de tres nuevas especies para la ciencia y de 24 más que podrían serlo, el artículo científico menciona que de las 60 especies que describieron, 10 de ellas se encuentran en Peligro Crítico en Ecuador (Centrolene buckleyi, C. charapita, C. geckoidea, C. medemi, C. pipilata, Cochranella mache, Nymphargus balionotus, N. manduriacu, N. megacheirus y N. sucre), principalmente por la deforestación y contaminación asociadas a la agricultura, palma africana, ganado y minería.
“Si ves los bosques tropicales del Pacífico ecuatoriano [del Chocó biogeográfico] están destrozados porque ha habido agricultura desde hace tiempo pero ahora hay una mezcla de palma africana, madereras y minería ilegal, combinado con mucha violencia en la zona limítrofe con Colombia. Además, ahí no hay parques nacionales realmente grandes”, dice Juan Manuel Guayasamín. Mucha de la diversidad amenazada de ranas de cristal y otras especies en el país está concentrada en los bosques de la provincia de Esmeraldas.
El investigador reconoce otro factor de extinción que le preocupa y que también está relacionado con la pérdida de hábitat: varias especies tienen rangos de distribución minúsculos y “si pasa algo ahí, la especie se extingue”, resalta Guayasamín.
Pensando en todas esas amenazas, el artículo científico indica que “[…] podemos identificar áreas con alta diversidad y baja perturbación humana que no están incluidas en el sistema actual de áreas protegidas de Ecuador. Sobre la base de esta información, específicamente, recomendamos: (i) La implementación de un corredor biológico entre los Parques Nacionales de Cayambe-Coca y Sumaco Napo-Galeras, (ii) la creación de una nueva área protegida en el bosque de hoja perenne de montaña baja de los Andes occidentales en la Provincia de Pichincha y (iii) protección del bosque endémico del Chocó (amenazado principalmente por la extracción de madera y plantaciones de palma)”.
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La protección de los bosques del Chocó debe ser la prioridad pero, a su vez, es la tarea más difícil de realizar. En esta zona hay muchas especies con distribuciones muy restringidas y es la que tiene las mayores presiones.
El trabajo en las estribaciones occidentales de los Andes de la provincia de Pichincha es mucho más factible porque, según Guayasamín, ya existe una cultura de conservación muy ligada a las aves, hay muchas reservas privadas pequeñas y solo haría falta una mayor intervención estatal para complementar esas acciones. En cuanto a la propuesta del corredor biológico entre los parques Cayambe – Coca y Sumaco Napo – Galeras, ejecutarlo podría ser más sencillo porque hay poca densidad poblacional y parques nacionales establecidos, aunque se necesita de compromiso político.
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La magia de las ranas de cristal
“Algunas especies tienen esta transparencia ventral total donde ves el corazón, los intestinos, lo ves todo”, resalta Juan Manuel Guayasamín. ¿A qué se debe su transparencia? Esa es una pregunta que siempre ha estado latente entre quienes se han dedicado a estudiar a este grupo de anfibios.
Otro artículo científico reciente, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), analiza esta variable y reafirma que se trata de un camuflaje que tiene como objetivo distorsionar la figura de rana que tienen los depredadores, haciendo que el animal pase desapercibido. “Descubrimos que la luminosidad percibida de las ranas cambiaba dependiendo del fondo inmediato, disminuyendo la detectabilidad y aumentando la supervivencia en comparación con las ranas opacas. Además, este cambio fue mayor para las patas”, se lee en el estudio.
Lo fascinante de estos anfibios no está solo en su apariencia, también tienen comportamientos complejos y sorprendentes. Su etapa de reproducción empieza cuando los machos pelean entre ellos, buscando territorios. Por ejemplo, Guayasamín recuerda que uno de sus estudiantes vio a dos machos pelear durante tres noches consecutivas, hasta que uno de ellos arroja al otro de la hoja —suelen ser especies muy pequeñas que miden entre 2 y 3 cm— y mantiene el territorio.
Pero las curiosidades no terminan ahí. Cuando los machos definen su territorio, son las hembras las que escogen. “Las hembras ponen los huevos en las hojas, se van y son los machos los que cuidan de ellos hasta que eclosionan, salen los renacuajos y caen al agua que está debajo de las hojas. La reproducción siempre se da al lado de riachuelos”, menciona el biólogo.
La historia en 1 minuto: Ecuador: descubren rana de cristal en una reserva cercada por la minería | FOTOS. Video: Mongabay Latam.
Además de todo esto, las ranas de cristal son excelentes bioindicadores ambientales. Al tener una fase acuática —renacuajo— y una fase terrestre —adulto— cualquier proceso de contaminación o alteración del ecosistema tiene un impacto en sus poblaciones. En un artículo científico de este año se analizó el impacto de la acuicultura de trucha arcoiris (Oncorhynchus mykiss) en las poblaciones de ranas de cristal en dos zonas de Ecuador y se evidenció un efecto directo: donde hay truchas, las comunidades de ranas de cristal son menos diversas y abundantes.
“Los renacuajos se alimentan de algas y los ríos se mantienen bien cuando ellos están ahí. Cuando son adultos se alimentan de invertebrados y ayudan a mantener en equilibrio algunas poblaciones de insectos”, agrega Juan Manuel Guayasamín.
*Imagen principal: Centrolene buckleyi. Especie críticamente amenazada. Foto: Eduardo Toral.
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REFERENCIAS
Guayasamin, J. M., Cisneros-Heredia, D. F., McDiarmid, R. W., Peña, P., & Hutter, C. R. (2020). Glassfrogs of Ecuador: Diversity, Evolution, and Conservation. Diversity, 12(6), 222.
Barnett, J. B., Michalis, C., Anderson, H. M., McEwen, B. L., Yeager, J., Pruitt, J. N., … & Cuthill, I. C. (2020). Imperfect transparency and camouflage in glass frogs. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(23), 12885-12890.
Krynak, K. L., Wessels, D. G., Imba, S. M., Krynak, T. J., Snyder, E. B., Lyons, J. A., & Guayasamin, J. M. (2020). Call survey indicates rainbow trout farming alters glassfrog community composition in the Andes of Ecuador. Amphibian & Reptile Conservation, 14(2), 1-11.