- Estudios científicos aseguran que el Canal Señoret, donde está emplazado el proyecto salmonero, es un lugar único de alimentación y nidificación de al menos unas 30 especies de aves.
- Las poblaciones de cisnes de cuello en la zona son inusualmente grandes y han llamado la atención de la ciencia.
Un día de 1995, el destacado ornitólogo suizo Francois Vuilleumier quedó sorprendido al recorrer, a bordo de un ferry, el Canal Señoret en la región de Magallanes, la más austral de Chile. Nunca había visto en su vida tantos cisnes reunidos en un mismo lugar.
Durante su viaje por esa franja de mar, que forma parte del fiordo Última Esperanza, Vuilleumier calculó haber visto entre mil y dos mil cisnes coscoroba (Coscoroba coscoroba) y unos 20 000 cisnes de cuello negro (Cygnus melancoryphus). Así lo describió en un artículo científico que redactó más tarde y donde afirmaba que aunque ya se habían descrito grandes concentraciones de estas aves en la región, lo observado en aquel viaje era algo único. “Creo que la cantidad de cisnes que observé cerca de Puerto Natales —la ciudad al borde del Canal Señoret—, el 28 de abril de 1995, fue excepcionalmente alta”, dice el artículo.
Hoy, los habitantes de esta ciudad, que es puerta de entrada a uno de los destinos turísticos más importantes de Chile, Torres del Paine, temen por el destino de los cisnes que allí se alimentan y anidan ante la inminente llegada de una planta de procesamiento de salmones que, aseguran, se está instalando a poco más de un kilómetro de Puerto Natales y a orillas del Canal Señoret.
Actualmente los natalinos se encuentran esperando el fallo del Tercer Tribunal Ambiental donde interpusieron una reclamación en contra del proyecto.
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El polémico proyecto
Se llama Planta Procesadora de Recursos Hidrobiológicos Puerto Demaistre y pertenece a la empresa Australis Seafoods S.A, subsidiaria de la transnacional China Legend Holding Co.
Al contrario de otros proyectos salmoneros, en esta planta no se criarán salmones, sino que se procesarán para ser enviados a los diferentes mercados de destino. Diariamente dos barcos transportarán esta materia prima desde los centros de cultivo, principalmente los de la región de Magallanes, según precisó el medio especializado salmonexpert, hasta la planta. Luego, los salmones serán descargados desde los barcos y llevados a unos tanques instalados en tierra mediante un ducto (llamado salmoducto) instalado en el borde costero.
Según el permiso ambiental que le fue otorgado a la empresa, la planta tiene una capacidad para procesar 71 280 toneladas anuales de salmones y para funcionar contará, además del salmoducto, con una planta para tratar los residuos industriales líquidos que luego serán descargados al Canal Señoret mediante un emisario submarino. También se instalarán ductos para devolver el agua del salmoducto al mar y para captar el agua necesaria para todo el proceso productivo, que incluye un galpón de producción con todo el equipamiento necesario para el procesamiento de los peces y un edificio con oficinas administrativas y bodegas. En total, se trata de una inversión de US$70 millones de dólares.
Aunque la empresa reconoce que el proyecto se desarrollará en el lugar donde se encuentra el cisne de cuello negro, asegura que ni las aves ni su hábitat serán impactadas por la planta. Además señala que los residuos industriales líquidos tratados que serán descargados al canal, no alcanzarán las praderas marinas de Ruppia (Ruppia filifolia), la principal alga del lugar, considerada clave en el ecosistema por ser hábitat y fuente de alimento para varias especies.
Según precisa el permiso ambiental, el emisor estará a una distancia de 1240 metros del borde costero y a 30 metros de profundidad. El modelamiento computacional utilizado por la empresa para estimar cómo se comportarán los efluentes una vez que lleguen al mar, muestra que estos se diluirán en un 100 % dentro de un radio aproximado de 170 metros alrededor del emisario, por lo que “no se considera la generación de efectos significativos ni en el borde costero ni en el medio marino”, dice el documento.
La ONG Fiscalía del Medio Ambiente (FIMA), que representa legalmente a la comunidad en los reclamos en contra del proyecto, sostiene, sin embargo, que la información levantada por la empresa “no permite entender las causas del comportamiento de las corrientes más profundas y, por lo tanto, es imposible asegurar que los residuos industriales líquidos que se descargarían se van a diluir y transportar”.
Pero lo que más preocupa a los habitantes del Puerto Natales, son los impactos que ya han podido presenciar durante la etapa de construcción de esta planta. La instalación del ducto que capta el agua, del emisario submarino y del salmoducto “ha significado la remoción del fondo marino con maquinaria pesada, generando una destrucción directa de las praderas de Ruppia”, asegura FIMA. Fernanda Salinas, doctora en Ecología, quien forma parte de la reclamación ciudadana que actualmente está siendo revisada por el Tribunal Ambiental, agrega que con ello “se remueve también toda la vida que está asociada a las praderas que son verdaderos bosques en miniatura que albergan un montón de especies, especialmente en la etapa temprana de su desarrollo”.
Además, señala que la remoción del fondo marino provocaría que los sedimentos queden suspendidos en el agua lo que también puede tener impactos sobre las praderas marinas. “Los sedimentos en suspensión pueden afectar la fotosíntesis de plantas al entorpecer el paso de la luz, pero después también se depositan sobre las plantas marinas”, dice Salinas.
El problema mayor, precisa la científica, es que en la evaluación ambiental ni siquiera se consideraron los impactos al medio marino durante la etapa de construcción de la planta. Todos esos impactos, “se omitieron completamente del proceso de evaluación. Absolutamente. No se tomó ninguna medida. Ni siquiera se mencionaron, nada, absolutamente nada”, asegura la científica. El problema de esto es que sin información no es posible evaluar los impactos del proyecto y por ende no es posible desarrollar medidas que eviten o mitiguen dichos impactos.
“En el borde costero estas máquinas trabajaron varias semanas rompiendo, haciendo hoyos para los tubos (…) y removieron el fondo marino”, le dijo a Mongabay Latam Susanne Stieger, dirigente de la junta de vecinos.
Por otra parte, FIMA asegura que “la empresa se comprometió a realizar las actividades de construcción en el borde costero, mar y fondo de mar en una época distinta de la de reproducción y nidificación del cisne de cuello negro”. Sin embargo, el período de cortejo ya había comenzado y las obras continuaban, dice la ONG.
Por lo mismo, FIMA pidió a la justicia una medida cautelar para que los trabajos no continúen. Sin embargo, Diego Lillo, abogado de FIMA, explica que el Tribunal rechazó esa medida ya que el compromiso de la empresa fue suspender los trabajos de construcción durante los meses de octubre y noviembre aún cuando, según dice Lillo, el proceso de nidificación comenzó hace ya algunos meses.
Este medio se contactó con Australis Seafoods para tener su versión de los hechos, sin embargo, hasta la publicación de esta nota la empresa no entregó respuesta a las preguntas.
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Un lugar único
“Nosotros tendemos a normalizar ciertas cosas”, dice Ricardo Matus, ornitólogo y naturalista de la zona, respecto de la extraordinaria abundancia de aves que habitan el Canal Señoret.
Un estudio publicado por la Universidad de Magallanes señala que dicho canal “es uno de los sitio de mayor concentración de aves de la región”. A partir de la recolección de datos que la científica Gladys Garay realizó a lo largo de un año en el lugar, se concluyó que allí habitan al menos 30 especies de aves acuáticas y tres terrestres, y que de ellas cinco han sido consideradas con problemas de conservación a nivel nacional: el cisne coscoroba, En Peligro; el cisne de cuello negro, el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis) y el cóndor (Vultur gryphus), Vulnerables, y el quetru volador (Tachyeres patachonicus), Inadecuadamente Conocida, es decir que no hay información suficiente sobre la especie para saber cuál es su categoría de conservación.
Además, según el estudio —uno de los pocos que existen sobre la zona— la vegetación costera del área permitiría la nidificación de varias de esas especies, entre ellas el cisne de cuello negro.
Estos últimos, al ser los más abundantes, son los que más resaltan a simple vista, dice Matus y “ese fenómeno que uno ve con los cisnes, este tipo de abundancias tan alta en un sitio tan pequeño, no sucede en tantos lugares”, precisa.
Según explica, la abundancia en ciertas épocas del año está dada también porque, además de la población de cisnes que pasa el verano completo en la costa, hay otra que en los meses estivales vive en las lagunas interiores y “cuando se congelan (en invierno) esos pájaros migran al Canal Señoret”.
Pero la investigación de Garay agrega que “dado el elevado número de cisnes y taguas (Fulica armillata), es posible que la inmigración no sea solamente de la población local de las lagunas interiores de la provincia de Última Esperanza, sino que también podría ser regional, incluyendo parte de la Patagonia argentina”.
Además, el flamenco, que también está presente en el área, es una especie que no nidifica en la región, sino que en el extremo norte de Chile y en zonas elevadas de la Patagonia argentina por lo que “es probable que cuando las lagunas altiplánicas se congelen, parte de la población se desplace a invernar en las áreas sur-austral”, dice el estudio.
Matus, quien ha liderado importantes programas de conservación de aves en el país, explica que “los cisnes no se distribuyen y no se concentran en un solo sitio por una cosa azarosa, sino que tiene que ver con que este lugar reúne condiciones para ello”, dice.
Los fuertes vientos de la Patagonia acumulan las algas en la costa expuesta al oeste atrayendo una gran cantidad de aves que se alimentan de ellas, como es el caso de los cisnes, explica Matus. Además, el Canal Señoret “tiene probablemente una serie de influencias que tienen relación con el sistema de aguas que proviene de los acuíferos de Torres del Paine que desembocan en el seno de última esperanza”, dice el experto en aves, aunque precisa que la investigación científica que se ha realizado en la zona es muy escasa y que, en su conocimiento, no existen estudios que caractericen las aguas de este canal.
Aun así, los resultados científicos obtenidos hasta ahora sugieren que el sistema marino del Canal Señoret “contiene elementos de gran importancia para la mantención de los procesos vitales de una importante cantidad de especies de aves silvestres, las cuales por sus procesos migracionales de tipo estacional parecen ser elementos de conexión dentro de un ecosistema mucho mayor y complejo”, dice el estudio de Garay. Por lo mismo, la publicación “recomienda brindar una protección adecuada” al lugar.
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Los antecedentes de la empresa
“Uno está apostando y está hipotecando un sitio importante, entendiendo que todo va a funcionar bien, pero no sabemos (…) seguramente lo vamos a saber después, cuando digamos ya no hay cisnes en esta zona”, dice Matus.
Aunque Australis Seafoods promete en su permiso ambiental que las operaciones de la planta Puerto Demaistre no provocarán daños ambientales, la reputación de la industria salmonera en el país genera desconfianza entre científicos y habitantes del sector.
Chile es el segundo productor mundial de salmones después de Noruega y el salmón es el segundo producto más exportado en ese país después del cobre. Sin embargo, esta industria ha sido y es altamente cuestionada por sectores de la sociedad civil vinculados a la ciencia, organizaciones de pescadores, organismos de protección ambiental y habitantes de las regiones australes en las que estas empresas operan. A lo largo de varios años, la industria salmonera en Chile ha protagonizado diversos escándalos medioambientales y sanitarios que han perjudicado no solo los recursos marinos sino también la calidad de vida de los ciudadanos.
Sin ir muy lejos, la propia Australis Seafoods tiene antecedentes de malas prácticas. En 2015, la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) le abrió un proceso sancionatorio a la empresa por incumplir con el permiso ambiental de uno de sus centros de cultivo de salmones en la región de Aysén. Según la SMA, en el centro había basura tanto en la columna de agua como en el borde costero, la empresa no había realizado auditoría ambiental ni tampoco había registros que acreditaran que se habían realizado las capacitaciones a los operarios acordadas en el permiso, entre otras faltas.
En 2016, la Superintendencia le abrió otro proceso sancionador a la empresa por no ejecutar el plan de contingencia tras ocurrir una masiva mortandad de peces en un centro de cultivo en la región de Los Lagos. Por último, en 2017, la SMA también inició un proceso sancionador en contra de la compañía por superar el límite anual de consumo de desinfectantes en una piscicultura en la región del Biobío y por no reportar la información de seguimiento ambiental de la calidad de las aguas superficiales del río Caliboro, lo que fue considerado por la SMA como gravísimo.
Respecto a Punta Demaistre, tres son las posibles decisiones del Tribunal Ambiental, asegura Diego Lillo. La primera, y que es lo que FIMA en representación de los habitantes de Puerto Natales está solicitando, es la anulación total del permiso ambiental. La segunda posibilidad es que el Tribunal anule parcialmente dicho permiso, y la tercera es que se rechace el reclamo interpuesto en contra del proyecto.
*Imagen principal: Cisne de cuello negro. Foto: Aves australes
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