- A medida que el gobierno de Myanmar toma medidas para frenar la deforestación, miles de elefantes en cautiverio entrenados para transportar troncos pueden perder el cuidado y la protección que recibían mientras trabajaban.
- Un organismo gubernamental que posee más de 2900 elefantes en cautiverio ha recurrido al ecoturismo para recaudar fondos y cuidar a estos animales, pero no es suficiente.
- La liberación de los elefantes en la naturaleza presenta dificultades, incluido un mayor riesgo de conflictos entre humanos, vida silvestre y caza furtiva.
- Los propietarios privados, necesitados de dinero, pueden verse obligados a matar a sus elefantes y comercializar sus partes, o venderlo vivo a otro país.
Capturado en estado silvestre en 1973, en el país entonces conocido como Birmania, Thaung Sein Win ha sido montado por varios mahouts -persona que cuida y trabaja con elefantes- a lo largo de los años, arrastrando miles de troncos de teca recién talados fuera de los bosques. Este elefante asiático (Elephas maximus) de 4100 kilogramos (4.1 toneladas), ha vivido el surgimiento de la República de Myanmar, la explosión de la industria maderera, la fragmentación de los bosques del país y la caza furtiva de su especie.
Ahora, mientras disfruta de una lujosa jubilación con un cuidador y controles veterinarios, está atravesando una nueva era para los elefantes de Myanmar: el inminente fin del trabajo de tala.
“Se avecina una enorme crisis de bienestar animal”, dice Peter Leimgruber, director del Centro de Ecología de la Conservación del Instituto Smithsonian de Biología de la Conservación. En todo el país, más de 2000 elefantes de propiedad privada enfrentan un futuro incierto tras el declive de la industria maderera. “Es como un tren de vapor que se va a estrellar y nadie lo detiene”, dice.
Thaung Sein Win es uno de los elefantes afortunados porque pertenece y está bajo el cuidado de una institución del gobierno nacional: Myanmar Timber Enterprise (MTE, por su sigla en inglés), que posee más de 2900 elefantes en cautiverio. Varios miles de elefantes más, de propiedad privada, solían recibir trabajo por contrato con el MTE, arrastrando troncos de los bosques fangosos, pero ahora están desempleados y, por lo tanto, vulnerables a los cazadores furtivos y comerciantes.
Durante siglos, los elefantes se han utilizado como transportistas de madera en la región. “Las lluvias monzónicas son tan intensas”, dice Jacob Shell, geógrafo y autor de Gigantes del Bosque Monzónico, que el suelo se vuelve “barro pegajoso y fangoso”. Los elefantes están bien preparados para moverse en estas condiciones, dice Shell.
Los elefantes también permiten que funcione el sistema de selección de Myanmar. Este método de extracción de madera garantiza que cada sección de bosque tenga 30 años para volver a crecer antes de que se permita el regreso de los madereros. El sistema también es bueno para los elefantes, dice Khyne U Mar, quien fue jefe de la División Veterinaria de MTE a fines de la década de 1990, porque ofrece ingresos a los mahouts que cuidan a los elefantes.
“Los humanos los han mantenido durante miles de años”, dice Jennie Crawley, investigadora del Proyecto Myanmar Timber Elephant, una colaboración internacional que se centra en mejorar la vida de los elefantes del MTE.
La mortalidad de las crías ha sido un obstáculo importante para los esfuerzos de conservación; aproximadamente el 25 % de los elefantes en cautiverio de MTE mueren antes de los 6 años, según el artículo de Crawley en Scientific Reports. Ella y sus coautores determinaron que la edad más peligrosa para los elefantes jóvenes en Myanmar son los 4 años, cuando sus probabilidades de muerte aumentan en más del 50 %. Es la misma edad en la que los mahouts comienzan a domesticar a los elefantes, lo que sugiere que el estrés de la domesticación es una causa común de muerte, especialmente para las crías con problemas de salud subyacentes.
Aunque es riesgoso para los elefantes jóvenes, la domesticación es necesaria para mantener seguros a los mahouts mientras trabajan con los poderosos animales, dice Crawley en su investigación. Asegurarse de que el proceso de domesticación minimice el estrés y solo se aplique a crías sanas podría ayudar a reducir la mortalidad.
Si bien los investigadores trabajan para mejorar las tasas de supervivencia de los elefantes trabajadores de Myanmar, el trabajo disponible está disminuyendo en todo el país a medida que el gobierno intenta conservar los bosques de teca que aún existen.
Myanmar tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo, según una evaluación de la ONU de 2005. En 2015, solo el 43 % del país estaba cubierto de bosques, frente al 51 % en 2000, según un informe de 2017. La disminución del conflicto étnico dentro de Myanmar también ha abierto nuevas áreas a la deforestación, según un estudio de 2016.
El gobierno respondió en 2016 prohibiendo temporalmente la tala en todo el país y colocando una prohibición de 10 años a la tala en la región de Bago Yoma en el centro de Myanmar. Pero lo que ha sido útil para los bosques de Myanmar ha creado nuevos desafíos para los elefantes del país.
La situación solo ha empeorado desde las prohibiciones de tala de 2016. Con una reducción del 50 % en la extracción de madera, el MTE ha dejado de contratar a propietarios privados de elefantes, según un informe reciente del gobierno.
“La mayoría de los elefantes están desempleados”, dice Zaw Min Oo, veterinario e investigador de MTE. “No solo del MTE sino también los elefantes de propietarios privados”. Si esos elefantes no están trabajando, sus dueños no obtienen ingresos, dice Oo, lo que significa que hay menos dinero para la atención médica de los elefantes, especialmente para los elefantes de propiedad privada que no reciben fondos del gobierno.
“Estamos preocupados por los elefantes privados”, dice Oo. Si bien el MTE tiene alrededor de 50 veterinarios que cuidan a sus elefantes, los propietarios de elefantes privados a menudo no quieren llamar a los veterinarios en absoluto. Para abordar esto, el MTE ha comenzado un programa veterinario móvil. “Estamos tratando de cubrir los costos [veterinarios] de todos los elefantes cautivos, incluso los privados”, dice Oo. “Tratamos de invitar a todos los propietarios privados a que nos llamen”.
Los elefantes MTE también están en riesgo, dice Khyne U Mar, exjefe veterinario de la organización. El MTE todavía paga a los cuidadores, incluso cuando los elefantes no están trabajando. Anualmente, esto equivale a alrededor de 9 mil millones de kiats (alrededor de USD 6.6 millones), dice Mar, y “están luchando para cubrir este gasto”. Para compensar algunos de estos costos, el MTE ha recurrido al ecoturismo, dice.
En 22 campamentos administrados por el MTE, los turistas pueden pagar aproximadamente 3000 kiats (alrededor de USD 2) para montar, alimentar y observar elefantes. Aunque el turismo de elefantes en lugares como Laos y Tailandia puede ser abusivo, los elefantes del MTE están en una situación mucho mejor, dice Gilles Maurer, ecólogo y cofundador de ElefantAsia, un grupo de conservación de elefantes asiáticos sin fines de lucro. “La cuestión”, dice, “no es realmente una cuestión de enfrentar el turismo contra la madera. Sino la forma en que [se hace el turismo] “, y el MTE cuida bien a sus elefantes, dice Maurer.
“Myanmar no es como Tailandia”, dice Oo, veterinario de MTE. “No queremos esta situación [de maltrato animal] en Myanmar”.
Si bien es fácil para los extranjeros decir cómo debe manejar Myanmar a sus elefantes, el MTE en realidad está haciendo un buen trabajo, dice Leimgruber del Smithsonian. “Cuando se considera cuán pocos recursos financieros tiene [el MTE]”, dice, “en realidad es increíble lo que están haciendo”.
Pero el turismo en Myanmar, y en todo el sudeste asiático, no es una industria lo suficientemente grande como para emplear a muchos elefantes. El MTE tiene solo unos 250 elefantes trabajando en turismo, menos del 10 % de los elefantes que posee.
Una alternativa sería dejar en libertad a los elefantes desempleados. Pero las liberaciones exitosas son difíciles, dice Christie Sampson, ecóloga de la Universidad de Calgary que ha estudiado la interacción entre humanos y elefantes en Myanmar con el Instituto Smithsonian de Biología de la Conservación, donde Leimgruber es colega.
“El bosque primario”, dice Sampson, “no es su hábitat preferido”. En cambio, los elefantes prefieren vivir cerca de las tierras de cultivo. Esto aumenta la posibilidad de conflicto entre humanos y elefantes, dice, lo que puede poner en peligro tanto a los lugareños como a los elefantes. Cuando estuvo en Myanmar en 2015, recuerda Sampson, “los niños no podían ir a la escuela ya que viajar no era seguro porque había elefantes en el área”.
La caza furtiva también es un problema grave para los elefantes que han sido retornados al bosque. De 2015 a 2017, mientras Sampson estudiaba los movimientos de los elefantes silvestres de Myanmar, siete de los 19 elefantes que estaba rastreando fueron cazados furtivamente. “Sabíamos que la gente cazaba furtivamente en busca de piel”, dice, por lo que la caza furtiva no solo afecta a los elefantes por sus colmillos.
Es difícil saber qué tan extendida está la caza furtiva, dice Leimgruber, pero parece ocurrir dondequiera que haya un conflicto entre humanos y elefantes. Los hechos son desalentadores: de 2015 a 2017, investigadores del Smithsonian encontraron 40 cadáveres de elefantes cazados furtivamente en el centro-sur de Myanmar.
A pesar de los desafíos, el MTE está avanzando con un pequeño proyecto de reintroducción. Desde 2018, han estado trabajando para devolver a 12 elefantes a la naturaleza. La liberación no ocurre de la noche a la mañana; es un proceso gradual para mantener a los elefantes alejados de las personas y sus cultivos.
Las cercas eléctricas temporales pueden ayudar a mantener a los elefantes alejados de los humanos, dice Sampson, “pero los elefantes son realmente inteligentes y terminan descubriendo cómo derribar la cerca”. Muchas áreas no se pueden cercar en absoluto, por lo que no siempre son eficaces para mantener a los elefantes lejos de las aldeas. En última instancia, cuando se trata de varios miles de elefantes cautivos en Myanmar, “no hay forma de que todos estos elefantes puedan reintroducirse en la naturaleza”, dice Leimgruber.
Por ahora, la mayoría de los investigadores están de acuerdo en que los elefantes del MTE no están en peligro inmediato. Incluso a medida que disminuya el trabajo de tala, se seguirá pagando a los mahouts de los elefantes de propiedad del gobierno, lo que significa que se cuidará de los animales, dice Khyne U Mar. Los elefantes privados, por otro lado, no tienen tanta suerte.
“Supongamos que soy un propietario privado, no tengo dinero”, dice Mar. “El elefante no puede trabajar, entonces, ¿qué se supone que debo hacer?” Para los propietarios privados que enfrentan este dilema, las opciones incluyen matar al elefante y vender sus partes, o vender el elefante, vivo, a otro país. En el pasado, los compradores en Tailandia, que utilizan a los elefantes como atracción turística, han constituido la mayor parte de la demanda, según un informe de 2008, con embargo, la vecina China también es un mercado potencial.
Con cuidadores financiados por el gobierno, Thaung Sein Win disfruta de la jubilación con otros elefantes viejos del MTE, según Jennie Crawley, quien ha ayudado a cuidar a este elefante.
Por ahora, los cuidadores “todavía los cuidan de la misma manera: recogiéndolos todos los días, bañándolos y vigilando su salud”, dice Crawley en un correo electrónico. “Pero sí, es muy probable que ocurra un gran cambio en la vida laboral de los elefantes más jóvenes del MTE, así como en sus crías, en el tipo de trabajo que hacen o en la vida que viven, aunque es muy difícil decir cómo será esa vida”.
Referencia:
Crawley, J. A. H., Lahdenperä, M., Oo, Z. M., Htut, W., Nandar, H., & Lummaa, V. (2020). Taming age mortality in semi-captive Asian elephants. Scientific Reports, 10(1). doi:10.1038/s41598-020-58590-7
Foto de portada: Elefantes bajo cuidado en Myanmar. Imagen de Jennie Crawley/Myanmar Timber Elephant Project
Esta historia fue publicada por primera vez en la web en inglés el 5 de julio de 2020.
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