- Investigadores de Ecuador y Brasil describieron un individuo de Eulaema meriana, un tipo de abeja de las orquídeas nativa de América Central y Sudamérica, que presenta en su mayoría rasgos masculinos en su lado izquierdo y rasgos femeninos a la derecha.
- En esta entrevista el investigador Alex Pazmiño-Palomino no solo da detalles de lo que encontraron sino que habla de la importancia de insectos como las abejas y las hormigas.
¿Qué tan probable es encontrarse con una abeja con características masculinas y femeninas? La respuesta es simple: prácticamente imposible, considerando además las dificultades que tendría que enfrentar un experto en estos insectos para detectar la diferencia.
Sin embargo, investigadores del Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador (INABIO) y del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA, Manaus, Brasil) reportaron el primer caso de ginandromorfismo —cuando un organismo contiene tanto características masculinas como femeninas— en la abeja de las orquídeas (Eulaema meriana), hallada en la provincia de Los Ríos, en la región Costa de Ecuador.
“Lo que encontramos es un caso fortuito entre millones. De las cerca de 20 000 especies de abejas que se conocen, solo se han encontrado uno o dos casos en 150 especies. Estamos hablando de una probabilidad del 0,7 %”, comenta el entomólogo Alex Pazmiño-Palomino, técnico y responsable de la colección de entomología del INABIO.
Pazmiño-Palomino es uno de los autores del artículo científico donde se describe el particular hallazgo y todas las características de la llamada “abeja andrógina”. Mongabay Latam habló con el científico no solo de este caso sino de la situación de las abejas en Ecuador y de los enormes retos que enfrentan los biólogos que deciden dedicarse al estudio de los insectos.
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¿Qué tan comunes son los casos de abejas andróginas?
Alex Pazmiño-Palomino (A.P.P.): Es tremendamente raro. En Apis mellifera es donde más casos se han reportado porque es la abeja más común y domesticada. En abejas silvestres es muy difícil encontrar estas situaciones. Por ejemplo, en la isla de Barro Colorado, en Panamá, el Instituto Smithsonian lleva cerca de 20 años trabajando con una especie de abeja para estudiar su comportamiento social y ahí solo han encontrado dos casos.
¿Por qué ocurre el ginandromorfismo en las abejas?
A.P.P.: No se sabe la razón exacta pero la hipótesis principal es que, en la fecundación, los óvulos pueden fecundarse por varios espermatozoides con diferente carga cromosómica y se desarrollan los dos sexos en un mismo individuo. En la abeja que identificamos, las diferencias entre hembras y machos son bastante visibles.
¿Esta característica genética se presenta en otros insectos?
A.P.P.: Sí, se ha encontrado en mariposas y no solo en insectos, se han detectado casos incluso en crustáceos y aves.
¿Este es el primer caso de ginandromorfismo en esta especie de abeja?
A.P.P.: Esta abeja (Eulaema meriana) tiene una amplia distribución en Centro y Sudamérica, el único caso que se ha encontrado hasta el momento es el de Ecuador. La especie pertenece al grupo de abejas de las orquídeas, en otras especies de este grupo se han encontrado siete casos más.
¿Una abeja andrógina puede reproducirse?
A.P.P.: Son totalmente estériles. Abrimos sus genitales y vimos que eran aberrantes, tenían características de ambos sexos. Para dar un ejemplo exagerado, es como si un útero y un testículo se hubieran unido. Los animales andróginos no tienen capacidad de generar descendencia.
Algo muy diferente sucede con los animales hermafroditas, que tienen los dos sexos a la vez y sí pueden generar descendencia. Incluso, algunos se autofecundan, por decirlo de alguna manera. O está el caso de unos animales que en una etapa de su vida son hembras y en otra son machos, hay casos registrados en algunos anfibios, esponjas y en insectos como pulgones.
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En el artículo describen tres tipos de ginandromorfismo, ¿cuáles son?
A.P.P.: El primero es conocido como bilateral, es decir, la mitad derecha es de un sexo y la mitad izquierda es del otro sexo. El segundo caso es el axial, cuando la parte de adelante es de un sexo y la parte de atrás tiene las características del otro sexo. El tercer caso es el mixto, en el cual se presentan parches de caracteres masculinos y femeninos en todo el cuerpo.
La abeja que estudiamos se clasificaba en mixto y aunque en casi todo su lado izquierdo era macho y en el derecho era hembra, estos rasgos no eran totalmente continuos. En sus genitales se ve una mezcla de macho y hembra.
¿Qué tanto se han estudiado las abejas en Ecuador?
A.P.P.: El estudio es muy incipiente. Si la investigación ha sido poca en la abeja melífera, que es la más famosa, es aún mucho menor en las silvestres, a pesar de que, en su mayoría, son las que se encargan de la polinización en los ecosistemas tropicales.
Los estudios se han centrado en las abejas sin aguijón y las que producen miel. En una lista se mencionan 150 especies pero sabemos que son muchas más. También se han estudiado las abejas de las orquídeas y ahí sí se cuenta con una lista de especies del Ecuador que ronda las 250 especies, un trabajo en el que ha aportado mucho el investigador David Roubik, que tiene una lista de orquídeas y abejas sin aguijón del Yasuní.
Hay un montón de grupos más, como las abejas solitarias, que están presentes en el país pero de las cuales no se conoce nada. Muchas de ellas ni siquiera tienen nombre y seguramente son especies nuevas.
¿Qué tan grave es ese gran desconocimiento sobre las abejas?
A.P.P.: El cambio climático va a afectar la distribución de muchas especies y va a llevar a algunas a la extinción y no sabemos quién está polinizando cultivos y ecosistemas naturales. No solo son abejas melíferas sino abejas silvestres y no se sabe qué está pasando con ellas.
En el caso de la maracuyá y otras pasifloráceas, las abejas son esenciales. A estas plantas solo las polinizan unos abejorros grandes del género Xylocopa, que son los únicos que pueden generar la vibración suficiente para que el polen se libere de la flor. Nuevamente, no se conoce casi nada sobre ese género. Lo mismo pasa con otros cultivos y plantas tropicales. Es tanta la especialización en ciertas orquídeas que algunas de estas plantas solo son polinizadas por una abeja, al punto que si se extingue la abeja, se extingue la orquídea.
No tenemos respuesta a preguntas tan básicas como cuántas especies hay, cómo se llaman, dónde están y qué hacen. Todavía preocupa el desconocimiento de muchos agricultores sobre los servicios de polinización cuando cerca del 70 % de los alimentos que consumimos necesitan de los servicios de polinización de animales como las abejas.
¿Qué se puede hacer para garantizar la conservación de las abejas?
A.P.P.: Yo insisto en que lo primero es estudiarlas. Es lo primero que se necesita para pensar en ideas y planes de conservación. Algunos sugieren pensar en crear corredores con ciertas plantas para atraer a las abejas y eso está bien, pero no estamos conociendo cuál es el impacto de los sistemas agrícolas y de los asentamientos humanos en las abejas. Algunas que habitan el bosque están entrando a las casas, acostumbrándose al ser humano y no sabemos qué impactos se generan. Necesitamos investigaciones básicas ya, en 2021. Después de 10 años de trabajo fuerte se podría tener una idea de qué está pasando, cuáles son los patrones de vida de estas abejas y cómo podemos ayudar en su conservación.
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¿A qué se debe el desinterés en estudiar los insectos?
A.P.P.: Son un grupo muy complejo, con organismos y grupos hiperdiversos. Además, no son carismáticos como las aves o los mamíferos. Tampoco hay mucho incentivo en las universidades para estudiarlos. Los gobiernos en general no han puesto en perspectiva qué es lo que puede pasar si nos faltan los insectos o si se afectan sus distribuciones.
¿Cuáles son los principales retos en el estudio de insectos?
A.P.P.: Como mencioné, hay pocos fondos y poco incentivo para estudiarlos. Ese es un reto tremendo. Los estudios se centran en temas relacionados con cultivos y plagas, y se están haciendo algunos avances en entomología médica, estudiando a aquellos animales que son vectores de enfermedades tropicales como dengue, malaria y chagas.
Las listas de insectos que tenemos ahora son ínfimas comparadas con la diversidad real. Las mariposas son uno de los grupos más estudiados, se conocen más de 4000 especies en Ecuador pero, por ejemplo, de polillas no sabemos nada y es uno de los grupos más difíciles de estudiar a pesar de que son muy diversos; yo diría que son tres o cuatro veces más diversos que las mariposas diurnas.
Por otro lado, a pesar de que la polinización también es un tema de producción agrícola, no se tiene ningún puesto de trabajo público dedicado a este tema y hay muy poco desde la parte privada, a pesar de que garantizar la polinización representa mayor productividad de los cultivos.
Hay gran desconocimiento sobre las abejas, pero hay otros insectos de los que se sabe mucho menos. Usted también trabaja con hormigas, ¿qué se puede decir de los servicios ecosistémicos que prestan?
A.P.P.: Están en todo lugar, son muy diversas. Se proyecta que hay unas 20 000 especies en todo el mundo y estamos próximos a sacar una actualización de las especies de Ecuador. Entre los servicios que prestan están la remoción de suelos y la circulación de nutrientes en bosques y agroecosistemas. Las comunidades de hormigas responden muy bien a las perturbaciones de los ambientes. Pueden ayudar a saber qué tan degradado está un sitio y qué tan bien van los procesos de recuperación. Las hormigas pueden ayudar al monitoreo de ecosistemas y su restauración y a conocer los impactos del ser humano en los bosques.
Muchas hormigas tienen asociaciones muy interesantes con algunas plantas y las defienden de herbívoros depredadores. Esta función puede ser utilizada para temas de agricultura. Algunas especies claramente pueden convertirse en plagas, como en el caso de las hormigas arrieras o cortadoras de hojas, pero otras las protegen. Hay estudios que muestran que algunas especies podrían ayudar a combatir la broca en el café. También tienen otras aplicaciones especializadas.
¿Como cuáles?
A.P.P.: Se está estudiando el veneno de la hormiga bala (Paraponera clavata) que puede tener aplicaciones médicas. Se están aislando biomoléculas de algunas ranas venenosas y se ha descubierto que el veneno está relacionado con la ingesta de hormigas. Si se extinguieran las hormigas de las cuales se alimentan, los alcaloides del veneno se simplifican y no sirven para las aplicaciones médicas en las que están trabajando. Esta es solo una de las tantas razones por las cuales es importante proteger a insectos como las hormigas.
REFERENCIA
Pazmiño-Palomino, A., & de Oliveira, M. L. (2021). First Case of Gynandromorphism in the Orchid-Bee Eulaema meriana (Olivier)(Hymenoptera: Apidae). Sociobiology, 68(3), e5778-e5778.
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