- El Parque Nacional, ubicado en el Gran Chaco Sudamericano, representa la última oportunidad de proteger a la mayor muestra representativa del bosque seco tropical chaqueño.
- Sus registros estiman 108 especies de mamíferos, 226 de aves, 72 de reptiles, 43 de anfibios y 105 especies de peces.
La biodiversidad de Kaa-Iya es impresionante. Los recorridos dentro de su enorme territorio, conformados por senderos entre el bosque y los cuerpos de agua, proveen de experiencias únicas a sus visitantes. Al caminar por el lugar, nunca se sabe cuál será la primera sorpresa: escuchar el trinar de un ave extraña, el avistamiento de un gran felino o ser acompañados en la caminata por un colorido grupo de mariposas.
“El Kaa-Iya tiene sus propias particularidades, hay que estar ahí para sentirlo, para vivirlo, para presenciar un mundo inexplicable de estrellas por las noches; el visitante siempre va a poder ver algo”, dice Jorge Banegas Franco, jefe de protección de Kaa-Iya, una de las 22 áreas administradas por el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), en Bolivia.
El Kaa-Iya del Gran Chaco Sudamericano tiene una extensión de 3 441 115 hectáreas bajo conservación. El pasado 21 de septiembre, esta área protegida considerada la más grande de Bolivia, cumplió 27 años de creación. Su fundación, en 1995, se dio mediante Decreto Supremo con dos categorías: Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado.
“Esta área protegida se creó gracias a la lucha e iniciativa de tres pueblos: la cultura isoseña-guaraní, la chiquitana y la ayoreo”, narra Banegas. “Este es un sitio sagrado para esas culturas. En guaraní, su nombre, Kaa-Iya, significa ‘amo del monte’; es fuente de vida para todos nosotros los bolivianos y es importante porque las comunidades que habitan en la zona viven de los recursos que se producen dentro del área protegida, de una manera sostenible”.
El Gran Chaco Sudamericano se encuentra en territorio transfronterizo, distribuido entre los países de Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil.
“Kaa-Iya es la última oportunidad de contar con la mayor muestra representativa del bosque seco tropical chaqueño en mejor estado de conservación”, dice Banegas, gran conocedor del área, pues tiene 23 años de trabajo en ella, donde inició como guardaparques.
Este es un recorrido por sus sitios icónicos y su indescriptible biodiversidad.
Primera parada: la fauna
Este Parque Nacional es el hogar de una asombrosa variedad de animales. Sus registros estiman 108 especies de mamíferos, 226 de aves, 72 de reptiles, 43 de anfibios y 105 especies de peces.
Aquí habitan, además, algunas especies amenazadas o en peligro de extinción, como el guanaco (Lama guanicoe), el chancho solitario (Parachoerus wagneri), el tropero (Tayassu pecari), el pejichi (Priodontes maximus), el corechi (Tolypeutes matacus), el jaguar (Panthera onca) y el anta (Tapirus terrestris).
“Tenemos especies bandera, como el jaguar, que son una muestra de que [el ecosistema] tiene un buen estado de conservación, porque donde hay jaguares, significa que hay presas para comer”, dice Banegas. “A pesar de las múltiples amenazas que hay fuera, en el entorno del área protegida, el Parque Kaa-Iya se ha convertido en un refugio muy importante para un mundo de especies que huyen de estas presiones, como el desmonte a gran escala y los incendios”.
Segunda parada: la vegetación
La diversidad biológica del Chaco está basada, en gran medida, en sus humedales y corrientes de agua dulce. De estas depende la vida de numerosas especies vegetales, con registros de al menos 880 especies de plantas vasculares, distribuidas en 111 familias y 28 especies de criptógamas, es decir, plantas que no tienen flores ni semillas. Sin embargo, los especialistas estiman hasta 1500 especies de plantas superiores.
Los palmares inundados cuentan con especies predominantes como el vinalillo (Prosopis vinalillo) y la palma parandá (Copernicia alba), mientras que en los bosques bajos se encuentran especies de plantas endémicas como la Izozogia nellii.
Además, en los bosques chaqueños xéricos abundan la cacha lagunera (Aspidosperma triternatum), el Guayacán (Bulnesia sarmientoi) y el mampuesto (Tabebuia nodosa). Muy cerca del agua, como en las quebradas, se desarrollan el Pororó (Coccoloba guaranitica) y el chauchachi (Geoffroea striata); y, en los bañados, el asotocosi (Albizia polyantha) y el sapito (Crataeva tapia).
“Falta mucho todavía por estudiar, por descubrir, porque el área protegida es inmensa, hay lugares todavía prístinos, donde el hombre no ha llegado”, agrega Banegas. “Para mí, Kaa-Iya es un banco de genética y, como es una muestra representativa del bosque chaqueño, también hay especies endémicas y en peligro de extinción, tanto de flora como de fauna”.
Tercera parada: el paisaje
El área protegida se encuentra en una zona de transición de la región del Chaco con la del Cerrado o Bosque Chiquitano. De acuerdo con Sernap, la cuenca norte que forma parte de la cuenca del río Parapetí es considerada un tesoro, pues recibe aguas y contribuye con flujos a los Bañados de Isoso, en la parte alta de la cuenca. Tanto el río como los bañados conforman un Sitio Ramsar, al igual que el Palmar de las Islas y Salinas de San José. Ambos Sitios Ramsar, que son de importancia internacional para la conservación, fueron declarados el 17 de septiembre del 2001.
“Lo más importante es que hay pozas, cuerpos de agua donde los animales, sí o sí, tienen que bajar para proveerse de este líquido”, dice Banegas. El paisaje de Kaa-Iya está representado por cinco ecosistemas: el Chaco ribereño, el Chaco de llanura aluvial, el Chaco transicional de llanura, el Chaco transicional chiquitano y la Chiquitanía transicional al Chaco.
“El bosque seco está justamente en Bolivia, Argentina, Paraguay y una parte en Brasil, entonces es la última oportunidad de conservarlo, la mayor cantidad de este territorio —un 92 %— está en la jurisdicción del territorio de la Autonomía Indígena Guaraní Charagua Iyambae, y lo demás está distribuido entre los Municipios San José de Chiquitos y Pailón”.
El Kaa-Iya reabrió sus puertas para actividades turísticas donde, a través de operadoras, se ofrecen servicios como recorridos por senderos, a las pozas y la observación de flora y fauna. Además, la Fundación Kaa-Iya —el brazo técnico del parque— abrió sus puertas a tesistas y estudiantes, a quienes facilita sus instalaciones, recursos y transporte para realizar sus investigaciones y pasantías en el Sitio Ramsar Palmar de las Islas.
“Es una maravilla para los estudiantes, porque hay mucho por descubrir, estudiar e investigar, con lo que también ayudan a nuestra base de datos ”, dice Banegas y concluye: “Agradezco a todo el cuerpo de protección que pone el hombro, día a día, para resguardar nuestra área protegida; a las instituciones que, de una u otra manera, nos siguen apoyando para cumplir con nuestras actividades; e invito al pueblo boliviano a que nos ayude a seguir conservando en bien de nuestro patrimonio. También hago un llamado a todas las autoridades nacionales a que le den un poco más de atención a las áreas protegidas, ya que no se les ha dado la que ameritan, aun con todas las funciones que cumplen. Las áreas protegidas son para Bolivia, pero también para todo el mundo”.
Imagen principal: Los increíbles reptiles de Kaa-Iya. Foto: Daniel Alarcón.
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