- En América Latina se calcula en promedio que el 94 % de las poblaciones de las especies están en declive. Para el caso de las poblaciones de agua dulce la cifra promedio es de 83 %.
- Para esta versión del informe se evaluaron alrededor de 32 000 poblaciones de más de 5000 especies de animales vertebrados entre mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces.
Una vez más, las investigaciones confirman la crisis ambiental que vive el planeta. En esta ocasión se trata del informe Planeta Vivo 2022, que advierte sobre la rápida pérdida de biodiversidad. Según el reporte elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y publicado a mediados de octubre, las poblaciones de las más de 5000 especies evaluadas se están reduciendo de una manera acelerada.
El índice de Planeta vivo mide la forma en que ha ocurrido esta reducción desde el año 1970. Los resultados de esta última evaluación indican que estas poblaciones han descendido, en promedio, 69 % a nivel global.
Latinoamérica es en donde se registran las cifras más críticas. En esta región, la pérdida es mucho mayor, ya que las poblaciones de todas las especies presentan un declive promedio del 94 %; en el caso de aquellas que están en agua dulce, el promedio es del 83 %.
“El informe evalúa alrededor de 32 000 poblaciones de más de 5000 especies de animales vertebrados y los resultados de este monitoreo son realmente preocupantes”, dice Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF-Colombia.
Naranjo explica que en este último reporte Planeta vivo —WWF realiza un informe cada dos años— se han evaluado muchas más poblaciones que en los estudios anteriores, pero la tendencia sigue siendo la misma: el decrecimiento.
Según el informe, las cícadas —primitivo grupo de plantas— son las más amenazadas, mientras que los corales enfrentan el declive más acelerado.
“La crisis de pérdida de biodiversidad está totalmente ligada con la crisis de cambio climático global, como lo dicen informes son dos caras de la misma moneda que se refuerzan mutuamente”, agrega Naranjo.
La situación en América Latina
Para este último informe de Planeta vivo, se incrementó la cantidad de datos analizados para Latinoamérica, en especial, para la Amazonía, un ecosistema con altas tasas de deforestación. “Hemos perdido el 17 % de la extensión original de los bosques, y otro 17 % está degradado. Las últimas investigaciones indican que nos estamos aproximando rápidamente al punto de no retorno, traspasado el cual nuestra mayor selva tropical dejará de cumplir su función”, señala el informe.
El incremento en las poblaciones estudiadas también ha significado una mejor cobertura de algunas zonas poco representadas en los reportes anteriores como es el caso de Brasil. El informe de este año incluyó 3269 poblaciones de 1002 especies brasileñas, de ellas, 575 aparecen por primera vez en Planeta vivo.
“En América Latina, al igual que en el resto del mundo, los dos principales motores de pérdida de biodiversidad son, en primer lugar la pérdida y transformación de ecosistemas y en segundo lugar la sobreexplotación de recursos”; sostiene Naranjo. “En Latinoamérica estos dos factores siguen rampantes, seguimos viendo el avance continuo de la frontera agropecuaria en muchos países y es una de las regiones del mundo donde hay mayor deforestación”, agrega.
Naranjo también explica que en la región hay varios ecosistemas de importancia global: la Amazonía, la Mata Atlántica o bosque atlántico de Brasil y Paraguay, los Andes desde el norte de Perú hasta Colombia y Venezuela e incluso proyectándose hacia Centroamérica. “Son ecosistemas tremendamente ricos con una gran importancia en riqueza de biodiversidad y en servicios ecosistémicos. Y si bien se están perdiendo, de intensificarse las acciones de conservación y de restauración con toda seguridad vamos a tener una respuesta muy rápida y positiva en muchas poblaciones”, asegura el experto.
Aunque no hay casos registrados para América Latina —continúa Naranjo— la recuperación de tres especies emblemáticas en el planeta son una esperanza para la biodiversidad. “El panda gigante, el tigre de bengala y el gorila de montaña que han estado tan gravemente amenazadas muestran signos de recuperación. Se ha actuado oportunamente con medidas fuertes ambiciosas y están mostrando señas de recuperación”. En ese sentido, el experto de WWF señala que se debe actuar de la misma forma en los ecosistemas claves de América Latina.
En el caso de la Mata Atlántica —bioma presente en Brasil, Paraguay y Argentina—, Naranjo explica que se trata de un ecosistema único que mayor extensión ha perdido a lo largo de la historia, principalmente en el último siglo, pero que sigue siendo muy biodiverso y muy importante desde el punto de vista de los servicios ecosistémicos. “Queda apenas una fracción continúa muy vulnerable y frágil, pero es uno de los puntos clave de mayor importancia, en donde podría lograrse un importante avance si se redoblan los esfuerzos de conservación y restauración”.
Otro bioma clave que menciona Naranjo es la Amazonía, compartido por nueve países de Suramérica y cuya importancia no solo radica en su gran biodiversidad, sino por “los pueblos indígenas y otras poblaciones humanas que habitan en este bioma”, precisa.
“En Canadá, Brasil y Australia la biodiversidad de vertebrados en territorios indígenas es igual o superior a la que se encuentra en zonas formalmente protegidas”, se indica en el informe Planeta vivo.
Se pierden especies, se pierden conocimientos
El reporte también indica que la pérdida de biodiversidad tiene graves consecuencias para los pueblos indígenas y sus formas de vida. “La escasez de peces, por ejemplo, es muchísimo más que una simple pérdida de alimentos. La pesca permite vigilar los cursos de agua, supone un vehículo de conocimientos y una transferencia de lenguaje, además de encarnar tradiciones legales indígenas”, señala el informe.
Naranjo recuerda que en el caso de la Amazonía, los servicios ecosistémicos que presta son de escala global. “El bioma amazónico es un elemento crítico en el funcionamiento del clima global y de llegar al punto de inflexión, de no retorno, podríamos tener consecuencias muy graves incluso lejos de la Amazonía”.
El tercer ecosistema clave del continente son los Andes del norte, desde el norte de Perú pasando por Ecuador, Colombia, Venezuela que se proyectan hacia Centroamérica. “Es quizás el conjunto de ecosistemas más diversos del planeta que, además, proveen agua para una inmensa población en el norte de Suramérica y en Centroamérica”, menciona Naranjo.
Para Fanny Cornejo, directora de Rainforest Partnership, además de la evaluación de la biodiversidad que presenta el informe Planeta vivo, un tema que se debe destacar es la valoración de la naturaleza que ofrece este reporte, “no solamente por términos económicos, sino justamente para que sea más visible la pérdida de la biodiversidad”.
Cornejo también destaca que en medio de esta perdida de biodiversidad aún sea posible encontrar nuevas especies, en ese sentido, destaca el reciente descubrimiento del mono tocón de Aquino (Cheracebus aquinoi), primate halaldo dentro de la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana, en Perú.
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¿Qué está pasando en mar y ríos?
“La abundancia mundial de tiburones y rayas oceánicas ha disminuido un 71 % en los últimos cincuenta años, fundamentalmente porque la presión pesquera se ha multiplicado por 18 desde 1970”, se precisa en el informe Planeta Vivo.
Estas cifras —se menciona en el documento— refleja un aumento del riesgo de extinción para la mayoría de estas especies marinas. “En 1980, nueve de las 31 especies de tiburones y rayas oceánicas estaban amenazadas. En 2020, las tres cuartas partes de ellas, 24 especies, estaban amenazadas con riesgo elevado de extinción”.
En general, los ecosistemas acuáticos tanto marinos como fluviales presentan cifras preocupantes de reducción de poblaciones. En el caso de los ríos, fueron 6617 poblaciones analizadas, que representan 1398 especies de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces de agua dulce. El índice de Planeta vivo para las poblaciones de especies de ríos precisa que desde 1970 sus poblaciones han disminuido una media del 83 %.
“Las especies de agua dulce son los grupos taxonómicos con los números más críticos con respecto a pérdida de especies y a la reducción de abundancia”, asegura Emilio Cobo, especialista del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan) y miembro fundador del Observatorio de Ríos Andinos. “Se estima que desde 1970 se han perdido alrededor del 30 % de los ecosistemas de agua dulce”.
Cobo menciona que son varios los factores que forman parte de este problema ambiental de la biodiversidad acuática, principalmente de agua dulce. Por un lado, “los ríos han sido utilizados muchas veces como cloacas de las ciudades”, comenta el experto. “Solamente en América Latina el porcentaje de agua sin tratar que terminan en los ríos sigue estando por encima del 80 %”.
Por otro lado —continúa Cobo— tenemos una serie de inversiones en infraestructura hídrica como represas, hidroeléctricas y proyectos multipropósito para abastecer el riego a ciudades y a zonas agrícolas. “Esta infraestructura ha terminado fragmentando muchos corredores fluviales y afectando, sobre todo, a los peces migratorios. Si revisamos los números, los peces migratorios son uno de los grupos más afectados según el informe”, agrega Cobo.
En efecto, según el reporte Planeta vivo solo 37 % de los ríos de más de 1000 kilómetros mantienen su curso libre en toda su extensión. “Cuando algunas especies de peces migran largas distancias a lo largo de esos ‘caminos de agua’ la presencia de presas y embalses supone una amenaza para su supervivencia”, se menciona en el documento.
Hay varios factores que ocasionan esta situación —menciona Cobo—, entre ellas la degradación de los hábitats, la fragmentación de los corredores fluviales, el aprovechamiento de los caudales de lagos, ríos y estuarios. Un tema grave que se suma a todo esto son las especies invasoras en la Amazonía”, señala Cobo y menciona como ejemplo el caso de la tilapia.
El informe también destaca que solo el 1 % de la superficie del planeta corresponde al agua dulce, pero que más del 50 % de la población humana vive a menos de tres kilómetros de un curso o masa de agua dulce. “Esta proximidad de los seres humanos puede constituir una amenaza para las especies de agua dulce y sus hábitats, incluidos muchos puntos calientes de biodiversidad”, señala el informe.
Cobo también destaca que en América Latina, y especialmente en Sudamérica, la diversidad de especies de agua dulce es alta, por lo tanto, la pérdida de hábitats tiene un efecto más fuerte estadísticamente en el número de especies. Además —explica el experto— el proceso de industrialización y de crecimiento poblacional ocasionan mayor presión sobre los ecosistemas acuáticos.
Miguel Pacheco, director de WWF-Perú, cita como ejemplo al delfín rosado, especie emblemática que está presente en toda la Amazonía. En el caso de Perú, por ejemplo, Pacheco menciona que la legislación pesquera no toma en consideración las particularidades de la Amazonía, “lo que conlleva a la sobreexplotación de ciertas especies que, al mismo tiempo, son parte de la cadena trófica o de la alimentación del delfín que se ha visto reflejado en la reducción de esta especie”.
La esperanza del cambio
Si bien el panorama es crítico, los científicos que realizaron el estudio aseguran que todavía es posible cambiar este panorama. Una de las propuestas frente a la destrucción y degradación de la naturaleza es el concepto de conservación de la conectividad “como solución para restaurar el movimiento de especies y el flujo de los procesos naturales”, explica el informe.
Con este concepto los investigadores se refieren a “la protección y restauración de las conexiones ecológicas entre tierras y masas de agua por medio de corredores ecológicos, zonas de conexión e infraestructuras que permitan el paso de animales”, según se precisa en el documento de Planeta vivo.
Naranjo, de WWF, señala que aún existe la oportunidad de revertir las curvas que muestran el declive de biodiversidad. Una de estas posibilidades —comenta el experto— está en la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP 15) que se realizará en Montreal, Canadá, del 7 al 19 de diciembre, y en la que se deberán determinar las nuevas metas de conservación de la biodiversidad para el mundo entero para los próximos 10 años.
“Este es un momento histórico, un momento crítico porque nunca como ahora habíamos llegado a unos niveles tan preocupantes de la crisis, climática y de pérdida de biodiversidad. El tamaño del compromiso y de los recursos que se comprometan para la conservación de la biodiversidad dependerá el que tengamos una nueva oportunidad”, asegura.
Naranjo también menciona que, además de la exigencia que se debe hacer a los gobiernos para que asuman los compromisos de conservación, también es necesario emprender cambios a gran escala, muchos de los cuales están relacionados con el sistema económico: “Tenemos que pensar en un replanteamiento de la forma en como funcionan las economías en el mundo entero y en actuar a distintas escalas y a distintos niveles. Una diversificación en los sistemas de producción, una mayor eficiencia en la forma como producimos, una mayor mesura y control en la forma como consumimos y un esfuerzo muy grande para evitar el desperdicio de los recursos en todos los sentidos”.
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