En respuesta a un cuestionario enviado por Mongabay Latam, Geopark respondió que todas las operaciones de la compañía cumplen con los estándares exigidos en la licencia ambiental y no tienen relación alguna con lo que pueda haber ocurrido a la quebrada Sinquiyá, porque “ese cuerpo de agua se ubica en el casco urbano del municipio, a más de 22 kilómetros en línea recta y aguas arriba del bloque Platanillo, por lo cual las actividades del proyecto no pueden tener ningún tipo de afectación en las condiciones de este cuerpo de agua”. Resaltan que no tienen sanciones en sus operaciones.

Y sobre el tubo que cruza el Putumayo, Geopark asegura que la construcción de esa infraestructura se realizó mediante “el método de perforación horizontal dirigida”, por lo que  no se intervino el cauce del río Putumayo.

Sobre las afectaciones ambientales del proyecto petrolero en territorio siona hay varios estudios. Ninguno es lo suficientemente concluyente como para iniciar acciones legales, según cuentan los representantes de la comunidad. Eso no significa que detendrán la búsqueda de pruebas sobre los daños a los ecosistemas que se encuentran en su territorio.

En 2017, una comisión estatal —conformada por la Defensoría del Pueblo, el Ministerio del Interior, la Procuraduría General de la Nación, Descontamina Colombia y la Consejería de Derechos Humanos de la Presidencia de la República— realizó una visita de verificación al resguardo Buenavista y constató la ruptura del corredor biológico del nacedero de agua de cananguchal. En su informe aseguró que se dio una afectación ecosistémica y sociocultural para la población y recomendó hacer un estudio de impacto ambiental; algunas instituciones (Ministerio del Medio Ambiente, la Agencia Nacional de Hidrocarburos, la Agencia Nacional de Licencias Ambientales y Corpoamazonía) se comprometieron a realizarlo. Hasta principios de noviembre, no se sabe nada del informe prometido, según relata Lina Espinosa, abogada de los siona, tanto en Ecuador como en Colombia.

Daños ambientales causados por un derrame. Foto: Tomada de la misión de verificación de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.

Después del derrame de 2015, no se han realizado estudios técnicos sobre el estado de las aguas. Faltan investigaciones  científicas que corroboren si los ríos y otros afluentes están contaminados y en qué grado.

La organización no gubernamental Ambiente y Sociedad ha dado seguimiento a los proyectos petroleros que se desarrollan en la Amazonía y, en especial, aquellos que se encuentran en los resguardos indígenas. En 2020 documentó el caso de Putumayo y a comienzos de 2022 publicó un informe más general sobre el impacto de la actividad petrolera en la Amazonía. En ese estudio se identifican varios problemas medioambientales, como la deforestación que causan las empresas al abrir paso para sus actividades, sumada a la que provocan la tala comercial, la ganadería y la agricultura extensiva, además de “la contaminación por los altos niveles de residuos químicos y sedimentos que enturbian las aguas, lo que causa la migración de la fauna silvestre, peces y animales pequeños y la disminución de plantas medicinales y de otras clases, por los cambios en los ecosistemas del territorio”.

Además del resguardo Buenavista hay otras dos comunidades siona, Bajo Santa Elena y Santa Cruz de Piñuña Blanco, que han dado la lucha contra las actividades petroleras. Las exgobernadoras de esos resguardos, Milena Payoguaje y Martha Liliana Piaguaje, explicaron que en la consulta previa se sintieron engañadas porque no tuvieron suficiente información.

No todo es por el petróleo 

El impacto petrolero es solo uno de los frentes con los que tienen que lidiar en Buenavista. En una comunidad que ve el agua como sagrada y proveedora de alimentos, los ríos viven la amenaza kilómetro a kilómetro. Durante los recorridos por los ríos Putumayo y Piñuña Blanco, en los que Mongabay Latam acompañó a la guardia indígena y que solo es posible hacer cuando el caudal es muy alto, se observaron manchas aceitosas flotando, producto de las actividades cocaleras de los vecinos del resguardo.

Los siona han visto el aumento de los cultivos ilícitos de coca alrededor de su territorio. De acuerdo con el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc), Putumayo es uno de los departamentos en donde se concentra el mayor número de hectáreas cultivadas.

Puerto Asís, en donde se ubica el resguardo Buenavista, es el municipio con más cultivos de coca del departamento: 7469 hectáreas.

 

Gráfica del Observatorio de Drogas de Colombia.

 

En el resguardo, los mayores decidieron prohibir la siembra de coca desde 2019. Para los líderes es muy complejo manejar la situación. En ciertas zonas del resguardo hay presencia de las disidencias de las FARC y los paramilitares.

El 1 de julio de 2021, la Defensoría del Pueblo emitió una alerta temprana para las comunidades del Bajo Putumayo, entre ellas las del resguardo de Buenavista, por el riesgo que representa para la vida de sus habitantes y de sus líderes, la disputa del Frente primero Carolina Ramírez y los Comandos de la frontera que intentan controlar el territorio en las cuencas de los ríos Putumayo y Caquetá.

“En el ejercicio del monitoreo adelantado por la Defensoría del Pueblo también se ha encontrado que los actores armados ilegales vienen presionando los territorios de los pueblos étnicos, particularmente a las poblaciones indígenas, para hacer aprovechamiento de la protección especial con la que ellas cuentan, con el fin de hacer uso de sus territorios principalmente para cultivos de uso ilícito y de afectar los mecanismos de consulta previa para toda actividad que se desarrolle en estas comunidades. Con ello han afectado a su población, su autonomía, el ejercicio del gobierno propio, la protección de su territorio y la pervivencia de su identidad étnica”, se señala en la alerta.

Al realizar un recorrido por el río Piñuña Blanco se observan hombres en lancha que aceleran la velocidad y pasan una y otra vez para marcar su presencia en la zona.

Producto del conflicto armado, el resguardo y sus alrededores, además, están contaminados con minas antipersonales que han sido sembradas desde hace años. En la última década, la comunidad fue testigo de la muerte de la abuela ​​Eloisa Payaguaje, una siona respetada. La mayor quiso ir a pescar a orillas del Piñuña Blanco; en una bajada empinada pisó una mina antipersonal. Actualmente el territorio sigue en proceso de desminado humanitario.

En la alerta de la Defensoría se llama también la atención por “el aparente incremento de la contaminación del territorio por armas, especialmente minas antipersonal, municiones sin explotar y remanente de guerra en zonas con presencia de estos cultivos (ilícitos de coca)…”.

Además de las consecuencias de la guerra, los siona están preocupados por los residuos y contaminantes que los cultivos ilegales de coca están generando. En el camino recorrido con la guardia, es fácil comprobarlo. Se ven unas canecas (contenedores de plástico) junto al río Piñuña y envases  de fungicidas y herbicidas que usan los colonos en sus cultivos de coca.

En la más reciente alerta temprana de deforestación hecha por el Instituto de Hidrología, Metereología y Estudios Ambientales (Ideam), en el segundo trimestre de 2022, se identificaron seis núcleos en el país en los que va en aumento la pérdida de cobertura forestal, uno corresponde a Putumayo y abarca a Puerto Asís: “La expansión generalizada de los cultivos de uso ilícito sobre los ríos de la zona y en áreas de resguardos indígenas, representó la principal causa de deforestación en este núcleo. La praderización con fines de expansión ganadera o de acaparamiento de tierras también representan causas relevantes”­.

Los campesinos, colonos y otras comunidades que rodean el resguardo Buenavista tienen actividades de ganadería que, sumadas a la tala ilegal, están dejando manchas de deforestación enormes, la mayoría ligadas al negocio del narcotráfico.

Hace dos años, el Centro de Estudios Sobre Seguridad y Drogas (Cesed) de la Universidad de los Andes realizó un estudio para responder a una pregunta: ¿Los cultivos de coca causan deforestación en Colombia? La publicación señaló que la expansión de la siembra de coca es un síntoma y no la causa de la deforestación porque, como lo explicó a Mongabay Latam Ana María Rueda, investigadora de la Fundación Ideas para la Paz, los cultivos de coca, además de la afectación ambiental provocada por la pérdida de bosque, van acompañados de  la ganadería extensiva y de procesos de control territorial de grupos armados ilegales.

Imagen de una zona del territorio Siona.

Un problema de tierras

Los indígenas siona no se dan por vencidos e intentan ver salidas. Mario Erazo explica que el problema de los cultivos de coca cercanos al resguardo podría tener una solución y se requiere un fallo de la Unidad de Restitución de Tierras.

Desde hace más de cinco años, el resguardo siona tiene un proceso para recuperar la porción de territorio que décadas atrás le perteneció a sus ancestros. Actualmente el resguardo cuenta con 4500 hectáreas, pero con la reclamación quedaría en más de 50 000 hectáreas.

“Nuestros antepasados —señala Erazo— fueron los dueños y cuidadores de este territorio que estamos reclamando. Muchos colonos se nos fueron metiendo poco a poco”.

Las comunidades en Buenavista no saben si podrán recuperar su tranquilidad y, al contrario, ven nuevas amenazas. El gobernador siona Alonso Tabares dice que por donde se mueven “ya la gente nos mira mal, el Ejército nos mira mal, todos nos miran mal porque estamos reclamando. Eso nos afecta. Sabemos que esa va a ser la amenaza más tarde porque nos van a tildar como enemigos. Pero nosotros, firmes, firmes a lo que los mayores nos piden que hagamos, a nuestra espiritualidad, porque lo único que nos queda es reclamar el derecho a la vida en el territorio”.

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*Nota del editor: Esta cobertura periodística forma parte del proyecto «Derechos de la Amazonía en la mira: protección de los pueblos y los bosques», una serie de artículos de investigación sobre la situación de la deforestación y de los delitos ambientales en Colombia financiada por la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega. Las decisiones editoriales se toman de manera independiente y no sobre la base del apoyo de los donantes. 

* Imagen principal: Los taitas son la guía y protección espiritual de las y los los líderes y guardias indígenas del Pueblos Siona de Putumayo. Mateo Barriga / Amazon Frontlines. 

 

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