- El Parque Nacional Río Abiseo, en Perú, protege a la selva, a numerosas especies de fauna silvestre, y también a los asombrosos complejos arqueológicos del Gran Pajatén y Los Pinchudos.
- El redescubrimiento de una especie que se creía extinta —el mono choro de cola amarilla (Lagothrix flavicauda)— fue una de las acciones que propició la creación de este parque.
Lo primero que mira quien visita el Parque Nacional Río Abiseo, en Perú, es una selva montañosa enorme. Los ríos, las cascadas y las quebradas que componen el paisaje son la antesala para el descubrimiento de un patrimonio arqueológico impresionante: los complejos del Gran Pajatén y Los Pinchudos.
El objetivo del parque, desde su creación en 1983, es proteger estas antiquísimas construcciones, los bosques de neblina y la selva alta, así como toda aquella flora y fauna silvestre que se encuentra en este territorio, entre ellas numerosas especies endémicas y en situación vulnerable o en peligro de extinción.
Los vestigios arqueológicos ubicados dentro del extenso bosque son únicos en el continente. Por ello, en 1992, la Unesco lo declaró Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad, categoría mixta que en Perú solo comparte con el Santuario Histórico de Machupicchu.
Con una extensión de 274 520 hectáreas, el parque se ubica en la ladera amazónica de la cordillera Oriental de los Andes, al oeste de la localidad de Huicungo, en el departamento de San Martín, una zona en donde también se busca asegurar la estabilidad hidrológica de las cuencas de los ríos Abiseo, Túmac y Montecristo.
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Primera parada: la fauna
Víctor Hugo Macedo, jefe del Parque Nacional Río Abiseo, recuerda que el redescubrimiento del mono choro de cola amarilla (Lagothrix flavicauda) sucedió en la década de los setenta y que, a partir de los monitoreos que desencadenó el hallazgo, se logró determinar que los bosques del Río Abiseo eran parte de su hábitat. Eso sirvió como base para los estudios posteriores de la bióloga peruana Mariela Leo, con los que se planteó la propuesta para su reconocimiento como Parque Nacional.
“Pero Abiseo no solamente tiene al mono choro de cola amarilla, que fue la especie con la cual se crea el parque”, dice Macedo. “Al interior también hay otros monos como el maquisapa o el aullador, y una cadena de felinos —como el otorongo o jaguar, y el ocelote o tigrillo—, además de aves como guacamayos, loros y tucanes. En fin, tiene una variedad a nivel de biodiversidad tanto de aire, de tierra e incluso fauna en el agua, como las nutrias”.
A la fecha existe un registro de cerca de 900 especies de fauna: 181 son mamíferos; 409, aves; 17, reptiles; 30, anfibios; 14, peces y cerca de 250 son invertebrados. En el sector occidental del parque, al menos 27 especies son consideradas endémicas del Perú y de distribución restringida al Río Abiseo y sus inmediaciones. En la zona oriental se han reportado 18 especies amenazadas, de las cuales 11 son mamíferos y 7, aves.
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Segunda parada: la vegetación
El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado reporta la existencia de, al menos, 1 134 especies de plantas en Río Abiseo. En las tierras de colina destacan los árboles de gran tamaño, como el renaco (Ficus sp.) y el caucho (Hevea brasiliensis).
También hay especies de importancia económica, como la sangre de grado (Croton lechleri) y la uña de gato (Uncaria tomentosa), mientras que, entre las maderables se encuentran el cedro (Cedrela odorata), la caoba (Swietenia macrophylla) y el tornillo (Cedrelinga catenaeformis). También hay dos especies de árboles consideradas en peligro de extinción: el cedro de altura (Cedrela montana) y el romerillo (Prumnopitys montana).
“Para tener una idea de la proporción que tiene Abiseo, en más de un cuarto de millón de hectáreas, lo que se conoce es aproximadamente un promedio de 10 o 15 % de flora, entonces, tenemos una gran brecha en la que todavía no se ha profundizado ni avanzado en su conocimiento e investigación”, explica Macedo.
Tercera parada: la arqueología y el asombroso paisaje
La autoridad del parque describe al Gran Pajatén como un conjunto monumental impresionante por su especial arquitectura. Este patrimonio arqueológico es una ciudadela construida por los Chachapoyas antes de ser sometidos por los Incas.
“El Gran Pajatén es un sitio arqueológico que fue descubierto en los años sesenta, está en la selva alta y lo característico de su arquitectura es que tiene una serie de altos relieves que posiblemente tengan más de mil años de antigüedad”, narra Macedo.
Aquí también destaca el complejo funerario Los Pinchudos, una construcción que desafía los precipicios de un gran farallón. Los ídolos de madera que lo componen representan a seres desnudos y fueron encontrados intactos en su lugar original.
También fueron descubiertos el Cerro Central, con alrededor de 200 edificios; el complejo de Las Papayas, con cerca de 100 estructuras, algunas de piedra labrada; el sitio arqueológico de Marcial —Pajatén II—, también con más de 100 edificios; y muchos otros como La Playa, Apisunchu, Alpamachay y Manachaqui.
A lo largo de toda la zona pueden apreciarse terrazas agrícolas, canales de irrigación, caminos prehispánicos, lugares de ofrendas y arte rupestre.
Toda esta belleza arquitectónica está enmarcada por atractivos naturales. Quebradas, cataratas, ríos y lagunas acompañan a los bosques montanos, de nubes y enanos, así como a los manchales de bosque andino y el tornillal, los paisajes y formaciones rocosas en donde se puede contemplar la fauna y flora local.
“La responsabilidad de proteger Abiseo es del Estado, con todos sus integrantes: ciudadanía, empresas, organizaciones e instituciones con un compromiso como Perú hacia el mundo”, concluye Macedo. “No olvidemos que justamente es Patrimonio Mundial, por lo que es un compromiso con la humanidad, entonces, es la sumatoria de todos”.
* Imagen principal: Los ídolos de madera que componen al complejo funerario Los Pinchudos representan a seres desnudos y fueron encontrados intactos en su lugar original. Foto: Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado
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