- A partir de los años 90, nuevos estudios de largo plazo de los árboles tropicales se dedicaron a documentar su composición, estructura y función.
- Mediante el análisis de parcelas, se pudo determinar la biodiversidad de árboles amazónicos, así como documentar sus variaciones según gradientes latitudinales, altitudinales y climáticos.
- El resultado: el ecosistema del Amazonas ha sido el sumidero neto de carbono en las últimas décadas.
La selva tropical está compuesta por miles de especies de árboles longevos, cada uno con una historia natural caracterizada por atributos morfológicos, fisiológicos y reproductivos únicos. Se conocía muy poco sobre los procesos ecológicos dentro de estas comunidades de plantas en 1980, cuando los ecólogos comenzaron a establecer estudios a largo plazo para documentar su composición, estructura y función.
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En un proyecto cerca de Manaos, los científicos crearon un experimento para evaluar el impacto de la deforestación y la fragmentación de los bosques en las comunidades de plantas y animales. En otro, docenas (eventualmente cientos) de botánicos afiliados a universidades e instituciones de investigación locales, crearon una red de cientos (eventualmente miles) de parcelas permanentes de una hectárea esparcidas por toda la región. Han utilizado estas parcelas para estudiar la biodiversidad de árboles amazónicos, identificando qué especies son extraordinariamente abundantes (hiperdominantes) y cuáles son extremadamente raras, así como para documentar cómo las comunidades de árboles varían a lo largo de gradientes latitudinales, altitudinales y climáticos, información esencial para comprender cómo podría cambiar la Amazonía en el futuro como consecuencia del calentamiento global.
Debido a que los ecólogos contabilizan los árboles y miden su tamaño, se ha podido descubrir las dimensiones de las gigantescas reservas de carbono del Amazonas. Lo que es más importante, debido a que repiten sus mediciones periódicamente, han descubierto que el ecosistema del Amazonas ha funcionado como un sumidero neto de carbono durante las últimas décadas. Sorprendentemente, se descubrió que la capacidad fotosintética del bosque primario intacto era tan grande, que la floresta ha estado secuestrando más carbono anualmente del que se estaba perdiendo a través de la deforestación y la degradación en la frontera forestal.
Desafortunadamente, estos mismos estudios identificaron una tendencia en aumento de la mortalidad de los árboles y un cambio en la composición de especies, que puede causar que el bosque primario intacto se convierta en una fuente neta de emisiones de carbono durante la próxima década. El cambio en la función del ecosistema se debe, en parte, a alteraciones en los procesos fisiológicos de las hojas estresadas por sequías periódicas y altas temperaturas, pero también a un cambio en la composición de las especies arbóreas causado por el aumento de la mortalidad de ciertas especies.
Las inversiones en ecología forestal se han complementado con esfuerzos paralelos para observar y evaluar zonas boscosas utilizando tecnología de teledetección. Brasil abrió el camino a principios de la década de los años ochenta con el compromiso de cuantificar anualmente la deforestación mediante imágenes de satélite, una decisión que tendría un enorme impacto en el debate público sobre la expansión de la frontera agrícola, así como las decisiones realizadas en foros internacionales relacionados con el cambio climático. Los protocolos y la tecnología desarrollados por la agencia espacial brasileña han sido adoptados como un estándar global, y ahora son utilizados por todas los países panamazónicos para monitorear sus propias fronteras forestales.
Con el tiempo, la innovación en la tecnología de teledetección condujo al despliegue de sensores satelitales que podían monitorear la deforestación en tiempo real, así como identificar la degradación de los bosques por la tala y los incendios forestales. Estos estudios complementaron la investigación de campo de los ecólogos forestales, lo que permitió a los investigadores mapear espacialmente la distribución de la biomasa forestal, así como detectar la variación estacional e interanual del clima, y de qué manera estaba afectando la función del ecosistema a escala local, regional y continental.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons (licencia CC BY 4.0).
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