- Uno de los grandes riesgos al levantar represas de gran magnitud en la Amazonía, como las que conforman el Complejo de Guri en Venezuela, es generar una enorme dependencia de la electricidad en su población.
- Sin embargo, para Killeen, estas enormes obras son las predilectas no solo de ingenieros sino también de otros grupos de interés.
- Los políticos podrán jactarse de generar muchos empleos y dejar huella distinguible en el tiempo. Mientras los financistas se aseguran una inversión estable de años.
El complejo hidroeléctrico más grande de Venezuela es la instalación más antigua y menos sostenible del Panamazonas. Se trata del grupo de represas ubicado en el Río Caroní que es operado por Electrificación del Caroní C.A. (EDELCA), una subsidiaria de la empresa estatal Corporación Venezolana de Guayana (CVG) que inauguró la primera planta de energía de represa y embalse en Macagua en el año 1956 y cuya construcción de la represa alta en Guri inició en el año 1963.
La producción de energía comenzó en 1961, en Macagua; mientras que en 1968 tanto Guri como la anterior comenzaron a ampliar su capacidad agregando turbinas adicionales. Este proceso de ampliación duró 20 años, con el fin de satisfacer la demanda de electricidad durante un período de crecimiento económico sostenido. Posteriormente, EDELCA agregó una instalación de pasada (R-o-R) en Caruachi –ubicada en la parte baja de Guri– que comenzó a operar en el año 2006 para, tres años después, comenzar a levantar una cuarta planta de energía en Tocoma (2009). Cuando estén terminadas, las cuatro instalaciones combinadas tendrán una capacidad instalada de 18 GW, lo que convertirá a la cascada Caroni en el segundo complejo hidroeléctrico más grande del mundo.
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La represa principal de 162 metros en Guri es casi el doble de alta que cualquier otra represa en el Panamazonas. Ha inundado 425.000 hectáreas para crear el lago artificial más grande de América del Sur. El embalse tiene una capacidad volumétrica de 135 kilómetros cúbicos, y caudales que promedian unos 4.850 metros cúbicos s-1. En teoría, eso debería ser suficiente para mantener un caudal máximo de agua durante unos 320 días al año. Es por ello que la cascada hidroeléctrica de Caroní proporciona casi la mitad de la energía eléctrica de Venezuela.
Cuando las lluvias dentro de la cuenca caen por debajo de lo normal, la escasez de agua repercute en todo el sistema, lo que inmediatamente hunde al país en crisis de energía. Por ejemplo, años atrás, una sequía prolongada a raíz del fenómeno de El Niño obligó a la compañía eléctrica nacional a imponer el racionamiento energético entre los años 2009 y 2013. Lo mismo ocurrió entre el 2015 y 2016.
Hay tres lecciones básicas que se desprenden de la dependencia excesiva de este complejo hidroeléctrico a gran escala: (1) la energía hidroeléctrica conlleva un riesgo explícito relacionado con la variabilidad climática; (2) la diversificación de las fuentes de energía es esencial; y (3) la energía hidroeléctrica a gran escala suprime la diversificación porque supera a las fuentes de energía alternativas durante los años normales.
Pese a ello, la confianza venezolana en el complejo Guri generó un resultado ambiental positivo que permitió la protección del 100% de la cuenca del Caroní río arriba. Ha sido reservada como parque nacional y además catalogada como monumento nacional, al ser zonificada como reserva especial de la cuenca con tierras restringidas.
A la par, el fracaso para completar la represa y la central eléctrica de Tocoma ejemplifica los problemas asociados con la energía hidroeléctrica a gran escala: sobrecostos y corrupción. Así, el presupuesto original de US$ 3.100 millones se elevó a US$ 9.000 millones en el 2018. Se sospecha que funcionarios gubernamentales en complicidad con el consorcio de construcción –liderado por Oderbrecht, empresa brasileña declarada culpable de fraude y soborno en el escándalo Lava Jato– malversaron aproximadamente US$ 1.500 millones.
Imagen principal: La hidroeléctrica de Guri produce la mayoría de la energía que consume Venezuela, incluyendo a la capital, Caracas. Crédito: EDELCA.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).