- En 1987, la Unesco declaró como Patrimonio Mundial de la Humanidad a Xochimilco, zona de humedales ubicada al sur de México. Esa categoría fue otorgada, en especial, por sus chinampas, antiguos sistemas agrícolas desarrollados desde la época de los aztecas.
- En las últimas décadas, la actividad productiva y la biodiversidad de Xochimilco se han transformado: las chinampas han mutado de propósito y el número de ajolotes, especie icónica de la zona, ha disminuido drásticamente.
- Para conservar y reactivar la zona chinampera, científicos del Laboratorio de Restauración Ecológica del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y productores de la zona impulsan un programa integral de reactivación para conservar esta área de humedales y toda la vida que depende de ella.
Corrían los años ochenta y antes de que cayera el amanecer, Basilio Rodríguez ya estaba listo para trabajar. Apenas era un niño y ya ayudaba a preparar el suelo para el cultivo, recolectaba cosechas, quitaba maleza, cuidaba plantas. A finales de octubre pasaba la noche cortando flores de cempasúchil para el Día de Muertos, dormía en las chinampas. Así es como se nombra a las pequeñas islas artificiales que permiten el desarrollo de un sistema agrícola creado por los aztecas y que forman parte de la identidad de Xochimilco, la zona lacustre que ha logrado sobrevivir en el sur de la Ciudad de México.
Es una cálida mañana de septiembre de 2023. Basilio Rodríguez —–flaco, de sonrisa fácil y voz suave—– ya tiene 54 años. Es su día de descanso, pero no lo dedicó a relajarse en casa, se puso a trabajar y recién preparó para la siembra la esquina de su chinampa: un terreno flotante de casi un cuarto de hectárea sobre el que cultiva de todo, desde epazote, hierbabuena, perejil, rábano y cebolla hasta calabaza, manzanilla, romerito, cempasúchil y más. La cosecha depende de la temporada. Ahora, esa tierra ubicada en el humedal de Xochimilco está pintada de verde, filas y filas de lechugas están listas para ser cortadas y vendidas en el mercado. Y en el espacio que el agricultor preparó, sembrará 10 000 lechugas más.
Su chinampa, a la que sólo se puede llegar en canoa, hoy resulta ser poco convencional en la zona.
En otros tiempos, estos fragmentos de tierra fueron sólo utilizados para cultivar verduras y hortalizas, tal y como lo popularizaron los agricultores aztecas en la segunda década del siglo XVI. Desde hace ya algunas décadas, las chinampas empezaron a mutar de propósito: algunas ahora son campos de futbol, restaurantes, bares clandestinos, salones para fiestas o temazcales, esas cúpulas hechas de adobe en las que se ofrecen baños de vapor. Otras están abandonadas. Un escenario muy distinto al de 1987, cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) otorgó el estatus de Patrimonio de la Humanidad al lago de Xochimilco y sus chinampas, por ser un sistema productivo agrícola único en el mundo.
—Cuando usted era niño, ¿qué tantas chinampas se usaban para la agricultura?
—Uuuuuuy, infinidad, todo. Conocía infinidad de campesinos y ellos no sembraban poquito como yo, ellos sembraban entre siete y ocho hectáreas —dice Basilio Rodríguez, apoyado en su azadón y con las manos llenas de tierra negra.
Con el correr de los años, el paisaje cambió y despertó inquietudes.
En 2018, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dio un dato que reveló la magnitud de la transformación de Xochimilco, de San Gregorio Atlapulco, de San Luis Tlaxialtemalco, de San Pedro Tláhuac y de San Andrés Mixquic, las otras cuatro zonas chinamperas en la Ciudad de México: de 20 922 chinampas, sólo en 17 % seguía cultivándose a cielo abierto y con invernaderos, malla sombra o macrotúneles. El 83 % restante estaba en el abandono.
Pese a su transformación, Xochimilco mantiene el estatus de Patrimonio de la Humanidad.