- El jararanko, una lagartija endémica de los Andes de Bolivia, es cazada, aplastada y convertida en una pasta que, según creencias de la medicina tradicional andina, cura dolores musculares.
- Aunque la ley permite su uso entre indígenas, prohíbe su comercialización.
- A pesar de esa prohibición, numerosos comerciantes venden jararankos o ungüentos de este animal en los mercados de La Paz y El Alto.
El jararanko es un reptil endémico de Bolivia, al que sólo se le puede encontrar en la ecorregión altoandina del valle que circunda la ciudad de La Paz, entre los 4 100 y 4 950 metros sobre el nivel mar. Las comunidades indígenas andinas los han utilizado tradicionalmente como medicina para curar dolencias musculares.
Victoria Flores es aymara. Ella aprendió de su abuelo a preparar lo que llaman parche lagarto. Lo primero es atrapar al jararanko, que en idioma aymara quiere decir lagartija. Luego, en un batán de piedra, Flores muele la carne del reptil y la mezcla con hierbas silvestres como el wichullo, ortiga negra, jaramillo y árnica, hasta que se convierte en una masa verde pastosa que coloca sobre el lugar de su dolencia.
La mujer asegura que el parche lagarto cura, pero a ella le preocupa que ahora personas “extrañas” están llegando a los alrededores de su comunidad para capturar a estas lagartijas.
Aunque se trata de una práctica de raíces antiguas, la comercialización de jararankos o productos derivados de él se ha expandido ilegalmente más allá de los territorios indígenas que utilizan a este animal en su medicina tradicional. Ello ha puesto en mayor amenaza a esta especie que la ciencia llama Liolaemus forsteri y que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera En Peligro.

Un equipo de Mongabay Latam recorrió la Feria 16 de Julio, un mercado popular callejero caracterizado como uno de los más grandes de Bolivia y Latinoamérica, que ocupa las calles de unas 200 cuadras en la ciudad de El Alto, a unos 15 kilómetros del centro de la ciudad de La Paz. En ella, los periodistas pudieron constatar la venta ilegal de jararankos que, según expertos consultados, se enmarca dentro de una lógica de tráfico de vida silvestre.
En tres claves te contamos cómo funciona este delito.
Un reptil protegido por la ley
Por ley, en Bolivia se prohíbe la captura, acopio y acondicionamiento de animales silvestres y sus productos derivados. De igual manera, el Código Penal establece una pena de hasta seis años de cárcel por el delito de destrucción o deterioro de bienes del estado.
Rodrigo Herrera, un abogado ambientalista de La Paz que ha llevado adelante varios procesos sobre tráfico de fauna silvestre en Bolivia, asegura que el artículo 30 de la Constitución boliviana “reconoce a las naciones indígenas, originarios campesinos, la aplicación de su medicina tradicional y de sus usos y costumbres, siempre y cuando sea con fines de subsistencia, dentro de su territorio [ancestral] y con prácticas anteriores a la invasión española”.
Por lo mismo, según explica el abogado, toda utilización que no se dé dentro de ese contexto es, por lo tanto, considerado tráfico.

A pesar de la prohibición, pocas personas cumplen con la legislación. En un recorrido por el mercado Feria 16 Julio Mongabay Latam contabilizó un total de 25 lagartijas vivas que eran ofertadas en cuatro puestos diferentes.
Además, otro lugar en donde existe una variada y perturbadora oferta de partes de lagartijas es en la calle Santa Cruz de la ciudad de La Paz. En uno de los puestos de venta, una mujer ofrece un macerado de lagartos en alcohol. En otra tienda, una mujer oferta la sangre del lagarto empaquetada en sobres. En otros cuatro puestos ofrecen bolsas con una masa verde pastosa y en otro punto de venta se ofrece un frasco bajo el rótulo de “pomada milagrosa 12 en 1”.

Propiedades medicinales, en duda
Bruno Miranda, biólogo y miembro de la Red de Investigadores en Herpetología, no existe hasta la fecha ningún estudio científico que respalde las propiedades medicinales que supuestamente tiene el jararanko. Incluso sostiene que “al usar estos elementos [lagarto] se puede llegar a exponer a ciertos agentes infecciosos que pueden ser nocivos, o que pueden causar cierto tipo de enfermedades zoonóticas”, como la salmonelosis. Para el experto, “esas prácticas deberían reconsiderarse en los tiempos actuales”.
Rómulo Alves y Humberto Alves, son los autores de un artículo científico llamado “La farmacia faunística: Remedios de origen animal utilizados en la medicina tradicional de América Latina”. En él describen que “en muchos casos el uso terapéutico de remedios animales parece basarse en peculiaridades morfológicas o de comportamiento del animal en cuestión”. Los especialistas explican que “existe una asociación entre las características biológicas de un lagarto y los efectos que se espera que genere su uso”. En el caso de los jararankos, la relación puede darse por la capacidad que tiene la especie para regenerar su cola una vez ésta ha sido mutilada.
La zooterapia, indica la investigación, “no sólo supone un reto para la conservación, sino que también representa una grave amenaza para la salud de muchas comunidades humanas”.

Tráfico de reptiles
En opinión de Herrera, “los próximos pasos en la defensa legal de los animales silvestres va a ser relacionar los delitos ambientales, como el tráfico, con otro tipo de delitos como el de organización criminal”, que en Bolivia tiene una pena de hasta seis años de cárcel.
Según Herrera, esto último se fundamenta en que quienes se dedican a atrapar jararankos con fines de comercialización no trabajan solos. Están quienes se encargan de extraer los animales de su hábitat natural, aquellos que se ocupan de su traslado hasta los puestos de venta, quienes los procesan e incluso los que se encargan del marketing del producto, argumenta el abogado.
Según el veterinario Fortunato Choque, los vendedores han modificado su manera de ofrecer los reptiles. “Exponen unas cinco o 10 lagartijas, pero dentro están guardadas las otras”, asegura. El veterinario también cree que la manera de comercialización ha cambiado. “Hoy en día ya no venden los animales enteros. Han procedido a machacarlos, entonces los venden como crema y están ahí expuestas”, cosa que Mongabay Latam pudo confirmar en la Feria 16 de julio.
Para el abogado Rodrigo Herrera, lo que hace falta para el cumplimiento de la ley es que “la sociedad deje de demandar este tipo de productos. Porque no hay certeza que estos ungüentos hechos con animales silvestres vayan a aliviar algún tipo de dolor”.
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