- Cuatro vías de enorme impacto en el Perú rural se construyeron a partir de los años 70, que motivaron la migración en la segunda mitad del siglo XX hacia las tierras bajas amazónicas desde las estribaciones andinas.
- Estas migraciones derivaron en el surgimiento de los cultivos de café y cacao, así como plantaciones de hoja de coca que, paulatinamente, fueron monopolizando la región y finalmente los cultivos de palma aceitera a gran escala.
- Tingo María, Tarapoto y Yurimaguas conforman las ciudades con la más alta colonización y, por ende, poseen la mayor tasa de deforestación del Perú. Este panorama en la actualidad se ha extendido hacia Madre de Dios, donde la fiebre del oro ha movilizado a alrededor de 15 mil mineros.
- A ellas se suma Cuzco y Ayacucho, donde a la migración se sumó el surgimiento de grupos terroristas que impactaron en el desarrollo de dichas regiones.
Las políticas de desarrollo y colonización de la Amazonía peruana comenzaron hace setenta años con la construcción de una carretera troncal que unía Pucallpa, a orillas del río Ucayali, con Lima. Esta vía, nombrada en honor al historiador peruano Federico Basadre, marcó un hito en la historia del país al ser el primer enlace confiable entre la capital y las provincias amazónicas, que constituyen más del 50% del territorio peruano. Posteriormente, el gobierno impulsó una segunda iniciativa importante al construir un ramal norte a través de los bosques montañosos del valle del Huallaga, con el objetivo de integrar las provincias amazónicas del norte y fomentar el desarrollo agrícola de este exuberante valle tropical.
La construcción de estas dos vías fue financiada con recursos estatales durante la década de los años 70, bajo un gobierno militar de izquierda que tenía un acceso limitado a fondos internacionales. Tras el regreso al gobierno civil en los años 80, el financiamiento multilateral apoyó nuevas iniciativas de infraestructura, aunque éstas se vieron frenadas debido a la agitación social, que dificultó el crecimiento económico y la inversión extranjera. Con la llegada de los años 90 y el fin de la guerra interna, el gobierno de Alberto Fujimori implementó una serie de inversiones estratégicas en infraestructura de transporte, financiadas en parte con préstamos del BID.
En el año 2000, la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), mejoró la planificación estratégica de las inversiones en carreteras en general, promoviendo además las asociaciones público-privadas (APP) para agilizar la culminación de proyectos clave. En este modelo neoliberal, las empresas financiaban el costo de la construcción a cambio de concesiones operativas que generarían ingresos para amortizar el pago de la deuda. Aunque las APP se consideraron un mecanismo innovador para acelerar la inversión, al tiempo que se aseguraba el pago de una deuda soberana, su impacto se vio empañado por los escándalos de corrupción con el caso Lava Jato.
Rutas migratorias
La migración hacia las tierras bajas amazónicas del Perú en la segunda mitad del siglo XX se dio a través de cuatro corredores viales principales y cuatro secundarios, mayormente poblados por migrantes de los Andes, conocidos como colonos. o campesinos. Actualmente, los corredores principales son patrocinados por la IIRSA, mientras que los secundarios, que usualmente siguen el curso de algún río, conectan aldeas aisladas en las estribaciones andinas con centros de población de las tierras altas, y permiten el acceso a zonas de producción a través de caminos sin pavimentar a una región conocida por la producción de coca.
Uno de los focos principales de migración y asentamiento se encuentra en el Departamento de Ucayali, en el piedemonte entre las estribaciones andinas y Pucallpa, su capital departamental. En 1970, el departamento tenía 175.000 habitantes, pero en 1990 aumentó a 400.000, y en 2020 superó los 850.000, casi todos inmigrantes o descendientes de inmigrantes. Pucallpa, un puerto fluvial y centro logístico, alberga a 200.000 de estos residentes, mientras que el resto se asienta en decenas de comunidades distribuidas a lo largo de la carretera principal o caminos secundarios.
El segundo corredor migratorio más importante es el Valle del Huallaga, que se divide en el valle superior, ubicado en el Departamento de Huánuco y en lo que originalmente era el bosque nublado, y el valle inferior, en el Departamento de San Martín. El valle superior del Huallaga era en su mayoría una región deshabitada hasta la construcción de dos carreteras principales. Los primeros colonos en la zona de Tingo María incluyen productores de café de origen europeo y migrantes indígenas provenientes de las tierras altas, quienes adoptaron un modelo mixto de producción, combinando cultivos de subsistencia con plantaciones comerciales. En la década del 70, el cultivo de la hoja de coca se popularizó en la región, y para los años 80, el valle estuvo bajo la influencia de grupos militantes violentos. Este sector también abarca Tocache, donde se establecieron las primeras plantaciones de palma aceitera a gran escala en el Perú a fines de la década del 70.
El valle inferior fue colonizado por migrantes españoles (criollos) debido a su clima tropical templado, sus suelos fértiles y la abundancia de recursos hídricos. Actualmente, la llanura de inundación está ocupada por agricultores de mediana escala que lograron conservar sus tierras durante la reforma agraria de inicios de la década de los 80, aunque muchos se vieron afectados por los el conflicto armado interno de los años 80 y 90. La Carretera Fernando Belaunde y la llegada de campesinos de las tierras altas incentivaron un asentamiento masivo y provocaron la deforestación en las colinas y crestas que rodean la llanura de inundación.
La población del Departamento de San Martín creció de aproximadamente 250.000 habitantes en 1970 a más de un millón en 2015. El Corredor Interoceánico–Norte se conecta con la Carretera Marginal de la Selva en la capital del Departamento, Tarapoto, y se extiende hasta Yurimaguas. El tramo entre estas dos ciudades es una zona de colonización activa con la tasa de deforestación más alta del país. La fiebre por la tierra ahora se ha desplazado al lado oriental de la última cordillera andina y sigue expandiéndose por los terrenos planos y ondulados junto al río Huallaga, debajo del Pongo de Aguirre. En esta región, el cultivo comercial predominante es la palma aceitera, que atrae tanto a grandes empresas agrícolas como a pequeños agricultores.
El principal destino migratorio de Perú es el departamento de Madre de Dios, donde la fiebre del oro ha atraído a aproximadamente 15.000 mineros. Sin embargo, la cifra real podría ser mayor, dado que muchos son migrantes temporales que llegan la zona en busca de fortuna o, más probablemente, de trabajos con poco beneficio. Además. unas 30.000 personas sobreviven vendiendo bienes y servicios a los mineros, lo que constituye alrededor del 35% de la población total del departamento. La migración hacia Madre de Dios ha sido facilitada en gran medida por la construcción del Corredor Interoceánico–Sur. Asimismo, la instalación de pequeñas granjas a lo largo de esta carretera representa la segunda causa de deforestación después de la minería.
La red fluvial del Perú también es una importante ruta migratoria, con cientos de asentamientos a lo largo del río Ucayali y sus canales secundarios y afluentes. Aunque el proceso de formalización de la tenencia de la tierra aún no ha concluido, muchas familias han reclamado parcelas de hasta 40 hectáreas desde que comenzó el proceso de colonización en la década del 60. La mayoría de estas familias cultivan productos anuales para el consumo propio, vendiendo el excedente en el mercado nacional y destinando parte de sus tierras a pastizales y cultivos comerciales perennes. Asimismo, la hoja de coca se cultiva en pequeñas parcelas a lo largo de la frontera forestal.
El principal destino migratorio de la Amazonía peruana es Iquitos, cuya historia es única entre las rutas migratorias de la región. Al no contar con una conexión por carretera hacia la costa, los migrantes llegan a Iquitos exclusivamente por río o aire. Muchos de estos inmigrantes se han establecido en la ciudad en busca de empleo en la industria petrolera o en los sectores de servicios que dominan la economía local. Durante las décadas de 1970 y 1980, la ciudad experimentó un rápido crecimiento tras el descubrimiento del petróleo, recurso que aún domina economía.
Cerca de la mitad de las familias migrantes que se han asentado en Iquitos provienen de comunidades ribereñas de las tierras bajas y son descendientes de indígenas asimilados a la cultura mestiza durante el auge del caucho. La mayoría de los demás migrantes provienen de la costa del Pacífico, especialmente de Lima. La industria petrolera requiere trabajadores calificados, que solo pueden formarse en universidades y escuelas técnicas ubicadas en grandes centros urbanos. En la década del 70, cuando se descubrieron yacimientos petrolíferos en la frontera con Ecuador, Iquitos era aún una ciudad de tamaño mediano, con alrededor de 100.000 habitantes. Desde entonces, ha crecido significativamente y hoy, con más de 500.000 habitantes, es la ciudad más grande de la Amazonía occidental. Aunque la mayoría de los residentes han establecido sus hogares en la ciudad, muchos han reclamado parcelas de tierra en las áreas de colonización cercanas, especialmente a lo largo de la carretera que conecta Iquitos con Nauta, un pueblo ubicado a unos 100 kilómetros río arriba, cerca de la confluencia de los ríos Marañón y Ucayali. Al igual que Leticia en Colombia y Tabatinga en Brasil, Iquitos se encuentra aislado de otros centros de población debido a la falta de conexión terrestre.
Este aislamiento limitó la deforestación principalmente a la zona de la carretera Nauta-Iquitos, hasta que recientemente una corporación vinculada a la industria del aceite de palma comenzó a talar el bosque en la orilla opuesta del río frente a Iquitos para establecer una plantación de cacao.
Terror y coca
El otro gran fenómeno social y político que ha impactado el desarrollo de las provincias amazónicas del Perú es el cultivo de hoja de coca, que se produce en seis regiones en las estribaciones orientales de la Cordillera de los Andes. La expansión de la coca para el tráfico ilícito de drogas comenzó en el valle del Alto Huallaga en la década de 1960 y luego se expandió a otras partes del país, en particular la región VRAEM (Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro), en la frontera entre Cuzco y Ayacucho, así como a los distritos de La Convención y Lares en el Valle de Urubamba, cerca del sitio turístico internacional de Machu Picchu. Estas regiones se convirtieron en epicentros del conflicto armado interno protagonizado por dos agrupaciones terroristas rivales en las décadas de 1980 y principio de 1990: el grupo maoísta Sendero Luminoso y el Movimiento Marxista Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Estos dos grupos ocuparon amplias zonas rurales y la violencia que infligieron a la población nativa, junto con la dura respuesta de las fuerzas gubernamentales, provocó más de 65.000 muertes. Aproximadamente 450.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, incluidas unas 15.000 personas de la etnia Asháninkas, que huyeron de sus aldeas, se internaron en la selva o fueron forzadas a ingresar en campos de concentración por Sendero Luminoso. La violencia detuvo la inversión de empresas agroindustriales en la Amazonía peruana, incentivando la expansión de las plantaciones de coca en zonas de frontera forestal. Aunque la violencia organizada terminó hacia mediados de la década de 1990, el gobierno no ha logrado reducir significativamente el cultivo ilícito de coca. Si bien la estrategia maoísta ya no es un factor determinante, muchos excombatientes guerrilleros permanecen activos como actores criminales. Actualmente, Perú produce aproximadamente el 30% de la oferta mundial de cocaína ilícita.
El cultivo de coca se ha reducido significativamente solo en la Selva Central y el Valle del Huallaga. Ambas regiones han recibido una considerable asistencia multilateral para el desarrollo, en especial mediante estrategias de producción alternativa, como el café, el cacao y el aceite de palma, así como mejoras en los servicios de salud y educación. No es casualidad que ambas regiones sean parte de proyectos de infraestructura auspiciados por la IIRSA, los cuales han facilitado enormemente la conexión de sus productores con los mercados nacionales e internacionales. En contraste, las zonas que han continuado con la producción de coca permanecen relativamente aisladas de la economía nacional.
Imagen destacada: Vista panorámica desde la Estación Biológica de Wayqecha, ubicada cerca de la transición entre el bosque nuboso y la puna de la región Cusco. Crédito: Rhett A. Butler.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).