- Jonathan Watts es periodista del medio británico The Guardian y amigo y colega de Dom Phillips, asesinado en junio de 2022 junto a Bruno Pereira, referente de los pueblos indígenas en aislamiento del Valle de Javari, en la Amazonía brasileña.
- Junto a la esposa de Phillips y colegas terminaron el libro Cómo salvar la Amazonía, que el periodista estaba realizando cuando fue asesinado por pescadores furtivos.
- En diálogo con Mongabay Latam, Watts relata cómo fue terminar el libro de su amigo y qué encontraron en sus notas.
- Como le dijo un líder indígena de la zona en los últimos días, el Valle de Javari sigue siendo “como una guerra” y tal vez “si Dom y Bruno fueran allí este año, volverían a asesinarlos”.
Los periodistas británicos Dom Phillips y Jonathan Watts se conocieron en un bar del barrio Jardim Botânico, en Río Janeiro. Era 2012. Watts era un recién llegado a la ciudad carioca y Phillips llevaba años viviendo en Brasil. Dom Phillips le habló de lo que más amaba del país y lo que más resaltaba de la cultura brasileña, de su idioma: la alegría. Phillips era cool, chévere, curioso, un “buena onda”, recuerda Watts. Congeniaron enseguida y forjaron una amistad que, al igual que el trabajo de Phillips, trascendió su muerte.
Dom Phillips, de 57 años, freelancer de The Washington Post y The Guardian, fue asesinado el 5 de junio de 2022 por pescadores furtivos en el Valle de Javari (Valle de Yavarí), en el corazón de la Amazonía brasileña. Un sitio con el que había llegado a obsesionarse. Sus verdugos también asesinaron a su principal objetivo: el experto indigenista Bruno Pereira, quien guiaba a Phillips por la selva. El periodista estaba investigando para un libro que se llamaría Cómo salvar la Amazonía. En realidad, se llama. Porque a pesar de que Phillips había escrito menos de la mitad, el libro finalmente vio la luz.
Tras la idea y el empuje de su viuda y madre de sus dos hijos, Alessandra Sampaio, y la colaboración de un grupo de periodistas amigos y colegas de Phillips, Cómo salvar a la Amazonía. La búsqueda fatal de respuestas de un periodista es un hecho.
Watts es uno de quienes lo hizo posible. Interrumpe sus vacaciones para dialogar con Mongabay Latam porque tiene otras prioridades que el descanso bien merecido: homenajear a su amigo, a Pereira y a quienes protegen la Amazonía.
Phillips buscaba respuestas a una pregunta. Sus colegas intentaron llegar a las respuestas. He aquí algunas de ellas.

-En el libro, la historia va demostrando que Phillips llegó a la Amazonía casi de casualidad, tras un largo viaje, pero terminó obsesionado con esta región y sus problemáticas…
-El tiempo que pasó con Bruno Pereira fue realmente fundamental. No fue su primera incursión en el Amazonas. Y no fue su primera historia sobre el medio ambiente. En mi capítulo del libro, y en el prólogo, que también escribí, intenté trazar este viaje. El prólogo del libro trata realmente sobre el viaje, el camino, de Dom, el viaje intelectual y físico desde el Reino Unido hasta Brasil, y desde ser periodista especializado en música hasta convertirse en corresponsal. Y luego el capítulo 10 trata realmente sobre la segunda parte del viaje, desde ser un corresponsal extranjero que escribe sobre todo lo que pasa en la realidad hasta ser alguien que quería centrarse realmente en la Amazonía, el medio ambiente y los pueblos indígenas, y que se tomó un año sabático para escribir un libro sobre este tema.
-En el capítulo que le tocó escribir, para hablar de ese viaje de Phillips, debió profundizar en la historia de Bruno Pereira. ¿Cómo lo describirías?
-Nunca conocí a Bruno, pero hablé con su esposa, Beatriz [Matos, antropóloga], y con una de sus amigas, Helena, y otras personas que lo conocían, como sus colegas en Atalaia del Norte. Y la impresión que me dieron es que Bruno era una persona fuera de lo común, tanto físicamente como en términos de carácter. Era un tipo grande, con un físico más grande que la media, bastante corpulento. Era el alma de la fiesta. Muy, muy apasionado y dedicado al trabajo que hacía, que claramente le encantaba y sentía que era su vocación. Era muy apreciado por los indígenas con los que hablé. En particular, Beto Marubo, representante o portavoz de la gente del Valle de Javari. Era muy inteligente. Aprendió varias lenguas indígenas. Podía cantar en las lenguas indígenas. Era realmente impresionante, y varias personas dijeron que tenía una reputación de ser el nuevo líder de las personas a cargo de los pueblos indígenas aislados, con el objetivo de cuidarlos y asegurarse de que estuvieran protegidos.

-Sobre el proceso del libro: ¿cómo se termina el libro de otra persona?
-Fue un gran esfuerzo colectivo y, en esencia, esa fue la primera pregunta que nos hicimos. Porque la primera opción era que una sola persona hiciera todo el trabajo y lo terminara. La editorial sugirió inicialmente que si lo hacía una sola persona sería más coherente, y lo pensé. Yo y otros buenos amigos estábamos totalmente de acuerdo con la mayor parte del libro y esto se convirtió en algo positivo para nosotros. Podíamos centrarnos, tras el asesinato, en que terminaríamos el libro y yo sentí que realmente debía ser un esfuerzo compartido porque si lo hacía una sola persona, en cierto sentido, ya no sería el libro de Dom porque la otra persona escribiría más que lo hecho por él, porque terminó menos de la mitad. En cambio, si tuviéramos a diferentes personas escribiendo cada capítulo restante podíamos mostrar solidaridad. De hecho, todos los derechos del libro son para la esposa de Dom, para ayudarla a seguir adelante. Podíamos involucrar a mucha gente. Y podíamos hacer una declaración política. Esos fueron algunos de los criterios. Al principio no teníamos dinero para hacerlo, entonces buscábamos gente que estuviera cerca de las zonas en cuestión, en la Amazonía. Pero no solo queríamos que sea un mensaje político, sino que sea un libro bien documentado, que se centre en las soluciones y trate de lograr lo que se quería lograr. Así que nuestro objetivo principal era acercarnos lo más posible a lo que Dom quería y planeaba hacer, y teníamos su introducción y tres capítulos y medio terminados. Teníamos el esquema del libro, que incluía planes para los capítulos restantes, algunos bastante detallados y otros aún sin definir del todo. Más adelante tuvimos un gran impulso: obtuvimos un premio Whiting, que implicó miles de dólares, lo que ayudó a impulsar el apoyo. Y luego tuvimos una campaña de crowdfunding realmente exitosa, que recaudó lo suficiente para cubrir los viajes que todos tenían que hacer.

-¿Cómo organizaron ese trabajo sin el padre de la idea?
-Visitamos los lugares que Dom visitó, hablamos con la gente con la que habló y buscamos las soluciones que se buscaban. Y luego, lo abstracto de esto fue entonces que tuve un diálogo con Dom, teníamos que tenerlo. ¿Qué estaba haciendo? Hay que usar la imaginación. Hay que usar la memoria. Hay que usar las notas. No tienes que estar de acuerdo con todo. Así que somos muy transparentes al respecto. Y luego, por supuesto, teníamos el reto de mantenerlo involucrado en el proceso del libro. Incluso en los capítulos que no terminó. Tuvimos que ser lo más fieles posible a la idea original. Pero también tuvimos que incorporar cambios demasiado grandes, uno de ellos fue el cambio de gobierno de [Jair] Bolsonaro a Luiz Inácio Lula [da Silva]. También, incorporar la muerte de Dom y Bruno. Porque eso cambia la historia en sí. Decidimos que la última palabra debía ser realmente de una persona indígena de la selva tropical [Beto Marubo]. Y eso fue mejorado por Helena [Palmquist].

-En el capítulo que usted escribió habla de dos ideas centrales que Phillips dejó claras: resaltó una idea de una de sus amigas y coautoras, Eliane Brum, que sostiene que el bosque trata de relaciones; y sostuvo que la respuesta a los problemas de la Amazonía estaba en escuchar las voces indígenas. ¿Cuál es su solución favorita a la pregunta de su colega: cómo salvar la Amazonía?
-Creo que Dom lo escribió al principio. No hay una solución milagrosa. No hay una única solución que arregle la Amazonía. Tiene que ser una sumatoria de cosas: una política gubernamental fuerte y diferentes incentivos económicos, más responsabilidad corporativa, etcétera. Y cada charla, por supuesto, es una solución diferente, así como un lugar diferente. Creo que ese sentido, la diversidad y las voces indígenas son esenciales. Creo que Dom aún no tenía del todo claro cuáles eran todas esas soluciones o respuestas. Y solo puedo decir que lo intenté con todas mis fuerzas. En sus notas, tenía pequeñas frases: “Escucha a los indígenas”. Tras la idea de un colega, le pedí a Elio, su chofer habitual, que me llevara a los mismos lugares a los que iba Dom. Una de las personas que entrevisté en esos lugares me dijo que intentaban aprender de los indígenas: cómo cultivar sin quemar, sin usar pesticidas.

-El libro también habla sobre política y, especialmente, sobre el expresidente Bolsonaro, quien enfrentó directamente a Phillips en una conferencia de prensa y que incluso, como cuenta Phillips en el libro, fue encontrado pescando ilegalmente en un área protegida cuando era congresista. Luego, el libro cuenta su salida del poder y la llegada de Lula da Silva. Luego de los retrocesos que cuentan sobre la gestión de Bolsonaro, ¿ve cambios positivos con Lula?
-Veo cambios, pero no veo suficientes cambios. Y creo que eso se debe a la situación política en Brasil. En este momento, el Congreso tiene más poder que el Presidente. Parece que el Congreso está dominado por los intereses ruralistas y extractivistas. Y la segunda razón es que muchos líderes de centroizquierda, como [Joe] Biden, no tienen una mentalidad realmente propia del siglo XXI de anteponer el medio ambiente, porque es el medio ambiente el que, en última instancia, proporciona puestos de trabajo. Ojalá Dom estuviera aquí para que pudiéramos hablar de esto. El Gobierno [de Lula] ha dado un paso para la aprobación y concesión de licencias de perforación exploratoria en la primera zona del Amazonas, está poniendo en marcha miles de bloques petrolíferos, y el Partido de los Trabajadores no ha intentado realmente luchar contra la construcción de derechos de licencia medioambiental en Brasil, [marcada por un debate entre la necesidad de agilizar proyectos y la protección del medio ambiente, especialmente en la Amazonía]. Si esto avanza, puede ser el mayor retroceso en 40 años. En contraposición a eso, se puede decir que se ha hecho mucho más para controlar la deforestación y, en los primeros años de esta gestión, hubo un progreso real. Hay un ministerio de asuntos indígenas; Marina Silva, que conoce mejor que nadie la situación de la Amazonía, es ministra de Ambiente.

-Sostienen en el libro que Bolsonaro creó un clima de violencia política contra periodistas, opositores políticos y defensores ambientales e indígenas que se extendió de arriba hacia abajo. ¿Cree que ese clima fue el caldo de cultivo que llevó a los asesinatos de Phillips y Pereira? ¿Percibió si esa violencia se disipó con la salida de Bolsonaro?
-Lula es definitivamente una voz muy diferente. Es calma. Está mostrando que la gente que infringe la ley, va a ser castigada, algo muy diferente a Bolsonaro, quien básicamente dijo que estaba del lado de cualquiera que quiera desarrollar económicamente la Amazonía y fue la luz verde para cualquiera que quisiera ejercer violencia contra el bosque, contra la gente del bosque, contra la gente que protege el bosque o contra los periodistas que informan sobre la gente del bosque. Así que, en ese sentido, las cosas están mucho mejor en la cima, pero en la base… Ya sabes, esas fuerzas que fueron desatadas por Bolsonaro y que ya estaban allí, de alguna forma, siguen existiendo. Y sigue habiendo violencia. Sigue habiendo asesinatos. Como me dijo Beto Maruba la semana pasada: en el Valle de Javari sigue siendo como una guerra y tal vez si Dom y Bruno fueran allí este año, volverían a asesinarlos. Así es como lo expresó. El Valle de Javari sigue siendo un lugar muy peligroso para los defensores del medio ambiente, los defensores de la tierra y los defensores indígenas que intentan proteger sus tierras. Lo que Bruno y Dom hacían era intentar proteger el bosque, intentar destacar el papel de los indígenas, intentar informar sobre lo que está pasando en el terreno en las selvas.

-El libro también es sobre aprender. ¿Qué ha aprendido de los pueblos indígenas en este proceso al que lo condujo Phillips?
-El aprendizaje es una parte fundamental del libro. Y creo que está inspirado en la curiosidad. Cualquiera que conociera a Dom te dirá que una de las cosas que hacía era plantearte un par de preguntas. Y luego, si encontraba un tema interesante, te miraba y te hacía pregunta tras pregunta. Así que esa curiosidad, ese deseo de aprender, es en gran medida la esencia de la pregunta del título. No es “sé las respuestas, te mostraré cómo hacerlo”. No, es “haré preguntas a la gente. Quiero aprender de la gente que sabe” y, de hecho, el subtítulo original era Preguntar a la gente que sabe. Con respecto a los pueblos indígenas, supongo que lo más importante que he aprendido en el proceso de este libro, pero también en torno a él y antes de él, es lo involucrados que están los pueblos indígenas en la configuración de la increíble selva tropical. Porque muchos de nosotros, fuera del Amazonas, fuera de Brasil, donde yo vivo, en Inglaterra, pensábamos que el Amazonas es una gran zona salvaje. Y que en la zona salvaje hay algunos pueblos indígenas que se adaptan a la selva. Pero, de hecho, cuando conoces a los pueblos indígenas, hablas con ellos y observas la cultura indígena, ves que se sienten parte de la selva. Y que parte de su papel es hacer crecer la selva. Así que no solo toman de la selva. Plantan ciertos tipos de árboles, por ejemplo. Y debido a esto, han descubierto que hay una gran abundancia de ciertas especies de árboles que son útiles para los seres humanos como alimento o medicina. Gran parte del bosque ha sido antropomórfico y antropogénico. Es el proyecto de una especie de tecnología, de una forma de hacer las cosas.
Imagen principal: Jonathan Watts, amigo y colega de Dom Phillips -asesinado en la Amazonía brasileña en junio de 2025-, es uno de los periodistas que ha ayudado a terminar el libro Cómo salvar la Amazonía. Foto: cortesía Jonathan Watts