- La enfermedad de pérdida de tejido de coral (Stony Coral Tissue Loss Disease o SCTLD, por sus siglas en inglés) es una nueva enfermedad que afecta a los corales.
- La enfermedad afecta a un importante número de especies, se contagia rápido y tiene una elevada tasa de mortalidad.
- Los investigadores aún no han encontrado la causa exacta de esta epidemia.
- Expertos tratan de entender cómo el microbioma coralino se ve afectado por la infección de SCTLD y se están desarrollando probióticos que se espera que funcionen como una alternativa al tratamiento con antibióticos.
En mayo, buzos encontraron, por primera vez, signos de la enfermedad de pérdida del tejido de coral (SCTLD) en la isla de Cayo Laughing Bird, Belice.
El equipo de Fragments of Hope, una organización sin ánimo de lucro, monitorea de forma regular el área y un mes antes no había habido ningún tipo de señal de la enfermedad. Pero en el viaje realizado en mayo, encontraron especies de Dendrogyra cylindrus, Pseudodiploria strigosa y Orbicella faveolata cubiertos de lesiones, un signo de esta terrible enfermedad que ha impactado gravemente los arrecifes de Florida y del Caribe en los últimos 10 años.
“Esto demuestra lo rápido que llega a extenderse”, dice Lisa Carne, fundadora y directora de Fragments of Hope.

Los corales, al igual que los seres humanos, a veces se enferman. Pero el SCTLD es diferente, según los expertos: afecta a un número muy elevado de especies, se ha extendido en amplias zonas y mata de forma fulminante. Colonias coralinas gigantes, algunas con cientos de años, pueden morir en cuestión de semanas o meses, dejando los arrecifes irreconocibles.
De forma milagrosa, Cayo Laughing Bird no había tenido problemas hasta ahora. La pequeña isla se sitúa en el interior del principal arrecife coralino de Belice. Como está separada de los canales más profundos, el equipo esperaba que estuviese más protegida.
“Hemos estado de luto durante dos días porque saber que podía pasar no lo hace menos demoledor”, dice Carne.
Mientras la enfermedad sigue expandiéndose y se convierte en endémica en varias partes del Caribe, los investigadores siguen esforzándose en entender cuál es su causa y qué se puede hacer para tratarla.
¿Qué es la enfermedad de SCTLD?
SCTLD es una nueva enfermedad que se detectó por primera vez en el estado de Florida, en Estados Unidos, en 2014. Afecta a un grupo de corales denominado escleractinios o pétreos, cuyos esqueletos de carbonato de calcio forman la estructura de los arrecifes.
Más de 30 especies, aproximadamente la mitad de las especies de los arrecifes caribeños, se han visto afectadas. En las especies más susceptibles, la tasa de mortalidad puede ser de hasta el 90 %.

Los expertos aún no saben qué es lo que causa el SCTLD exactamente, pero creen que es una enfermedad compleja, dice Blake Ushijima, un profesor adjunto de la Universidad de Carolina del Norte, Wilmington. Se sabe que la enfermedad se transmite con el contacto directo y a través de la columna de agua, lo cual crea una ruptura en la simbiosis entre el coral y el alga. Como la enfermedad responde a antibióticos, se sabe que hay bacterias patógenas involucradas, dice Ushijima, pero no se sabe si la bacteria es la causante inicial de la infección o solo empeora la enfermedad.
“Es especialmente difícil porque no sabemos cuál es el agente que causa el SCTLD, así que no sabemos qué buscar”, dice Ushijima. “Ahí es donde estamos estancados. Es esta cosa que se repite”.
El SCTLD ataca al Arrecife Mesoamericano
El Arrecife Mesoamericano se extiende 1000 kilómetros desde México, pasando por Belice y Guatemala hasta Honduras. Es el segundo arrecife más largo del mundo y tiene un valor incalculable para las comunidades de alrededores: es hábitat para los peces, implica la protección ante tormentas, genera turismo, tiene valor cultural, entre otras cosas. “Es uno de los pilares de nuestro país”, dice Raphael Martínez, coordinador de la Iniciativa de Arrecifes Saludables, una organización sin ánimo de lucro que trabaja en todo el Arrecife Mesoamericano.
El SCTLD fue detectado en el Arrecife Mesoamericano por primera vez en julio de 2018, en Puerto Morelos, México, y fue uno de los primeros avistamientos fuera de Florida. La escala del brote fue algo nunca visto, dice Mélina Soto, la coordinadora en México de la Iniciativa de Arrecifes Saludables.
Los científicos observaron que las lesiones se arrastraban por encima de los corales, desprendiendo el tejido vivo. Enormes colonias de Dendrogyra cylindrus, Pseudodiploria strigosa, Colpophyllia y Diploria labyrinthiformis fueron erradicadas en días o semanas, dice Soto.

En cinco meses, el SCTLD se había extendido hacia el sur en toda la porción mexicana del arrecife, apareciendo en Belice en 2019 y en Honduras el año siguiente.
“Uno de nuestros corales Dendrogyra cylindrus era súper icónico… con 4 metros de ancho y 6 metros de largo. Era una colonia inmensa que tardó unos 100 años en crecer, y en menos de un mes, ya estaba muerta”, dice Soto. “A veces volvíamos al barco llorando de la impotencia”, agrega.
El impacto en el arrecife ha sido dramático, causando un cambio en especies de coralinas llenas de maleza, pérdida de diversidad funcional y amenazando la capacidad de los arrecifes para seguir el ritmo de la erosión y la subida del nivel del mar debido al cambio climático, según un artículo de 2022 de Communications Biology, que observó cambios en la región mexicana del Arrecife Mesoamericano.
“Perdemos especímenes individuales, pero es preocupante porque estamos perdiendo lo que forma el arrecife, lo que proporciona todos los demás servicios ecosistémicos”, dice Soto.
El único tratamiento efectivo para el SCTLD, por ahora, es una pasta de amoxicilina, un antibiótico desarrollado por investigadores en Estados Unidos. Karen Neely, una investigadora en Nova Southwest University, ayudó a desarrollar el tratamiento y lo han utilizado diferentes empresas de Estados Unidos para tratar a más de 30 000 corales en Florida.
Su estudio ha demostrado ser efectivo en ralentizar o detener la progresión de la lesión sin tener efectos secundarios en la producción de gametos o la fisiología del coral. La cantidad que se le aplica es una fracción de los antibióticos que entran en el océano a través de otros canales, explica Neely.

A través del Arrecife Mesoamericano, varias empresas también utilizan este tratamiento, aunque en ensayos más limitados.
Estos ensayos han demostrado que los antibióticos pueden salvar algunos de los corales o arrecifes más icónicos, los que tienen un alto valor turístico o para las comunidades locales, explica Soto. Pero el tratamiento lleva mucho tiempo, se necesita replicación y puede ser muy caro, añade. También existe preocupación sobre las consecuencias involuntarias de aplicar antibióticos en los arrecifes.
Ushijima dice que es una alegría que los biólogos hayan encontrado algo que funcione, pero añade que los antibióticos no son una solución a largo plazo.
“El peligro real es que no sabemos qué puede pasar exactamente cuándo se genere resistencia a los antibióticos. ¿Hay algún patógeno implicado en esta enfermedad coralina que pueda infectar otras cosas?”, se pregunta. “No lo sabemos y en mi opinión, eso da un poco de miedo”.

Microbiomas y probióticos
Ushijima y otros investigadores intentan desarrollar un tratamiento probiótico para el SCTLD en sustitución de los antibióticos.
Algunas colonias de coral son más resistentes a la enfermedad que otras, y Ushijima afirma que parte de la razón podría residir en su microbioma, el conjunto de bacterias, algas, hongos y otros microbios que se encuentran por encima y dentro de los corales.
Ushijima está trabajando con colaboradores de Florida y de alrededor del Caribe para entender cuáles son las reacciones del microbioma en los corales cuando se los expone a SCTLD. Los investigadores también están identificando microbios benignos específicos dentro del microbioma que parecen ofrecer protección para los corales. La idea es que los investigadores puedan desarrollar un probiótico lleno de estas bacterias benignas que puedan combatir las bacterias dañinas o fomentar su resistencia.
“Siempre digo que los probióticos no son una solución milagrosa, pero… son una herramienta complementaria”, dice Ushijima.
Algunos ensayos de laboratorio y de campo con probióticos en Florida han sido prometedores, pero Ushijima y otros investigadores advierten de que probablemente habrá que desarrollar probióticos por región, a fin de minimizar el riesgo de introducir nuevos microbios.
Valeria Pizarro, investigadora principal del Instituto Marino Perry, colabora con Ushijima y otros socios en el desarrollo de un probiótico para la isla colombiana de San Andrés.
Pizarro hizo su doctorado en San Andrés y conoce los arrecifes tan bien que solía ser capaz de nadar bajo el agua sin una luz de buceo, guiándose por las sombras. Pero ahora dice que muchos de los puntos de referencia que le eran familiares han desaparecido. Eso incluye algunos de los corales Dendrogyra cylindrus más emblemáticos.
«Nunca antes había visto desaparecer una especie de un arrecife en un par de años», afirma Pizarro.

Ahora está recogiendo muestras del microbioma de los supervivientes, succionando la mucosidad viscosa del exterior del coral y enviándola al laboratorio de Ushijima, donde se aíslan las bacterias, se evalúa su eficacia contra el SCTLD y se comprueba su toxicidad. El equipo ya ha identificado algunas candidatas prometedoras y, si todo va bien, esperan empezar las pruebas de campo a finales de año. Tienen la esperanza de que estos probióticos tengan diversas aplicaciones, como profilácticos, para tratar corales enfermos y para ayudar a su restauración.
Sarah Gignoux-Wolfsohn, profesora adjunta de la Universidad de Massachusetts, Lowell, es otra de las colaboradoras de Ushijima. Ha estado monitoreando los corales en el Cayo Carrie Bow, en Belice, desde 2019, y dice que el SCTLD cambió profundamente el arrecife.
“El impacto del SCTLD fue devastador”, dice Gignoux-Wolfsohn. “Hay algunas especies de las que antes veíamos una cantidad decente y, ahora, no hemos visto ningún ejemplar de esa especie desde 2021, y luego otras especies, ya sabes, podría ser una mortalidad del 50 %”.
Además de observar los cambios en el arrecife, Gignoux-Wolfsohn y su equipo recogen muestras de los microbiomas coralinos: recolectan la capa mucosa externa y hacen biopsias. Por el momento no hay planes para desarrollar un probiótico específico para Belice, pero la investigación ayudará a arrojar luz sobre cómo responde el microbioma del coral al SCTLD y cómo puede variar a lo largo del Caribe. Las muestras de las biopsias también se están utilizando para estudiar la respuesta inmunitaria de los corales a la infección por SCTLD, en colaboración con investigadores de la Universidad Estatal de Texas.

Los investigadores también intentan averiguar cuál es la causa exacta del SCTLD, lo que sigue dando dolores de cabeza. Para ello, el laboratorio de Ushijima y otras ocho universidades e instituciones se han embarcado en una gigantesca colaboración para examinar corales infectados por SCTLD desde múltiples ángulos.
Han recolectado corales criados en condiciones de bioseguridad y han expuesto fragmentos al SCTLD. Las distintas instituciones realizan diferentes análisis y Ushijima afirma que esperan obtener pistas sobre la causa de la enfermedad y que el análisis de los datos se concluya para 2026.
El SCTLD no es la única amenaza grave para los arrecifes del Caribe. La calidad del agua y la contaminación son problemas añadidos constantes. Además, en los dos últimos años, los arrecifes se han visto azotados por graves episodios de blanqueamiento, debidos a las elevadas temperaturas oceánicas.
En estos momentos, parece que el blanqueamiento no empeora el SCTLD. De hecho, las infecciones parecen disminuir con temperaturas del agua más elevadas, afirma Gignoux-Wolfsohn.
“Lo realmente devastador es que las especies de coral resistentes al SCTLD son a menudo las más susceptibles a las altas temperaturas y al blanqueamiento, por lo que vemos presiones complementarias en el arrecife que conducen a un declive más dramático”, afirma Gignoux-Wolfsohn.
Para los investigadores del Caribe, la combinación es desgarradora.
“Estamos en un punto en el que tenemos que hacer todo lo que sepamos y podamos para salvar los arrecifes coralinos”, afirma Pizarro. “Porque lo que estamos haciendo ahora mismo no creo que sea suficiente”.
Imagen principal: un buzo aplica una pasta de amoxicilina a los corales afectados por la enfermedad de pérdida de tejido de coral (SCTLD) en Roatán, Honduras. La pasta antibiótica puede ralentizar o detener la progresión de la lesión. Foto: cortesía de Antonio Busiello
Esta nota se publicó originalmente en inglés en el sitio de Mongabay el 6 de junio de 2025.