- En las zonas agropecuarias de Galápagos, las especies nativas de aves son cada vez más escasas.
- Un estudio encontró que los pequeños agricultores están dispuestos a plantar árboles nativos para crear el hábitat adecuado para las aves.
- Los productores destacaron que las aves les proveen de servicios culturales, como sus cantos o su belleza.
- Además, existe el potencial de que estas especies aporten servicios ecosistémicos, como el control de plagas.
Atraída por la reconocida biodiversidad de las islas Galápagos, en Ecuador, la bióloga canadiense belga Ilke Geladi llegó al archipiélago. En 2019 empezó a trabajar con la Fundación Charles Darwin y el Ministerio de Agricultura y Ganadería en estudios relacionados a la diversidad de especies y abundancia de individuos de aves en las islas.
“En el tema de aves no se ha trabajado tanto como en otras áreas”, asegura en entrevista con Mongabay Latam. “Sin embargo, es importante trabajar para las aves y para las personas que habitan ahí”, añade.
En un estudio reciente, encontró que los pequeños agricultores de las Islas Galápagos desempeñan un papel inesperado en la protección de la biodiversidad única del archipiélago. El artículo, publicado en octubre de 2025 en la revista People and Nature, evidenció que los productores valoran a las aves terrestres nativas que comparten sus campos y están dispuestos a plantar árboles nativos para crear un hábitat adecuado para estas especies.
En la investigación que lideró Geladi participaron científicos de la Universidad de British Columbia, Canadá; de la Fundación Charles Darwin; y de Conservación Internacional.

Mongabay Latam habló con Geladi sobre la investigación y sobre por qué sus hallazgos son importantes para la conservación del primer Patrimonio Natural de la Humanidad.
—¿Puede describir cómo son las zonas agrícolas en la isla Santa Cruz, que forma parte de Galápagos?
—En Santa Cruz hay una zona agropecuaria de unos 114 kilómetros cuadrados. Queda en la zona de transición, entre la zona baja, que es más seca, y la zona alta. Se asienta en gran parte de lo que era la zona de bosques de Scalesia.
Las fincas grandes son ganaderas y las pequeñas son dedicadas a la producción de frutas, vegetales y café. Allí siembran en temporadas, de acuerdo con el clima, y son bastante diversificadas. En las fincas ganaderas no hay tantos árboles porque necesitan más espacio para las vacas.

—¿Qué aves y árboles pudo observar en esas zonas?
—En términos de aves, las que se encuentran en la zona agropecuaria son distintas de las que se encuentran en la zona baja porque el clima y la vegetación son diferentes. La zona alta y la zona agropecuaria tienen más similitudes.
En mi primer estudió en Galápagos encontré que las aves prefieren los árboles nativos. Las vemos mucho en los árboles de Scalesia. En la parte alta, las he visto donde hay cafetillo (Psychotria rufipes), les encanta.
Las aves más comunes de la zona agropecuaria son el pinzón pequeño de tierra (Geospiza fuliginosa), el canario amarillo (Setophaga petechia aureola) y el pinzón carpintero (Camarhynchus pallidus). El pinzón cantor verde (Certhidea olivacea) ha disminuido bastante en la zona agropecuaria, creo que por falta de Scalesia, pero eso habría que comprobarlo.
—¿Diría que los agricultores de Galápagos son aliados clave en la protección de aves? Si es así, ¿por qué?
—En el estudio que hice para mi maestría de 2019, uno de los hallazgos principales fue que en las fincas con más árboles nativos vimos una mayor abundancia de especies de aves y de individuos por especie. Entonces, si queremos ayudar a las aves en la zona agropecuaria, se puede plantar más árboles nativos. Es necesario trabajar con los productores porque es su terreno y necesitamos su ayuda.

—¿Qué tipo de servicios ecosistémicos culturales proporcionan las aves a los agricultores?
—En términos de aves no habíamos estudiado antes su importancia desde este punto de vista: las aves proveen servicios importantes a los productores. En cuanto a los servicios ecosistémicos culturales, incluye cosas como nada más el existir del ave, algo que también tiene importancia para las futuras generaciones, o el canto en la mañana. Muchos hablaron sobre eso, dijeron que disfrutaban de los cantos.
También están los servicios ecosistémicos reguladores, es decir, el aporte que las aves traen al ecosistema. Los resultados fueron interesantes. Casi todos estuvieron de acuerdo en los servicios culturales, pero en los servicios ecosistémicos reguladores hubo más variabilidad de opinión. Unos decían que eran importantes y mencionaba el control de plagas o la polinización, pero otros no estaban seguros sobre esos aportes.
Además, es importante hablar de lo negativo para buscar soluciones. Los perjuicios dependen mucho de la especie del ave, pero el hallazgo más importante es que bastantes productores señalaron el hecho de que las aves se comen sus cultivos.
—¿Cuáles son los rasgos o características únicas de las aves que prefirieron los agricultores de Galápagos?
—Cuando les preguntaba si les gusta un ave o no, había razones muy particulares para las distintas especies. Eso viene de la relación única que tienen con las aves, porque las observan mucho. Por ejemplo, del cuclillo (Coccyzus melacoryphus) dijeron que les gusta porque indica cuándo vienen las lluvias. Del cucuve de Galápagos (Mimus parvulus) mencionaron que les gusta su canto especial. El papamoscas (Myiarchus magnirostris) es otra ave que casi todos mencionaron por su copetito, les hace reír un poco.

—¿Cuál fue el ave que los agricultores rechazan más y por qué?
—La única ave que los productores dijeron que no les gustaba fue el garrapatero (Chrotopaha ani). Es un ave introducida en Galápagos y algunos dicen que es invasiva. La razón más grande por la que dicen que no les gusta es que ellos afirman que se pelea con las aves nativas y se come los huevitos. Además, es la que más se come los cultivos de los agricultores.
—¿Cuál fue el principal motivo que impulsó a los agricultores a querer plantar árboles nativos en sus tierras?
—Dividí las razones en distintos tipos: instrumentales, es decir, lo que da el árbol, y personales, donde no necesariamente se habla de los beneficios sino de las motivaciones para hacerlo. Vimos que las razones instrumentales eran más motivantes.
La respuesta que más surgió era para tener sombra, pero también nombraron la belleza de los árboles y finalmente señalaron que les motiva sembrar para conservar y proteger la naturaleza.

—¿Cuál fue el principal motivo que limitó la voluntad de los agricultores para plantar árboles nativos?
—Fue la falta de terreno. Muchos decían que su terreno es para sembrar y que no tienen espacio para plantar árboles nativos.
—En el estudio, sugieren un enfoque adaptativo para la siembra de árboles. ¿Qué significa esto y qué implicaciones tendría en la economía y la identidad galapagueña?
—Hay varias motivaciones, pero la mayor razón para sugerir esto es que dentro de la zona agropecuaria, la vegetación natural es distinta. Hay un mapa histórico de cómo era la vegetación antes de que lleguen los colonos y el paisaje era distinto. Entonces, no tiene sentido sembrar el árbol nativo Scalesia en todo el territorio. Por eso sugerimos un enfoque adaptativo.
Además, los productores tienen distintas voluntades. Hay que tomar en cuenta que estamos trabajando con ellos y en su terreno. Ellos también deben tener voz con respecto a qué especies les gustaría sembrar y en dónde. También es importante que se involucren en todo el proceso para fomentar la propiedad del proyecto y que sientan que tomaron esa decisión por sí mismos.
La identidad galapagueña fue un hallazgo importante. Quienes tenían una identidad más marcada señalaban menos perjuicios o percepciones negativas. Esto influye en la relación que la gente tiene con la naturaleza. Creo que si sembramos más árboles nativos, especialmente en una forma adaptativa donde ellos tienen poder de decisión, contribuiría a una identidad galapagueña más pronunciada.

—¿Hacen falta incentivos para motivar a los agricultores a sembrar árboles nativos? Si es así, ¿qué tipo de incentivos serían?
—Hay un proyecto con Conservación Internacional de acuerdos de conservación con el que han estado trabajando con algunos productores para sembrar árboles. Sin embargo, lo hacen solo cuando tienen fondos. Los productores dicen que en Galápagos hay bastante dinero para conservación, pero faltan fondos para apoyarlos. Ellos viven de lo que producen en su finca, entonces es importante apoyarlos en la siembra y monitoreo de árboles a largo plazo.
—¿Cuál es el vacío de conocimiento más urgente que recomiendan investigar sobre el papel ecológico de las aves en la zona agrícola?
—En el estudio surgió que no sabemos mucho sobre cómo las aves aportan al control de plagas. Estudiarlo sería bastante interesante y podría ser un incentivo para ayudar a las aves en esta zona. Hice otro estudio todavía no publicado sobre este tema, pero sigue siendo exploratorio. El control de plagas depende mucho de la cantidad de aves que hay, pero en la zona agropecuaria, la presencia de aves es más reducida que en otras áreas.
Otro estudio importante por hacer es sobre los pesticidas porque no se ha hecho mucho trabajo en esa área. Un estudio de la Fundación Charles Darwin encontró que el uso de pesticidas es variable, no siempre se usa como se debe, por ejemplo, no hay regulación de la cantidad o en los métodos. Tengo curiosidad por conocer cómo esto afecta a las aves, pero también a la salud de los productores.

—¿Por qué este estudio y sus resultados son importantes para la conservación en Galápagos?
—Lo más importante que surge del estudio es que los productores son aliados claves para la conservación, creo que ellos están dispuestos a trabajar con nosotros, con los científicos, pero falta la parte de los incentivos, la gente aprecia la naturaleza, se puede trabajar juntos, es encontrar la manera de hacerlo. El potencial está ahí porque las aves proveen estos servicios ambientales, pero también las valoramos solamente por su valor, no queremos perder eso.
Un resultado del que no hablé todavía y que fue bastante interesante fue que en fincas donde había árboles nativos, los productores querían sembrar más árboles nativos. El primer paso es el más difícil, pero una vez que ves que los árboles nativos si aportan, puede haber un efecto de bola de nieve, eso da esperanza.
Imagen principal: una agricultora de la Quinta Luz María, en Santa Cruz, Galápagos, cosecha fruta. Foto: cortesía Fundación Charles Darwin