Vuelos sobre la remota selva tropical colombiana brindan la primera evidencia fotográfica de dos tribus con las que aún no se ha entrado en contacto..
Reconocimientos aéreos de una remota área de la selva tropical en la frontera entre Colombia y Brasil produjeron la primera evidencia fotográfica de tribus que no tienen contacto con la sociedad exterior, según un grupo de conservación que trabaja por resguardar territorios y culturas indígenas.
Las fotos, facilitadas por Amazon Conservation Team (ACT, Equipo de Conservación de la Amazonía) y el servicio de Parques Nacionales Naturales de Colombia, muestran cinco casas largas o malocas que se cree pertenecen a dos grupos indígenas, los yuri o caraballo y los passé, dos de las últimas tribus aisladas en la Amazonía colombiana. Las imágenes confirman que en el Parque Nacional Río Puré aún existen comunidades con las que no ha habido contacto. El Parque protege un millón de hectáreas (2,47 millones de acres) de bosque tropical mayormente prístino entre las cuencas de los Ríos Caquetá y Putumayo, a lo largo de la frontera con el Brasil.
“Aun cuando el objetivo del Parque es brindar refugio a este grupo indígena se necesitaba datos antropológicos para dar cuerpo a la formulación de legislación y políticas oficiales del gobierno, y así resguardar tanto la integridad de la región como la supervivencia de este grupo,” dijo Liliana Madrigal, cofundadora de ACT, cuando habló con mongabay.com a fines del mes pasado y en ocasión del Foro Mundial Skoll del Emprendimiento Social realizado en Oxford.
Foto por Cristóbal von Rothkirch, cortesía de la Unidad de Parques Nacionales Naturales de Colombia y Amazon Conservation Team. |
El reconocimiento aéreo se hizo en asociación con Parques Nacionales Naturales de Colombia después de analizar los datos de vegetación que provienen de imágenes satelitales. La investigación la dirigió Roberto Franco, científico político de ACT, quien dice que es probable que también vivan en el parque los miembros de una tercera tribu con la que no se ha tenido contacto — los jumana.
Los hallazgos son significativos porque Colombia otorga a los pueblos indígenas aislados, aquellos que no tienen contacto con la sociedad exterior, el derecho al aislamiento, a sus territorios tradicionales y a reparación en caso de violencia, en conformidad con el Decreto Ley #4633, firmado en diciembre de 2011 por Santos, el presidente colombiano. Esa medida protege en especial a estos grupos — que quizás se hayan aislado voluntariamente — de contactos que pudieran no desear:
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El Estado garantizará el derecho de los pueblos indígenas no contactados o en aislamiento voluntario a permanecer en dicha condición y a vivir libremente, de acuerdo a sus culturas en sus territorios ancestrales. Por tanto, como sujetos de especial protección, en ningún caso podrán ser intervenidos o despojados de sus territorios, ni serán objeto de políticas, programas o acciones, privadas o públicas, que promuevan el contacto o realicen intervenciones en sus territorios para cualquier fin.
Foto por Cristóbal von Rothkirch, cortesía de la Unidad de Parques Nacionales Naturales de Colombia y Amazon Conservation Team. |
El decreto fue aprobado según las directrices desarrolladas por un comité que incluía a Parques Nacionales Naturales de Colombia, el Ministerio del Interior y de Justicia, el Ministerio de Cultura, el Instituto Colombia de Antropología e Historia, ACT, Conservación Internacional y la Fundación Gaia Amazonas.
Ahora que se ha identificado a tribus aisladas en el parque, las autoridades, junto a ACT entre otros, intentarán demarcar sus territorios para desarrollar planes de zonificación y gestión que les protejan de usurpación e invasión de sus tierras. El parque se halla en un área expuesta a la tala y la minería ilegal, y al narcotráfico. Cualquier contacto con gente de afuera — sean narcotraficantes, leñadores, mineros, agricultores o turistas — podría exponer a los pueblos aislados de la selva tropical al enorme riesgo de contraer enfermedades.
“El riesgo que corren por las incursiones en sus territorios es el contacto que transmite enfermedades, contra las cuales los pueblos aislados no tienen resistencias,” dijo Roberto Franco a mongabay.com por correo electrónico. “El segundo riesgo es la violencia contra los miembros de dichas tribus.”
Primero, el contacto puede diezmar a las comunidades aisladas. Para citar un caso, más de la mitad de la tribu Nukak Maku — que vive en el Departamento colombiano de Guaviare — murió de enfermedades después del contacto inicial de 2003. Es posible que haya quedado un puñado de grupos familiares de Nukak Maku que siguen sin establecer contacto.
Franco dice que se desconoce el tamaño de las comunidades yuri y passé pero que podría estar en el orden de las 300 a 500 personas.
“Si hay 4 grupos en el área, serían unas 1200 a 2000 personas,” escribió.
La historia de la tribu yuri se explora en Cariba malo, un libro publicado este año por la Universidad Nacional de Colombia, Parques Nacionales Naturales de Colombia y ACT Colombia. El libro detalla “episodios de contacto y resistencia” durante 400 años, incluyendo el hecho de que algunas comunidades se replegaron en aislamiento voluntario después de sangrientos conflictos con caucheros y traficantes de esclavos.
Aunque siguen habiendo riesgos para estos grupos aislados, la constitución de Colombia — gracias a batallas políticas arduamente libradas por líderes indígenas y sus defensores, como Martín von Hildebrand de la Fundación Gaia Amazonas — otorga protección inusualmente extensa a las comunidades nativas. Las comunidades de hoy pueden establecer sistemas locales de gobernanza para manejar sus propios programas de educación y salud.
Franco de ACT dice que se necesita trabajar más por asegurar que los derechos de los grupos con los que no se ha tenido contacto sean respetados, y que sus necesidades sean satisfechas si es que alguna comunidad decidiese terminar su aislamiento.
“El Ministerio de Salud y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia necesitan un plan de contingencia en caso de que sean contactados o que ellos mismos busquen contacto.”
Carolina Gil, directora de programa para ACT-Colombia, se hace eco de esta visión.
“Es necesario fortalecer los derechos de estos pueblos a permanecer en aislamiento, a la vez que llamar la atención de las instituciones competentes para que tomen las medidas necesarias para protegerlos, con lo cual también se beneficia la conservación de ecosistemas estratégicos.”