El programa de la ONU para la Reducción de las Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación (UN-REDD, por sus siglas en inglés), puede estar flaqueando debido a su incapacidad para generar desarrollo en los pueblos indígenas, que deberían tener un papel central en esta iniciativa, según argumentan investigadores que escriben en la revista Nature.
Conceptualmente, REDD+ pretende crear un mecanismo financiero para premiar a los países tropicales por proteger sus bosques. Los fondos generados en el marco de REDD+ se destinarían a programas que conserven los bosques, apoyen los medios de vida alternativos utilizando otras prácticas excluyendo la deforestación y mejoren la vigilancia de los bosques. En la práctica, sin embargo, poner en funcionamiento REDD+ ha sido una tarea compleja, que ha requerido grandes cantidades de inversión inicial para fomentar la capacidad, poner en práctica las reformas del sector forestal, y establecer referencias para medir el progreso. En este marco es donde UN-REDD entra en escena, proporcionando fondos para actividades de “preparación” y proyectos piloto.
Sin embargo, UN-REDD ha experimentado recientemente algunos contratiempos en Panamá, especialmente en lo que se refiere a la participación de los pueblos indígenas, que representan aproximadamente un 5% de la población del país centroamericano pero ocupan un 31% de su extensión. En marzo, la Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas de Panamá (COONAPIP), una asociación que incluye 7 grupos indígenas, anunció que se retiraba del programa UN-REDD tras una serie de desacuerdos. En junio, el Congreso General Guna, una importante autoridad indígena, bloqueó un proyecto de REDD+ y prohibió a ONGs que participaran en actividades de REDD+ en territorios que ascienden a un 7% de los bosques primarios de Panamá.
En una carta publicada en Nature, Catherine Potvin de la Universidad McGill y Javier Mateo-Vega del Instituto de Investigación Tropical Smithsonian (STRI, por sus siglas en inglés) indican que la raíz de los problemas radica en “el fracaso de REDD+ de crear capacidad para los pueblos indígenas a todos los niveles.”
“Es hora de aportar algo más que palabras para su participación plena y efectiva en REDD+” escriben, señalando que pese a que “REDD+ empezó bien en Panamá”, desde entonces se ha desviado de los objetivos.
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El país puso los derechos de los pueblos indígenas en la agenda de la Convención Marco de las Naciones Unidad sobre Cambio Climático, y los promotores de los proyectos REDD+ acataron los procedimientos de consentimiento del Congreso General Guna. La Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas de Panamá (COONAPIP), elaboró un plan en 2011 para que se llevasen a cabo esfuerzos integrales de fomento de la capacidad de REDD+ en todos los territorios indígenas. Esto estimuló debates acerca de los miedos de que REDD+ pudiera amenazar los usos tradicionales de las tierras y los derechos sobre los territorios, así como posibles formas de avanzar. La transmisión de conocimiento es el mejor antídoto contra los miedos a REDD+.
El plan no recibió fondos de Naciones Unidas. COONAPIP se retiró del programa UN-REDD en febrero, y pidió a los pueblos indígenas a nivel global que procedan con cautela en los asuntos relacionados con REDD.
Potvin y Mateo-Vega concluyen que si el miedo de los pueblos indígenas a participar se extiende más allá de Guna Yala, UN-REDD podría peligrar en países más allá de Panamá.
Dado que Panamá tiene un gobierno fuerte y una capacidad considerable en comparación con otros países centroamericanos, cualquier fallo de UN-REDD para avanzar en Panamá podría crear dudas sobre sus probabilidades de éxito en cualquier otro lugar.
Árbol ceiba en Panamá
CITAS: Catherine Potvin and Javier Mateo-Vega. Panamá: Curb indigenous fears of REDD+. NATURE | VOL 500 | 22 de agosto de 2013