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Bosque de un parque nacional de la República Dominicana quemado para despejar la tierra para el cultivo. Foto por Miguel Landestoy.
Uno hace extraños chasquidos y ruidos, mientras que el otro se comunica de forma silenciosa, con gorjeos, como los pájaros. El primero es uno de los primeros mamíferos venenosos del planeta el Almiquí de la Española (Solenodon paradoxus), mientras que el segundo es la jutia de Cuvier (Plagiodontia aedium), un misterioso roedor nocturno y arbóreo. Parientes cercanos de ambas especies han sufrido la extinción y una fuerte reducción de su hábitat en el pasado. Actualmente la UICN lista a la jutia y al almiquí como en peligro de extinción y se encuentran amenazados actualmente en el Caribe. Esto ocurre incluso en áreas oficialmente protegidas, como la Reserva de la Biosfera de Jaragua-Bahoruco-Enriquillo de República Dominicana, donde los ecologistas han estado descubriendo deforestaciones ilegales durante los últimos tres años.
A finales de 2014, el Diario Libre, periódico puntero de la República Dominicana, hizo pública una irregularidad en la expedición de permisos para deforestaciones relacionadas con la agricultura. El 30 de julio, la oficina de Pedernales del Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales concedió un permiso a terratenientes locales para deforestar una zona dentro del Parque Nacional Jaragua, cerca del área que ha sido identificada como hábitat crítico para la jutia y el almiquí.
Un almiquí capturado en República Dominicana para un proyecto de monitorización. Foto por Tiffany Roufs.
Según León, Leovigildo Méndez, Director de Medioambiente de la Provincia de Pedernales, junto con su técnico, Rodolfo Méndez, concedieron un permiso a Manuel Herasme y su socio, Felisindo, para deforestar parte de un terreno que León afirma encontrarse dentro del Parque Nacional Jaragua.
“Creo que no tienen ni idea de que se trata de un área protegida,” dijo Yolanda León, presidente del Grupo jaragua, ONG de conservación medioambiental de la República Dominicana, en una entrevista con mongabay.com al referirse a los agricultores locales que despejaron la tierra con un incendio, “o aunque lo supiesen, como todo el mundo hace lo mismo en esta zona, no pensarían que se trata de un delito grave”.
En noviembre de 2014, León, representante del Grupo Jaragua, junto con miembros de la prensa Diario Libre, un periódico dominicano, visitaron la oficina que concedió el permiso.
“Durante nuestra visitas, vimos un recibo por valor de 10 000 pesos dominicanos (alrededor de 200€) cargados por este permiso por la oficina Provincial de Medio Ambiente,” informó León a mongabay.com. “Sin embargo, este empresario contó a una fuente de confianza que pagó 40 000 pesos dominicanos por el permiso, en metálico y personalmente, al ya mencionado técnico (Rodolfo Méndez). Desgraciadamente, me asusta que este no sea el único caso así”.
León y su equipo tomaron las coordenadas del sitio donde se produjo la deforestación, pero cuando preguntaron a la oficina por las coordenadas para compararlas, Rodolfo Méndez fue incapaz de sacarlas. León identificó un mapa colgado en una pared de la oficina que claramente se señalaba como área protegida, pero cree que o los oficiales no sabían cómo interpretar las coordenadas del mapa o ni se molestaron.
Imagen de satélite de la región despejada. Las imágenes superiores fueron tomadas en 2011 y reflejan las áreas que se permitió deforestar (contorneada en rojo) – claramente dentro de las fronteras del Parque Nacional. La parte de abajo muestra imágenes Landsat; la izquierda el 8 de mayo de 2014, antes de despejar la zona y la derecha el 30 de septiembre de 2014. Mapas por Yolanda León, Grupo Jaragua. Clic para ampliar.
Bosque talado y quemado para despejar el terreno. La foto fue tomada a principios de octubre de 2014 por Miguel Landestoy.
En diciembre de 2014, ya crecían cultivos en los sitios deforestados. Foto por Yolanda León.
El alcance del daño
El área que León describe como despejada en el vídeo anterior comprende aproximadamente 15 hectáreas de tierra (0,15 kilómetros cuadrados) dentro del parque nacional –no es un área demasiado extensa para una deforestación. Sin embargo, el permiso que fue concedido erróneamente especificaba solo 12 hectáreas para deforestar, aunque el proceso de despeje no estaba terminado en el momento de la visita. León cree que esto no es un caso aislado.
“Pero en esta genérica área, bajo este sistema de aparcería, la deforestación en los límites de los Parques Nacionales de Jaragua y Sierra de Bahoruco es de al menos 20 kilómetros cuadrados,” dijo León. Además, ella ha registrado otros 35 kilómetros cuadrado de bosque nublado despejado en el Parque Nacional Sierra de Bahoruco en las laderas de la montaña.
“Por ahora, he podido mapear más de 50 propietarios de tierras en áreas supervisadas del sur de Bahoruco,” explica León. “Y estimo que la cifra, por lo menos, es el doble”.
En un comunicado de prensa de diciembre de 2014, el Ministerio de Medio Ambiente anunció oficialmente la destitución de Leovigildo Méndez de su puesto y poniendo a Ramón Marrero en su lugar.
“No permitiremos ningún tipo de acción que pueda dañar nuestro medio ambiente y recursos naturales,” dice el ministro de medio ambiente Bautista Rojas Gómez en el comunicado.
Sin embargo, León alega que Méndez no fue realmente despedido, sino trasladado a una posición distinta dentro del Ministerio.
“Desgraciadamente, acabamos de escuchar que Leovigildo Méndez no fue despedido y ahora es Supervisor Marítimo Costero de tres provincias del sur (entre ellas, Pedernales),” contó León a mongabay.com.
Mongabay.com trató de contactar con oficiales del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la República Dominicana por teléfono y correo electrónico sin éxito ninguno.
El comunicado de prensa del Ministerio indica que Manuel Herasme, la persona a quien se le concedió el permiso ha sido instado a reforestar la zona quemada y pagar por los daños. Numerosos informes recientes reflejaron un número de animales –incluyendo lagartos y serpientes– que fueron asesinados durante la deforestación.
Los árboles no fueron lo único que se quemó cuando se despejó el bosque. Esta serpiente no pudo escapar a tiempo y, con ello, se convirtió en un daño colateral. Foto por Robert Ortiz.
Un lagarto que murió en el fuego. Foto por Miguel Landestoy.
La importancia de Sierra de Bahoruco
Los científicos están aún mapeando el hábitat completo de la jutia y el almiquí en la isla La Española en el Caribe, entorno que comparten Haití y la República Dominicana. Poco se conoce sobre la estabilidad de estas poblaciones, su resistencia a alteraciones del hábitat y depredadores invasivos, su diversidad genética en toda la isla, y más importante aún, lo que ha permitido a estas dos especies sobrevivir mientras que muchas otras especies de la India Occidental han sucumbido a la extinción.
A principios de 2009 se desarrolló una colaboración de instituciones del Reino Unido y la República Dominicana para embarcarse en un estudio de tres años de la jutia y el almiquí financiados por Darwin Initiative Grant. El proyecto fue bautizado como “Los Últimos Supervivientes –salvando el almiquí y la jutia de la Española,” o en inglés “The Last Survivors –saving the Hispaniolan solenodon and hutia.” El Durrell Wildlife Conservation Trust, iniciado originalmente por Gerald Durrell, guio el Proyecto de Los Últimos Supervivientes en unión con la Sociedad Ornitológica de la Española, la Sociedad Zoológica de Londres, el Parque Zoológico Nacional y la Secretaría del Estado de Medio Ambiente y Recursos naturales de la República Dominicana.
Datos de Global Forest Watch muestran que el bosque se ha protegido relativamente en el Parque Nacional Jaragua (zona destacada del mapa) con una pérdida de tan solo unas 350 hectáreas de sus 158 000, desde 2001 hasta 2013. Sin embargo, la región de alrededor –incluyendo la zona norte del Parque Nacional Sierra de Bahoruco– perdió de forma notable más bosque de su cubierta forestal, con unas 10 000 hectáreas – un 5 por ciento– en la provincia de Pedernales durante el mismo periodo. El círculo amarillo indica el área donde los oficiales de medio ambiente emitieron erróneamente permisos para despejar el bosque. Clic para ampliar.
Rosalind Kennerley es una científica que trabajó en el terreno con el grupo Durrell Conservation, dirigiendo una investigación para su tesis de graduación sobre el uso de métodos de seguimiento para una mejor comprensión de la ecología básica y asociaciones de hábitats de almiquís y jutias. Su trabajo, en su mayor parte centrado en las ciudades de Las Mercedes y Mencia, consistió en monitorizar almiquís que frecuentaban tanto áreas desprotegidas como el Parque Nacional Jaragua.
Kennerley describió el área a mongabay.com como un punto importante de biodiversidad, uno de los últimos refugios de la jutia y el almiquí. La India Occidental fue, hace tiempo, hogar de un grupo grande y diverso de mamíferos –incluyendo perezosos, primates, roedores e insectívoros. Hoy, solo se conocen 15 especies que hayan sobrevivido, todas con solo dos familias de mamíferos, encontradas exclusivamente en el Caribe. Según Los Últimos Supervivientes, las dos especies de almiquí son el único resto vigente de los insectívoros del Caribe, y se encuentran en La Española y Cuba. La jutia es el único roedor nativo de La Española.
El Grupo Jaragua y los Últimos Supervivientes temen por el futuro de estos animales; por ello, motivan supervisar más a fondo los procesos gubernamentales de concesión de permisos y uso de la tierra en el área.
León describió el estado actual de la demarcación de los límites del parque nacional de Sierra de Bahoruco y proximidades como prácticamente inexistente sobre el terreno. La investigación de Diario Libre sobre el tema, realizada por el reportero Marvin del Cid, describe cómo hay un letrero para el Parque Nacional, ubicado a 1,5 kilómetros de sus fronteras, viejo y desgastado y en el que solo se lee claramente la palabra “Bienvenidos”. Este letrero se encuentra aislado en una parcela abierta de tierra. Consulta este enlace para leer la versión traducida del artículo por el Centro Vermont for EcoStudies.
“La República Dominicana tiene el 25 por ciento de sus terrenos bajo algún tipo de protección, pero en realidad son solo papeles hasta que ello queda marcado en el terreno y se gestiona,” dijo León. “Los permisos ilegales son un crimen medioambiental grave que ocurre a la vista de todos a costa de uno de los bosques más ricos y biodiversos del Caribe; sin embargo, no hay todavía respuesta de las autoridades. Nos sentimos indefensos”.
Fuentes:
UNEP-WCMC, UNEP, and IUCN. “World Database on Protected Areas.” Accessed on 23 April 2015. www.protectedplanet.net.
Hansen, M. C., P. V. Potapov, R. Moore, M. Hancher, S. A. Turubanova, A. Tyukavina, D. Thau, S. V. Stehman, S. J. Goetz, T. R. Loveland, A. Kommareddy, A. Egorov, L. Chini, C. O. Justice, and J. R. G. Townshend. 2013. Hansen/UMD/Google/USGS/NASA Tree Cover Loss and Gain Area.” University of Maryland, Google, USGS, and NASA. Accessed through Global Forest Watch on 23 April 2015. www.globalforestwatch.org