- El cambio climático está empujando los ecosistemas de la región, lo que pone en competencia a especies que antes tenían sus propios territorios.
- Gobiernos locales en Bolivia están contemplando declarar las zonas donde habita el oso andino como áreas municipales protegidas.
- El objetivo de la investigación es generar información científica de la mejor calidad para ayudar a resolver los conflictos que tienen las comunidades con el oso andino (Tremarctos ornatus) y los grandes carnívoros en general.
Su ancestro, el oso de hocico corto de Florida (Tremarctos floridanus) que emigró desde la península de Florida hace millones de años, era estrictamente carnívoro, pero una vez que llegó a Sudamérica empezó una adaptación en su dieta para incluir vegetales y frutos de los bosques secos interandinos.
Así, el oso andino (Tremarctos ornatus), que las comunidades llaman “de anteojos” por el pelaje blanco alrededor de sus ojos que contrasta con su piel oscura, evolucionó y sobrevivió. Se convirtió en una especie omnívora, pero especializada para comer materia vegetal dura y fibrosa como el bambú, que ningún otro animal de la región come.
Ximena Velez-Liendo, doctora en Biología y especialista en osos andinos, explicó a Mongabay Latam los detalles del primer estudio poblacional de esta especie en el departamento de Tarija, en la provincia de Méndez. “Es la primera zona en Bolivia en que vamos a hacer un estudio poblacional con toda la rigurosidad científica, no vamos a estimar basados en datos secundarios, estamos colocando cámaras trampa, utilizando tecnología de ADN, vamos a recolectar pelo y excretas de los osos para hacer esta estimación de la población”.
Esta especie está catalogada como Vulnerable en la Lista Roja de la UICN. Aunque hay un consenso en que su población está decreciendo, los científicos tienen mucha cautela en determinar un número exacto de animales vivos en la región.
La distribución del oso andino atraviesa Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. “En estos sitios donde trabajamos están las poblaciones más pequeñas, las densidades más bajas y los números que vamos a generar a partir del siguiente año van a ser los primeros con los que podamos decir con seguridad que esta zona tiene tantos osos”, indicó Velez-Liendo, quien contempla replicar esta metodología para hacer un censo en toda la región de los bosques tropicales de Bolivia.
Los efectos del cambio climático
El equipo liderado por Velez-Liendo determinó iniciar el censo poblacional de los osos andinos en los bosques interandinos bolivianos “porque son los menos estudiados en todo su rango, no únicamente en Bolivia, sino en la región, bosques que han sido muy utilizados no solo por las personas actualmente, sino por nuestros ancestros debido a la buena calidad del suelo, pero ahora están considerados dentro de los tres ecosistemas más frágiles a causa del cambio climático”.
El aumento de las temperaturas está desplazando a todos, plantas y animales por igual. Los patrones del cambio climático están empujando la región amazónica hacia el bosque tropical andino, lo que está generando un aislamiento de los bosques secos interandinos. “Si imaginamos un perfil de elevación, lo que está sucediendo es que los jaguares están subiendo, pero los osos no pueden subir más porque arriba están los pumas, entonces tienes un conflicto entre estas tres grandes especies, y en medio de eso tienes a las personas con su ganado”, señaló Velez-Liendo durante su ponencia en el Congreso Mundial de Conservación de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés).
“En Latinoamérica la interacción de las áreas naturales protegidas con las comunidades indígenas es muy importante, y más aún en Bolivia donde las poblaciones locales viven dentro o están en las zonas de amortiguamiento de estas áreas”, apuntó Alfonso Blanco de PROMETA, una ONG dedicada a la conservación de la naturaleza con más de 25 años de trabajo en Bolivia, que participa en el estudio.
Velez-Liendo recordó que las comunidades indígenas le advertían desde hace tiempo que algo estaba pasando en el clima, que los bosques tenían un comportamiento extraño y ya no estaban dando muchos frutos, lo que hacía que los animales que dependen de estos no estuvieran encontrando suficiente comida y salieran a buscarla.
Lo que los habitantes sufrían, la metodología científica lo confirmó. “Es una mezcla entre conocimiento local y lo que nosotros estamos viendo con los datos de cambio climático”, reconoció la bióloga.
Un recurso natural indispensable para la sobrevivencia de los osos andinos son los frutos del bosque, especialmente para que las crías de las hembras puedan subsistir en los meses de febrero, marzo y abril, que es el breve periodo de fructificación en estas latitudes. “Con los cambios de los patrones climáticos muchos de estos bosques están estresados: o están produciendo frutos todo el año o ningún fruto para nada, y esto puede llevar a que el éxito reproductivo de estos animales baje”, lamentó la investigadora.
El conflicto con los humanos
De acuerdo con la académica, el conflicto entre jaguares, osos andinos, pumas y las comunidades humanas es un elemento clave en la investigación, que evaluará desde cero tres variables específicas: las actitudes, percepciones y tolerancia hacia los osos andinos y los grandes carnívoros en general.
“Inicialmente queremos ver cómo el oso está afectando a la gente, pero lo que hasta ahora estamos viendo es que el carnívoro en más conflicto es el puma, cuando mata al ganado la gente se enoja. Y no solamente con el puma, sino con todos los animales grandes como los osos, los jaguares, zorros y otros gatos de tamaño mediano”, puntualizó Velez-Liendo quien ha trabajado con comunidades indígenas de Bolivia y se ha enfocado en el estudio de oso andino desde 1999.
Sin comida en los bosques, los osos andinos o los pumas se acercan a las comunidades para atacar al ganado, lo que provoca la caza. “Para poder saber si la caza de estos animales como una forma de represalia por la pérdida de su ganado es sostenible, tenemos primero que saber cuántos osos hay, porque lo que la gente nos dice es que matan uno o dos osos cada año, pero si hablamos de 15 comunidades diferentes, queremos ver si ese número de osos muertos afecta a la población de manera negativa”, detalló Velez-Liendo.
En Bolivia no existe ningún esquema de compensación por pérdida de ganado ni manejo de conflictos cuando uno de estos grandes carnívoros ataca o se come una cabra u otro animal de algún campesino. “El gobierno municipal quiere declarar estas zonas como áreas protegidas municipales, más ahora que está el oso andino, una especie emblemática”, señaló a Mongabay Latam Alfonso Blanco, fundador y coordinador de proyectos especiales de PROMETA.
“La medida de conservación más eficaz para los osos andinos en Bolivia es el sistema nacional de áreas protegidas. Aunque la caza de osos andinos es poco frecuente, por lo general se relaciona con los conflictos entre los seres humanos y la vida silvestre, ya sea por una afectación a su ganado o a sus cultivos de maíz”, indicó a Mongabay Latam Rob Wallace, Director del Programa Gran Paisaje, de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS por sus siglas en inglés).
“Vamos a aplicar ciertas formas de mitigación con las comunidades, una de ellas es la construcción de vallas eléctricas porque casi todas las comunidades tienen acceso a paneles solares, vamos a ver si el uso de estas técnicas mejora la actitud de la gente hacia los carnívoros. Involucrar a las personas de la comunidad desde el principio hace exitoso el proyecto”, comentó Velez-Liendo.
“La mayoría del financiamiento se va a la parte amazónica, se va a la parte más verde, pero muy poco se ha enfocado en estas pequeñas zonas que son muy importantes para la gente”, lamentó Velez-Liendo.
Esta investigación cuenta con el financiamiento del Zoológico de Chester, Inglaterra. El equipo lo conforman científicos bolivianos, estudiantes de doctorado, integrantes de PROMETA, un equipo de última tecnología y el apoyo de la unidad WildCRU, expertos mundiales en grandes carnívoros de la Universidad de Oxford.