- ¿Cómo cambió la vida de los habitantes de una población ubicada aguas abajo de la represa Coca Codo Sinclair?
- ¿Qué otros efectos podría estar provocando en el ecosistema la operación de la obra hidráulica?
Hace más de un año, el río Tigre dejó de ser la fuente principal de alimento para los 120 habitantes de la comunidad Playas del Río Tigre, situada en la cordillera de Lumbaqui, un caserío dentro del cantón Gonzalo Pizarro, en Sucumbíos, en el Oriente de Ecuador.
Era la 1 de la tarde del 28 de abril pasado y Carlos Andi, descendiente del pueblo Kichwa, tomaba con sus manos un poco de agua de las orillas del río, y con expresión de añoranza recordaba que por más de medio siglo la abundancia de peces fue vital para abastecer de comida a las comunidades de la zona.
“Antes este río era bien bravo. Pescados había bastante, guañas (especie de pez), cacería, todo había”, aseguró Andi, de 54 años.
Para llegar a Playas del Río Tigre hay que tomar una ranchera (un camión rústico) que avanza hasta la comunidad Dashino o como se la encuentra descrita en los mapas, Dashiño. El resto del trayecto se completa a pie, por una camino de tierra y piedras que atraviesa varias montañas. Este periplo lo hacen a diario miembros de la comunidad, sobre todo los adolescentes que estudian en la localidad Amazonas, que está junto a la carretera que conecta a Napo y Sucumbíos, punto fronterizo con Colombia.
La dificultad para entrar y salir de esta zona de bosque forjó una dependencia en la población por los alimentos que se encuentran en la naturaleza, en su entorno. La pesca, hasta hace unos meses, se complementaba con el cultivo de plátano, yuca y con la eventual caza. En Playas del Río Tigre casi todos tienen nexos familiares, allí predomina el apellido Andi.
Kléber, el hijo de Carlos, indicó que para llegar a la zona tradicional de pesca deben caminar aproximadamente una hora. Contó que desde hace poco más de un año percibieron la escasez de peces y que por eso se redujeron las incursiones para capturar estas especies acuáticas.
“Ya no hay casi nada. Había el bocachico, guaña, sábalo, bagre, rayado, ahora vaya a ver, ya no hay nada. Se redujo el pescado (…). Ese pescado era para el consumo de la comunidad”, dijo Kléber, con tono de indignación.
La familia Andi culpa de esta situación a Coca Codo Sinclair (CCS), la hidroeléctrica más grande del Ecuador que entró en operaciones de forma oficial a finales del 2016, en Napo, situada a unos 10 kilómetros de esta comunidad. El proyecto entró en etapa de pruebas a finales de 2015.
Esta obra hidráulica, que costó aproximadamente 2300 millones de dólares y que fue construida por la empresa estatal china Sinohydro, está compuesta por un área de captación de agua, un túnel (de 24 kilómetros de longitud) que atraviesa una montaña por donde circula el líquido de los ríos Quijos y Salado, un embalse compensador y una casa de máquinas con ocho turbinas. El funcionamiento de la central podría estar provocando un desequilibrio físico y químico en el río Coca y sus afluentes, que se ramifican por las zonas de bosque. Uno de los afluentes que recibe precisamente las aguas del Coca es el río Tigre.
Influencia de una hidroeléctrica en el ecosistema
Jorge Celi, PhD, ecólogo acuático y docente investigador de la Universidad Regional Amazónica IKIAM, ubicada en Tena, provincia de Napo, le explicó a Mongabay Latam, sin particularizar sus declaraciones sobre Coca Codo Sinclair, que cuando una hidroeléctrica utiliza un embalse puede generar cambios en la ictiofauna (conjunto de los peces de una zona), tanto aguas arriba como abajo de la represa.
“Cada día, por ejemplo, el agua de la represa se junta en un embalse y luego se la suelta en la noche, cuando hay los picos de electricidad que se necesitan para cubrir la demanda de la gente. Ahí es cuando el agua sale del embalse de golpe, montón de agua, que de lo contrario saldría durante todo el día. Estos cambios hidrológicos pueden afectar de alguna manera a la química del agua y a la ecología de las especies que dependen de los ríos, a los peces por ejemplo”, sostuvo el biólogo.
Los pobladores de Playas del Río Tigre están preocupados por su futuro. “No hay dónde coger (peces). Estamos sufriendo nosotros aquí. ¡Que ayude el Señor Presidente de la República!”, dijo Carlos Andi. En una de las orillas del río, Carlos cuenta que los pocos peces que quedan son pequeños. La falta de nutrientes por la retención de sedimentos en los embalses de las hidroeléctricas podría influir en el desarrollo biológico de las especies, detalló el investigador de IKIAM.
“Las represas son barreras. Es como poner una pared en el río, básicamente, con unas compuertas para que pase el agua y un poco de sedimento, pero en general, sí retienen muchos sedimentos. Y como usted sabe los sedimentos vienen con nutrientes, por ejemplo, fósforo, nitrógeno y otras sustancias que hay en la tierra (…) eso tiene sus efectos en la biota. Los nutrientes son fundamentales para el crecimiento de la biota”, explicó Celi.
Eran las 2 de la tarde del jueves 28 de abril y una parte de los habitantes de Playas del Río Tigre se congregó en la casa comunal del caserío para contar cómo ha cambiado su forma de vivir por estos factores. Sofía Andi tenía en sus brazos a una de sus hijas. Con un movimiento de cabeza afirmaba, a la distancia, lo que narraban sus parientes. Cuando accedió a hablar con Mongabay Latam contó que la disminución de la población de peces ha sido drástica. Esta carencia, dijo, se ha convertido en un problema diario que tienen que sortear las madres de la comunidad.
“A veces, cuando vendemos café, poquito cosechando, mandamos a comprar afuera carne y pollo (…). Cuando antes teníamos gratis el pescado. Eso era nuestro alimento”, relató la mujer, quien es parte de la comitiva de la Corporación Playas del Río Tigre, figura jurídica con la que se constituyó formalmente a esta comunidad hace 17 años.
La reducción de peces y otro tipo de animales en el río también podría estar vinculada con los cambios del nivel del agua cuando se cierran o se abren las compuertas de la hidroeléctrica CCS. Los habitantes de la comunidad, visitada por Mongabay Latam, aseguraron que a raíz de la operación de esta hidroeléctrica el nivel del agua también disminuyó en unos dos metros.
Problema de sedimentos en área de Coca Codo Sinclair
En el 2015, investigadores de la Escuela Politécnica Nacional (EPN) iniciaron un estudio sobre el transporte de los sedimentos en la zona de influencia de la hidroeléctrica. Este trabajo se realiza como parte de un convenio con Coca Codo Sinclair.
La doctora Isabel Bernal, docente de la Facultad de Ingeniería en Geología y Petróleos de la EPN, quien además participa de esta investigación, indicó que no cree que haya cambiado el caudal del río Coca y los afluentes que se alimentan de su agua por efectos de la acción de la hidroeléctrica, sino más bien por “temas climáticos”, porque, explicó, el agua se devuelve completamente a su curso luego que pasa por las turbinas de CCS. No obstante, la especialista sostuvo que “todo proyecto hidroeléctrico tiene un impacto en el transporte del caudal sólido y líquido en el río”. El impacto se percibe, mencionó, en la alteración del equilibrio dinámico del río y por tanto en los servicios ecosistémicos del afluente. Entre estos servicios que ofrecen los afluentes, por ejemplo, está el de proporcionar alimentos y agua a comunidades. El impacto que ya se percibe en la zona de influencia de la hidroeléctrica es el de “una sedimentación importante”. Este es uno de los resultados del estudio, informó Bernal, de forma general. Añadió que debería de realizarse un estudio sobre los cambios en los servicios ecosistémicos.
“Para que un río esté en equilibrio tiene que pasar una cantidad de agua y una cantidad de sólidos. Entonces, el río tiene ese equilibrio para evacuar, desalojar esa agua y ese sedimento que le van entrando (…). Al no haber sedimentos, aguas abajo de la captación, eso va a tener implicaciones en los peces y toda la cadena trófica (cadena alimenticia). También el río va a desestabilizarse. Va a tender a buscar su equilibrio y va a erosionar”, refirió Bernal.
Sin dar mayores detalles, Bernal indicó que, según el análisis realizado, hay puntos críticos de sedimentación en áreas de la hidroeléctrica, como el área de captación de agua. En cambio, en la zona de restitución del líquido, se esperan niveles de erosión.
El efecto de estos dos fenómenos es el siguiente: cuando hay sedimentación se ensancha el espejo de agua del río y esto puede provocar inundaciones. Se ensancha porque hay más sedimentos en el lecho del afluente, no porque haya más agua, explicó Bernal. Y cuando hay erosión, el río profundiza su cauce y hay un menor espejo de agua. La fuerza del líquido puede provocar deslizamientos en las orillas.
El científico Jorge Celi señaló que los ríos registran cambios en el nivel de su caudal a lo largo del tiempo, por estaciones, no durante el día. Expuso que, de alguna manera, esas fluctuaciones repentinas de la corriente de agua, que se estarían produciendo en la noche —cuando se registran los picos más altos de generación de energía en la hidroeléctrica— podrían estar afectando a los lugares donde habitan los peces.
Estas fluctuaciones toman por sorpresa a las especies del río. Celi contó que junto a estos ríos hay zonas inundables, como lagunas y pantanos, que son ocupadas por los animales acuáticos para vivir o alimentarse. Cuando estas planicies inundables se secan, ilustró Celi, obliga a los peces, camarones y otro tipo de especies a retornar al cauce principal. Es allí, que estos individuos pueden quedar expuestos a la corriente galopante que arrastra todo a su paso cuando se liberan grandes cantidades de agua en CCS.
En la Amazonía del Ecuador hay cientos de clases de peces. De estos, unas 50 especies son migratorias, como el bagre gigante, que recorre el río Amazonas y sus afluentes. Este es otro aspecto biológico que se tiene que analizar para verificar si hay afectaciones por la operación de la hidroeléctrica.
Otras actividades que amenazan vida de ríos
Aguas arriba de estas instalaciones hidráulicas, el hombre realiza otras actividades que también podrían influir en las especies acuáticas, aclaró Celi. El científico comentó que la minería, agricultura o la pesca excesiva también pueden afectar la vida de los peces y otras especies.
“Sí podría decir que los peces están disminuyendo en cantidad por los impactos acumulativos de estas actividades. Porque no es que una sola actividad está ocurriendo a la vez”, detalló el biólogo.
Como referencia, en las zonas de influencia de los ríos Quijos y Salado, afluentes aguas arriba del Coca, hay presencia de minería. En toda la provincia de Napo hay unas 325 concesiones de aprovechamiento de diferentes minerales como arena, piedra de río, oro, plata y cobre, según la plataforma de catastro minero a la que se puede acceder a través de la página web de la Agencia de Regulación y Control Minero, del Ministerio de Minería. También hay minería ilegal.
En el informe del Plan de Ordenamiento y Desarrollo Territorial de Napo 2019, del Gobierno Provincial, se define que las principales fuentes de contaminación del agua en esta provincia son las aguas servidas y la minería y, en menor medida, la extracción de petróleo, agroquímicos e industrias. Esta conclusión se basa en un estudio realizado por el Ministerio del Ambiente en el 2014, sobre la contaminación hídrica en diversos ríos de Napo.
Por una aparente contaminación del agua, los habitantes de Playas del Río Tigre también dejaron de consumir el líquido del afluente. Sofía Andi contó que en varias ocasiones tuvo que llevar de urgencia a sus hijos al subcentro de salud en la vía principal a Lumbaqui.
Los Andi piden a las autoridades de Gobierno que envíen especialistas para que investiguen lo que está pasando con la vida del río.
El funcionamiento de la hidroeléctrica
El 11 de abril pasado, varios expertos en geología, hidrología y biología; entre ellos, Juan Carlos Pullupaxi, que asistió como representante de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec, entidad rectora de las hidroeléctricas), participaron como expositores en el taller Perspectivas y retos del manejo sostenible de sedimentos en represas: Estrategias de manejo de mitigación de impactos, que organizó la Escuela Politécnica Nacional (EPN), en Quito.
El funcionario confirmó en el evento que CCS aporta 1500 megavatios al sistema interconectado nacional, durante cuatro horas al día (de 18:00 a 22:00). Durante este período ingresa más agua a las tuberías de presión para aumentar la generación de energía. El resto del día, dijo el funcionario de Celec, la hidroeléctrica opera “a carga media”. Añadió, de manera general, que “la parte ambiental sí es importante”, que “todo esto se está tratando de solucionar”. Después de estas breves respuestas, Pullupaxi se retiró del salón. En el pasillo, antes de salir del edificio, Mongabay Latam abordó al funcionario, pero este solo respondió que no está autorizado para dar declaraciones.
La respuesta de CCS
Días atrás, Mongabay Latam logró establecer contacto con el jefe de Gestión Social y Ambiental de Coca Codo Sinclair, Felipe Moscoso, quien descartó que la operación de la hidroeléctrica sea la culpable de los problemas ambientales que se estén registrando en las cercanías de Playas del Río Tigre y otras comunidades.
El funcionario indicó que se ejecuta, de forma permanente, un programa de monitoreo en ocho puntos de la zona de influencia de CCS para analizar la calidad del agua y la vida del río Coca: desde el poblado Gonzalo Díaz de Pineda, antes del área de captación, hasta unos 600 metros aguas abajo de la zona de casa de máquinas.
“Hasta la presente no he recibido ninguna denuncia, ninguna queja al respecto de que la gente está con problemas en la piel, de que se ha reducido la población de peces, de que haya peces muertos en las orillas del río (…)”, dijo el técnico.
En las mediciones físicas y químicas que se realizan, a través de toma de muestras de agua, explicó Moscoso, se analizan más de 20 parámetros que exige el Ministerio del Ambiente. Entre estos parámetros se revisa el nivel del potencial de hidrógeno (ph) del líquido, para saber qué tan ácida está el agua. El funcionario destacó que en estudios recientes este indicador se situó en 7 puntos, cuando el rango permitido es de 5 y 9 unidades.
El responsable del área ambiental de CCS dijo que concuerda con el biólogo Jorge Celi sobre que los nutrientes viajan en los sedimentos, pero que “no existe una reducción muy alta de sedimentos” con la que pueda darse “un desequilibrio de nutrientes”.
Al jefe de Gestión Social y Ambiental de CCS le inquietó la denuncia de la comunidad kichwa Playas del Río Tigre. El funcionario le dijo a Mongabay Latam que tiene a la mitad de su gente en campo para ponerse al tanto de la situación y que la próxima semana visitará de forma personal este lugar para ver “realmente qué ha pasado y tratar de ver cuáles son las causas”.
Sin respuesta de otras instituciones
Hasta la fecha de la publicación de este reportaje no hubo respuesta a un cuestionario enviado a la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) y al Ministerio del Ambiente. En varias preguntas formuladas a estas instituciones se consultó sobre los controles que se ejecutan para monitorear la calidad del agua y el estado de las especies que habitan en el río, aguas abajo de la hidroeléctrica.
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