- Más del 80 % de los núcleos de deforestación coinciden con las áreas priorizadas por el Gobierno para el desarrollo económico posconflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), según José Ochoa, coordinador del Monitoreo de Biodiversidad en el Instituto Humboldt.
- De todas las especies amenazadas, 31 se encuentran en un estado de amenaza considerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Especies de flora y fauna de Colombia están peligro por la pérdida de bosque. Un reciente estudio, elaborado por el Instituto Humboldt, a través de su Programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad, identificó a las 503 especies de animales y 2194 de plantas que estarían presentes en las zonas establecidas como núcleos de deforestación. La información fue procesada usando los datos sobre deforestación generados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM).
Las núcleos de deforestación están ubicados en el departamento de Caquetá, entre los ríos Yarí y Caguán, con 141 especies de animales y 46 de plantas amenazadas; en la zona noroeste del departamento del Guaviare con 269 especies de plantas y 1 animal amenazados, en la zona central de este mismo departamento con 3 especies de animales y 150 de plantas en peligro, y en la zona nororiente también del Guaviare con 10 especies de animales y 76 de plantas amenazadas.
Otra zona amazónica afectada por la pérdida de bosque es el municipio de la Macarena, en la parte occidental del departamento de Meta, en esta zona se han identificado 89 especies de animales y 337 de plantas que podrían ser afectadas.
Además de la Amazonía, existen otras áreas boscosas de Colombia que presentan núcleos de deforestación, según el último reporte de IDEAM, y donde el Instituto Humboldt ha identificado algunas especies que podrían estar en peligro. La región de Catatumbo, al norte del departamento de Santander, alberga 7 especies de animales y 154 de plantas que podrían estar amenazadas; la zona sur del departamento de Córdoba (Paramillo-Urabá) 38 especies de animales y 168 de plantas; y por último, en la costa Pacífico al sur del departamento del Chocó existen 214 especies de animales y 994 de plantas que podrían estar en peligro.
En total, según información actualizada a julio del 2017, el IDEAM registró 178 597 ha de bosques deforestados en Colombia hasta fines de 2016. “La tasa de deforestación se ha incrementado porque es 44 % más alta que el valor registrado en 2015, cuando la deforestación fue de 124 035 ha”, dijo Edersson Cabrera, Coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Ideam.
Mongabay Latam también conversó con el coordinador del programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, José Manuel Ochoa Quintero, quien destacó que de las 2697 especies de fauna y flora que están en peligro al estar presentes en los núcleos de deforestación, 31 se encuentran en un estado de amenaza considerable: 5 en la categoría de Peligro Crítico (CR), 6 En Peligro (EN) y 20 en estado Vulnerable (VU). Incluso, existen especies endémicas en amenaza, 16 especies en el departamento de Meta y 81 en el Chocó.
Especies más amenazadas e importantes
Entre las especies animales representativas que podrían extinguirse debido al avance de la deforestación en los bosques colombianos, de acuerdo a José Ochoa del Instituto Humboldt, está el paujil de pico azul (Crax alberti). “Está categorizada como En peligro crítico según la UICN, además que es endémica. Es fuente de alimento para las comunidades locales, además que tiene un valor cultural porque históricamente siempre convive en armonía con las poblaciones, sin embargo, su hábitat está en destrucción”, dijo Ochoa Quintero a Mongabay Latam.
De acuerdo al especialista, el 80 % de los bosques ocupados por el paujil de pico azul han sido deforestados. “El otro 20 % restante es el que viene siendo deforestado por los núcleos presentados por el Ideam, especialmente al sur del departamento de Córdoba”, agregó. Entre otras aves importantes afectadas están el águila harpía (Harpia harpyja), el águila harpía crestada (Morphnus guianensis), y la guacamaya verde (Ara ambiguus).
Otra especie animal emblemática de Colombia que está en peligro es el tití de Caquetá (Callicebus caquetensis), que también está En peligro crítico, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). De acuerdo a Ochoa Quintero hay que insistir en la recuperación de esta especie porque recién ha sido registrada hace una década. “Solo hace 10 años se sabe oficialmente que habita en Colombia, pero no sabemos en realidad su nivel de expansión en todo el país ni su conducta ni su relación con otras especies”, explicó Ochoa.
Entre otros mamíferos cuyos hábitats están afectados por el aumento de la deforestación registrada desde el sur del departamento de Córdoba hasta la selva del Pacífico es la danta o tapir (Tapirus bairdii) y el tití cabeciblanco (Saguinus oedipus), este último también impactado por el tráfico ilegal.
Por el lado de los anfibios amenazados tenemos a las ranas arborícola (Boana nympha) y la venenosa (Ameerega hahneli), ubicadas en la Amazonía occidental. También a la rana marsupial (Hemiphractus fasciatus) y rana de cristal (Nymphargus chami) al sur del departamento de Córdoba, en las estribaciones del Parque Nacional Natural Paramillo.
Respecto a las plantas que podrían peligrar por el avance de la deforestación en Colombia están el abarco (Cariniana pyriformis), el almendro (Dipteryx oleífera), los laureles almanegra (Magnolia spp.), el comino (Aniba perutilis) y los cedros (Cedrela spp.).
¿Por qué se incrementa la deforestación?
Existen varias razones que explican por qué se ha incrementado la tasa de deforestación en Colombia. La tasa más actualizada que es la de 2016 con 178 597 ha, es la más alta desde el 2011, según Ideam.
Entre las principales causas están el aumento progresivo, de acuerdo a Edersson Cabrera del Ideam, de la praderización, es decir, los pastos administrados por poblaciones humanas, de los cultivos ilícitos de coca, la expansión de infraestructura de transporte como carreteras, los incendios forestales, la extracción ilícita de minerales como el oro y la ganadería extensiva.
A estas razones oficiales, Ochoa Quintero del Instituto Humboldt agrega la creciente entrega de concesiones mineras y petroleras del Gobierno colombiano, así como la llegada de grandes poblaciones al bosque. Ambos procesos tienen una razón en especial: el escenario de posconflicto con las guerrillas de las FARC. “Más del 80 % de los núcleos de deforestación registrados por el Ideam coinciden con las zonas en donde el Gobierno colombiano incide en proyectos de desarrollo”, enfatiza el experto.
La liberación de los bosques, antes ocupados por las milicias de las FARC, aparte de abrir espacio a proyectos energéticos y extractivistas promovidos por el Estado colombiano, explicó Ochoa Quintero, abrió una caja de pandora porque cientos de personas invaden incluso áreas protegidas con el fin de extraer madera u oro de forma ilícita. “A estas alturas del posconflicto es más rentable extraer y comercializar oro o madera ilegal que la cocaína”, manifestó el experto del Instituto Humboldt.
Hay dos grandes caminos para solucionar la creciente deforestación en Colombia, y así, preservar el hogar de las especies animales y plantas vulnerables, según Ochoa Quintero: el primero es controlar desde el Estado los frentes de deforestación, por supuesto, con el incremento de fondos para la fiscalización ambiental, además de aumentar el número de guardaparques en áreas protegidas. La segunda vía de solución es la promoción de alternativas económicas sostenibles para que la población tenga un sustento para vivir.
Otro punto, indicó Ochoa, es que la población debe conocer la riqueza natural del país. “Es un deber de todo colombiano sentirse orgulloso de lo que tenemos. En realidad, la liberación de espacios de las guerrillas ha permitido también a los científicos ingresar a investigar. Ahora todo el país debe conocer ese potencial”, concluyó.
Foto de portada: Sobrevuelos PNN-IDEAM-CDA-Corpoamazonia, 2016.