- La temporada de huracanes del Atlántico de 2017 fue un récord: hubo tormentas de categorías 3 a 5 que causaron grandes destrucciones en zonas del Caribe, EE. UU. y México. Si bien el daño al entorno construido es bastante fácil de evaluar, el daño a las áreas y a las especies conservadas es más difícil de determinar.
- Las imágenes satelitales muestran el gran daño causado en el Bosque Nacional El Yunque en Puerto Rico, el único bosque tropical de los Estados Unidos, y a especies ya sometidas a condiciones extremas y en peligro de extinción que tienen poblaciones pequeñas.
El 20 de septiembre, los vientos de 240 kilómetros (150 millas) por hora del Huracán María azotaron Puerto Rico: la peor tormenta que azotó la isla en los últimos tiempos. María destruyó decenas de miles de casas, y, más de dos meses después, los cortes de luz todavía afectan a una buena parte de la isla y continúan aumentando las muertes como consecuencia del huracán debido a la falta de acceso a la asistencia sanitaria.
Un análisis satelital reciente muestra cómo María cambió por completo el paisaje natural de la isla. El Bosque Nacional El Yunque, el único bosque tropical nacional de Estados Unidos, sufrió tantos cambios que es difícil reconocerlo: se perdieron hojas, había ramas rotas y árboles derribados. La transformación de un verde brillante a un marrón árido es fácil de ver en imágenes tomadas a distancia que muestran las 11 500 hectáreas (28 400 acres) de la reserva, así como en los primeros planos de alta resolución de zonas más pequeñas en donde es posible ver las delgadas líneas de árboles caídos.
“El daño a la cubierta forestal es significativo y ya no luce como un bosque tropical”, afirmó Michelle Eversen, de los Servicios Ecológicos del Caribe del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de los Estados Unidos.
A medida que se agrava el cambio climático, y aumenta la posibilidad de más fenómenos climáticos extremos, es probable que aumente el daño a los ecosistemas tropicales de tormentas récord como las que se vieron el año pasado.
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Daño y recuperación del bosque
El Yunque es una de las áreas protegidas más diversas de los Estados Unidos, es el hábitat de cientos de especies de pájaros, animales y plantas, incluidos algunos que no se encuentran en ningún otro lugar. Por ejemplo, varias especies de la rana coquí (del género Eluetherodactylus), la boa puertoriqueña (Epicrates inornatus) y la orquídea epífita diminuta de las montañas de Luquillo (Lepanthes eltoroensis) son endémicas del parque y la isla.
¿Qué les sucede a estas especies cuando su hábitat cambia de la noche a la mañana?
A algunas, nada. “Es importante recordar que los huracanes son una parte natural del ciclo aquí”, explicó Tana Wood, ecologista investigadora del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical del Servicio Forestal Federal de Estados Unidos (IITF). Esto significa que las especies se han adaptado a responder de manera rápida a los fenómenos cimáticos serios.
“Todas las especies [de plantas] crecen bien después del huracán, incluso aquellas cuyos individuos fueron decapitados”, explicó el director del IITF, Ariel Lugo. “El rebrote es un mecanismo para recuperarte y mantener tu lugar en el bosque. La germinación con semillas es otro mecanismo que favorece a las especies nuevas que crecen en áreas abiertas. Estas especies crecen a tasas increíbles”.
“Estoy completamente fascinada por cómo se está recuperando el bosque”, continuó Wood. “Me adentré manejando al bosque un par de días después del huracán María, estaba completamente deshojado y tenía un poco de daño estructural (por ejemplo, árboles y ramas caídos, árboles cortados por la mitad y dados vuelta, etc.). Parecía que había llegado el invierno a El Yunque”.
“Sin embargo, dos semanas luego de la tormenta, empezaron a crecer hojas en los árboles, primero en las zonas bajas y luego lentamente en la montaña. ¡Fue fascinante mirarlo!”
Wood dijo que dentro de un año el dosel arbóreo podría comenzar a cerrarse de nuevo, a medida que crecen nuevas ramas de los árboles. ¿Pero cuánto tiempo tardará el bosque en recuperarse por completo? “Consideramos que el bosque evoluciona continuamente y nunca vuelve a estados anteriores”, explicó Lugo, quien predice que el dosel arbóreo se cerrará en un período de cinco a diez años, y un “bosque sin las especies pioneras que se regeneraron luego del huracán” se verá en cincuenta años, siempre y cuando no haya más huracanes que azoten el área en ese período.
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Especies en peligro se vieron muy afectadas
Sin embargo, para los animales en riesgo de El Yunque que ya están al borde de la extinción, los huracanes como María son noticias muy malas y la posibilidad de recuperarse no es tan segura. En 1975, la población de la cotorra puertorriqueña (Amazona vittata), endémica de la zona, se había reducido a solo trece individuos; desde entonces los esfuerzos de conservación intensivos, incluido un programa de cría en cautiverio exitoso, han salvado a la especie de la extinción, aunque todavía está clasificada como En peligro crítico de extinción por la UICN. Antes de las tormentas de esta temporada, se encontró una bandada de alrededor de cincuenta pájaros silvestres en las copas de los árboles de El Yunque y una un poco más grande en otra zona boscosa, Río Abajo.
Desde que María azotó la zona, el equipo del Programa de Recuperación de la Cotorra Puertorriqueña ha tratado de determinar cuántas sobrevivieron. “La evidencia recolectada hasta ahora indica que una porción significativa de la población silvestre de El Yunque se perdió debido a la tormenta”, afirmó Eversen.
Solo se registraron 32 luego del huracán Irma, que azotó la zona solo tres semanas antes que María; desde el paso de María, se confirmó que dieciséis murieron.
El equipo continúa buscando cotorras sin registrar y haciendo un seguimiento a las registradas, añadió Eversen. Enfatizó que había mucha incertidumbre sobre cuántas aves se perdieron en total en El Yunque, pero “según la tasa actual de recuperación podría ser fácil un 50 por ciento” de la población silvestre. Sin embargo, como señaló Lugo, esto sucedió antes: “(El huracán de 1989) Hugo mató un máximo del 47 por ciento de la población de cotorras” y se recuperaron en las décadas siguientes.
La población en cautiverio, que alcanza alrededor de 200 cotorras, permaneció a salvo durante las tormentas. “El foco ahora está en reparar el aviario para que esté listo para la próxima estación de reproducción”, explicó Everson.
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Evaluando el daño natural en el Caribe
Puerto Rico es solo una isla y María es solo un huracán en una temporada anual de huracanes del Atlántico, la cual empieza el 1º de junio y termina el 30 de noviembre, que en 2017 tuvo seis huracanes de categoría 3 o más, los cuales causaron daño extensivo en zonas del Caribe y las costas del Golfo de México y los Estados Unidos. El 2017 probablemente estará entre las tres temporadas más destructivas registradas en la región; y un evaluación de daño preliminar estimó que solo en EE.UU. hubo daños por $207 mil millones debido a las tres tormentas más grandes y otros $25 mil millones en daños en territorio no estadounidense. El daño al ambiente natural aún no se ha calculado por completo.
La cotorra puertorriqueña epitomiza las especies más vulnerable al daño del huracán, explicó Lisa Sorenson, directora ejecutiva de BirdsCaribbean, una ONG que se dedica a la conservación de aves regionales. “Las especies cuya conservación preocupa más son endémicas de una sola isla o de una región y sus poblaciones son pequeñas, a las cuales puede aniquilar un solo huracán”.
Un grupo de especies de aves encontradas en trece islas del Caribe concuerda con esta descripción, afirmó Sorenson. Eso incluye a la cotorra imperial (Amazona imperialis) En peligro, endémica de Dominica, también conocida como sisserou en inglés, es el ave nacional del país y ha sido vista solo tres veces desde que María azotó directamente la zona con vientos sostenidos de 250 km (160 millas) por hora y causó un daño “sorprendente” a la nación isleña.
También es posible que se hayan visto muy afectadas por las tormentas el zorzal antillano (Turdus lherminieri) que se encuentra Amenazada y habita en Dominica, Monsterrat, Santa Lucía y Guadalupe; la mariquita de Puerto Rico (Agelaius xanthomus) que está en Peligro; y el guabairo de Puerto Rico (Antrostomus noctitherus) en Peligro, el cual se limita al territorio de la isla.
“Migrantes amenazados de la región como la reinita de Kirtland (Setophaga kirtlandii) y el frailecillo silbador (Charadrius melodus) también son vulnerables”, explicó Sorenson, junto con aves zancudas como el flamenco del Caribe (Phoenicopterus ruber); “que es un animal tan raro, está bastante indefenso en una tormenta”. Miles de flamencos se encontraron muertos en los cabos del norte de Cuba luego del impacto de Irma.
“El mayor desafío [para las aves] está en las semanas posteriores al huracán cuando el alimento es escaso y tienen poca protección [de los depredadores]”, explicó Sorenson. Para ayudar con esto, BirdsCaribbean lleva a cabo una microfinanciación colectiva para las actividades de respuesta a huracanes para hábitats y la flora y fauna afectados. La recuperación a largo plazo también es un desafío “porque [las especies de aves] ya están en una situación complicada por otras amenazas, incluida la pérdida de su hábitat debido al desarrollo, la contaminación, la depredación de especies invasivas, y la caza y la captura para su venta como mascotas”.
Además de las aves, Lugo considera que la vida anfibia y marina es igual de vulnerable debido al daño causado por huracanes en zonas del Caribe. “Las ranas causan preocupación porque ya enfrentan condiciones adversas, y la sequía o las altas temperaturas asociadas con doseles abiertos de bosques tropicales son una amenaza para su supervivencia. Las evaluaciones de cómo les fue a las ranas [en esta temporada de huracanes] están en progreso”, afirmó. “Los arrecifes de coral también sufren debido a los sedimentos [que aumentan] en las aguas así como la disminución de salinidades además de los efectos mecánicos de las olas”.
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Ecosistemas resilientes
Ha habido noticias más positivas también, relacionadas con especies vulnerables que aparentemente soportaron las tormentas a pesar de las probabilidades. En Barbuda, en donde el 95 por ciento de los hogares fueron destrozados por Irma, y toda la población humana fue evacuada, la diminuta reinita de Barbuda (Setophaga subita) de solo 10 gramos, que se limita a la isla, ha resistido. “Estábamos muy preocupados y al principio solo se encontraron unos cuantos pájaros, pero un estudio más intensivo a mediados de octubre mostró que una buena parte sobrevivió”, afirmó Sorenson.
En territorio estadounidense la temporada de huracanes obligó a cerrar algunas áreas protegidas a nivel nacional, pero la mayoría de las especies de estas áreas conservadas continuó viviendo sin efectos graves a largo plazo. El huracán Harvey trajo “inundaciones sin precedentes al sudeste de Texas”, relató Jason Ginder, guardabosques de Big Thicket National Preserve Pero la resiliencia del ecosistema natural de Big Thicket significa que “se ha recuperado rápidamente”, y Harvey “tuvo pocos efectos a largo plazo” en hábitats o especies.
En Florida, Irma causó “daño considerable a árboles y otra vegetación en el Parque Nacional Everglades”, y aumentó los niveles del agua, informó Alice Clarke, quien lidera el equipo de Comunicación Científica del Centro de Recursos Naturales del sur de Florida.
El momento en que ocurrió la tormenta fue el adecuado para muchas especies. “Irma ocurrió antes de la temporada de anidación de invierno para la mayoría de las aves, incluidas las aves zancudas, las águilas calvas y las águilas pescadoras”, afirmó Clarke. Los estudios posteriores han descubierto grandes bandadas de aves de costa en islas en las que anidan, y en donde los lugares de nidos se han perdido, Clarke anticipó que las aves zancudas continuarán encontrando lugares apropiados cerca.
Añadió que la repentina marea costera pudo haberse llevado algunos nidos de tortuga, pero como la temporada de anidación estaba terminando, y las tortugas ponen muchos huevos, “algunos de sus huevos puede haber sobrevivido hasta que nacieron las tortugas”.
Los mamíferos también han mostrado resiliencia: los delfines y los manatíes adultos y las crías no muestran ningún signo de efectos negativos, explicó Clarke. En los cayos de Florida, la pequeña población del ciervo de los cayos que está amenazado ¬ —una subespecie diminuta del ciervo de cola blanca, que solo mide 81 centímetros (32 pulgadas) y no se encuentra en ningún otro lugar— también resistió el paso de Irma relativamente sin consecuencias.
Por más resilientes que sean muchas especies y ecosistemas, necesitan tiempo para recuperarse del daño de los huracanes. Los científicos creen que el cambio climático contribuyó con la actividad y el daño de los huracanes durante la temporada de 2017: temperaturas oceánicas más elevadas incrementan la intesidad de los huracanes, lo que ayuda a que las grandes tormentas tengan vientos de mayor velocidad y absorban humedad. Las tormentas como Harvey también causan mayor daño cuando pasan por un área debido a los cambios en el jet stream, una corriente de viento que es otro patrón que es más frecuente ver a medida que el cambio climático evoluciona. Finalmente, conforme el mundo se calienta, la atmósera es capáz de contener más humedad —alrededor de un 7 por ciento más por cada grado celsio (1, 8 grados Fahrenheit) de calor— lo que ayuda a intensificar las precipitaciones individuales.
Si se tiene en cuenta que hay modelos climáticos que apuntan de manera clara a que habrá huracanes más intensos y precipitaciones extremas, a la naturaleza, y en especial a las especies en peligro que enfrentan condiciones adversas, les puede resultar mucho más difícil recuperarse en las décadas siguientes.
Referencias:
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