Las invasiones de los territorios indígenas en Rondonia no son algo nuevo. Los pueblos que permanecieron aislados hasta los años 70, los karipuna y los uru-eu-wau-wau, viven desde entonces en constante disputa para mantener protegida su tierra.

Ambas reservas siguen siendo cuestionadas, aunque ya han sido reconocidas y ratificadas por decretos presidenciales. A nivel local, los terratenientes disputan los límites de la tierra de los indígenas argumentando, en base a documentos antiguos (o falsos), que hay errores de demarcación. A un nivel más alto, alcaldes, diputados y hasta senadores defienden las propuestas de reducción de los territorios. En común, estos dos grupos se apoyan en el discurso de que existe “mucha tierra para los indígenas”.

Datos de organizaciones de la Iglesia Católica que desde los años 1980 hacen seguimiento de los episodios de violencia en el campo, como asesinatos de líderes y amenazas a comunidades, revelan el recrudecimiento de esta lucha.

De acuerdo con el Consejo Indigenista Misionario (CIMI), desde el 2016 se han registrado ocho episodios de invasión para robo de madera y apertura de nuevas áreas dentro del territorio indígena karipuna. En el caso de los uru-eu-wau-wau, existen cuatro hechos de ataques registrados desde 2012.

Otra fuente de información, la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), incluyó en su base de datos el registro de una amenaza hecha contra Adriano Karipuna, el hermano de André, antiguo cacique. Él recibió en 2017 llamadas anónimas con amenazas de muerte. En abril del siguiente año, durante la 17a sesión del Foro Permanente sobre Asuntos Indígenas en la sede de la ONU en Nueva York, denunció: “Nuestro pueblo fue reducido a cinco personas. Hoy somos 58 con la tierra homologada desde 1998. Sin embargo, los madereros, los mineros, los agricultores y los invasores actúan de forma incansable. El gobierno brasileño no protege el territorio”.

Las evidencias de esta hostilidad contra los indios también se traducen en deforestación. Un análisis hecho utilizando los datos del Programa de Seguimiento por Satélites del Instituto Nacional de las Investigaciones Espaciales (Prodes-INPE) indica crecientes derrumbes dentro y en el entorno de los territorios. El último análisis disponible (de agosto de 2017 a julio de 2018) revela que fue el período con mas alta deforestación dentro de las tierras karipuna y uru-eu-wau-wau en los últimos diez años —460 hectáreas y 690 hectáreas, respectivamente.

Una hectárea equivale aproximadamente a un campo de fútbol.

Si se amplia el análisis a un perímetro de 10 kilómetros alrededor de los territorios, la presión se vuelve más visible. Desde 2008 fueron cerca de 8400 hectáreas deforestadas en el entorno de la tierra indígena karipuna y 3060 hectáreas alrededor de la de uru-eu-wau-wau. En los últimos tres años ocurrieron las mayores extensiones de deforestación en la vía de 10 kilómetros alrededor de las dos tierras indígenas: en el 2016 fueron 1460 hectáreas; en las 2017, 1660 hectáreas; y en el 2018, 1430 hectáreas.



La apertura de carreteras para extracción de madera entre los años 2016 y 2018 en el territorio karipuna desde una perspectiva satelital. Imágenes: SENTINEL 2/ESA.

Uno de los ejemplos recientes de la constante disputa por las tierras indígenas es la presencia de las propiedades sobrepuestas en los límites o incluso dentro de las reservas. El Registro Ambiental Rural (CAR) es el instrumento de regularización creado por el gobierno brasileño después de la aprobación del nuevo Código Forestal en el 2012. La extensión de la propiedad, así como sus áreas de preservación permanente, son autodeclaradas.

Datos recolectados para el artículo muestran que existen 325 propiedades rurales declaradas dentro del territorio uru-eu-wau-wau. Además de lo anterior, 812 inmuebles rurales tienen intersección con ambos territorios indígenas.

Para combatir el avance de la deforestación, el Ibama (la agencia ambiental brasileña) aplica multas y abre procesos de embargo a las propiedades donde se infringió la ley ambiental. De 10 996 actuaciones ambientales registradas en el estado de Rondonia (actualizadas hasta el 15 de noviembre de 2018), 1073 están en un radio de 10 kilómetros de una de las reservas y 475 están en un radio de 3 kilómetros.

En el caso de los uru-eu-wau-wau llama la atención el hecho de que de las 21 áreas embargadas dentro de su territorio, más de la mitad de las sanciones (14) fueron aplicadas después de 2015. Una actuación de este período —auto de infracción 6944, de 16 de mayo de 2017— sirve como ejemplo del tipo de delito ambiental que es practicado por los invasores en las tierras indígenas.

La multa de R$ 414 000 reales (unos 100 000 dólares) detalla que se debe al acto de “dañar 68 342 hectáreas de bosques nativos objeto de especial preservación, no sujetos a autorización para explotación y supresión, en el área de la reserva indígena uru-eu-wau-wau, mediante la tala”.

Estos hechos aportan un patrón que se repite en la historia de Rondonia: el robo de madera y la deforestación ilegal funcionan como táctica de apropiación de tierras. Una vez deforestadas, las tierras se valorizan y, por consiguiente, son lotizadas y vendidas. A partir de eso se instalan mesas de negociación para la solución del caos de tierras y, con frecuencia, los invasores reciben el apoyo de los políticos locales y de sus representantes en Brasilia.

En una entrevista en la capital estatal de Puerto Viejo, la procuradora Gisele Bleggi del Ministerio Público Federal en Rondonia afirmó que existen evidencias de que grupos realizan la apropiación sistemática de tierras indígenas en el estado. Sin revelar nombres, dice que personas fueron identificadas actuando para tomar las tierras en varias áreas pertenecientes a los indígenas. Aún existen casos de grupos de invasores que comparten el mismo abogado. “Lo que podemos decir es que no se trata de personas humildes en busca de tierra”, reveló.

El episodio mas reciente de invasión en la tierra indígena uru-eu-wau-wau ocurrió el 12 de enero de 2019. En un video grabado por los habitantes de la aldea Línha 623, un grupo de hombres aparece en una trocha abierta dentro de los límites al este de la tierra indígena. Justo a la entrada del tramo de este bosque, existe una placa de metal del órgano responsable para el cuidado de los indígenas en Brasil, la Fundación Nacional del Indio (Funai). La placa, que indica el inicio de la tierra protegida, está llena de balas.

Juruna, uno de los líderes de la etnia, acompañado de solo tres personas más de la aldea, confronta a los invasores. “Aquí no puede, no nos vamos a dejar”, dice con arco y flecha en las manos. Su interlocutor en el video afirma que las personas que están allí “quieren tierra” y pregunta cuál sería la solución. Al escuchar que en la tierra indígena no podían entrar, el hombre delgado y de barba blanca lo amenaza: “Hoy estamos nosotros aquí, mañana serán más de 200 000. Ustedes pueden esperar”.

El líder uru-eu-wau-wau reconoce aquel que lideraba el grupo: es un vecino de por lo menos tres décadas, habitante de la misma Linha 623 (la carretera que corta el asentamiento). Fuentes mencionaron que, aunque las invasiones fuesen frecuentes en el pasado, la gran diferencia está en el hecho de que los vecinos de las tierras indígenas pasaron a apoyar la organización de invasiones.

En ese mismo enero, un episodio similar ocurrió en tierra indígena karipuna. El día 20 del mes, dos habitantes de la aldea Panorama viajaban para recibir un tratamiento de salud del Gobierno Federal cuando encontraron 20 personas dentro del territorio protegido, en un área conocida como Piquiá, que queda apenas a 8 kilómetros de la aldea. Los invasores habían ocupado un puesto de vigilancia de la Funai y se rehusaron a salir del territorio. Desde entonces los indígenas dejaron de usar la carretera que da acceso a la tierra karipuna.

Tantos los indígenas como sus defensores en las ONG y en los órganos públicos de protección de los indígenas identificaron el discurso inflamatorio del nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, como una creciente amenaza a los territorios. Durante la campaña electoral, una de sus promesas fue la interrupción de los procesos de demarcación de nuevas tierras indígenas, además de la revisión de las ya existentes. Victorioso, el gobernante viene anunciando medidas que debilitan más a la Funai, transfiriendo los poderes de demarcación de tierras indígenas, antes pertenecientes al Ministerio de Justicia, al Ministerio de Agricultura.

Lee el reportaje completo que forma parte del ESPECIAL Tierra de resistentes aquí.

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