- Los habitantes del municipio de Cajamarca, Tolima, en Colombia, le dijeron no a la que sería la segunda mina de oro a cielo abierto más grande del mundo. Hoy tienen miedo de que esa decisión no se respete.
- Los líderes que promovieron la consulta popular con la que se prohibió la minería a gran escala en el municipio siguen siendo amenazados. Algunos de sus compañeros han sido asesinados.
*Este reportaje es una alianza periodística entre El Colombiano de Medellín y Mongabay Latam.
A Jimmy se le ilumina la cara cuando recuerda a César. El que nació para convocar personas, el que se deleitaba como un niño adornando carros en los carnavales y cuyo rostro está plasmado en la agitada plaza de mercado del municipio de Cajamarca, en el departamento de Tolima. Su legado figura inscrito en letras de bronce en el parque principal, bajo la escultura de un campesino que blande un azadón —herramienta usada en agricultura— sobre una sábana de verduras y frutas.
Jimmy tiene una mirada nostálgica, pero una sonrisa presta para premiar inmediatamente cualquier ocurrencia que escucha. En su mano parece tener amarrados un cuaderno y su celular. Y mientras atiende en su negocio agrícola a la entrada del pueblo, señala con desdén una carpeta en la que hay evidencias de que su vida está en constante riesgo. Sin embargo, dice que no le sirve para nada más que recordar que el Estado nunca lo defenderá.
Jimmy Fernando Torres y Pedro César García fueron los primeros en alzar sus voces hace 12 años contra las pretensiones de la multinacional minera AngloGold Ashanti de extraer oro en la mina La Colosa, en Cajamarca, fundamental despensa agrícola colombiana. El “Loco”, como le decían a César, fue asesinado el 2 de noviembre de 2013 frente a sus hijos y esposa mientras caminaban por una trocha hacia su casa. Aunque su voz se apagó, su mensaje se diseminó entre la población local y trascendió fronteras hasta llegar a países lejanos de Europa para, finalmente, lograr un hito fundamental en el marco de la defensa del territorio: frenar el proyecto minero en La Colosa.
Fue un triunfo parcial, según Jimmy y los líderes ambientales de la región, pues hoy no solo sigue latente la posibilidad de que la multinacional reactive su proyecto extractivo, sino que el panorama se torna adverso para quienes se oponen a esta y otras intervenciones mineras en diversos municipios. Amenazas, asesinatos, indiferencia estatal y presiones desde varios frentes, configuran el diario vivir de los ambientalistas de esta región y del resto del país.