- Las dos nuevas especies habitan las faldas de uno de los volcanes más activos del mundo en la isla Isabela, por lo que los científicos proponen clasificarlas en peligro de extinción.
- Dos años duró la investigación que permitió publicar un libro que describe las 58 especies de reptiles que habitan el archipiélago.
Un grupo de científicos liderados por la organización para la preservación de reptiles y anfibios tropicales, Tropical Herping, la Universidad San Francisco de Quito y el Parque Nacional Galápagos anunciaron el descubrimiento de dos nuevas especies de geckos o salamanquesas alrededor de los volcanes de la isla Isabela en Galápagos.
Además, se confirmó la existencia de una tercera especie que, si bien había sido descubierta años atrás, no se había comprobado genéticamente que se tratara de una especie aparte. Por ello, los científicos han señalado que han descubierto dos especies de geckos y que a una tercera “la han resucitado”.
El estudio fue publicado en el libro Reptiles de Galápagos, la primera guía que compila información acerca de las 58 especies de reptiles que habitan el archipiélago.
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Dos especies inéditas para la ciencia
“Hacer investigación en Galápagos es bastante complicado por cuestiones logísticas. Las islas son muy remotas por lo que es caro hacer expediciones, pero también por cuestiones de permisos”, cuenta Lucas Bustamante, cofundador de Tropical Herping y coautor de la investigación que describe las dos especies de geckos descubiertas.
Cuando finalmente los investigadores obtuvieron los permisos de investigación, de fotografías y de acceso a recursos genéticos —que otorga el Parque Nacional Galápagos y el Ministerio de Ambiente— se lanzaron a recorrer durante dos años todas las islas del archipiélago recolectando información. Las muestras de piel obtenidas de las colas de algunos animales fueron analizadas luego en laboratorio para extraer el ADN. Así fue como los científicos descubrieron la existencia de dos especies inéditas para la ciencia que habitan en las faldas de los volcanes de la isla Isabela.
Las especies fueron bautizadas como gecko con punta de hoja Andy Sabin (Phyllodactylus andysabini), en reconocimiento al conservacionista Andy Sabin, y gecko Phyllodactylus simpsoni, honrando al doctor Nigel Simpson por su liderazgo visionario y de larga data en la conservación.
Los investigadores han propuesto que se les asigne la categoría de Casi Amenazado y Amenazado, según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “Los volcanes donde viven las nuevas especies de gecko son algunos de los más remotos y geológicamente activos del mundo”, señala Alejandro Arteaga, cofundador de Tropical Herping y autor principal del estudio. La posibilidad de que los volcanes erupcionen y acaben con las especies es la principal razón por la que ambos reptiles se encuentran en peligro siendo P. andysabini el más amenazado puesto que solo vive en las faldas del volcán Wolf mientras que P. simpsoni se distribuye en toda la isla Isabela. Además, Bustamante señala que las plagas de ratas y gatos introducidos que habitan el archipiélago son también una amenaza para estas especies.
José Vieira, coautor del estudio, señala que “uno de los aspectos más desconcertantes sobre la biología de los nuevos geckos es que las dos nuevas especies evolucionaron a partir del mismo ancestro común y en la misma isla”. Además, agrega que uno de ellos lo hizo a 1515 metros sobre el nivel del mar. “Ningún otro gecko de Galápagos se encuentra a mayor altitud”, asegura.
Las diferencias entre ambas especies son principalmente genéticas, sin embargo, también poseen algunas distinciones morfológicas. Según detalla la investigación, mientras P. andysabini tiene, en la punta del hocico, dos escamas que no están en contacto entre ellas, P. simpsoni tiene en el mismo lugar de su cuerpo dos escamas pegadas una a la otra. Además, mientras la primera tiene la garganta pigmentada de color marrón, la segunda es completamente blanca. “Si este estudio lo hubiéramos hecho 10 millones de años después a lo mejor tendrían diferencias morfológicas más grandes”, señala Bustamante. La razón se debe a que, “las Islas Galápagos tienen solamente un par de millones de años desde que emergieron del océano. Eso es un tiempo corto hablando en términos de evolución”, explica el experto. Es por ello que “las diferencias que se empiezan a acumular genéticamente son significativas, pero morfológicamente hablando no son lo son tanto”, agrega.
En cuanto a la tercera especie, aquella que ya había sido descubierta décadas atrás, su categoría fue elevada de subespecie a especie completa. Es el gecko de punta de hoja de Mares (Phyllodactylus maresi) y habita en las islas Marchena y Santiago. Debido a su mayor distribución, los científicos proponen clasificarla en estado de Preocupación Menor.
Según señala Bustamante, no es posible hacer un censo de cada una de las especies debido a su pequeño tamaño. “Viven bajo las rocas de lava y no se pueden levantar todas las rocas de todas las islas”, explica. Lo que sí se puede hacer, en cambio, es proponer estados de conservación según el rango de distribución de los animales y las amenazas existentes para que dichas clasificaciones sean evaluadas y posteriormente aceptadas o denegadas por la UICN.
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La importancia del libro de reptiles de Galápagos
“Galápagos es seguramente el archipiélago más estudiado en todo el mundo, pero nos sigue sorprendiendo con nuevos hallazgos cada día”, dice Jorge Carrión, director del Parque Nacional Galápagos y coautor del estudio.
A pesar de la gran cantidad de investigación científica que allí se desarrolla, no existía hasta ahora una guía que compilara el total de especies de reptiles con fotografías, indicando su categorías de amenaza y el detalle de su historia natural, es decir, dónde comen, dónde viven y cómo se reproducen. “Era un poco irónico porque el nombre Galápagos está dado por un reptil, las tortugas gigantes”, agrega Bustamante. Además, sostiene que “posiblemente los reptiles sean el grupo más importante de las islas”, debido a que todos ellos, a excepción de algunos geckos que han sido introducidos, son exclusivos de Galápagos.
Aunque la publicación de este descubrimiento fue en un libro, Bustamante asegura que el artículo “tiene absolutamente todos los requerimientos de las revistas científicas”, incluyendo los tres revisores académicos internacionales. La razón por la que los expertos decidieron utilizar un soporte diferente de publicación se debe a que “queríamos hacer el lanzamiento de las especies junto con el libro”, dice el Bustamante. De publicar en un revista, “en el mejor de los casos hubiésemos tardado entre seis y ocho meses”, añade.
Juan Manuel Guayasamín, coautor del estudio y profesor de la Universidad San Francisco de Quito, señaló que “el libro y las descripciones de las nuevas especies ejemplifican cómo la investigación y las instituciones gubernamentales pueden superar las restricciones burocráticas, logísticas y financieras cuando se trabaja por objetivos educativos y de conservación comunes”.
Este libro busca ser una nueva herramienta para la toma de decisiones por parte de las autoridades y también para los programas locales de educación que apuntan a enseñar a los habitantes de Galápagos acerca de la biodiversidad que los rodea y sobre cómo protegerla.
*Imagen principal: Nueva especie phyllodactylus andysabini. Foto: ©Tropical Herping
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