En un amplio espacio levantado junto a una laguna, un grupo de científicos investiga el ecosistema chaqueño que guarda el Parque Nacional El Impenetrable. Desde capibaras y jaguares hasta monos aulladores y pecaríes acompañan el trabajo de los investigadores.Armar un inventario completo de los animales y plantas del área protegida es una de las tareas a largo plazo. La buena noticia es que este trabajo podría traerles como recompensa el descubrir nuevas especies para la ciencia. Rogelio Soraire abre los ojos con la primera luz del amanecer. Nadie más acostumbrado que él a percibir el resplandor inicial del nuevo día. Nacido en el paraje Dorrego, a una veintena de kilómetros de la puerta de entrada al Parque Nacional El Impenetrable, conoce todos los secretos del Chaco argentino más profundo: los sonidos, los paisajes, las variantes climáticas, las plantas, los animales, los peligros. No tiene títulos universitarios, pero sin sus saberes es muy probable que el funcionamiento de la Estación de Campo El Teuco, perteneciente a la Fundación Rewilding Argentina (FRA), hubiese resultado menos exitoso. Levantarse al alba es un hábito adquirido para quienes habitan este amplio espacio a orillas de la laguna El Breal, en la intimidad del área protegida. Siete personas comparten el día a día de un sitio destinado al estudio exhaustivo de la prodigiosa naturaleza desplegada en estas 130 000 hectáreas del Gran Chaco argentino. Son cuatro biólogos, un técnico de campo y los dos encargados de la limpieza: un equipo que trabaja combinando la investigación y la aventura, la vocación y la capacidad de resistencia a la lejanía y a un entorno que puede resultar muy hostil. La Fundación Rewilding, que por entonces se denominaba Conservation Land Trust, fue una de las entidades que en 2012 aportó dinero para que la finca La Fidelidad —cuyo último dueño, Manuel Roseo, había sido asesinado un año antes— pasara a manos del Estado argentino para convertirse en parque nacional, y desde entonces está presente en el lugar. Pedro Núñez, coordinador general de la actual Estación de Campo, fue uno de los primeros en ingresar al predio en diciembre de aquel año: “Entramos para cuidar el área junto a la gente de Parques Nacionales y de la provincia del Chaco. Fueron seis meses de mucho trabajo que nos sirvieron para conocer realmente lo que había”.