La denominación se hizo sinónimo de la provincia del Chaco y, cuando la Administración de Parques Nacionales logró la propiedad de la vieja finca La Fidelidad para transformarla en área protegida, las autoridades locales decidieron darle un nombre reconocible. Es verdad que sus 130 000 hectáreas no se encuentran en lo que siempre se conoció como Impenetrable sino en una franja de territorio que discurre entre los ríos Teuco/Bermejo y Bermejito, un área a la que llaman interfluvio y en la que se conjugan características del Chaco semiárido y del Chaco húmedo.

Desde el mismo momento de su creación, la reserva se convirtió en centro de los debates. Mientras las obras de implementación avanzan a paso lento, el interés científico y los afanes conservacionistas se entremezclan con las expectativas turísticas y de desarrollo económico de la zona. El Impenetrable es ya la joya natural de la ecorregión y la sensación reinante es que el pulso entre los diversos intereses apenas acaba de comenzar. A este escenario hay que sumarle las amenazas por el avance de la frontera agrícola y ganadera, así como el continuo desmonte que sigue produciéndose en torno al Parque

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Un parque desarrollado todavía a medias

 

Un gigantesco palo borracho (Ceiba speciosa) sorprende en una curva del único camino disponible para el público en el Parque, un pequeño bosque de itines (Prozopis kentzei) ofrece su refugio de sombra, los algarrobos, los quebrachos blancos y colorados se suceden ante la vista. La vegetación se adueña de la escena, y salvo sobre la tierra y el polvo que se amontonan al costado del sendero parece no haber rincón sin un arbusto, un espinillo, un árbol.

 

 

Que La Fidelidad haya mantenido buena parte de sus riquezas naturales puede considerarse casi un milagro. En los años setenta, los hermanos Luis y Manuel Roseo le habían comprado el predio a la familia Born, dueña de una de las más grandes fortunas del país. Pero en 1984 falleció Luis, y Manuel nunca contó con el capital suficiente para poner en marcha un emprendimiento de grandes dimensiones. La finca, que durante décadas había sido utilizada para la explotación ganadera y forestal, tuvo de ese modo la oportunidad y el tiempo suficiente de ir recuperándose hasta alcanzar un estado cercano al original.

La inactividad, en todo caso, no fue completa. El ganado vacuno, la apicultura y algún intento de plantación agrícola ocuparon distintas parcelas de un predio que, en su día, alcanzó las 250 000 hectáreas, repartidas a ambos lados del río Bermejo, entre las provincias de Chaco y Formosa. Por otro lado, algunos vecinos y visitantes ocasionales aprovecharon durante mucho tiempo el descuido o el “dejar hacer” de Don Manuel para extraer madera o cazar de manera furtiva; otros, para introducir sus propias vacas en un lugar más controlado donde el riesgo de robo de ganado era menor. Por entonces, nadie podía suponer que un giro trágico e imprevisto jugaría un papel fundamental en el destino de la finca.

El futuro de La Fidelidad cambió bruscamente en la madrugada del 13 de enero de 2011. Tres hombres ingresaron esa noche a la casa en la que vivía el último de sus dueños, Manuel Roseo, en la localidad de Juan José Castelli, situada a un centenar de kilómetros de la finca, y luego de torturarlo, lo asesinaron. La causa había sido un fallido intento de estafa a través de una compra fraudulenta del gigantesco predio.

La muerte de Roseo dividió literalmente las aguas. Si bien las organizaciones ambientalistas enseguida presentaron iniciativas para convertir el lugar en área protegida, el mayor eco se produjo del lado chaqueño. La búsqueda de financiación para la adquisición del terreno, apoyada por el gobierno provincial, encontró en CLT un primer interlocutor válido. Más tarde, cuando la aparición de herederos que reclamaban más dinero por la cesión de sus derechos amenazaba con hacer fracasar los acuerdos, el aporte de la fundación del multimillonario suizo Hansjörg Wyss completó el presupuesto necesario para que la Administración de Parques Nacionales pudiera completar la compra de 130 000 hectáreas al sur del río.

parque nacional el impenetrable
Ingreso al Parque Nacional El Impenetrable. Foto: Rodolfo Chisleanschi.

Mientras recorremos La Fidelidad, aparece cada tanto una fila de postes a media altura que en algún tiempo sostuvieron la alambrada de la finca: “Los estamos quitando poco a poco, es un trabajo que llevará tiempo”, indica Gabriel Borsini, que está efectuando el tramo final de su carrera como guardaparques nacional en los montes del Parque Nacional El Impenetrable. Se nota a simple vista que el desarrollo e implementación del Parque todavía se encuentran a medias. Creado en octubre de 2014, solo pudo ser inaugurado tres años más tarde y abierto al público de manera parcial a principios de 2018.

“Estamos trabajando en paralelo en el armado de la estructura básica de control y vigilancia y en la adecuación de las áreas de uso público”, dice Leonardo Juber, intendente del parque nacional.  En la actualidad existe un solo punto de entrada, faltan infraestructuras básicas, como viviendas para que los guardaparques puedan vivir de manera permanente en el lugar o puestos de vigilancia sobre la costa del Bermejo. Tampoco hay ningún tipo de servicio disponible para aquellas personas deseosas de conocer un sitio que los naturalistas de la zona ya veían como ideal para transformarlo en reserva allá por los años ochenta. Los paseos que pueden realizarse por el momento, a pie y en coche, no toman más de dos horas y su apertura total depende del clima, ya que la seguridad obliga a recortarlos en días de lluvia. Pero aun así, las cifras de visitantes no dejan de crecer y es entendible, porque la espectacularidad está garantizada, aunque se trate de una espectacularidad “más sofisticada”, según la definición de Luciano Olivares, subsecretario de Recursos Naturales de la provincia del Chaco.

“Respecto a la flora y la fauna, el espacio tiene casi todo lo que debe tener un área protegida en la región”, afirma Juber con total convencimiento. “El Impenetrable no cuenta con grandes postales como las cataratas del Iguazú o el glaciar Perito Moreno, pero sí otros atractivos, como el avistamiento de aves o el interés científico”, sostiene a su vez el funcionario.

 

 

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Un yaguareté es el último habitante conocido del Parque

 

Las largas distancias aseguran la presencia de una fauna de incalculable riqueza. “Llevamos catalogadas más de 500 especies de vertebrados y calculamos que superaremos las 600 cuando completemos el trabajo con los murciélagos”, indica el biólogo Gerardo Cerón, quien tiene a su cargo la estación de campo El Teuco, que se levanta a orillas de la laguna El Breal y pertenece a The Conservation Land Trust (CLT).

Una parte importante de esta fauna aparece al caer la tarde en el Impenetrable, cuando la intensidad del sol ya no es tan fuerte y la temperatura comienza su descenso nocturno. En ese momento la vida animal se adueña del Parque. Las aves que sobrevuelan los espejos de agua, como las garzas brujas, los cuervillos de cañada o los tuyuyus (Jabirus mycteria) todavía no se han retirado cuando los tapires, los tatús carreta (Priodontes maximus, catalogado como vulnerable en la Lista Roja de la UICN), los armadillos, osos hormigueros, corzuelas, puma, zorros, monos de distintas especies o las tres variables conocidas de pecaríes (de collar, labiado y quimilero, el único amenazado de extinción) salen de sus guaridas. También algún aguará guazú (Chrysocyon brachyurus) puede dejarse ver a esas horas.

 

 

El Breal, la laguna de los Corrales, el Pozo del Yacaré, el distante Zorro Bayo o cualquiera de las superficies acuosas que los desbordes del Bermejo ha ido formando a través del tiempo son los puntos de reunión. Allí acuden a beber luego de la jornada ardiente, mientras en los alrededores la actividad alimenticia alcanza su plenitud.

Todos ellos tienen ahora un compañero ilustre; en su caso, también un peligro para sus vidas, porque se trata del depredador por excelencia. La joya de la fauna del Gran Chaco, el yaguareté o jaguar (Panthera onca), acaba de incorporarse a la lista de habitantes del Parque. En septiembre pasado, una cámara trampa de CLT logró captar la imagen de un individuo cuya presencia en la zona hacía meses que era seguida por los investigadores del Parque Nacional El Impenetrable y del Proyecto Yaguareté, una red de organizaciones que lucha contra la extinción del tigre americano en la región chaqueña. “Su presencia es la demostración de que todavía hay ámbitos para el desarrollo de la biodiversidad en el Chaco”, enfatiza con orgullo Luciano Olivares. “Fue un alivio enorme comprobar que el Parque funciona como un área importante para la especie, queremos creer que lo identificó como un lugar tranquilo y sin disturbios”, subraya la bióloga Verónica Quiroga, la especialista más destacada del Proyecto Yaguareté.

Un par de semanas más tarde, el ejemplar fue capturado y se le colocó un collar satelital para seguir sus movimientos. Para lograrlo se contó con la involuntaria colaboración de Tobuna, una hembra nacida en cautiverio 500 kilómetros hacia el sur, en los lejanos esteros del Iberá, que fue llevada a El Impenetrable para alentar el interés del animal por permanecer en el área. “Gracias a ese collar sabemos que se quedó en un espacio de 5-6 kilómetros cuadrados, y que no volvió a cruzar el río”, informa Cerón.

jaguares yaguareté argentina
Imagen de huella de yaguareté o jaguar tomada el 31 de agosto. Foto: Verónica Quiroga.

El Bermejo es una corriente de caudal medio que, salvo en temporadas de grandes crecidas, no representa ningún obstáculo para el cruce del jaguar. De hecho, antes del hallazgo se habían descubierto huellas que no dejaban dudas de su presencia en la orilla contraria, lo cual no deja de ser un inconveniente, dado que la ribera formoseña se encuentra desprotegida desde el punto de vista ambiental.

Sobre las 100 000 hectáreas del lado formoseño no existe ninguna figura de protección. “Es una propiedad privada en proceso de sucesión”, explica Franco Del Rosso, coordinador del Programa Biodiversidad, Áreas protegidas y Cambio climático de la provincia de Formosa. “Nosotros, desde el Ministerio de Producción y Recursos Naturales impulsamos la creación de una reserva privada. Tenemos entendido que gran parte de la finca ya está vendida pero no se puede escriturar”, señala como explicación de la situación actual.

La presencia en el Parque Nacional de un yaguareté, cuya población se calcula entre 15 y 20 ejemplares en el Gran Chaco, elevó a la categoría de enorme inconveniente estas diferencias de manejo del territorio en uno y otro margen del Bermejo. ¿Qué podría ocurrir si el animal volviese a cruzar el río? En principio, ingresaría en un predio deshabitado y quedaría expuesto a las escopetas de los cazadores furtivos. “La policía y el cuerpo de Gendarmería protegen bastante la finca para controlar la extracción ilegal de madera”, asegura Del Rosso, “por otra parte, estamos coordinados con los encargados de monitorear los movimientos del yaguareté para que nos avisen si detectan que cruza el río, aunque no creo que lo haga. La presencia de la hembra lo retendrá del otro lado”.


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Caza, desmontes, frontera productiva y aislamiento, las amenazas

 

La caza, sin dudas, es una de las grandes amenazas para la fauna de El Impenetrable. “Se trata de un rasgo cultural, ni siquiera es por subsistencia”, señala el intendente Juber. Los cazadores suelen entrar desde la costa de Formosa a través del río y cazan por gusto, sin ningún afán comercial. “Son domingueros, es gente que dispara a cualquier cosa que se mueva”, agrega el biólogo Gerardo Cerón. “Ser más estrictos en el control de la depredación por caza es una de las tareas que nos impone de aquí en adelante la presencia del yaguareté en el Parque Nacional. Creo que nuestro trabajo, en todos los sentidos, nace a partir de ahora”, indica el subsecretario de Recursos Naturales de la provincia del Chaco, Luciano Olivares.

Sin embargo, los riesgos más grandes no surgen de los cañones de las escopetas sino que se centran en el avance de la frontera agrícola y ganadera y en el continuo desmonte que sigue produciéndose en torno al Parque. Las denuncias por deforestación gotean de manera sostenida. Las imágenes satelitales descubren periódicamente parches de pérdida de bosque en los alrededores que cambian de apariencia en cuestión de pocos días.

Todo el espacio circundante de la reserva, incluyendo la franja de La Fidelidad del lado formoseño, está pintado de rojo o amarillo, de acuerdo a los lineamientos que establece la Ley de Bosques sancionada en 2007. Es decir, oscila entre la prohibición total o parcial para cortar y extraer madera. Pero no se cumple de manera estricta. “El yaguareté es un signo distintivo que nos genera más obligaciones”, subraya Olivares, “debemos ser más inteligentes de lo que hemos sido hasta ahora, integrar los esfuerzos dispersos, ser mucho más meticulosos y eficientes en gestionar el avance de las fronteras agropecuaria y ganadera, y promover un cambio de concientización: la producción, la biodiversidad, el medio ambiente y el hombre tienen que convivir”.

 

 

Desmontes, agricultura y ganadería son fenómenos diferentes que coinciden en un punto: van aislando el espacio natural, quitándole la conectividad con las demás áreas protegidas de la región. La creación de una red de corredores biológicos es un viejo proyecto que quedó estampado en un papel allá por 2012, y que ahora parece ponerse por fin en marcha. “Estamos en la fase de implementación del corredor del Chaco húmedo, que nace en el Parque Nacional Chaco y cubre todo el interfluvio entre el Bermejo y el Bermejito”, informa Paula Soneira, coordinadora del Programa de corredores del Gran Chaco.

“Muchas de las especies que habitan la ecorregión requieren de grandes extensiones de tierra para sobrevivir. Por ejemplo, cada grupo de pecarí labiado o maján (Tayassu pecari) necesita 11 000 y 12 000 hectáreas para moverse”, comenta la bióloga Micaela Camino, integrante del colectivo Somos Monte, y añade: “Si no se trabaja bien en las zonas buffer [de amortiguamiento] en torno al Parque, este queda convertido en una isla dentro del sistema y sus efectos de conservación pierden eficacia”.

En el cinturón del Parque Nacional El Impenetrable se evidencia este problema. Alertas de deforestación recientes de la plataforma Global Forest Watch muestran el impacto generado por el avance de la frontera agrícola entre los meses de abril y octubre de este año.

Datos e imágenes satelitales muestran un área de deforestación en curso relacionada con la agricultura cerca del Parque Nacional El Impenetrenable. Fuente: GLAD / UMD, consultado a través de Global Forest Watch.
Datos e imágenes satelitales muestran un área de deforestación en curso relacionada con la agricultura cerca del Parque Nacional El Impenetrenable. Fuente: GLAD / UMD, consultado a través de Global Forest Watch.

Las imágenes satelitales permiten observar cómo la deforestación avanza rápidamente hasta llegar incluso al borde del río.

Las imágenes satelitales muestran una gran pérdida de bosque cerca del parque nacional, incluidas las áreas que se encuentran directamente al borde del río. Fuente: Planet Labs
Las imágenes satelitales muestran una gran pérdida de bosque cerca del parque nacional, incluidas las áreas que se encuentran directamente al borde del río. Fuente: Planet Labs

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La apuesta por el turismo genera debate

 

Allí, junto al agua, se levanta la estación de campo de CLT, un espacio que hoy goza de todas las comodidades, “aunque estuvimos mucho tiempo durmiendo en carpas y cocinando en el suelo”, aclara Gerardo Cerón. Una decena de personas componen el equipo profesional y de apoyo logístico que está realizando la tarea de “relevamiento general” —un catálogo de todas las especies existentes— para trazar las líneas base de biodiversidad del Parque. Su tarea también comprende la preparación del terreno para la reintroducción de especies extintas o con índices de población muy bajos. El ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), proveniente de la población que hay en el Iberá, será el animal que inaugure las tareas de reintroducción en la nueva área protegida.

Las instalaciones de la estación de campo, con sus carpas con vistas a la laguna, luz eléctrica generada por paneles solares, baños con agua caliente y comunicación por internet recuerdan los lodge cinco estrellas instalados en algunos parques africanos, aunque solo sirve de alojamiento a los científicos y no a visitantes ocasionales. Sin embargo, su diseño ha inspirado la idea de apostar por el glamping (un camping de alta gama, con glamour) como imán turístico, aunque la sola mención del proyecto genera controversias.

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La estación de campo El Teuco, perteneciente a The Conservation Land Trust, se encuentra a orillas de la laguna de El Breal. Foto: Matías Rebak.

 

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La principal característica de la estación de campo El Teuco es que no apoya su estructura en el suelo del Parque, sino que “flota” sobre pequeños pilares de madera. Foto: Matías Rebak.

“Es complicado, pero si se reglamenta bien y no se deja al libre albedrío del concesionario podría hacerse”, opina Gerardo Cerón. “El entorno no está preparado para recibir este tipo de inversiones. La gente que vive alrededor muchas veces no tiene ni agua y dentro del Parque se pagarían 5000 dólares por una noche. Puede ser incluso peligroso”, disiente Micaela Camino, de la organización Somos Monte. “El Parque Nacional no es mi jurisdicción, pero en el presupuesto 2020 para las reservas provinciales de Fuerte Esperanza y Loro Hablador incluí una partida para montar alojamientos semejantes a glampings”, confirma Luciano Olivares.

En todo caso, el impulso económico que podría recibir la zona gracias al interés por visitar el Parque ya se deja notar. “Se está construyendo un centro de interpretación en Miraflores (el último pueblo antes de internarse en la intimidad del monte), van a mejorar el estado de los caminos, se están desarrollando estructuras para albergar al visitante…”, enumera Leonardo Juber, más allá de aclarar que “el turismo no es el fin de un parque en sí mismo, aunque fomente el desarrollo local”.

Mientras los nuevos tiempos vayan llegando todo continuará igual en la soledad de El Impenetrable. El calor, la escasez de agua, la sensación de lejanía, el tiempo que transcurre perezoso… y también esos fantasmas que acechan cada vez más a todo el Gran Chaco argentino.

*Imagen principal: Oso hormiguero en el Parque Nacional El Impenetrable. Foto: Parques Nacionales.

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