- Durante varias décadas la fuerte deforestación en los bosques tropicales de Ecuador no ha recibido suficiente atención. Un reciente libro publicado por el Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO) muestra cifras y datos actualizados sobre este fenómeno.
- Los científicos creen que si no se toman acciones pronto, los bosques tropicales en la Amazonía en Ecuador podrían perderse por completo y repetir la triste historia de lo que ha ocurrido en la provincia de Esmeraldas.
*Este reportaje es una alianza periodística entre Mongabay Latam y GK de Ecuador.
En el mundo se talan 10 millones de hectáreas de bosque cada año, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). A pesar de ser uno de los 17 países megadiversos en el mundo, en las últimas décadas Ecuador ha perdido una alta cantidad de bosques debido al aumento de las actividades humanas. Los datos más actualizados del Ministerio de Ambiente y Agua (MAAE), y que corresponden al 2018, indican que cada año se pierde un promedio de 94 353 hectáreas de bosque en el país, un área que, según la FAO, es bastante grande en comparación con otros países de la región con mayor territorio.
Pero esto no sería lo más grave. Según los expertos, la tasa de deforestación sería incluso mayor porque no hay suficiente investigación sobre el manejo de los bosques ni suficiente control forestal para determinar el verdadero número de árboles que se pierde cada año.
Para reducir esta brecha de información sobre la deforestación, un grupo de científicos ecuatorianos y alemanes de la Universidad Estatal Amazónica, el Instituto Johann von Thünen y la Universidad Técnica Luis Vargas Torres trabajaron durante tres años en LaForeT, un proyecto de investigación sobre la deforestación en los paisajes tropicales del Ecuador. Los resultados fueron publicados por el Instituto Nacional de Biodiversidad (INABIO) en el libro Deforestación en Paisajes Forestales Tropicales del Ecuador: bases científicas para perspectivas políticas.
El libro cuenta la realidad de la pérdida de bosques tropicales en las provincias amazónicas de Napo, Pastaza y Orellana, además de la provincia de Esmeraldas en la costa. Según Diego Inclán, director Ejecutivo del INABIO, es una publicación muy importante porque si se utiliza bien, “servirá para generar políticas públicas de conservación de los bosques”.
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La pérdida de bosques en Ecuador
La pérdida de bosques es un problema que afecta gravemente al Ecuador desde hace casi tres décadas. Según Bolier Torres, doctor en Ciencias Forestales por la Munich University of Technology de Alemania, en los últimos 26 años el país ha perdido más de 2 millones de hectáreas de bosque tropical, es decir, cerca del 7,8 % de la superficie total del Ecuador. Carolina Zambrano, líder de justicia climática en Hivos —una organización que trabaja para resolver problemas globales— dice que esto ha sucedido debido a una profundización del extractivismo como base del modelo económico ecuatoriano. “Cada vez más dependemos de la explotación de bienes primarios como el petróleo, los minerales y la agricultura, y esto no es sostenible”, asegura. La dependencia que el país tiene en esta clase de bienes no solo está deforestando los bosques, sino también degradándolos y, según Zambrano, esto podría causar un colapso de la biodiversidad.
En Ecuador la causa más común de la deforestación es la expansión de la frontera agrícola. Los investigadores del proyecto LaForeT encontraron que la población que vive en los bosques tropicales, o cerca de ellos, se ha visto obligada a convertir ciertas áreas forestales en sistemas agropecuarios. Según la investigación, esto se debe a que la mayoría de las personas en estas zonas viven en pobreza extrema —con menos de 47,37 dólares al mes— y utilizan los recursos de los bosques para satisfacer sus necesidades más básicas. Además, un estudio publicado en 2014, en la revista indexada World Development, asegura que los ingresos forestales y las actividades agrícolas representan entre el 20 y el 40 % del ingreso total de los hogares en el mundo que viven cerca de los bosques.
La presión por tener medios para sobrevivir y por aprovechar los abundantes recursos naturales ha causado una gran pérdida de vegetación en Ecuador. El doctor Bolier Torres, uno de los líderes de la investigación de LaForeT, afirma que en la provincia costera de Esmeraldas había bosques muy abundantes pero que la presión por extraer madera y por convertirlos en plantaciones ha causado que se pierdan casi en su totalidad.
“Y ya es muy tarde para hacer algo”, dice el científico alemán Richard Fischer, quien también lideró la investigación. Ahora, comenta Fischer, si no se proponen nuevas alternativas que les permitan a las familias tener los medios necesarios para vivir; la deforestación y degradación de los bosques en el país continuarán. “Si no actuamos pronto, en la Amazonía va a pasar lo mismo que pasó en Esmeraldas”, asegura Torres. “Y eso sería fatal”, destaca.
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Si la deforestación avanza…
Perder los bosques tropicales en Ecuador no significaría solo perder uno de los lugares más biodiversos del mundo sino también perder miles de especies únicas en el planeta. Carolina Zambrano dice que esto traería varios problemas ambientales y resalta que Ecuador es un país megadiverso cuyos bosques alojan a miles de especies endémicas de flora y fauna. Según cuenta, la pérdida de especies podría alterar los flujos de energía del ecosistema y modificar el ambiente. Por ejemplo, al deforestar el bosque, la cadena alimenticia se altera y el ecosistema es más propenso a sufrir plagas, enfermedades o climas extremos.
Pero no solo eso. Preocupa la destrucción de plantas endémicas, que pueden ser muy importantes para el futuro de la humanidad debido a su utilización para medicamentos y otros productos. Bolier Torres asegura que en los bosques tropicales de Ecuador hay más de 5000 especies de plantas nativas que tienen diversos usos y que podrían extinguirse si los bosques del país continúan desapareciendo o deteriorándose. “No podemos perder estas especies porque tal vez ahí está el verdadero desarrollo sostenible del Ecuador”, afirma Torres.
Por otro lado, la pérdida de árboles altera enormemente la densidad de los bosques y esto, a su vez, podría cambiar el ciclo del agua. Zambrano explica que normalmente los árboles atraen lluvias, así que si se pierden, desaparecen las lluvias en la zona y esto podría ser muy grave. “Sin lluvias, habrá sequías, y por lo tanto, lo que ahora son bosques se podrían convertir en una especie de desierto”, dice.
El efecto no solo sería a nivel local. La bióloga asegura que en los últimos 20 años se ha determinado que la deforestación influye en el cambio climático que afecta a todo el planeta. Según dice, los suelos del bosque son reservas de dióxido de carbono. “Entonces, cuando este se destruye o se deteriora, este dióxido de carbono se descompone y se libera a la atmósfera, contribuyendo al cambio climático”.
Contrario a lo que podría pensarse, la pérdida de bosques no solo tiene efectos ambientales. En países como Ecuador, este fenómeno tiene grandes implicaciones sobre la vida de las personas. A Zambrano le preocupa que muchas comunidades, en su mayoría indígenas, se quedarían sin recursos para subsistir. “Pero no solo a ellos. También se dejaría sin recursos a toda la población que depende de los productos que se alojan en los bosques. Por ejemplo, en las ciudades podría haber escasez de alimentos, de agua, e incluso de energía”.
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Un problema que aún tiene solución
Los resultados de la investigación de LaForeT sobre la deforestación de los bosques tropicales en el Ecuador son reveladores y preocupantes. El estudio encontró que en tan solo 26 años se ha perdido, en promedio, el 39,4 % del bosque tropical en Ecuador. El área más afectada es la provincia de Esmeraldas, al noroccidente del país, donde está una parte del Chocó andino —un importante hotspot biológico para el planeta—. Esta zona ha perdido en promedio el 24,27 % de su bosque y los expertos temen que pueda pasar lo mismo en la Amazonía central del país. Solo en las provincias de Napo, Orellana y Pastaza se ha perdido el 15,13 % de bosque tropical.
Sin embargo, los científicos Bolier Torres y Richard Fischer creen que si se hacen cambios lo más pronto posible, se podrá detener la destrucción de los bosques. Pero eso, según Fischer, no significa que se deban cercar los bosques y dejar a cientos de personas sin sus fuentes de alimentación. Los científicos proponen la revisión y ejecución de las políticas nacionales e internacionales relacionadas con deforestación, conservación y reforestación.
En Ecuador, desde 2017, el Código Orgánico del Ambiente está en vigencia para regular la legislación ambiental que incluye el manejo de los bosques. Sin embargo, los expertos señalan que este código no se ha puesto en práctica. Fischer asegura que el problema no es precisamente la falta de política, que es lo que ocurre en otros países, sino la falta de implementación de esa política. Según él, si se empieza a aplicar lo que está en papel, se logrará conservar los bosques tropicales que aún quedan —y están en su mayoría en la Amazonía— y así evitar repetir la historia de la provincia de Esmeraldas.
Torres menciona que otra solución es ampliar los proyectos que ya existen como el programa Socio Bosque. En 2008, el Ministerio de Ambiente lanzó este programa con el objetivo de conservar bosques y páramos en Ecuador a través de incentivos económicos. Para Torres, el programa es bueno y ha permitido la conservación de al menos 1,6 millones de hectáreas de bosque. Sin embargo, “no es suficiente y tiene sus falencias”.
Según Bolier Torres, ha habido ocasiones en las que el Ministerio no ha pagado a tiempo o, incluso, ha dejado de pagar los incentivos del programa y eso amenaza los objetivos de conservación. El experto forestal asegura que “si le prometes a alguien que le vas a pagar por cuidar el bosque, y luego no le pagas, vas a causar que la gente ya no quiera cuidar el bosque y esto es un gran problema”.
El programa Socio Bosque sigue vigente pero el temor de los investigadores es que, si se acaba, se podrían potenciar fenómenos como la tala ilegal, la invasión de tierras y la expansión ilegal de la frontera agrícola. Solicitamos información al Ministerio de Ambiente y Agua sobre cómo se financia el programa Socio Bosque y cuál es el presupuesto que se ha destinado para su implementación en los últimos años, pero hasta el momento de publicación de este reportaje no recibimos respuesta.
Para la bióloga Carolina Zambrano, es esencial que Ecuador “cambie y salga del modelo de desarrollo neoextractivista” y se enfoque en la inversión pública en ciencia, tecnología e innovación. Esto, asegura la bióloga, ayudará a desarrollar una nueva clase de economía sostenible que apoye a todos los estratos sociales del país —incluyendo las personas que viven en la ruralidad y que dependen de los bosques—.
Con todo y la importancia de que el Estado lidere el tema, los científicos que participaron del proyecto LaForeT aseguran que cuando se habla de deforestación, la solución no es solo esperar que el gobierno responda y actúe. Según Torres, hacen falta esfuerzos interinstitucionales entre el gobierno y la academia que permitan llegar a una investigación científica que incentive el cuidado de los bosques.
Los investigadores consideran que la publicación del libro Deforestación en Paisajes Forestales Tropicales del Ecuador: bases científicas para perspectivas políticas es muy importante, no solo porque cuenta la realidad de lo que está pasando en los bosques tropicales de Ecuador, sino porque es un vínculo entre la academia y la política. Diego Inclán, director de INABIO, explica que la investigación es únicamente de un grupo de científicos pero que esta institución estatal la publicó porque es un ejemplo de cómo se deben formar nexos entre el Estado y la academia para proponer cambios en las políticas públicas.
La ciudadanía es otro actor importante a vincular. Fischer y Torres cuentan que la investigación contiene una sección cualitativa sobre qué harían las personas para no perder los bosques. En este apartado se analizaron los resultados de 1181 encuestas de grupos focales en comunidades rurales amazónicas y comunidades urbanas en Quito, los cuales revelaron que la gran mayoría de la población está dispuesta a pagar hasta 6 dólares mensuales para conservar los bosques. Según Fischer, esto es una gran noticia porque muestra cómo los ecuatorianos están interesados en cuidar los recursos naturales y protegerlos de las actividades humanas que los ponen en riesgo.
Pero no todo tiene que ser económico. En la Amazonía ecuatoriana, José Gualinga, líder de la nacionalidad indígena kichwa de Sarayaku, cuenta que su comunidad tiene un plan de vida que se enfoca en tres ejes: vida social y comunitaria, tierra fértil y conocimiento del ser amazónico. Gualinga asegura que, basado en esos tres ejes, se ha implementado el proyecto Kawsak Sacha —una iniciativa de conservación de diversidad biológica— con el que han logrado administrar de forma sostenible un territorio de 135 000 hectáreas de bosque amazónico primario a través de una zonificación. De esta manera, se han establecido lugares de conservación, zonas de caza y pesca, y zonas de asentamiento humano que tienen como objetivo principal “tratar al bosque amazónico como un ser viviente que merece todo el cuidado y respeto que tiene un sujeto de derechos”, comenta.
Si hay algo en los que coinciden los científicos Richard Fischer y Bolier Torres es que la deforestación no se va a solucionar de un día para otro. Sin embargo, esperan que la publicación del libro, los ejemplos de conservación de las comunidades indígenas, la disposición de la ciudadanía y las propuestas que han establecido sobre políticas públicas y de cooperación sirvan para cuidar los bosques y frenar la deforestación en Ecuador.
*Imagen principal: Los datos más actualizados del Ministerio de Ambiente indican que cada año se pierde un promedio de 94 353 hectáreas de bosque en Ecuador. Foto: Richard Fischer.
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