- La creciente industria de granos y cereales en Sudamérica ha venido propiciando fenómenos particulares en la Panamazonía, como la especulación de tierras y la consiguiente deforestación.
- Killeen señala que tanto Brasil como Bolivia son los principales exportadores de soya y de maíz a países tan distantes como Estados Unidos y China.
- Sin embargo, así como ambas potencias han motivado el auge de esta industria en dichos países, las ha vuelto sumamente dependientes de los precios internacionales.
Dado que la soya es un cultivo anual, sus precios pueden variar bruscamente en periodos de tiempo relativamente cortos. Ello obliga a los agricultores a optar por ampliar el cultivo de soya cuando los precios son buenos, pero el efecto es contraproducente: se provoca un exceso de oferta y una consecuente caída de los precios. De este modo, se motiva a los agricultores a cambiar de cultivo o a dejar ociosas las tierras. Sin duda, por ello es que los agricultores de soya están más en sintonía con los mercados mundiales que con los productores de carne vacuna y son más ágiles que los productores de aceite de palma.
Brasil exporta entre el 70% y el 80% de su cosecha de soya; mientras que Bolivia exporta hasta el 85% de su producción. En consecuencia, el mercado mundial tiene un impacto primordial en la economía agrícola de ambos países. De hecho, la demanda mundial de soya está impulsada por el consumo combinado de aceite vegetal y proteínas vegetales.
En el caso del aceite, éste compite con el aceite de palma, que es más competitivo por precio. Pero los ingresos que obtienen los productores de la torta de soya garantizan que el grano seguirá cultivándose ampliamente en un futuro próximo.
La geopolítica también influye. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, iniciada por la administración Trump en 2017, provocó un aumento espectacular de las exportaciones de soya de Brasil a China. Acuerdos posteriores propiciaron un retorno de las exportaciones norteamericanas al país asiático. Aún así, Brasil ha consolidado su posición como el mayor exportador mundial de soya desde el 2013 y desplazó a Estados Unidos como mayor el productor en el 2019.
A futuro, se prevé que la demanda de soya se duplique de aquí al 2050. En 2020, Brasil exportó aproximadamente el 50% de su producción total a China. No obstante, es más probable que el aumento de las exportaciones futuras proceda del sur de Asia, a medida que esta región se haga más rica y aumente su consumo de proteína animal dependiente de la torta de soya. De igual forma, se estima que el crecimiento demográfico y el aumento de la renta per cápita en el África subsahariana incrementen el consumo de pollo y cerdo.
Si las futuras cadenas de suministro siguen ligadas a las actuales zonas productivas, los agricultores sudamericanos proporcionarán la mayor parte del aumento de la producción mundial. En esa línea y pese a existir alternativas, si esto sucede se conduciría inevitablemente a una nueva deforestación en el Amazonas o, más probable todavía, a la conversión a gran escala de los pastizales naturales en los biomas de Cerrado, Campos y Pampa.
A corto plazo, los productores brasileños seguirán ampliando sus cultivos porque sus conocimientos en tecnología, sus abundantes recursos de tierras y su infraestructura posterior a la cosecha, hacen de la expansión una inversión atractiva. Además, la mejora de los sistemas de transporte a granel facilitará la expansión de la producción en el norte de Mato Grosso y aumentará la posición competitiva de esa región en los mercados mundiales.
En ese sentido, es muy posible que el aumento de la superficie cultivada se produzca en zonas no forestales (incluidos los pastizales cultivados dentro del bioma amazónico) así como por la conversión de sabanas, especialmente en el sector noreste de la Panamazonía.
A mediano plazo, la presión del cultivo de la soya y cereales forrajeros sobre la Amazonía dependerá de la evolución del mercado mundial. Las futuras cadenas de suministro podrían ser radicalmente distintas de las que dominan en la actualidad. Por ejemplo, el aumento de la demanda del África subsahariana podría satisfacerse con políticas destinadas a garantizar que esa región siga siendo autosuficiente en la producción de alimentos.
Del mismo modo, la UE podría inclinarse por adoptar una tendencia emergente para abastecerse de soya no modificada genéticamente y orgánica de productores en Ucrania.
Imagen principal: Los silos en los sembradíos reducen el desperdicio y permiten a los agricultores comercializar la producción más adelante en el año, en lugar de durante el periodo de cosecha, cuando los precios tienden a ser bajos. Crédito:© Alf Ribeiro / Shutterstock.com
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).