- Son 3264 pasivos ambientales petroleros a nivel nacional y 188 sitios impactados por esta actividad en Loreto que han sido identificados por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA).
- Mongabay Latam ha identificado que entre 2021 y 2023, OEFA añadió 326 áreas nuevas con rastro de contaminación petrolera, la gran mayoría no registradas en años anteriores.
- Al menos 43 impactos petroleros se encuentran dentro de 20 comunidades indígenas de Loreto, Amazonas, Ucayali y Pasco.
- En el Congreso de la República sigue estancado el proyecto de ley que crea el fondo de contingencia ambiental y regula los pasivos ambientales derivados de la explotación de hidrocarburos.
“Ya es suficiente de contaminación. Estamos consumiendo agua contaminada, nuestras tierras están contaminadas, los animales ya no existen. Cada día afectan más nuestras vidas, mientras al Estado parece no importarle”, dice Juan Montero García, presidente de la Federación de Comunidades Nativas del Corrientes (Feconaco) en Loreto, sobre los pasivos ambientales o desechos tóxicos que la industria petrolera ha dejado abandonados en la Amazonía peruana.
La sombra de la industria petrolera es gigante y se ha expandido acumulando miles de áreas gravemente afectadas en todo el territorio nacional. Sin embargo, este daño no es estático ni limitado en el tiempo. Como si se tratara de heridas mal curadas, constantemente surgen nuevas zonas impactadas. Además, el gobierno no termina de identificar a las empresas responsables para exigirles que reparen los estragos causados por sus actividades extractivas como lo manda la ley. Tampoco ha logrado poner en marcha la remediación, pese a que este proceso empezó hace más de nueve años.
Una investigación de Mongabay Latam reveló que hasta el 2021 había en el Perú 3341 sitios considerados como pasivos ambientales y “sitios impactados”, como nombró el Estado a otras fuentes de contaminación de gravedad identificadas en la Amazonía peruana. En ese momento se reveló que la anunciada remediación de las zonas afectadas avanzaba lentamente. Hasta entonces solo se habían aprobado 12 planes de remediación. Lamentablemente, es imposible saber si esos planes avanzan, ya que la dirección del Ministerio de Energía y Minas especializada en el tema no cuenta todavía con director designado.
Mongabay Latam trabajó durante los últimos cuatro meses en la actualización de la base de datos de pasivos ambientales hasta el año 2023 y confirmó que la contaminación por la explotación de hidrocarburos persiste gravemente, así como la falta de transparencia por parte del gobierno en la identificación y atención de todos los puntos afectados en el territorio peruano.
El total de zonas afectadas por la actividad petrolera suma ahora 3452 —distribuidas entre 3264 pasivos y 188 sitios impactados— reunidos en una base de datos que recopila casos reportados desde el 2013 hasta el 2022, así como de los meses de marzo, julio y septiembre de 2023, a los cuales Mongabay Latam tuvo acceso.
Además, por lo menos 43 de esos impactos petroleros se ubican dentro de 20 comunidades indígenas: 16 en Loreto, 2 en Ucayali, 1 en Amazonas y 1 más en Pasco.
Norte del Perú, el epicentro de los pasivos ambientales
La nueva base de datos construida y analizada arroja datos significativos y alarmantes: la región más impactada por pasivos ambientales sigue siendo el norte del Perú, donde se registran 3225 casos de afectación petrolera, de los cuales 3127 se localizan en Piura y 98 en Tumbes. Otras zonas dañadas se detectaron en Loreto con 14 áreas contaminadas y Puno con 10.
Si nos enfocamos en el norte peruano, el caso de Negritos en el distrito de la Brea en Piura es el más crítico. No solo porque es el primer pasivo ambiental de la industria petrolera en Perú, sino porque han pasado más de 150 años y aún no ha sido remediado.Desde las primeras perforaciones en 1873 hasta la privatización y adjudicación de lotes petroleros en la década de 1990, a ninguna empresa se le ordenó rehabilitar los sitios afectados. Más de la mitad de todos los pasivos ambientales del país, se encuentran precisamente en La Brea. Del total ubicado en este distrito, 40 pasivos registran un nivel alto de riesgo a la salud, 88 con un nivel alto de riesgo físico —asociado a la infraestructura petrolera abandonada— y 18 presentan un nivel alto de riesgo a la calidad ambiental. Esto coincide con las cifras de un informe de la organización internacional Oxfam.
Un equipo periodístico de Mongabay Latam recorrió el asentamiento humano Villa Hermosa, en la localidad de Negritos, en Piura, y las escenas que presenció son trágicas. Niños reubicados de su escuela porque el olor a petróleo y gas era intolerable, casas familiares que se van resquebrajando por la presión del gas que intenta salir a la superficie, calles con forados abiertos por las autoridades para confirmar lo que todos ya saben: Villa Hermosa está asentada sobre decenas de pasivos ambientales.
La presidenta de la Asociación de Defensores del Ambiente y Derechos Humanos de Sechura (Adeadsec), Rosa Gómez Nunura, explica que la batalla para exigir la reparación ambiental en el norte peruano persiste sin éxito desde el 2010. Lo único que ha cambiado es que el gobierno ha comenzado ahora a promover nuevas concesiones en el norte peruano. “Estamos hablando desde Cabo Blanco (Tumbes) hasta Chimbote, donde el Estado peruano, lejos de amparar la protección de nuestros ecosistemas parece querer concesionar toda nuestra bahía”, cuestiona.
Lo peor es que la lista de pasivos ambientales sigue creciendo. El OEFA identificó 32 nuevos puntos entre 2022 y 2023 en el país. Todos se ubican en el departamento de Piura. De estos, cerca de siete casos incluyen metales como bario, plomo, cadmio, naftaleno e hidrocarburos, como parte de la descripción de la afectación al medio ambiente. Uno de los casos más graves es el del Lote Z2B, ubicado en el distrito de Lobitos, provincia de Talara en Piura, donde se ha registrado la presencia de cromo hexavalente.
La doctora Diana Papoulias, especialista en ecotoxicología que ha investigado los lotes 192 y 8 en Loreto, comenta que las fuentes del cromo hexavalente encontrado en los sitios impactados serían de las tuberías antiguas y de los lodos de perforación que se han descompuesto con el paso del tiempo.
Si bien indica que los niveles de toxicidad no son los más altos en la actualidad, sí recomienda vigilar las zonas afectadas por el metal pues es altamente cancerígeno y podría potenciarse en un entorno como el amazónico. “El suelo acídico en la Amazonía favorece la toxicidad; y el cromo hexavalente es altamente soluble, a comparación del resto de los contaminantes”, añade.
“Lo que se debe hacer es identificar el área y determinar cómo será la remediación de él, tomando en cuenta el cromo hexavalente. Este tipo de cromo pasa fácilmente por la epidermis, por lo que hay que observar si se está sembrando, si se está manipulando tierra sin guantes o caminando descalzo cerca de esta zona contaminada”, dice la investigadora. Papoulias agrega que, lo más importante, es que no esté cerca de fuentes de agua.
Pero no es la única que alerta sobre el peligro de este metal. Walter Holgado, Decano del Colegio de Biólogos de Apurímac y miembro del Consejo de Biólogos del Perú, señala que el cromo hexavalente, al igual que otros metales pesados, es altamente peligroso y tóxico pues afecta directamente al sistema inmunológico, y los daños en el cuerpo humano se manifiestan en 30 a 40 años. “El cromo hexavalente afecta directamente al coeficiente intelectual de una persona, principalmente a los niños, también pueden desarrollar anemias y daños en la piel”, explica.