- El ingenio azucarero de San Buenaventura, en el norte de La Paz, es señalado por las comunidades indígenas por supuestamente desechar líquidos tóxicos a arroyos.
- Los comuneros dicen que hace una década que sus aguas estarían más contaminadas y que vieron peces muertos flotando en sus ríos.
- Hay cuatro comunidades amazónicas que aseguran estar afectadas por la contaminación, que se suma a la del mercurio por la minería aurífera.
- El ingenio azucarero es propiedad del Estado y no responde los pedidos de información de la prensa y de los pueblos indígenas.
Hermenegildo Leal mira las aguas del río Beni con mucha decepción. En su comunidad, que se llama Buena Vista, hay dos arroyos que alimentan al inmenso afluente. Uno de esos arroyos pasa por su pueblo y desde hace una década esas aguas no son aprovechadas como antes. A siete kilómetros, un ingenio azucarero expulsa supuestas aguas contaminadas sin ningún proceso de tratamiento ambiental. Así lo afirman cuatro comunidades indígenas de la Amazonía boliviana, que sostienen que sus niños tienen más enfermedades y que los peces están desapareciendo.
“Fue triste ver peces muertos flotando en el agua. Es triste ver a nuestros niños enfermos. Nosotros estamos luchando contra un monstruo, ya son diez años que estamos sufriendo por esa contaminación que provoca el ingenio azucarero”, afirma a Mongabay Latam Leal, quien es el corregidor (máxima autoridad) de la comunidad Buena Vista, un poblado amazónico que está en el norte del departamento de La Paz.
El 15 de septiembre de 2010, mediante el Decreto Supremo 637, se creó la Empresa Azucarera San Buenaventura (EASBA), ubicada en el municipio amazónico de San Buenaventura. Para llevar a cabo esta monumental obra, ejecutada por una empresa china, el Estado invirtió 263 millones de dólares. La meta, según el gobierno boliviano de ese entonces, era producir y comercializar caña de azúcar y sus derivados, incentivando así la producción nacional con una visión de respeto al medio ambiente.
El 29 de octubre de 2015, los entonces presidente Evo Morales y vicepresidente Álvaro García Linera inauguraron la primera zafra de prueba de este ingenio estatal. Pasaron diez años y esta empresa, según expertos, nunca llegó a su máximo de producción ni a los números de ganancias esperadas.

De acuerdo con información del Ministerio de Desarrollo Productivo de Bolivia, el ingenio requiere 12 490 hectáreas de caña sembradas. Sin embargo, hasta 2023 solo se habilitaron 7 000 hectáreas para sembrar la caña. En esa zona las comunidades están evitando que se deforesten sus territorios. Los pobladores indígenas denuncian que este ingenio estatal estaría contaminando las aguas de los arroyos con sus líquidos residuales.
“Creímos que este ingenio iba a ser de gran ayuda, pero no es así. El impacto ambiental es muy fuerte. Hay un producto que se llama vinaza y eso es lo que está contaminando. Ellos tenían que tratar sus aguas y luego expulsarlas al río, pero eso no se cumple. Nosotros vamos a pescar a los arroyos y a cazar y ahí vemos que están expulsando el líquido”, declara Leal.
Acusaciones de las comunidades
La vinaza es un residuo líquido generado en la producción de alcohol, principalmente a partir de la fermentación y destilación de melaza o jugos de caña de azúcar. Este líquido, rico en materia orgánica, sales minerales y agua, es considerado un contaminante potencial de las aguas, pero también puede ser aprovechado como fertilizante.
El corregidor de Buena Vista, comunidad que alberga a 36 familias, toca el agua del arroyo Agua Dulce. La ve oscura y dice que hace diez años esas aguas eran transparentes. Además, nota un olor extraño y pide que expertos vayan a la zona a realizar estudios de laboratorio para medir el impacto de la contaminación. “Hay temor porque uno denuncia y luego se meten hasta con la familia”, lamenta Leal.

Mongabay Latam visitó la zona donde los arroyos llegan al río Beni, en plena comunidad Buena Vista. El olor de esas aguas son diferentes a las normales, ya que tiene un hedor parecido a un alimento podrido. Ahora, ese hedor no es tan alto, pero según Leal, en época de zafra, que inicia en agosto de cada año, el olor es intolerable.
De acuerdo a un reporte de Fundación Tierra, en octubre de 2020, desde la empresa estatal confirmaron el uso de tres tipos de herbicidas que sirven para controlar la maleza: ametrina, hervicol y diorón. Con relación a la supuesta contaminación del agua se indicó que los desechos de la producción sirven para elaborar compostajes que se usan como fertilizantes para la tierra.
El canal de desagüe del ingenio tiene casi un kilómetro de longitud y desemboca en la laguna Lurisi. Anteriormente ese arroyo era fuente de ingresos y de alimentación de las comunidades indígenas porque pescaban y sacaban agua para su consumo. Sin embargo, desde la instalación de la planta ya no lo hacen debido a las sospechas de contaminación.
Mongabay Latam solicitó información a la empresa estatal EASBA sobre cómo manejan los desechos supuestamente contaminados y consultó si los expulsan a arroyos de la zona. La empresa estatal no respondió los mensajes, pero en su página web muestran que cuentan con una licencia ambiental para operar y que cumplen con los tratamientos ambientales tanto en la producción de caña de azúcar como en el manejo de desechos. En sus rendiciones públicas no incluyen el trabajo ambiental que realiza, a pesar de tener una dirección enfocada a ese tema.

Los pobladores más longevos de la comunidad Tres Hermanos, que también está en el municipio de San Buenaventura, no quieren que las mujeres y los niños se asomen a sus arroyos y ríos, ni siquiera en situaciones apremiantes, como cuando el tanque comunal de agua está vacío. Es que desde hace una década dicen que corren “aguas negras” por los arroyos del lugar. “Si uno bebe o se chapuza en esas aguas se enferma. Ni los peces pueden aguantar y mueren en cantidades”, afirma Diego Chiponavi, corregidor de Tres Hermanos.
Chiponavi relata una serie de afectaciones que llegó a su comunidad en los últimos tres años: peces muertos, aguas supuestamente contaminadas, aumento de enfermedades y olores nauseabundos. “Hemos sufrido bastante la contaminación del agua, porque desde que ha empezado a funcionar el ingenio azucarero sus desagües han corrido por nuestros arroyos, de esos que nosotros bebíamos agua, lavábamos [la ropa], nos bañábamos”, lamenta el corregidor.
Bajo presión
Tres Hermanos es una de las 20 comunidades indígenas que conforman la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Tacana I. Entre esas 20, 12 de ellas se encuentran en situación de riesgo por la presión de empresas, como el ingenio azucarero, según datos del Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA). Además, Tres Hermanos es una de las cuatro comunidades tacanas que colinda con el ingenio. En esa zona, según Fundación Tierra, solo hay un camino de tierra pigmentado por la vinaza que separa al asentamiento indígena de los extensos campos de caña.
El CIPTA elaboró un informe sobre la supuesta contaminación. Lo envió a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) de La Paz pero por falta de recursos no se realizó un estudio especializado en laboratorio. En época de zafra, que inicia en agosto, se recolectará las muestras del agua para lograr ese estudio con el apoyo de algunas organizaciones, como Fundación Tierra, aseguraron en la organización.

El presidente del CIPTA, Jorge Canamari, relata a Mongabay Latam que en 2022 intentaron denunciar al ingenio azucarero por contaminación de aguas, pero dijo que la empresa estatal negó su responsabilidad. “Además del agua turbia, los pobladores encontraron bolsas y envases de productos agroquímicos flotando en los ríos”, afirma el dirigente indígena.
Canamari añade que cuando el CIPTA presentó evidencias en video y fotografías, la EASBA rechazó la denuncia pública con el argumento de que el CIPTA no era la instancia competente para realizar esos controles. “Ahora tenemos que recaudar las muestras y presentaremos la denuncia, pero no sabemos a qué instancia”, dice el presidente de la organización indígena.
Alfredo Moya, ingeniero ambiental de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), explicó a Mongabay Latam que los ingenios azucareros generan residuos como vinaza, cachaza, bagazo y aguas residuales con alta carga orgánica, que al ser vertidos en cuerpos de agua, causan contaminación y eutrofización. Además, detalló que la quema de caña y el uso de combustibles fósiles en los ingenios liberan contaminantes atmosféricos, como óxidos de azufre y nitrógeno, contribuyendo a la lluvia ácida y problemas respiratorios.
“El primer problema de los ingenios azucareros son las vinazas, que son los residuos orgánicos de la producción de alcohol etílico, que arrojan a los cuerpos de agua. Estas se generan en la fermentación y destilación de las melazas. Las melazas resultan de la acción de una bacteria denominada leuconostoc mesenteroides, que se encuentra en el suelo de cultivo de la caña de azúcar y llega al tanque de jugo mezclado”, detalló Moya.

El experto añadió que la contaminación de los cuerpos de agua por las vinazas, las quemas indebidas de la caña y del combustóleo con bagazo por los ingenios azucareros hacen que este sector productivo sea considerado como uno de los que genera más contaminación ambiental.
“Cualquier ingenio debe incorporar en sus estructuras lagunas de oxidación para realizar un adecuado tratamiento de desechos. Conozco que en los ingenios privados de Bolivia se han implementado sistemas de reciclaje de agua para reducir el consumo de este elemento y así mejorar la eficiencia del tratamiento de aguas residuales”, dijo Moya.
Desde la Secretaría Departamental de Derechos de la Madre Tierra de la Gobernación de La Paz, se informó a Mongabay Latam que convocarán a las comunidades indígenas afectadas para conocer los impactos que denuncias ante la supuesta contaminación de sus ríos y arroyos. Esa instancia aclaró que la administración del ingenio azucarero no es de su competencia.
“No conocemos ningún estudio ni tampoco ninguna denuncia, pero al ser un municipio del departamento (de La Paz) tenemos la misión de escuchar a los afectados y ver cómo podemos ayudar. En San Buenaventura hicimos trabajos de gestión de reducción de contaminación en agua y aire, pero también trabajamos para que haya una buena gestión de residuos”, afirmó Freddy Laura, secretario de la entidad regional.
En Tres Hermanos viven 22 familias. El acceso a servicios básicos todavía es una utopía: se reduce a un pequeño tanque de agua que funciona con energía solar y una construcción que acoge a una decena de escolares. No tienen un centro de salud, tampoco transporte público. Sin embargo, en la comunidad hay emprendimientos indígenas, como la elaboración de jabones medicinales y artesanías.
La Fundación Tierra realizó en 2022 un recorrido al interior del ingenio junto a los dirigentes indígenas. Hoy, el ingresó al predio estatal está prohibido. En aquella visita, la organización y los indígenas encontraron el canal que llevaba las aguas supuestamente contaminadas a los arroyos de las comunidades. Chiponavi explica que ese canal drena el exceso de agua de las plantaciones de caña. El líquido –explica- arrastra los agroquímicos utilizados en la producción de la caña.
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“El canal de desagüe del ingenio tiene casi un kilómetro de longitud dentro de nuestro territorio y desemboca en la laguna Lurisi”, detalla Chiponavi, quien explica que donde desagua el canal se siente en época de zafra un olor a “vinaza fermentada”, tal como sucede en la carretera que circunda la planta azucarera y otras comunidades aledañas. “La diferencia es que aquí el olor es nauseabundo”, dice. “Viene de los cañaverales y el agua está podrida”, insiste Chiponavi.
Lo que más preocupa a Chiponavi es que la laguna Lurisi no es el único cuerpo que recibiría las aguas contaminadas. Esta laguna es el punto de partida de la larga interconexión de fuentes de agua que llegan hasta los hogares de Tres Hermanos. Si se hace una descripción general del recorrido acuático sería: la laguna Lurisi conecta con laguna Limón, a su vez, fluye hasta la laguna Moa, luego al río Mayge y, por último, al río Beni. Los pobladores de Tres Hermanos consumen agua de los dos últimos.
La situación empeora en la temporada de lluvias, desde agosto hasta febrero. Los ríos Mayge y Beni rebalsan brutalmente e inundan el asentamiento, sostienen en las comunidades. Las aguas sucias recorren por las viviendas de la comunidad, chacos y tierras.

La atención médica en estas comunidades es nula y, en el mejor de los casos, un médico los visita una vez al año. Varias familias optan por automedicarse con paracetamol, la medicación más conocida por los comuneros. Aunque no tienen documentación que pueda corroborar que las enfermedades que padecen son por el consumo de las aguas supuestamente contaminadas, los pobladores de Tres Hermanos, Altamarani, Buena Vista y Bella Altura no tienen dudas.
En 2018, durante la primera zafra oficial azucarera del ingenio, la comunidad no tenía un sistema de agua potable, por lo tanto, la consumía de los ríos del lugar (Mayge y Beni). A mediados de ese año, la organización Practical Action ayudó a instalar el tanque de agua que comenzó a apaciguar los malestares.
Ahora se enferman menos, pero los síntomas persisten, explica el corregidor de Buena Vista. Para las mujeres de estas comunidades indígenas las advertencias de cuidado no bastan, a veces simplemente les es imposible no asomarse a los ríos. Durante los días lluviosos, cuando las nubes grises cubren el cielo, los paneles solares que tienen no logran poner en funcionamiento sus tanques de agua.
Así, las mujeres vuelven a los ríos, lavan la ropa, los enseres del hogar e incluso preparan sus alimentos en esas aguas.
Imagen principal: las comunidades indígenas sostienen que los arroyos padecen la contaminación del ingenio azucarero San Buenaventura, aquellos que culminan su recorrido en el río Beni. Foto: Javier Mamani