Las chinampas, las milenarias islas de cultivo creadas por los aztecas en lo que actualmente es Ciudad de México, enfrentan graves amenazas debido al desarrollo urbanístico, la contaminación y el turismo masivo. En este escenario, un grupo cada vez mayor de mujeres está asumiendo un papel activo en la recuperación y preservación de este ecosistema único, rompiendo con la tradición que ha pasado la tierra casi exclusivamente de hombres a hombres.
Jasmín Ordóñez y Cassandra Garduño destacan entre estas mujeres que han comprado y restaurado chinampas para cultivarlas de forma sostenible. Ambas enfrentaron dificultades para heredar estos terrenos agrícolas, ya que históricamente las chinampas fueron consideradas trabajo masculino por su exigencia física.
Garduño, tras vivir años fuera y trabajar en conservación en Ecuador, regresó con la convicción de proteger su tierra afectada por el abandono, la contaminación y el bajo nivel de agua. Ordóñez también busca proteger su chinampa y obtener la Etiqueta Chinampera, un reconocimiento ecológico que apoya la agricultura tradicional sostenible.
Las chinampas son un sistema agrícola altamente productivo, capaz de hasta ocho rotaciones de cultivos al año gracias al uso del lodo mineral rico en nutrientes, que se mantiene como el fertilizante principal. Cassandra comparte sus conocimientos ancestrales junto con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para que más campesinos recuperen estas prácticas, fundamentales para conservar el ecosistema de Xochimilco.
Sin embargo, la urbanización ha provocado contaminación por aguas negras, metales pesados y pesticidas, y ha facilitado la introducción de especies invasoras como carpas y tilapias, que ponen en peligro al emblemático ajolote, símbolo de la región. Además, el abandono de las chinampas para transformarlas en áreas recreativas o comerciales ha reducido la superficie agrícola original al 3 %.
Para estas mujeres, preservar las chinampas es también conservar el legado de sus ancestros, vinculando la conservación del agua y de la biodiversidad con la historia cultural.
Jasmín Ordóñez y Cassandra Garduño sueñan con un futuro donde más mujeres formen parte activa del cuidado y trabajo en las chinampas, ampliando este movimiento que conjuga tradición, sostenibilidad y equidad de género para garantizar la continuidad de este valioso patrimonio natural y cultural de Ciudad de México.
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Imagen principal: Jasmín Ordóñez, a la izquierda, y Cassandra Garduño, a la derecha, cruzan un puente improvisado en la chinampa de Garduño, una granja isleña construida por los aztecas hace miles de años, en San Gregorio Atlapulco, un distrito de la Ciudad de México, el 20 de septiembre de 2025. Foto: AP/Felix Marquez.