Esta es la historia de tres focas monje: la del Caribe, la de Hawái y la del Mediterráneo. La foca monje caribeña, que una vez se contó en cientos de miles, era un mamífero marino tremendamente abundante que se encontraba por todo el Caribe y que hasta fue documentada por Cristóbal Colón durante su segundo viaje, cuando sus hombres mataron varias para comerlas. Menos de quinientos años después, la especie se extinguió debido a la caza excesiva. Pero los científicos se han preguntado durante mucho tiempo cómo la extinta foca monje del Caribe se relacionaba con otras focas monje. ¿Estaba más emparentada con la especie del Mediterráneo o con la de Hawái? Ahora, los investigadores tienen una respuesta y, además, un nuevo género de foca.
“Nuestro trabajo es el primero en resolver este enigma de manera categórica, tanto por la producción y análisis de la primera muestra de ADN de la foca monje del Caribe como por el estudio de la anatomía de una larga serie de especímenes de focas monje que se encuentran en museos, la mayoría del Smithsonian”, dijo a mongabay.com el coautor y especialista en mamíferos marinos del Instituto Smithsonian, Kristofer Helgen. “La respuesta es que la foca monje caribeña está más emparentada con la de Hawái, lo que demuestra que las focas monje del Nuevo Mundo forman un grupo que excluye a la del Mediterráneo”.
De hecho, las focas monje del Nuevo Mundo son tan genéticamente diferentes ―y distintas en el físico― de las del Mediterráneo que los investigadores propusieron un nuevo género para las especies del Caribe y de Hawái: el Neomonachus. Antes del descubrimiento, las tres especies pertenecían a un género, el Monachus.
Foca monje hawaiana en French Frigate Shoals. Foto de Mark Sullivan. |
“El nivel de diferencia genética y anatómica entre estas focas y la del Mediterráneo iguala o excede el nivel de diferencia entre otros géneros de focas que son reconocidos de forma mundial”, comenta Helgen y agrega que el nuevo género destaca “la singularidad evolutiva de las focas ―durante cuánto tiempo cada uno de estos linajes de focas ha ido evolucionando por caminos independientes—”.
En efecto, al mirar las diferencias genéticas, el estudio encontró que las especies del Nuevo Mundo (la caribeña y la hawaiana) se separaron de la mediterránea más de seis millones de años atrás. Pero, ¿qué pasó luego para que se separen las focas monje de Hawái de las del Caribe?
“[Esto] ocurrió cuando se cerró el istmo de Panamá hace tres o cuatro millones de años, un suceso geológico trascendental que conectó los continentes norteamericano y sudamericano y separó los océanos Atlántico y Pacífico”, explicó Helgen.
Lamentablemente, a las focas monje no les ha ido bien en los tiempos modernos. Ya hemos perdido la del Caribe (Neomonachus tropicalis), y tanto la hawaiana como la mediterránea se encuentran categorizadas como ‘En Peligro Crítico’ por la Lista Roja de la UICN.
Hoy en día, solo quedan en el planeta alrededor de mil doscientas focas monje hawaianas (Neomonachus schauinslandi), las que se ven amenazadas por los artes de pesca en los que se enredan y la captura incidental, la polución, los cambios en la distribución de las presas y la baja diversidad genética después de siglos de caza.
La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus) está aún más en peligro: solo quedan alrededor de seiscientas. Al igual que sus parientes lejanas hawaianas, corren riesgo debido a los equipos de pesca y a la captura, por ejemplo, la incidental, pero también, como consecuencia de la urbanización, perdieron la mayoría de las playas donde dan a luz y, a causa de la pesca de arrastre industrial, pueden estar enfrentando una disminución de las presas.
Ilustración de una foca monje del Caribe extinta. Ilustración de Peter Schouten.
La denominación de un nuevo género tiene enormes implicaciones de conservación ya que ahora las únicas representantes de este son las focas monje hawaianas y las mediterráneas.
“[Esto] eleva los riesgos de conservación al hacer incluso más claro cuánto de la historia evolutiva singular de la familia de la foca se perdería con la extinción de cualquiera de estos animales en Peligro Crítico”, dijo Helgen. “El hecho de que el tercer miembro del grupo, la foca monje del Caribe, se haya extinguido en las últimas décadas también subraya cuán fácil sería perder estas especies y cuán importante es trabajar a toda costa por la conservación de ellas”.
Pero dado que la extinción de la foca monje caribeña ha dejado abierto un gran nicho ecológico, ¿sería posible repoblar algún día el Caribe con la especie hawaiana? Helgen respondió que, en teoría, la idea podría funcionar, pero que serían muchas las barreras a tener en cuenta.
“Es una cuestión demasiado compleja en términos de conservación y política, pero sí, si existiera un interés en repoblar el Caribe con focas monje, entonces la hawaiana sería la mejor candidata desde una perspectiva filogenética y ecológica. Tampoco es que estoy abogando por esto”, aclaró. “Siguen siendo especies diferentes ―la repoblación con parientes cercanos probablemente nunca vaya a ser la solución perfecta y el hecho de que la foca monje de Hawái sea una especie en peligro de extinción hace, incluso, que el experimento resulte muy difícil”.
La descripción de un nuevo género es también un acontecimiento histórico: han pasado más de ciento cuarenta años desde que los científicos describieron un nuevo género de la familia de los pinnípedos, los que incluyen a las focas, los leones marinos y las morsas.
“De vez en cuando identificamos nuevas especies de mamíferos grandes, como el olinguito que anunciamos el año pasado”, comentó el coautor Graham Slater, también del Smithsonian. “Pero ser capaces de designar un nuevo género, y que sea de una foca, es en extremo excepcional y un gran honor”.