- El río Acre en Brasil registra el nivel de agua más bajo de los últimos 40 años.
- Solo en agosto, se han detectado en el Perú 1935 quemas e incendios.
- En los últimos 16 años, los incendios forestales afectaron 34 millones de hectáreas del territorio boliviano.
Este 2016 los países del bioma andino-amazónico podrían experimentar una de las sequías más severas de los últimos diez años, según información satelital y el monitoreo continuo realizado por un grupo de expertos. Los datos producidos por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE), a través del Centro de Pronóstico del Tiempo y Estudios Climáticos (CPTEC), muestran un incremento severo de los focos de calor en relación a los años anteriores en la región trinacional MAP que incluye a los países de Perú (Madre de Dios), Brasil (Acre) y Bolivia (Pando). Las últimas dos sequías graves ocurrieron en los años 2005 y 2010 y las pérdidas fueron cuantiosas. La información recabada hasta hoy señala que este 2016 las consecuencias serían mucho mayores.
Una medición reciente proporcionada por Foster Brown, científico de la Woods Hole Research Center y profesor de postgrado de la Universidad Federal de Acre (Brasil), puede darnos una pista de la seriedad del problema. Si se comparan los focos de calor captados por los satélites en la región MAP entre el 8 y 14 de agosto de 2016 con los mismos datos registrados en el 2015, se puede concluir que existe un incremento significativo este año: en Acre (Brasil) se registraron 1420 focos de calor, es decir, 6 veces más que en el 2015; en Pando (Bolivia) 181 focos de calor, cuatro veces más que el año anterior; en Tahuamanu (Perú) 60 focos de calor, 20 veces más; y en Tambopata (Perú) 177 focos de calor, casi 30 veces más. Brown además analiza estas mediciones en relación a las últimas dos sequías severas y advierte que “los focos acumulativos de calor a principios de agosto de 2016 fueron más altos que los períodos equivalentes en 2005 y 2010 en Madre de Dios, Acre y Pando”.
Las consecuencias de las sequías no están solamente relacionadas con el desabastecimiento de agua, sino con el peligro de que las quemas agropecuarias se salgan de control y se conviertan en incendios forestales. Ernesto Ráez, ecólogo tropical y miembro de la Fundación Pronaturaleza, explica con más detalle esta amenaza: “En años de sequía extrema como fue el año 2005, 2010 y como está siendo este año, el bosque se seca tanto que también se hace combustible, entonces el riesgo de que las quemas que escapan de control entren al bosque y se conviertan en un incendio forestal, incrementa tremendamente”.
Ráez forma parte también del equipo de expertos que siguen atentos las amenazas de sequías e incendios forestales en la región MAP y es uno de los 24 especialistas que han firmado una carta abierta alertando de esta problemática a las principales autoridades de Brasil, Bolivia y Perú. El documento ha sido enviado a las presidencias de los tres países, a los ministerios del ambiente, a los ministerios de agricultura y a los directores de las oficinas de defensa civil. En la carta señalan lo siguiente: “(…) alertamos a las principales autoridades de nuestros tres países y a la ciudadanía en general sobre el advenimiento de lo que podría ser la más grave sequía sufrida por el bioma andino-amazónico en por lo menos medio siglo. Existe, este 2016, un altísimo riesgo de que las quemas agropecuarias, habituales entre agosto y octubre, escapen completamente de control y produzcan intensos incendios forestales, causando perjuicios económicos, humanos y ambientales inaceptables”.
Conversamos con cinco de los expertos que siguen esta problemática en la región MAP para tener una visión más exacta del panorama que se podría experimentar en los tres países durante los próximos meses.
Bolivia: Pando, Santa Cruz y Beni en peligro
Durante los últimos 16 años las superficies quemadas en el territorio boliviano alcanzan los 34 millones de hectáreas, según la Fundación de Amigos de la Naturaleza (FAN). Esta institución monitorea satelitalmente esta problemática a través del Sistema de Monitoreo y Alerta temprana de incendios forestales (SATRIFO) y además de observar los focos de calor, hace un seguimiento del nivel de humedad de la vegetación como un indicador de flamabilidad.
Armando Rodríguez, ingeniero forestal y uno de los investigadores de FAN, señala que el año 2010 fue uno de los más críticos para el país altoandino. “El 2010 presentó la temporada de incendios más extrema que se ha registrado en el país, con aproximadamente 6 millones de hectáreas quemadas; situación que es en parte atribuida a las condiciones generadas por las fuertes sequías y heladas que azotaron al país durante ese año”, explica Rodríguez.
En Bolivia la amenaza de incendios alcanza al norte y sur del país, siendo esta última la más golpeada. Rodríguez, junto a un equipo de especialistas de FAN, estudia y monitorea precisamente esta situación en las regiones de Santa Cruz y Beni, en el sur de Bolivia, y explica que “los meses de agosto, septiembre y octubre concentran la mayor cantidad de focos de calor. Los focos de calor detectados en el mes de julio en el Departamento de Santa Cruz superan en casi el doble a los de 2010 en el mismo mes. Sin embargo, esto no quiere decir que esta tendencia se mantenga para agosto y los meses que vienen que suelen ser los más críticos de la temporada de incendios”.
La zona sur de Bolivia es más vulnerable porque se trata de una zona ganadera donde predominan los pastizales. Como explica Rodríguez, las quemas y proliferación de incendios forestales se dan sobre todo en “formaciones vegetales de pampas naturales, campo sujo, cerrado y vegetación de baja altura”. Por esta razón las actividades económicas más impactadas por las sequías y los incendios son las agrícolas, ganaderas, la silvicultura y la pesca. Además, la directora de proyectos de FAN, Verónica Ibarnegaray, señala otras consecuencias que afectan ahora mismo a Santa Cruz y Beni: “La humareda proveniente de los incendios ocasiona problemas de salud en la población, por enfermedades respiratorias y oculares, y la interrupción de los sistemas de transporte aéreo por la escasa visibilidad. También, los incendios contribuyen a la contaminación de las fuentes de agua a través de las cenizas que generan”.
Ibarnegaray advierte de cuáles podrían ser las provincias más afectadas, según cifras y reportes realizados entre el 2000 y el 2014 por la fundación: “Los reportes más altos de áreas quemadas a escala municipal oscilan de 459 mil a 1,6 millones de hectáreas localizadas en San Ignacio de Velasco, San Matías y Concepción del departamento de Santa Cruz. También involucra a los municipios de Exaltación, Santa Ana de Yacuma, San Ramón, San Ignacio, Santa Rosa y Reyes del departamento del Beni y finalmente Ixiamas del departamento de La Paz”.
La directora de la Fundación Amigos de la Naturaleza le contó a Mongabay Latam que el gobierno de Bolivia, a inicios de agosto, emitió 12 decretos supremos para “mejorar la producción agrícola y enfrentar la sequía”. Se trata de 12 medidas que incluyen la “perforación de pozos e instalación de tanques de agua, dotación de agua y forraje, incentivos para la producción de maíz, reprogramación del pago de las deudas del sector agropecuario, entre otros mecanismos de apoyo a productores agrícolas y emprendimiento productivos afectados por eventos adversos”. Sin embargo, señala que si bien en el 2014 la Dirección de Gestión y Desarrollo Forestal del Ministerio del Ambiente y Agua impulsó el desarrollo de una Estrategia Nacional de Manejo del Fuego, “no se tiene conocimiento sobre la puesta en marcha de esta estrategia”.
En la zona norte del país, en Pando, si bien las consecuencias de las sequías e incendios forestales no son tan serias como en el sur, sí existe una pérdida importante de zona boscosa. Juan Fernando Reyes, Director de la ONG Herencia, señala que “la época de mayor cantidad de fuegos en esta región es setiembre, y no estamos todavía en el mes de setiembre y se han registrado muchos (incendios forestales), comparado con años anteriores. Hasta agosto ha habido mucho más focos de calor que en las sequías anteriores. Eso quiere decir que setiembre puede ser más grave de lo que está sucediendo hasta ahora”. Como lo mencionamos al inicio de este artículo, en agosto de 2016 (8 al 14 de agosto) se registraron en Pando cuatro veces más focos de calor comparado con el 2015.
Reyes muestra su preocupación por la reacción tardía del gobierno. “Pese a que se sabe que va a suceder y que es peligroso, el gobierno no tiene las condiciones para atender y tomar previsiones, se sabía que este año iba a ser seco, no es una sorpresa. Nosotros mismos hemos difundido, había información científica que indicaba que este año iba a ser más caliente, pero las autoridades no han tomado previsiones (…) los gobiernos no creen hasta que las cosas están ya quemando”.
Brasil: las primeras evidencias
Uno de los principales indicadores de esta amenaza en Brasil es observar el nivel del río Acre. Según los estudios realizados por Foster Brown, afincado además en la zona, el río Acre a la altura del río Branco registra el nivel de agua más bajo de los últimos 40 años, es decir, está medio metro por debajo del nivel mínimo alcanzado en años anteriores. Esto está directamente relacionado con el desabastecimiento de agua y el peligro de las quemas que pueden salir de control.
“Las zonas más vulnerables están en Acre, donde los bosques están próximos a los pastos, hay áreas degradadas y bosques recientemente talados. El fuego se propaga fácilmente a partir de incendios accidentales o intencionales en áreas abiertas, penetrando en bosques circundantes”, explica Brown. Además, señala que “en el estado oriental de Acre, nueve municipios están en una situación de emergencia debido a la falta de agua desde el 7 de julio”.
Las poblaciones más afectadas serían las comunidades indígenas y rurales de Acre, las cuales, según indica el experto, se verían afectadas por la falta de agua de calidad, la pérdida de áreas de cultivo producto de los incendios forestales, sin contar el impacto de las emisiones de humo en la salud de los pobladores.
Los especialistas del Centro de Previsión del tiempo y estudios climáticos (CPTEC) han podido calcular la pérdida sufrida en las dos últimas sequías severas en Brasil. En 2005, más de 300 000 hectáreas de bosques se quemaron en la zona de Acre oriental y, en el 2010, más de 120 000 hectáreas. Aún no se sabe lo que ocurrirá este año, pero por lo pronto los focos de calor son más altos que los de las últimas dos sequías.
Brown advierte que en el caso de Brasil, las autoridades sí se están preparando. “El Gobierno de Acre estableció un programa de respuesta con reuniones que comenzaron en marzo de 2016. Se está siguiendo un plan de contingencia para el suministro de agua, especialmente para la capital Río Branco, y para controlar los incendios”, señala el experto.
El panorama peruano
En lo que va de agosto de este año se han detectado en el Perú 1935 quemas e incendios. Ernesto Ráez sigue minuciosamente la situación de Perú, sobre todo observa la zona de Madre de Dios, y le explica a Mongabay Latam que la estación seca en esta parte de la región “tiene su pico, la época más seca del año, entre agosto, octubre y noviembre. En esos meses todos los años como un relojito la gente se dedica a quemar su chacra, a quemar el rastrojo o si están abriendo nueva chacra, a quemar el bosque que han tomado. Eso se realiza en toda la sierra con los pastos y toda la selva, en toda la frontera de colonización. El resultado es que hay momentos en el año en que todo es rojo, todos son puntos rojos (focos de calor) y nosotros hemos comprobado que las únicas áreas que se libran en la Amazonía son las áreas protegidas y los territorios indígenas donde la gente no quema”.
Ráez nos explica que en temporadas menos secas, las quemas agropecuarias no llegan a impactar los bosques primarios porque estos son bastante húmedos y frenan la posibilidad de que una quema se convierta en un incendio forestal. Sin embargo, cuando es temporada seca el efecto puede ser muy serio, incluso cuando a simple vista parece que el incendio ha sido leve. “En el bosque amazónico, incluso los árboles más grandes, además de las raíces de sustento, que pueden ser muy grandes y muy vistosas, lo que tienen es una especie de raicillas muy delicadas. Lo que encuentra uno debajo de la hojarasca es un colchón de raicillas que corresponden a todos esos árboles gigantescos que uno ve, porque el suelo de la Amazonía es pobre, en consecuencia los nutrientes provienen de la propia biomasa que cae y para poder aprovecharla rápidamente se necesita extender esta red de raicillas. Entonces cuando entra el fuego al bosque amazónico ni siquiera es necesario que alcance el tronco de los árboles, un fuego que corre por la superficie quemando la hojarasca puede matar las raicillas. Lo que nosotros hemos visto es que semanas después de que entró el fuego al bosque, de que tuvimos un incendio forestal de superficie, los árboles comienzan a morir y es una mortandad muy alta y ¿por qué?, porque sus raicillas murieron”.
Pero el experto también nos recuerda que esta problemática tiene relación directa con el cambio climático. Básicamente, señala Ráez, una de las características del calentamiento global es la ocurrencia frecuente de eventos climáticos extremos en el mundo que son propios de la pérdida de equilibrio de los sistemas, “que es lo que está ocurriendo con nuestra atmósfera, por el exceso de energía que contiene ahora debido a la concentración de gases de efecto invernadero, empiezan a generarse situaciones extremas. En un momento dado tienes una gran sequía y en el siguiente momento de la misma oscilación extrema tienes una gran inundación, ese tipo de cosas estamos viendo”.
Ráez recuerda, para entender mejor esta oscilación extrema del clima, que “después del 2005 ─año de sequías─ lo que vinieron fueron tremendas inundaciones, el río Acre creció tremendamente, son oscilaciones extremas, pero en el año 2010 regresó la sequía, esta sequía estuvo en todas las noticias porque el Amazonas se redujo tanto que se retiró y dejó extensas áreas por donde solía pasar el río completamente descubierta. La gente tenía que caminar kilómetros para llegar al río y además en Bolivia hubo varias emergencias causadas por incendios”.
La carta abierta, firmada también por Ráez, advierte que además del incremento de los focos de calor, hay emergencias que ya se están reportando, como en el caso de la provincia de Sandia, en la Amazonía de Puno (Perú). El alcalde se vio obligado a pedir el apoyo de helicópteros para controlar un incendio forestal que se salió de control y que en solo tres días arrasó con 50 hectáreas de superficie. El documento alerta que “de demorar las medidas preventivas que aconsejamos, no alcanzarán los helicópteros ni presupuestos de nuestras tres naciones, para evitar el peor escenario posible”.
Los cinco expertos entrevistados para este artículo precisan que el panorama podría también cambiar completamente en unas semanas con la aparición repentina de lluvias. Sin embargo, lo que indican hoy los sistemas de monitoreo satelital es que una de las sequías más severas afectará a la región trinacional de Brasil, Bolivia y Perú.