- EL PLAN DE BRASIL: construir más de cuarenta represas y una red de carreteras y vías férreas en el corazón de la Amazonía para transportar soya desde el interior hacia la costa y los mercados extranjeros. Así, convertiría la cuenca del río Tapajós y su sistema fluvial en una vía industrial con efectos de deforestación sin precedentes, según los investigadores.
- IMPACTOS EN EL ECOSISTEMA: “Los efectos serían claramente devastadores para la ecología y la conectividad de la gran cuenca del Tapajós”, explica William Laurance, un prominente científico de ecología de bosques de la Universidad James Cook, Australia. “No sería exagerado declarar esto como una crisis en ciernes”.
- IMPACTO HUMANO: las represas generarían “una crisis de derechos humanos debido a la inundación de los territorios indígenas y los consiguientes reasentamientos forzados de pueblos enteros [...], además de una pérdida de pesquerías y de fertilidad de las llanuras aluviales, y de contaminación de las fuentes de agua limpia”, comenta Christian Poirier, de la organización Amazon Watch.
- IMPACTOS EN EL CLIMA: “En el peor de los… la deforestación de casi 200 000 km2”, dice el climatólogo Carlos Nobre, lo cual tendría “efectos muy graves” y generaría “modificaciones en el clima regional”. La deforestación a lo largo del Tapajós incluso podría influir en el equilibrio global, si el Amazonas deja de ser un receptor de carbono para convertirse en un emisor de carbono, con consecuencias impensadas para todo el planeta.
Brasil está avanzando con su plan de construir un amplio complejo hidroeléctrico en el corazón de la Amazonía que convertiría el sistema fluvial del río Tapajós, de difícil acceso y actualmente en estado salvaje, en una vía industrial para transportar porotos de soya, un proyecto que según científicos y diversas ONG pone en peligro la biodiversidad y los ecosistemas de la Amazonía así como las culturas indígenas, los modos de vida tradicionales e incluso el clima mundial.
Un total de 42 enormes represas hidroeléctricas están en construcción o en etapa de planificación en la cuenca del río Tapajós, una región rica en biodiversidad y cultura, y una de las ocho áreas de endemismo biológico del Amazonas. Alimentado por afluentes de los estados de Mato Grosso, Rondonia y Amazonas, el canal principal del Tapajós fluye en dirección noreste a través del estado de Pará y desemboca en el río Amazonas en la ciudad de Santarém. La cuenca cubre 492 000 km2, más del doble del tamaño del Reino Unido.
Sus bosques y cursos de agua son el hogar de especies como el jaguar, la nutria gigante y el delfín de río, y también de otras poco conocidas y de distribución reducida que no se encuentran en otro lugar del mundo. Muchas de las plantas y los animales de esta región siguen siendo desconocidos para la ciencia. Los grupos indígenas y las comunidades tradicionales de río dependen de los recursos naturales que les proporciona la cuenca para su subsistencia.
Se prevé la construcción de represas no solo en el río Tapajós sino también en sus principales afluentes: los ríos Jamanxim, Juruena y Teles Pires. Los siete principales proyectos del Plan 2013-2022 de Expansión de Energía de Brasil planificados para la cuenca de los ríos Tapajós y Teles Pires pondrían 3832 km2 bajo el agua.
Los científicos sostienen que “los efectos en la Amazonía serían devastadores”
La reciente suspensión del mayor de estos proyectos, la represa São Luiz do Tapajós, fue celebrada como una victoria de la conservación y los derechos humanos; de no construirse, se evitaría que 722 km2 de terreno quedaran inundados. Sin embargo, existe preocupación por que la construcción de esa represa siga en pie, debido a rumores de que el gobierno de Temer revertiría la suspensión de construcción.
Cualquiera que sea el resultado, las otras cuarenta represas planificadas tendrían iguales consecuencias especialmente cuando todas ellas estén terminadas y funcionen en conjunto, advierte Philip Fearnside, experto en desarrollo y deforestación de la Amazonía. Los embalses inundan los bosques, desplazan pueblos, emiten gases de efecto invernadero (en especial en la zona intertropical) e interrumpen el flujo de agua normal hacia la desembocadura del río y entre los canales y las llanuras aluviales.
Esta vía industrial, al abrir la navegación para barcazas y buques desde el estado de Mato Grosso hacia el río Amazonas y el océano Atlántico, impulsará la expansión de la industria sojera y aun mayor deforestación en el interior de la Amazonía. La relación negativa entre la construcción de represas, industrias e infraestructura adicional (como nuevas carreteras y vías de ferrocarriles), en combinación con la migración de trabajadores a la región, generará una cascada de impactos indirectos en el ecosistema de bosques a menos que se modifiquen drásticamente los planes, con el fin de mitigar estos efectos.
“Los efectos serían claramente devastadores tanto para la ecología y la conectividad de la gran cuenca del Tapajós como para los diversos grupos indígenas de la región”, contó a Mongabay William Laurance, profesor de la Universidad James Cook de Australia y una autoridad en ecología de bosques tropicales. “No sería exagerado declarar esto como una crisis en potencia”.
Stewart Maginnis, director global del Grupo de Soluciones basadas en la Naturaleza, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y exdirector del Programa de Bosques y Cambio Climático, comparte su preocupación: “Los impactos en la biodiversidad de agua dulce y los grupos indígenas, junto con la apertura de nuevas áreas para agricultura, conllevan el riesgo de mayor deforestación y de modificaciones en el uso de tierras en la cuenca del Amazonas”.
A pesar del peligro de estos posibles efectos, el público general todavía desconoce la “complejidad y ambición” de los planes para la cuenca del Tapajós, comenta Thomas Lovejoy, un prominente biólogo de conservación del Amazonas y director del Centro para la Biodiversidad y la Sustentabilidad de la Universidad George Mason, además de miembro superior de la Fundación Naciones Unidas.
El plan beneficia a las empresas de la construcción, la industria energética y la agroindustria
Uno de los motivos detrás del llamado Complejo de Tapajós es el interés del gobierno de Brasil en producir energía hidroeléctrica y financiar estos grandes proyectos de infraestructura.
Fearnside afirma que la necesidad de energía que tiene el país no solo fue exagerada sino que fácilmente podría ser satisfecha por otras fuentes de energía. “Las proyecciones [de la necesidad) de energía de Brasil en el futuro] ignoran cualquier límite y estiman usos astronómicos de electricidad dentro de los próximos años”. Y agrega que esas estadísticas luego se utilizan para justificar la construcción de las represas.
La construcción de megarrepresas (como la polémica represa de Belo Monte),recientemente finalizada) ha brindado beneficios gigantescos a las grandes empresas de la construcción de Brasil y a los partidos políticos poderosos del país, quienes en el pasado recibieron contribuciones muy generosas para sus campañas de parte de las empresas ganadoras de los contratos.
“La prioridad [de Brasil] tendría que ser consumir menos electricidad”, argumenta Fearnside, profesor del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (INPA) de Brasil. Y en caso de que con la eficiencia energética no sea suficiente y el país se vea obligado a aumentar la producción, “también tiene un enorme potencial para generar energía eólica y solar”.
Otra de las razones que impulsan el Complejo de Tapajós es la enorme presión que ejerce la industria de la soya, la cual sería receptora de importantes beneficios gracias a la posibilidad de transporte económico que significa esta nueva vía industrial. Además, está el hecho de que para la economía de Brasil las exportaciones de soja son muy importantes, más ahora debido a la severa crisis económica que está atravesando.
En conjunto, estos factores hacen que exista “mucha voluntad política en facilitar [el Complejo de Tapajós] a pesar de todas las consecuencias”, afirma Fearnside. Los vínculos entre el gobierno y la agroindustria son más fuertes que nunca, lo que se evidencia en el hecho de que uno de los mayores cultivadores de soya del país, Blairo Maggi, haya sido nombrado Ministro de Agricultura hace poco. “La propiedad más grande de las doce que tiene la familia Maggi va a ser beneficiada por la primera rama de la vía navegable planificada, la rama de Teles Pires”, observa Fearnside.
Debido a que los proyectos hidroeléctricos implican la construcción de exclusas y la inundación de rápidos, que de otra manera serían intransitables, las más de cuarenta represas son vitales para la vía industrial planificada. Laurance y Fearnside consideran que el enfoque de “a todo o nada” adoptado para la construcción de represas es muy peligroso. Si no existiera la necesidad de esta vía navegable industrial, algunos de los proyectos hidroeléctricos ni serían una prioridad para el gobierno.
En nombre de la seguridad nacional
Una de las mayores preocupaciones en la cuenca del río Tapajós es que el gobierno haga la vista gorda a los posibles impactos sociales y ecológicos y allane el camino para que avancen este tipo de proyectos. En varias ocasiones anteriores, el gobierno de Brasil aplicó “suspensiones por seguridad” como una forma de anular las restricciones en el otorgamiento de licencias ambientales y de frustrar la resistencia social ante grandes proyectos de infraestructura como las represas; todo en nombre del crecimiento económico, considerado un imperativo de seguridad nacional.
Esta disposición legal es un legado de la dictadura militar que gobernó Brasil durante 1964-1985, y ya ha sido utilizado para liberar el camino para cuatro nuevas represas que están en construcción en el río Teles Pires, afluente del Tapajós. A pesar de que un juez había ordenado que se detuviese la construcción de dos de esas represas, la decisión fue revocada a causa de una “suspensión por seguridad”.
Mientras tanto, en el Congreso de Brasil se están debatiendo varias medidas que, en caso de ser aprobadas, darían un impulso importante a las represas. Además, el gobierno en los últimos años ha ido reduciendo la extensión de las áreas protegidas de la región y eliminando protecciones para las llanuras aluviales, aparentemente con el objetivo de anticiparse y evitar cualquier conflicto legal con las represas y sus embalses una vez que los proyectos se pusieran en marcha.
Las ONG y los grupos indígenas tienen miedo de que el gobierno esté preparando el terreno para rápidamente dar luz verde a la construcción de represas a lo largo y ancho de la cuenca del río Tapajós. “La indiferencia que muestra el gobierno, rallana en hostilidad, hacia los sistemas naturales del último gran ecosistema tropical del mundo es realmente escandalosa”, exclama Lawrence Hurd, profesor de la Universidad Washington y Lee, de Estados Unidos.
Impacto hidrológico
Una de las consecuencias más inmediatas y directas que tiene cualquier represa es la obstrucción del curso de agua: se reducen el flujo de agua desde la fuente hacia la desembocadura, las fluctuaciones de temporada y los ritmos naturales de inundaciones, lo cual pasa a estar controlado por represas y embalses. El impacto es doble en zonas de bosques tropicales, que pueden fluctuar de una temporada muy húmeda a una muy seca y con poca cantidad de agua.
Las represas interrumpen las conexiones naturales esenciales para los ecosistemas: bloquean el flujo de nutrientes, sedimentos y vida acuática entre la cabecera y los canales río abajo, y entre las llanuras aluviales.
“Las conexiones hidrológicas son el sostén de la integridad ecológica, ecológica y cultural del sistema fluvial del Tapajós”, explica la científica Marcia Macedo, del Centro de Investigaciones Woods Hole, de EE.UU. “El Complejo Hidroeléctrico de Tapajós cambiaría rotundamente el flujo del agua” de la cuenca.
Michael Coe, científico de sistemas terrestres del Centro Woods Hole, sostiene que “la completa reestructuración de un sistema fluvial de flujo irrestricto” es un motivo real de preocupación, porque “incluso la modificación más pequeña en la sincronización y magnitud del flujo de agua puede tener grandes efectos en los procesos del ecosistema. En particular, me preocupa la salud y viabilidad de las zonas ribereñas de estos ríos”.
Otra de las consecuencias de obstruir el flujo de agua es la concentración de metilmercurio en los embalses, un derivado parcial del mercurio utilizado para la minería del oro en el Amazonas. Después de ser ingerida por los peces, la toxina se bioacumula a lo largo de la cadena alimentaria, y quienes se encuentran en la punta de la pirámide, como los humanos o los grandes depredadores, son los que ingieren la mayor cantidad de este metal tóxico, un riesgo de salud muy serio. En algunas de las represas del Amazonas se han encontrado niveles peligrosos de metilmercurio, y en el caso del Tapajós esto es un riesgo real, dado que ya tiene concentraciones altas de este compuesto tóxico en algunos tramos.
Todos estos impactos hidrológicos negativos se combinan y magnifican cuando se construyen varias represas en serie a lo largo del mismo río o en el mismo sistema fluvial, como en el caso del Complejo de Tapajós.
Y a pesar del claro impacto acumulativo, que es “mucho mayor que la suma de las partes”, como dice Coe, el gobierno evalúa los riesgos de cada represa por separado, sin considerar su impacto en conjunto.
Muchos científicos argumentan que, para evaluar adecuadamente el impacto del Complejo de Tapajós, tendrían que considerarse todas las represas juntas de antemano, para así tener una perspectiva clara sobre los efectos ambientales acumulativos de la alteración del flujo de agua.
Impactos en la biodiversidad
Los cambios hidrológicos generados por la construcción del Complejo de Tapajós tendrán consecuencias profundas en las especies que viven en ese ecosistema de agua dulce, ya que la conectividad es crucial para la salud y diversidad genética de las poblaciones.
“Es fácil predecir el impacto general de las represas sobre las poblaciones de peces: la diversidad decrecerá tanto río arriba como río abajo de las represas, y algunas especies podrán extinguirse en forma local y regional también, debido a que los peces tropicales por lo general tienen rangos limitados de ocurrencia”, explicó Hurd a Mongabay, quien estudia la diversidad de los peces tropicales.
“Mitigar el impacto de todos estos factores es casi imposible”, continúa. Por eso es que considera que el desarrollo del Tapajós es un “desastre ambiental” en potencia. Las represas modifican no solo el flujo sino también la profundidad, la temperatura, la sedimentación y los niveles de oxígeno del agua, “y las poblaciones de peces del Amazonas están adaptadas en forma muy delicada a estas características ambientales”.
Las represas también actúan como barreras contra el libre movimiento de especies, por lo que imposibilitarán las migraciones anuales río arriba que realizan muchas de ellas en época de desove, tal como observa Mariana Napolitano Ferreira, coordinadora del programa de ciencias de WWF-Brasil. Esta consecuencia ya fue documentada en otras partes de la cuenca del Amazonas, como para el caso del bagre gigante Si bien anteriormente se han realizado esfuerzos por incorporar escaleras para peces en las represas, estas no tuvieron el éxito deseado. Y aunque los peces lograsen, de alguna manera, hacer el camino río arriba para desovar, los individuos jóvenes que viajan río abajo, al toparse con la represa, puede que no descubran cómo franquearla.
Las variaciones en las poblaciones de peces serán sentidas también por sus depredadores, como sucederá para dos especies de delfines de río, según la investigadora Claryana Araújo, de la Universidad Federal de Goiás, Brasil. Ella explica que los delfines de agua dulce también están en riesgo de fragmentación y aislamiento poblacional debido a las represas.
Las tortugas perderán hábitats y playas de anidación a causa de los depósitos de las represas. “Inundar áreas de bosque tan grandes destruirá la población de 11 especies de tortugas”, seis de ellas se enfrentan a una extirpación completa por la destrucción del hábitat donde se alimentan y de las zonas de anidación, dijo Richard Vogt, conservacionista de INPA, a Mongabay.
Algunas especies, como la Tortuga gigante del río Amazonas (Podocnemis expansa) migran cientos de kilómetros para volver a sus playas de anidación históricas a lo largo de sus 80-100 años de vida, explica Vogt, así que “destruir estos sitios afectará a la integridad de estas poblaciones” y “alterará la capacidad de estas especies de encontrar pareja”.
Si los depósitos de la cuenca del Tapajós inundan miles de hectáreas de bosque, cientos de especies que viven en las islas del río, sus márgenes o el bosque inundable verían desaparecer su hábitat. Numerosas áreas de conservación protegidas y sus bosques y humedales también se verían afectadas.
Algunas de las especies amenazadas de la región son el armadillo gigante (Priodontes maximus), el hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla), el mono araña de cara blanca (Ateles marginatus) y la oncilla, también llamada leopardo tigre (Leopardus tigrinus).
La construcción del Complejo de Tapajós también sería testigo de la “pérdida directa de hábitat de muchas especies de aves”, dijo a Mongabay Alexander Lees, ornitólogo en la Universidad Cornell en Estados Unidos. “La región es hogar de un conjunto de especies de aves de distribución restringida, todas ellas poco conocidas y en riesgo de extinción global por la pérdida forestal”.
Las más amenazadas son el saltarín coronidorado (Lepidothrix vilasboasi); el ermitaño del Tapajós (Phaethornis aethopygus); el picoguadaña del Tapajós (Campylorhamphus cardosoi), recientemente descrito por la ciencia; y la tangara picuda (Conothraupis mesoleuca) “que sigue En Peligro Crítico y es muy poco conocida”, dice Lees.
Cuando se tenga en cuenta la deforestación indirecta —derivada de la construcción de carreteras de acceso a las presas, líneas de transmisión eléctrica, y pueblos para sustentar a los trabajadores de la construcción— la pérdida de hábitat y la fragmentación serán aún más graves.
Laurance, que ha estudiado los impactos de la construcción de carreteras en la deforestación, ve este impacto indirecto como una amenaza aún mayor a la cubierta forestal que las propias presas. “Esas carreteras suelen abrir una caja de Pandora de actividades ilegales, como la invasión del bosque, incendios, caza ilegal, tala ilegal, que son enormemente destructivas para los bosques y la vida silvestre”, afirma.
Impactos sociales y económicos
Para los muchos miles de personas que pertenecen a grupos indígenas y para las comunidades ribereñas tradicionales en la cuenca, los ríos y los bosques son una pieza central en su modo de vida, y el Complejo Tapajós conllevará un cambio que no desean. Incluso aquellos que viven en ciudades se están viendo afectados por esta gran empresa. Las ciudades de Santarem e Itaituba, por ejemplo, ya se han visto afectadas con la instalación de la infraestructura de un puerto para soya que ha creado puestos de empleo, pero también ha añadido problemas urbanos como la contaminación, los delitos y la superpoblación.
Solo la presa Chacorão en el río Tapajós “inundaría 11 700 hectáreas [45 millas cuadradas] en la tierra indígena Mundurukú”, revela Fearnside, que recientemente destacó una serie de acciones tomadas por el gobierno para erosionar las restricciones jurídicas sobre los grandes proyectos de infraestructura, lo cual afectaría a los territorios indígenas.
En una entrevista previa para Mongabay, Brent Millikan, director del Programa del Amazonas en la ONG International Rivers, dijo que los conflictos socioambientales asociados con el Complejo de Tapajós “se han relacionado estrechamente con las violaciones crónicas de los derechos humanos y la legislación ambiental, el debilitamiento de las instituciones democráticas, el autoritarismo y, por último, la corrupción desenfrenada”.
“Una crisis de los derechos humanos, causada por la inundación de los territorios indígenas y la reubicación forzada de las aldeas indígenas —ilegal según la constitución brasileña— sería exacerbada con la pérdida de pescado, la fertilidad reducida, las llanuras inundables y la contaminación de recursos de agua potable, dice Christian Poirier de Amazon Watch.
Las “consecuencias oscuras” del desarrollo de la energía hidroeléctrica para los peces, tortugas y mamíferos tendrían un efecto dominó en la población humana, ya que estas especies “forman la base de la seguridad alimentaria local y de la subsistencia” de las comunidades residentes, apunta Poirier.
Hurd elaboró más su argumento y dijo que los peces migratorios son tanto “la fuente de proteínas más importante para las poblaciones humanas regionales” como “quizás las víctimas más inmediatamente vulnerables de la construcción de presas”. Estos peces también forman la base de la pesca comercial regional en la cuenca del Tapajós. Su pérdida obligaría a la población humana de la cuenca a buscar sus otras opciones para cubrir sus necesidades proteicas.
Camila Jericó-Daminello, analista de investigación para el Conservation Strategy Fund (CSF), estudió los posibles impactos económicos de solo una de las presas, el proyecto São Luiz do Tapajós, si hubiera seguido adelante. “Teniendo en cuenta los efectos negativos en los ingresos de los hogares, el abastecimiento de agua y la regulación climática, los costes ambientales asociados con el proyecto pero que no se cuentan formalmente [en evaluaciones ambientales oficiales], son de al menos 1,9 mil millones de reales (590 millones de dólares) en un período de 30 años”, observa.
“A pesar del nivel de estos costes, no se había compartido apenas información sobre la presa con la sociedad civil y las poblaciones locales hasta hace poco”, dice Jericó-Daminello.
Aunque São Luiz do Tapajós es un proyecto detenido en estos momentos, las predicciones económicas dan una indicación del astronómico coste que se derivaría de la construcción de las más de 40 presas. El precio social y económico total del Complejo Tapajós aún deben analizarse y nunca se ha mostrado ninguna evaluación general a las personas con más probabilidad de verse afectadas.
Como apunta Isabel Rosa, investigadora del Centro Alemán para la Investigación de Biodiversidad Integrativa, Brasil cuenta con una gran población indígena profundamente dependiente de la selva amazónica: “Si el sistema legal brasileño no hace su trabajo de proteger a los intereses ciudadanos, ¿quién lo hará?”.
Impactos climáticos
Aunque tradicionalmente las presas se anuncian como fuentes de energía limpia, cada vez se reconoce más entre los científicos y los encargados de diseñar políticas que los depósitos de energía hidroeléctrica (sobre todo en los trópicos) están muy alejados de ser ecológicos: el dióxido de carbono y el metano ─gas de efecto invernadero─ más de 20 veces más potente que el CO2, se liberan en cantidades significativas de la materia orgánica en la tierra sumergida y la vegetación en descomposición.
El bosque vivo del Amazonas normalmente actúa como sumidero de carbono al secuestrar el CO2 y no dejar que llegue a la atmósfera. “La pérdida de bosque acelerada” debida a los depósitos y al desmonte para construir carreteras, a la tala ilegal y otras causas, tendrá por lo tanto “impactos significativos en cuestión de emisiones de carbono”, señala Rosa. Coe añade que “La aportación de Brasil al cambio climático” aumentará como resultado.
“En el peor de los casos se experimentará un efecto indirecto del desarrollo de infraestructura [en el Tapajós] de más de 200 000 kilómetros cuadrados [77 220 millas cuadradas] de deforestación”, revela el climatólogo Carlos Nobre, científico del programa del Instituto Nacional Brasileño para el Cambio Climático, que sería “muy grave”, con “cierto nivel de cambio climático regional, como un aumento de las temperaturas” a esperar si se da una deforestación a ese nivel.
Los científicos saben que la pérdida de cubierta forestal cambia la forma en que el agua se recicla en un ecosistema, ya que menos agua se devuelve a la atmósfera. Como el Amazonas genera gran parte de su propia lluvia con un proceso de evapotranspiración, una deforestación significativa puede derivar en la disminución de lluvias y, de forma extrema, en sequías severas.
Estas pérdidas de lluvia no se sentirán solo en el Amazonas: “Bastante más de la mitad de la lluvia que cae en la parte sur de Brasil [más allá de los límites del Amazonas] llega a la atmósfera a través de los árboles de la cuenca amazónica”, dice Abby Swann, científica que estudia la relación entre los ecosistemas y el clima en la Universidad de Washington, EE.UU.
Una consecuencia de esta relación entre el desmonte de los bosques y la reducción de lluvia es que los ríos tendrían unos niveles de agua bastante más bajos, lo cual reduciría la capacidad de generación de energía y la viabilidad económica de las presas de energía hidroeléctrica que provocaron la deforestación en primer lugar.
La perspectiva a largo plazo es incierta, pero estos impactos climáticos podrían ser devastadores, no solo para Brasil, sino para el planeta entero.
“Creo que el Amazonas está bastante cerca, con un 20 por ciento de deforestación, del punto de inflexión que desequilibraría el ciclo hidrológico ahora mismo”, dijo Lovejoy, investigador especialista en el Amazonas. “Las sequías históricas de 2005 y 2010, y la de este año, en mi opinión, son avisos y pistas tempranas”.
Lovejoy ve los impactos combinados de la deforestación del Complejo de Tapajós como algo que sería suficiente para “empujar al sistema más allá de un punto de inflexión”, es decir, que los niveles de lluvia descenderían hasta el punto en que no podrían mantener más el ecosistema actual del Amazonas. Las selvas empezarían a morir.
Si eso sucede, hay otro punto que preocupa a los científicos: el momento en que la selva Amazónica al completo pueda dejar de absorber dióxido de carbono de la atmósfera y dejar de ser un sumidero de carbono para convertirse en una fuente de carbono que envíe al cielo los gases de efecto invernadero que había almacenado en sus árboles durante tanto tiempo.
Por desgracia, ya se muestran indicaciones de ese cambio, incluso sin la deforestación masiva proyectada en la cuenca del Tapajós. Las sequías record del siglo XXI ya han cerrado el sumidero de carbono del Amazonas de forma temporal —otro ejemplo de esos “avisos y pistas” de SOS que llegan del ecosistema del Amazonas. Un cierre permanente tendría implicaciones enormes para el clima global, pero predecir cuándo llegaremos a ese punto no es fácil. “Todavía hay mucha incertidumbre en torno a cómo están respondiendo y cómo responderán los bosques tropicales al cambio climático”, enfatiza Swann.
Los estudios de Nobre indican que el umbral podría no estar en el 20 por ciento de deforestación como sugiere Lovejoy, sino en el 40 por ciento de deforestación. “Desde esa perspectiva, deberíamos ser cautelosos y no alentar a que haya más deforestación porque hay otros factores de cambio que también preocupan”, dice. Por ejemplo, un calentamiento de 4 grados Celsius también desencadenaría graves respuestas en el sistema forestal, así que “el cambio climático descontrolado conlleva un grave riesgo de alcanzar ese punto de inflexión”.
La verdad es que nuestra ciencia no es aún lo suficiente sólida como para saber con precisión dónde están esos puntos de inflexión, pero científicos como Lovejoy y Nobre avisan de que la destrucción de los bosques amazónicos es jugar con fuego. En una entrevista reciente, cuando se le preguntó cuál era la mayor amenaza para el Amazonas, Lovejoy respondió: “La intersección entre la infraestructura descoordinada y el ciclo hidrológico”.
Llamamientos a la acción
Científicos y ONG dicen que el desarrollo de energía hidroeléctrica debe cambiar de dos formas importantes si queremos revertir esta “crisis en ciernes”. Primero, el proceso de licenciamiento para infraestructura debe reforzarse, no debilitarse. Segundo, los efectos acumulables de desarrollar múltiples presas en cuencas de drenaje debe ser algo que se tenga en cuenta y se respete durante el proceso de planificación.
“La mayor prioridad en las políticas de conservación del agua dulce en el Amazonas es reestructurar el proceso jurídico que aprueba los grandes proyectos hidroeléctricos como el Complejo de presas del Tapajós”, afirma Macedo.
“Las externalidades sociales y ambientales deben ser incluidas en los análisis de rentabilidad y utilizadas durante los procesos de toma de decisiones”, añade Jericó-Daminello. “Los derechos de los pueblos indígenas también se deben reconocer, como [su] participación durante el proceso de licenciamiento y su consentimiento (¡o no!) para desarrollar los proyectos”.
Fearnside ve como prioridad urgente la defensa vigorosa del proceso actual de licenciamiento de represas contra los muchos ataques que se están llevando a cabo en el Congreso de Brasil. “A pesar de sus muchos problemas, [el sistema de licenciamiento] es esencial para mantener la atención en los impactos ambientales y sociales, tal como muestra el reciente archivo de [la presa] São Luiz do Tapajós”, afirma.
Para Fearnside y otros, es específicamente alarmante que el Congreso, en parte bajo la tutela del ministro de agricultura Maggi, haya llegado a proponer una enmienda constitucional (PEC 65) que, esencialmente, destriparía las protecciones ambientales e indígenas.
Una evaluación integrada de los impactos de la presa y que contemple toda la cuenca, y el mantenimiento de ríos que circulen libremente en las cuencas son solo algunos de los enfoques que los científicos piden que Brasil adopte. “Es de una importancia fundamental que la serie de presas que se planifica se evalúe como un conjunto”, dice WWF-Brasil en un informe que detalla su visión acerca de la conservación de la cuenca del Tapajós.
Existen las herramientas científicas para facilitar este enfoque, que podría crear “parte de un proceso de planificación proactivo para la infraestructura energética de Brasil”, dice Jericó-Daminello, apuntando a la Herramienta Hidrocalculadora de CSF, que incluye la evaluación de las implicaciones sociales, económicas y climáticas de los desarrollos propuestos para la infraestructura —un análisis que puede ejecutarse para incluir y comparar múltiples proyectos. La utilización de esta herramienta durante la etapa de planificación “mejoraría en gran medida los impactos ambientales y, posiblemente, económicos”.
Pero en definitiva, es necesario un cambio de energía hidroeléctrica a otras fuentes de producción de energía, dicen los expertos: “Existen alternativas que permiten que el país tenga una matriz diversificada de energía que sea limpia y segura y que sería competitiva desde un punto de vista económico y ambiental”, dice WWF-Brasil en su informe.
“Lo que hace falta es restauración de bosques y no más deforestación”, concluye Lovejoy. “Creo que es hora de reconsiderar los planes energéticos en el Amazonas”.