- Solo entre julio y agosto se perdieron 435 hectáreas de bosque alrededor de Iberia, localidad que se ha convertido en un importante punto de deforestación en Perú.
- En el este de Perú, esta vía amenaza el aprovechamiento sostenible del caucho en el bosque amazónico.
Saturnino Cuchama se enorgullece del negocio que dirige en medio de una exuberante selva tropical. Cada día, a las 4 de la mañana, el recolector de caucho de 42 años recorre sus senderos en el bosque extrayendo látex de la corteza de árboles de caucho silvestre o Hevea brasiliensis, que se encuentran naturalmente en esta parte de la Amazonía peruana.
Es un trabajo agotador. Cuchama tiene que extraer látex de tres senderos de caucho cada día; cada uno consta de aproximadamente 100 árboles individuales. Pero debido a que la Hevea brasiliensis silvestre tiende a extenderse en el terreno, un solo sendero en la selva tropical puede llegar a medir hasta 5 kilómetros de longitud.
Sigo a Cuchama por el bosque. Se detiene en cada árbol para hacer una incisión con un cuchillo afilado, así permite que el caucho caiga dentro de una botella de plástico que recolectará más tarde. Es una práctica que ha existido durante siglos en esta parte de la Amazonía, sobre todo durante el boom del caucho a finales del siglo XIX, en el que cientos de miles de personas trabajaron en condiciones de esclavitud en la selva tropical.
Pero los tiempos han cambiado. Cuchama encabeza una empresa social de 22 caucheros tradicionales que viven dispersos alrededor del pueblo peruano de Iberia en Madre de Dios, cerca de la frontera con Bolivia y Brasil. Ecomusa, como se llama la compañía comunal de caucho, ayuda a proteger los derechos de los caucheros y les permite vender colectivamente el látex que producen a precios justos en el mercado.
El año pasado, los caucheros, o shiringueros como se conocen localmente, produjeron colectivamente más de 2000 kilos de látex natural, por un valor de 4 dólares el kilo. Después de ser secado y prensado, el látex se envía a Portugal para la fabricación de suelas de zapatos. Es una forma sostenible de uso forestal; uno extrae, pero no destruye el bosque.
El trabajo de Ecomusa no sería posible si no tuviera los derechos para hacer uso de la selva tropical para la extracción de caucho. En el 2008, el gobierno regional de Madre de Dios le otorgó al colectivo de caucheros cerca de 7900 hectáreas de caucho en concesión.
Sin embargo, casi diez años después, solo queda la mitad de esa superficie. A lo largo de los años, 4000 hectáreas de bosque tropical de tierras bajas, o aproximadamente la mitad de la concesión de caucho original, ha sido invadida y quemada por agricultores.
“Siguen tomando nuestras tierras”, lamentó Cuchama. “La mayor parte del bosque se convierte en plantaciones de maíz, pero también lo utilizan para plantar plátano, papaya o para pastoreo de ganado”.
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Carretera Interoceánica
El sendero de caucho de Cuchama está a solo 15 kilómetros de distancia de la Carretera Interoceánica, una vía finalizada en julio de 2010 que atraviesa la Amazonía peruana desde la cordillera de los Andes en el oeste hasta la frontera con Brasil en el este. El prestigioso proyecto —una de las infraestructuras viales más grandes y costosas realizadas en el Perú— estaba destinado a conectar la potencia económica brasileña con Lima y otros puertos estratégicos a lo largo de la costa del Pacífico.
Sin embargo, esta carretera de 2400 kilómetros de extensión, construida por empresas brasileñas como Odebrecht —implicada en una investigación por el pago de sobornos a funcionarios del Estado peruano para ganar la licitación— le abrió además las puertas a otros problemas sociales y ambientales.
Uno de ellos: el rápido avance de la deforestación en la zona donde se ubican las concesiones de caucho de Ecomusa. Entre los años 2012 y 2014, la zona alrededor de Iberia presentaba niveles de deforestación que iban de bajos a medianos. Sin embargo en el año 2015 los niveles pasaron de medianos a altos.
Entre 2013 y 2015, la deforestación alrededor de la localidad de Iberia y a ambos lados de la carretera Interoceánica fue de 1830 hectáreas (MAAP #28). Esta pérdida de bosque que se evidencia en los pequeños parches registrados por las imágenes satelitales, están situados dentro de las concesiones forestales destinadas para el aprovechamiento de la madera y del caucho. Las imágenes coinciden con lo observado por Mongabay Latam en las concesiones de caucho.
Según un informe publicado recientemente por el Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP #68), este proceso no ha disminuido desde el 2015. El pueblo de Iberia continúa siendo una de las principales áreas de deforestación en la Amazonía peruana. Sobre la base de los últimos datos satelitales de alta resolución, MAAP calculó que solo entre junio y agosto de este año, 435 hectáreas de selva tropical de tierras bajas fueron deforestadas alrededor de este pueblo provincial que se extiende a lo largo de la Carretera Interoceánica.
Basta un recorrido por la vía que conduce a Iberia, para verificar claramente la deforestación en el área. Grandes extensiones de bosque han sido quemadas recientemente, dejando un terreno vacío que pronto se transformará en un campo de cultivo de papayas o maíz. Parte de la tierra ennegrecida sigue ardiendo.
Gran parte de esta nueva deforestación ocurre dentro de las concesiones forestales destinadas al aprovechamiento del caucho como la de Saturnino Cuchama, quien confirmó que sus bosques han sido invadidos por los agricultores.
Sin embargo, llama la atención que hasta la primera mitad de 2017, hasta mediados de julio, Iberia no era considerada un hotspot de deforestación importante. Por lo tanto, las tasas de pérdida de bosque recientes probablemente se asocian con el inicio de la estación seca, que generalmente comienza en junio y crea las mejores condiciones para que los agricultores locales practiquen la agricultura de roza y quema.
Durante la temporada seca del año pasado —la cual fue una de las sequías más severas en décadas— el tramo de la Carretera Interoceánica que va desde Iberia hasta Iñapari en la frontera brasileña fue escenario de muchos incendios forestales. Se ha demostrado que estos incendios están correlacionados con las pérdidas de bosque, casi 600 hectáreas solamente en esta área en la temporada seca del 2016.
El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), parte del Ministerio de Agricultura y Riego, confirmó a Mongabay Latam la cifra de 435 hectáreas deforestadas recientemente alrededor de Iberia. Según el SERFOR, el Estado está estableciendo una mesa regional de control y vigilancia forestal en Madre de Dios, para coordinar los actividades de varios instituciones públicas en enfrentar la deforestación en esta zona.
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Baja demanda
La Carretera Interoceánica que ha facilitado este aumento en la deforestación ha jugado un papel central en el escándalo de corrupción que sigue atormentando a la política peruana. La constructora brasileña Odebrecht ganó el contrato para la construcción de la carretera después de sobornar al expresidente Alejandro Toledo con 20 millones de dólares, según la declaración de un colaborador eficaz y de información bancaria proporcionada por países como Panamá, Costa Rica y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Pero ese no fue el único caso. Hoy se sabe que la empresa constructora brasileña pagó 788 millones de dólares en sobornos en 11 países de Latinoamérica para obtener derechos de construcción de proyectos de infraestructura rentables a gran escala.
La Carretera Interoceánica que pasa por Iberia fue una de las más caras de todas. Los costos totales del proyecto se triplicaron de los 658 millones de dólares originales a casi 2 mil millones al finalizarlo (IIRSA), que fue pagado en gran parte por el gobierno peruano y los bancos de desarrollo brasileños.
Las esperanzas de que la nueva carretera permitiera al Perú exportar productos agrícolas —como la papa— a Brasil eran altas. Pero la demanda de productos peruanos sigue siendo baja en los estados de Acre y Rondônia, en el oeste de Brasil. Los estados brasileños más cercanos al Perú son también los estados menos poblados de todo el país. El incremento de la población significa que la demanda de productos alimenticios peruanos también aumentará, pero los exportadores todavía prefieren enviar sus productos por menos dinero a la siempre exigente costa este de Brasil.
Pero el decepcionante flujo de tráfico no ha impedido que los agricultores utilicen la nueva carretera para poner en producción los “territorios vírgenes” de Madre de Dios. Cuando uno conduce fuera de su capital, Puerto Maldonado, uno puede ver por kilómetros y kilómetros los bosques quemados. Los campos vacíos solo son interrumpidos por los altos y ennegrecidos árboles de la castaña. Estos solitarios árboles son un recordatorio de lo que alguna vez fue una exuberante selva tropical.
La papaya ha sido el producto de preferencia para plantar en esta área. En el 2015, las plantaciones de papaya llegaron a cubrir 204 hectáreas, es decir, más de la mitad de la deforestación anual total a lo largo del tramo de carretera que lleva desde Puerto Maldonado hasta la frontera brasileña. Estos cultivos aumentaron de forma importante con respecto al 2014, cuando la papaya con las justas ocupaba 55 hectáreas.
El trabajo de campo llevado a cabo por el Ministerio del Medio Ambiente peruano reveló que todas las plantaciones de papaya eran pequeñas (menos de 5 hectáreas) o medianas (entre 5 y 50 hectáreas), consistentes con el tipo de deforestación en pequeña escala que ha sido monitoreada por satélites.
Sin embargo, desde el año 2016, la papaya ha sufrido por los bajos precios debido a la sobreproducción y a enfermedades virales como el virus de la mancha anular. Cuchama le confirmó a Mongabay Latam que la mayoría de los nuevos desmontes forestales que amenazan sus senderos de caucho se utilizan ahora para las plantaciones de maíz, lo que indica una transición de la papaya a este cultivo.
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El caucho como alternativa
“Por supuesto, la Carretera Interoceánica ha tenido un gran impacto”, dijo Alejandro López, colega de Saturnino Cuchama. López es ingeniero químico y ayuda a Ecomusa a procesar el látex y transformarlo en productos de alta calidad, como bolsas, zapatos o juguetes.
La carretera, que solía ser solo una pequeña pista de tierra, ha mejorado el acceso a los mercados. Ella permite que los caucheros colectivos envíen su caucho a la costa peruana, desde donde se envía a Portugal. “El camino ha traído progreso”, dice López, “pero también la destrucción”.
López no se refiere solo a la agricultura de roza y quema que cada año destruye más los bosques de caucho de Ecomusa. “En este momento, es mucho más fácil cortar madera”. El propio estado ha otorgado concesiones de tala cerca de los senderos del shiringuero, por lo que hay poco que puedan hacer al respecto, explicó.
La tala no solo amenaza las concesiones de caucho de Ecomusa, sino también áreas de conservación como el Rodal Semillero Tahuamanu, que se encuentra a solo unos kilómetros de la Carretera Interoceánica. Cuchama está seguro que los madereros también toman ilegalmente madera de esta área protegida. “Desde que construyeron un camino de tala en el bosque hace tres años, los madereros regularmente entran con camiones”, contó.
Luis Espinel, vicepresidente de Conservación Internacional Perú, institución que fue la titular de esta concesión de conservación hasta el 1 de junio, cuando la Asociación Ecología y Medio Ambiente del Tahuamanu (Ecomath) se hizo cargo, confirmó a Mongabay Latam que la tala ilegal es la amenaza principal del Rodal. “Durante los 10 años [pasados], hemos sufrido al menos tres incursiones ilegales con el objetivo de talar árboles de caoba, los cuales fueron denunciados ante las autoridades respectivas en Madre de Dios”, explicó. “Estos hechos ocurrieron generalmente en la época de lluvia, cuando las actividades de control y vigilancia se hacen más complicadas, ya que la concesión tiene zonas inundables que se hacen inaccesibles en estas épocas”.
El área de conservación el Rodal Semillero Tahuamanu funciona como un refugio para la fauna silvestre que ha llegado de las áreas vecinas, donde la agricultura u otras actividades han alterado su ecosistema, dijo Espinel. También es un banco de semillas de caoba y cedro, teniendo identificados los individuos con las semillas de mayor poder de germinación. “Sus 12 000 hectáreas albergan una muestra de biodiversidad de la región de Madre de Dios”, sostuvo Espinel.
De acuerdo con el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), la concesión de conservación es particularmente importante por su alta diversidad de especies de aves (por lo menos 124), entre ellas guacamayos y tucanes.
López cree que la única manera de proteger el bosque es darle un valor económico diferente. “El estado nos dice que debemos proteger el bosque, pero no nos dicen cómo vivir. Con el caucho podemos hacer ambas cosas”.
López y Cuchama esperan extender el negocio del caucho de Ecomusa hacia productos de alta calidad. Saben que solo con el aumento de ingresos, podrán abrir más senderos de caucho.
“Si no trabajamos en los bosques, los madereros y los agricultores entrarán. Con el caucho, tratamos de dar una alternativa a la gente”.