- Las nuevas iniciativas para revivir el cultivo de cacao en El Salvador implican realizarlo en sistemas agroforestales donde los árboles, bajos y amantes de la sombra, se mantienen frescos gracias a otros más altos y útiles como el plátano, la papaya y el mango.
- La agrosilvicultura combina varios tipos de plantas leñosas y cultivos en un sistema que mantiene fresco el medioambiente local, captura carbono de la atmósfera, aumenta la biodiversidad y las capas freáticas y proporciona numerosas cosechas a lo largo del año, lo que ayuda a estabilizar los ingresos de los granjeros.
ZACATECOLUCA, El Salvador — En el campo de José Francisco Merino Umaña, a los árboles, altos hasta la cintura, les han salido ramas y abundantes hojas verdes, pero el modesto tamaño no transmite el valor total que ellos tienen para el granjero. En uno o dos años, crecerán mucho más y comenzarán a producir mazorcas ovaladas llenas de semillas que, al final, serán transformadas en chocolate. Estos incipientes árboles pronto le darán a Merino Umaña la posibilidad de ingresar en el lucrativo mercado del cacao fino.
El cacao no es el único cultivo de Merino Umaña. También tiene plátanos, papayos y mangos que les dan sombra a las jóvenes plantas de cacao. Él sabe cómo cuidar los árboles frutales. Su padre le enseñó cómo hacerlo años atrás, pero no siempre está seguro de cuánto se debe regar los cacaos o de si están recibiendo la sombra suficiente, así que, con frecuencia, le pide consejos a Roberto Guatemala, especialista en agricultura de Alianza Cacao, un proyecto que está ayudando a los granjeros salvadoreños a plantar el cultivo en sistemas agroforestales con beneficios ambientales y económicos.
“A veces hay cosas que no conocemos, ya que las estamos aprendiendo; por eso, cada vez que tengo una duda, llamo a Roberto”, dijo Merino Umaña, de 51 años, quien ha vivido casi toda su vida en Zacatecoluca, un municipio a unos 60 km de la capital, que se encuentra en el valle del río Lempa, al pie del volcán San Vicente.
El cacao retorna a El Salvador. Siglos atrás, durante el Imperio maya, era uno de los cultivos más importantes de América Central. Tanto valor tenía que hasta era usado como moneda. Sin embargo, con el tiempo, fue reemplazado por otros cultivos comerciales que crecían en el clima de El Salvador, principalmente, café, caña de azúcar y algodón.
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Recordar las viejas costumbres
El cacao resulta tentador para la nación centroamericana desde 2013, cuando los expertos de la industria advirtieron de una escasez en el suministro mundial de cacao causado por la decreciente producción en África. Esto abrió un espacio en el mercado para que entraran otros productores. Los agricultores cafetaleros de El Salvador se ven afectados desde hace unos años por una epidemia de la roya del cafeto que arruinó las cosechas, por lo que están buscando un nuevo cultivo, pero como se ha dejado de lado la producción de cacao en el país, los granjeros ya no saben cómo cultivarlo.
La falta de conocimiento dificulta a los pequeños productores el cultivo del cacao por su cuenta, pero esto podría en realidad beneficiar al medioambiente. Meterse en algo que no se conoce hace que estos granjeros estén más dispuestos a implementar la agrosilvicultura, un sistema agrícola en el que los cultivos complementarios crecen juntos en el mismo espacio para promover un uso más sustentable de la tierra. Mientras que otros países productores de cacao pueden haber tenido problemas para conseguir que los granjeros locales adoptaran los métodos de la agrosilvicultura, El Salvador está usando la entrada en escena del cacao para sacarles provecho.
“En otros países, se trata de mejorar las prácticas. Aquí, de crearlas”, dijo Jairo Andrade, director de Alianza Cacao.
Norberto Antonio Contreras, granjero de 55 años de Zacatecoluca, es uno de los que adoptó la agrosilvicultura con la ayuda de Alianza Cacao, un proyecto dirigido por Catholic Relief Services, con fondos de la USAID (“Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional”) y la fundación Howard Buffet. Con esta iniciativa, se pretende plantar 6500 hectáreas de cacao en El Salvador para 2019, objetivo completo en un 75 %.
Además de maíz y frijoles, alimentos básicos en su dieta, Contreras tiene árboles de lima, banana, mango y anacardo en el sistema agroforestal que ha creado en su terreno de dos hectáreas. Los árboles contribuyen con la producción de cacao, ya que las plantas necesitan sombra. Al mismo tiempo, plantar más árboles favorece la reforestación y la biodiversidad. Contreras tendrá una fuente de alimento y de ingresos para él, su esposa y sus tres hijos mientras espera la primera cosecha de cacao para dentro de tres a cinco años.
“Vi la necesidad de cultivar algo nuevo que pudiera darme también un ingreso y me pregunté a mí mismo: ‘¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo plantar?’”, dijo Contreras. “Así que, cuando me di cuenta de que el cacao podía ser esa opción, me sentí interesado”.
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Medioambiente y clima cambiantes
Sin embargo, Contreras no está solo preocupado por su propia seguridad económica. Ha vivido casi toda su vida en Zacatecoluca y ha visto cómo han destruido el medioambiente. Desde el borde de la pequeña plantación, el horizonte se ve plano y vacío. La mayoría de los árboles se taló. Los vientos soplan más fuerte y arrasan con el ya erosionado suelo. El río Lempa no fluye tan enérgicamente como lo hacía cuando Contreras era joven. Las temperaturas cambiaron de cálidas a abrasadoras.
La agrosilvicultura puede ayudar a bajar la temperatura . La sombra protege de los rayos del sol a los granjeros como Contreras. Plantar más árboles también significa menos carbono en la atmósfera, lo que mantiene bajas las temperaturas mundiales.
“Con el paso del tiempo, la gente de aquí priorizó el aspecto económico de los cultivos y no el ambiental y esto causó un deterioro del medioambiente, pero el cacao nos da una alternativa”, comentó Contreras. “Tenemos que cuidar el planeta porque, si no, lo destruiremos. Así es cómo me criaron. Considero que estamos obligados a tratar bien a nuestro planeta para las futuras generaciones”.
La adopción de la agrosilvicultura tiene una importante desventaja para Contreras: menos producción. Con este sistema, solo puede producir una tonelada de cacao por hectárea en vez de tres con un monocultivo. Sin embargo, tiene otros beneficios tangibles. Desde que Contreras comenzó, alrededor de dos años atrás, con el sistema de agrosilvicultura basado en el cacao, ha notado que la pequeña porción de tierra cobró vida. Los pájaros cantan con frecuencia en los árboles y las ardillas andan de un lado para el otro, lo que no había visto en décadas.
“A medida que el mundo se modernizaba, la sociedad destruía los recursos y mataba los animales por cuestiones económicas —dijo Contreras—. No somos grandes administradores de la Tierra, pero deberíamos formar parte de la protección del medioambiente”.
En 2013, más o menos cuando la producción de cacao en África estaba en declive, organizaciones gubernamentales y de sociedades civiles de El Salvador comenzaron a elaborar una política nacional del cacao.
En este contexto, El Salvador se autoposicionó como un potencial exportador de cacao fino. Debido a su tamaño, el pequeño país centroamericano no puede competir con los gigantes productores de la región, como Ecuador y Brasil, pero un clima propicio para el cacao supone que El Salvador tenga una magnífica oportunidad en la industria del chocolate fino.
“Si esto se llega a dar, entonces tenemos que enfocarnos en la calidad”, comentó Rafael Alemán, director del CENTA (Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal), entidad gubernamental que es parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
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Una opción más sustentable
El problema es que El Salvador no puede permitirse más daños a su ecosistema. El país ha sufrido una deforestación devastadora, con un pérdida del 85 por ciento de la superficie forestal desde 1960. Esto lleva a otros problemas ambientales, como la erosión del suelo, aludes de lodo e incendios forestales. Debido a su localización, el sector agrícola de El Salvador también corre un gran riesgo de padecer los impactos del cambio climático. En los próximos treinta años, las temperaturas se elevarán, las sequías serán más prolongadas y los fenómenos meteorológicos extremos serán más intensos, situaciones que causarán una merma en la producción agrícola.
“Somos el segundo país más deforestado de la región, así que nuestra manera de producir tiene que ser sustentable”, dijo Mario Antonio Alarcón, de la División de Planificación del CENTA. “¿Qué es más sustentable que producir cacao mediante un sistema agroforestal?”.
El CENTA, la Mesa Nacional de Cacao y Alianza Cacao han perfilado este enfoque para promover la producción de cacao, en el que se incluye la agrosilvicultura como un pilar fundamental. De momento, están esperando la aprobación del ministro de Agricultura.
Los grandes empresarios del sector cafetero del país se resisten, ya que ven el auge del cacao como una amenaza. La producción cafetalera de El Salvador sufrió un gran golpe luego de que la roya del café redujera la producción en un 70 por ciento. Esto ha causado dificultades económicas a los granjeros del país cuando ellos ya la estaban pasando mal. De acuerdo con el Banco Mundial, en El Salvador el 41 por ciento de la población vive en la pobreza.
“Los granjeros se tienen que diversificar. Eso está claro para nosotros. Si una familia campesina quiere mejorar su situación económica, tiene que diversificar la producción en su terreno”, comentó el director de CENTA, Santos Alemán. “[La producción de cacao] tiene que beneficiar tanto al granjero como al medioambiente. Tenemos que entusiasmar a la juventud para que se quede en las áreas rurales y produzca, pero debe haber un cambio de paradigma”.
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Optimismo e incertidumbre
Estos cambios no vienen libres de obstáculos. A pesar de los avances de la industria del cacao en el país, todavía hay incertidumbre.
Contreras, Merino Umaña y cientos de granjeros seguirán recibiendo el apoyo de Alianza Cacao hasta septiembre de 2019. Después de esa fecha, la continuación del financiamiento no ha sido confirmada. La organización ha pedido fondos adicionales a la USAID para prolongar el proyecto, pero los fondos del Departamento de Estado de EE. UU. son precarios bajo la administración Trump.
Si los fondos se terminan, la organización elaborará un plan de transición para que los granjeros puedan seguir cultivando cacao. Las plantas de cacao en el campo de Merino Umaña ya están creciendo. Es cuestión de asegurarse de que él tenga el conocimiento suficiente sobre el cultivo de este árbol para que pueda continuar.
“Me surgen dudas cuando pienso en qué haré cuando finalice el proyecto. Nos dejaría en un punto difícil”, dijo Merino Umaña. “Si eso sucede, ¿cómo voy a continuar? Tendría que trabajar mucho más para poder seguir adelante. Sería mucho más complicado”.
Merino Umaña ha pasado la mayor parte de su vida trabajando la tierra con su padre en la finca Umaña, llamada así en honor a la familia. Plantar cacao es una de las pocas cosas que él ha desviado de las tradiciones que su padre le enseñó. Ahora, solo espera que dé sus frutos.
“Ya me metí en esto y he plantado bastante cacao, así que tengo que seguir con fuerza para adelante —comentó—. Ahora que está empezando a dar frutos, me digo a mí mismo: «Si produce, aun cuando no sea demasiada cantidad, pero solo un poco, entonces tal vez tendré un mejor medio para subsistir». Esa es la idea. Ojalá que así sea”.
Anna-Catherine Brigida es periodista freelance y cubre temas de derechos humanos, inmigración y problemas sociales en México y Centroamérica. Síguela en Twitter aquí.