- Esta especie en peligro de extinción lucha por sobrevivir dentro del corredor biológico que comparten Belice, Guatemala y México. Es ahí donde los traficantes de fauna silvestre arrancan a los pichones de sus nidos.
- Expertos calculan que el número de guacamayas rojas que quedan en este corredor no supera los 1000 ejemplares.
El último corredor que alberga a la guacamaya roja en América Latina podría desaparecer. Este hábitat indispensable para la supervivencia de una especie emblemática se reduce año tras año a causa de los incendios forestales, la expansión ganadera y la aparición de nuevos asentamientos humanos. Y a este escenario hay que sumarle uno de los problemas más difíciles de controlar: el robo de huevos y pichones por traficantes de fauna silvestre.
La población de guacamayas rojas ha sido impactada considerablemente en los últimos años en este corredor que comparten Belice, Guatemala y México, tanto así que los especialistas consultados para este reportaje calculan que no existen más de 1000 ejemplares.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
A esta cifra se le podría sumar el número de aves que se mantienen en cautiverio en muchas casas, tras ser compradas como mascotas en un mercado ilegal que existe en la región. Incluso se han encontrado algunas guacamayas rojas en posesión de altos funcionarios públicos, de acuerdo a las autoridades de la Fiscalía de Delitos contra el Ambiente de Guatemala.
Estas son las cinco claves que tiene que saber para entender por qué esta ave están tan amenazada en este corredor.
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1.El mismo problema de siempre: la pérdida de hábitat
Empecemos por señalar que la guacamaya roja, que responde al nombre científico de Ara Macao, figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). También ha sido incluida en la categoría 2 del Listado de Especies Amenazadas de Guatemala (LEA) y en el apéndice 1 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna Amenazadas (CITES).
Estamos frente a una especie que sobrevive en un escenario hostil y que no tiene más de tres lugares donde refugiarse dentro del corredor: la Reserva de la Biósfera Montes Azules (México), el Parque Nacional Chiquibul (Belice) y la Reserva de la Biósfera Maya (Guatemala).
El Parque Nacional Laguna del Tigre, con sus 337 899 hectáreas, forma parte de la Biósfera Maya. Y es uno de los lugares más importantes para la conservación de la guacamaya roja, porque es ahí donde se ubica El Perú o Waka’, un conocido sitio arqueológico que alberga en sus alrededores una gran cantidad de nidos.
El problema surge cuando hablamos del avance de la deforestación. El total de la pérdida anual de bosque en el Parque Nacional Laguna del Tigre es del 1,2 %, lo que equivale a 3789 hectáreas, según un estudio de la organización Rainforest Alliance.
Pero no es la única área protegida en peligro. En la zona núcleo de la Biosfera Maya (de 486 252 hectáreas) se pierde más del 5,5 % de su territorio cada año, es decir, 4862 hectáreas de bosque, de acuerdo con ese mismo estudio.
Por eso las guacamayas rojas, que alguna vez estuvieron ampliamente distribuidas en Mesoamérica, hoy solo pueden ser encontradas en algunos puntos muy específicos del corredor que comparten Guatemala, Belice y México.
Es decir, esta especie se está quedando sin árboles altos para sus nidos, sin un lugar donde habitar.
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2.El robo de huevos y pichones
Rony García es director de investigaciones biológicas de la WCS y lidera un programa de conservación de la guacamaya roja en el sector de El Perú o Waka´, en Guatemala.
Su experiencia le permite afirmar que uno de los puntos que hay que priorizar es la protección de los nidos que existen. “Principalmente el Parque Nacional Laguna de Tigre y las concesiones aledañas que mantienen nidos de guacamayas. Si perdemos esos sitios de anidación, es muy probable o seguro que vamos a perder la Guacamaya Roja en Guatemala”, explica el especialista.
Por eso una de las tareas más importantes del trabajo de conservación de esta especie emblemática es el monitoreo continuo. Se han colocado cámaras ocultas para detectar a los ladrones furtivos de nidos y han podido confirmar que andan armados. Esa es para García la principal amenaza que enfrenta la guacamaya roja y los que apuestan por su conservación.
El Petén, además, es una zona del norte de Guatemala donde prevalece la actividad de grupos de narcotráfico.
Sin ir muy lejos, en el 2017, García y su equipo sufrieron la pérdida de cinco pichones que fueron robados de sus nidos y encontraron una cámara trampa que los ladrones descubrieron y destruyeron de un balazo.
De acuerdo con el estudio Colaboración binacional para erradicar el tráfico ilegal de vida silvestre en Belice y Guatemala: lecciones aprendidas y recomendaciones, realizado entre el 2015 y 2017 —por los gobiernos de Belice, Guatemala y organizaciones ambientales—, “las poblaciones de la especie en ambos países están actualmente en peligro de extinción como consecuencia de este comercio ilegal”.
Y a esto agrega Rony García que los pichones que son robados de los nidos son “vendidos ilegalmente a coleccionistas privados, creemos que el principal mercado es acá en Guatemala pero seguro van a otros sitios donde hay un precio mayor”.
El robo de pichones también está en el lado mexicano, en la Reserva de la Biósfera Montes Azules, por lo tanto, el único corredor que le queda a la guacamaya roja para desplazarse está bajo permanente asedio humano.
“Se intentó de todo, alambres de púas, cámaras escondidas y nada”, declaró Rodrigo León, coordinador del Proyecto de Conservación de Guacamaya Roja en la Selva Lacandona de Natura Mexicana.
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3.Los intermediarios, los más beneficiados
De acuerdo con José María Castillo, técnico de la Asociación Balám de Guatemala —dedicada a la conservación del medio ambiente— existe una “estructura” criminal organizada integrada por campesinos e intermediarios. Los primeros saquean los nidos y los segundos se quedan con la mayor tajada de dinero.
“Hay intermediarios que llegan a tener hasta 15 ejemplares”, señala Castillo, en una entrevista con Mongabay Latam.
De acuerdo con los testimonios recogidos en el lugar, los intermediarios son vistos como los principales promotores del tráfico de vida silvestre en la Biósfera Maya y quienes deben ser detenidos.
Los intermediarios, además, son los que siempre salen más beneficiados, comenta Castillo de la Asociación Balám, porque reciben grandes sumas de dinero y pagan por un pichón que ya tiene un comprador seguro.
La cadena del comercio ilegal de guacamayas rojas permite a un campesino ganar, con una sola venta, lo que ganaría en meses de trabajo, y en el caso de los intermediarios, los ingresos crecen exponencialmente.
Kurt Duchez, director de Tráfico de Vida Silvestre de la WCS, aseguró que “aunque no sean los grandes criminales, los ladrones de guacamayas trafican el 70 % de los ejemplares en Guatemala, es tráfico bajo pedido”.
Hasta hoy no se tiene un estimado del dinero que genera la venta ilegal de ejemplares de guacamaya roja ni se tienen ubicadas las rutas de trasiego, pero lo que sí se sabe, a partir de la información recopilada a lo largo de los años por las organizaciones que trabajan en los tres países, es que la mayoría de ejemplares son vendidos a personas de un nivel socioeconómico medio y alto.
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4.Clientes de alto vuelo
Cuando en 2017 fue detenida la exvicepresidenta de Guatemala, Roxana Baldetti, acusada de estar vinculada a una red de corrupción en aduanas de su país, la Fiscalía de Delitos contra el Ambiente y organizaciones de la sociedad civil que combaten el tráfico de vida silvestre se enteraron que en el allanamiento a la casa de esta alta funcionaria de gobierno se encontraron dos guacamayas rojas.
Pero esto no fue lo único que sorprendió a las autoridades de la fiscalía. Cuando programaron una diligencia para rescatar a las aves, se toparon con la noticia de que alguien no identificado ya se las había llevado y por lo tanto no pudieron recuperarlas.
Fuentes cercanas al caso, consultadas por Mongabay Latam, confirmaron que las dos aves fueron adquiridas por la exvicepresidenta a través de intermediarios en contacto con traficantes furtivos. Ellos son los responsables del tráfico ilegal del 70 % de las guacamayas rojas que habitan Guatemala, según estimaciones de la WCS.
Y uno de los datos más significativos, aportados por este grupo de especialistas, es que no todas las aves que son traficadas logran sobrevivir: 8 de cada 10 ejemplares que caen en las manos de los traficantes mueren en el camino.
El caso de Baldetti no ha sido el único. En el 2014 se detuvo a Diego Thomas Giesemann Widwann, un funcionario del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), por tener 31 ejemplares de animales en peligro de extinción en su casa, incluyendo guacamayas rojas, según informó el Fiscalía de Delitos contra el Ambiente de Guatemala en un comunicado.
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5.Los guardianes de las guacamayas rojas
Hay proyectos de conservación que han salido a hacerle frente a los traficantes y que han sumado a las poblaciones locales como aliados.
Rodrigo León, coordinador del Proyecto de Conservación de Guacamaya Roja en la Selva Lacandona de Natura Mexicana, explica que han instaurado la “protección comunitaria” de los nidos, para lo cual se han tenido que sortear barreras tan complicadas como las amenazas de los traficantes a los campesinos.
En algunos casos han tenido que llevarse los pichones a un laboratorio para que no se los roben. “Era imposible seguir protegiendo el árbol”, explica el especialista.
Después de años de combate al tráfico ilegal en la Biósfera Maya y en Montes Azules utilizando diferentes métodos, en ambos lugares se ha logrado involucrar a los lugareños de las regiones en el cuidado de los nidos.
Rodrigo León explica que el programa de educación que implementaron en Montes Azules ya dio sus primeros frutos. “Hemos ganado terreno en muchas zonas con educación ambiental”, dijo.
Mientras tanto en Guatemala, en el Parque Nacional Laguna del Tigre, Antonio Xol cuida a las guacamayas rojas desde hace 14 años.
“Esperemos que salga calidad”, cuenta Xol mientras sostiene a un recién nacido en la mano izquierda y una jeringa con alimento en la derecha.
Pedro Díaz, técnico de la WCS, que tiene a su cargo el monitoreo de los nidos para velar por el estado de salud de los pichones, es el que contabiliza los huevos y se los lleva a Antonio Xol para que los cuide.
Este equipo de conservación creado por la WCS trabaja en total en cinco zonas dentro del Parque Nacional Laguna del Tigre. Son lugares alejados uno de otro y con tramos de selva espesa que dificultan los traslados.
“Mucha gente viene talando el bosque. En lo que uno cuida una cosa, otros tratan de terminar lo poco que queda. Lástima porque qué bueno sería que todos salváramos todo lo que habita en el bosque”, menciona Pedro Díaz.
Rony García y Rodrigo León, de Natura Mexicana, coinciden en que, si el éxito de anidación en sus respectivos laboratorios continúa, dentro de 10 años la especie podría sostenerse por sí misma en esas tres regiones unidas por las rutas de la Guacamaya Roja.
Es un deseo que depende de que “paren las amenazas y haya más oportunidades económicas” para la población, sostiene Rodrigo León. Las cifras de decomisos de las autoridades Guatemaltecas no pintan un escenario optimista: la Conap reportó 23 incautaciones entre el 2005 y el 2015, y más capturas esporádicas a partir de entonces. Lea aquí la historia completa.
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