- En Perú, nadie sabe cuántas toneladas de perico se pescan realmente cada año. El Ministerio de la Producción (Produce), encargado de llevar los registros de capturas, lleva una doble contabilidad de los desembarques y esto no permite saber cuántos tiburones son víctimas de esta pesquería.
- La falta de transparencia en las metodologías utilizadas para realizar los cálculos, mantienen en la oscuridad la realidad no solo del perico sino de la captura de tiburones considerados bajo amenazada por la UICN.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
En diversas partes del mundo, la pesca de tiburón es un importante negocio tanto para pescadores artesanales como para comercializadores y procesadores que compran y venden la carne, aletas y hasta cartílagos de estos animales. En el Perú, la pesca de tiburón reportó, entre los años 2009 y 2012, una ganancia de 13,7 millones de dólares y empleó al menos a 2366 personas, según un estudio de Oceana.
Pero no es la pesquería dirigida a tiburones la que preocupa, sino las capturas incidentales de estos animales, es decir, cuando se quedan atrapados en los aparejos de pesca lanzados al mar para pescar otros peces como el perico (Coryphaena hippurus). El problema de fondo es que no hay cifras que permitan dimensionar la magnitud del impacto que esto tiene en las poblaciones de tiburones. Las bitácoras de las embarcaciones, asegura el economista y especialista en pesquería Juan Carlos Sueiro, Director de pesquerías de Oceana, no tienen registrada esa información.
Pero, además, tras revisar las cifras de desembarques de perico que maneja el Ministerio de la Producción del Perú (Produce), Mongabay Latam confirmó que existe una doble contabilidad. Dos oficinas dentro del mismo ministerio llevan un registro de la pesca de perico y sus números son totalmente distintos: difieren hasta en 44 000 toneladas anuales. Científicos y expertos aseguran que no se sabe cómo el Ministerio llega a la cifras que indica. Si los datos ya son imprecisos para la capturas de especies objetivo, ¿qué puede estar pasando con los tiburones que caen por error en las redes y anzuelos?
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Un arte de pesca poco selectiva
Después de la anchoveta, la pota y el bonito, el perico —también conocido como “dorado”, “dolphinfish” o “mahi-mahi”— es una de las especies de consumo humano que más desembarques ha tenido en los últimos años en los puertos del Perú. Los restaurantes y el público en general lo demandan, pero también europeos y asiáticos que conforman los principales mercados de exportación de esta especie.
En el desembarcadero artesanal de Chimbote, puerto pesquero ubicado en la costa norcentral del Perú, una de las pocas embarcaciones que mantiene su labor en plena cuarentena nacional llega después de diez días de faena en busca de perico. “No encontramos mucho”, comenta uno de los pescadores, “pero sí tollo zorro”, es decir, tiburón zorro (Alopias superciliosus), especie Vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Las casi cuatro toneladas capturadas de este tiburón tienen como destino los mercados del norte, especialmente el de Santa Rosa en Chiclayo, uno de los más grandes de la región Lambayeque.
Conseguir perico no es sencillo para los pescadores artesanales. En el Puerto de Salaverry, uno de los más importantes de la región norteña de La Libertad, las embarcaciones tienen que lanzarse a 80 millas mar adentro para lograr encontrar la especie, la cual suele moverse en cardúmenes. “La inversión para conseguir perico es alta. Los pescadores se internan hasta 20 días para llegar a la pesca. Nosotros usamos espinel y carnada y todo el trabajo se hace a pulso sin ningún tipo de maquinaria”, comenta Jorge Ucañan, presidente de la Asociación de Armadores Artesanales del Puerto Salaverry, en La Libertad.
El espinel es un artefacto que consta de varios anzuelos que se dejan en el mar con carnada, durante tres o cuatro horas, a la espera de que el animal sea atraído para capturarlo. “El gran problema con este arte de pesca es que termina siendo poco selectiva pues, al momento de levantarlo [el espinel], quedan capturadas no solo la especie objetivo, en este caso el perico, sino otras varias especies, entre ellas tiburones de todo tipo”, explica Renato Gozzer, ingeniero pesquero y miembro de la Asociación para la Sostenibilidad Pesquera Redes que investiga el impacto de las distintas pesquerías en las poblaciones de tiburones a lo largo del litoral peruano.
Entre las especies de tiburones que más caen en los espineles que buscan atrapar perico está el tiburón azul (Prionace glauca), que figura en la Lista roja de la UICN como Casi Amenazado; el tiburón diamante (Isurus oxyrinchus) En Peligro y el tiburón zorro o tollo zorro (Alopias vulpinus) clasificado como Vulnerable. Por su delicado estado de conservación, estas dos últimas especies han sido incluidas además en el apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (CITES), con el objetivo de regular su comercio internacional y protegerlas así de la extinción.
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La doble contabilidad del Produce
“La pesca incidental es un proceso inherente a la pesquería en sí”, explica Gozzer. “Al ser la pesca una actividad que se realiza debajo del agua, a diferencia de la agricultura, por ejemplo, el pescador no puede ver el fruto que está sacando”, enfatiza. Por eso, para el experto de la asociación Redes, la pesca incidental no es culpa de una pesquería en particular, aunque todas deberían entender bien los impactos que pueden causar en otras especies para que se puedan establecer medidas de mitigación.
El problema es que en el Perú, actualmente, no es posible entender cuáles son los impactos de los que habla Gozzer. No se sabe cuántos tiburones son capturados de manera incidental en la pesquería de perico; ni siquiera es posible saber cuánta pesca objetivo o dirigida es desembarcada efectivamente por los pescadores artesanales en el país. La razón de esto es que el Ministerio de la Producción, en el caso del perico, lleva una doble contabilidad de los desembarques, por lo que existen dos bases de datos distintas con una diferencia entre ellas que supera las 40 000 toneladas anuales.
Dentro del Ministerio de la Producción, la oficina encargada de realizar los estudios que sustentan el diseño de políticas nacionales de desarrollo productivo, es la Oficina General de Evaluación de Impacto y Estudios Económicos. Esta área es la que elabora los Anuarios Estadísticos Pesqueros y Acuícolas, y la que publica, cada año, las cifras oficiales de pesca.
Según esta oficina, entre el 2008 y el 2018, se desembarcó un promedio de 50 mil toneladas de perico por año. No existe una medición de la pesca incidental asociada a estas cifras, por lo que para saber cuántos tiburones fueron capturados junto al perico es necesario acudir a los registros que tiene otra oficina del Produce: la Dirección de Supervisión y Fiscalización.
Este departamento lleva la contabilidad de las especies marinas que son capturadas en el Perú a través de los registros que llevan los fiscalizadores presentes en los desembarcaderos pesqueros artesanales. Según la información recopilada en campo por este grupo, en 2018 los pescadores de perico capturaron incidentalmente 88 toneladas de tiburones, entre ellos el azul, diamante y zorro. El problema es que, para esta oficina, en 2018 se desembarcaron, en todo el país, 3493 toneladas de perico, mientras que la oficina de Evaluación de Impacto y Estudios Económicos calculó que fueron 47 711 las toneladas desembarcadas de esa especie. Es decir, entre una oficina y otra hay una diferencia de 46 507 toneladas.
Todos los años, la brecha entre las cifras reunidas por ambas oficinas es abismal. En 2016, la Oficina General de Evaluación de Impacto y Estudios Económicos calculó en 40 343 toneladas el desembarque total de perico, mientras que Supervisión y fiscalización solo pudo identificar 1055 toneladas de esta especie. En el 2017, la primera calculó 30 984 toneladas, mientras que la segunda contabilizó 1261. Finalmente, en 2019, la diferencia fue igual de alarmante: 38 666 versus 4469 toneladas.
Mongabay Latam contactó a Produce para pedir su versión sobre esta doble contabilidad. El Ministerio respondió que la diferencia se sustenta en las metodologías y fuentes utilizadas por cada oficina para calcular los desembarques.
Los pescadores, funcionarios, administradores de desembarcaderos y expertos independientes cuestionan la falta de transparencia de Produce. “Nadie conoce con exactitud el sistema o metodología que utiliza Produce para llegar a sus cifras anuales”, explica el ingeniero Juan Carlos Sueiro, director de pesquerías de Oceana.
Si las cifras de desembarques de perico son tan distintas entre una contabilidad y la otra, ¿cuántos tiburones en realidad fueron víctimas de la pesquería de perico? Según la Dirección de Supervisión y Fiscalización se puede hablar de 150 toneladas de especies no objetivo que cayeron entre el 2016 y el 2019: 78 toneladas de tiburón azul, 51 toneladas de tiburón diamante y 27 toneladas de tollo zorro. Sin embargo, estas cifras son un pálido reflejo de la realidad, a la luz de las enormes cantidades de pesca que no son registradas por los fiscalizadores.
Los fiscalizadores en campo han podido establecer que esas 150 toneladas fueron recogidas en un total de 10 278 toneladas de perico. Si consideramos que, según la oficina de Evaluación de Impacto y Estudios Económicos, no fueron 10 mil las toneladas pescadas en cuatro años, sino 157 704, solo basta hacer un simple cálculo para estimar el impacto de la pesca incidental en tiburones: 15 veces más que la cifra entregada por el departamento de fiscalización.
Si a las cantidades desconocidas de tiburones desembarcados se les suman aquellos escualos que son descartados por los pescadores, es decir, que son devueltos al mar, el impacto sobre estas especies crece aún más. “Frecuentemente, los pescadores al notar la captura de alguna especie sensible prefieren descartarlas y devolverlas al océano”, dice Gozzer. Sin embargo, esta acción de igual modo genera un impacto que tampoco es declarado puesto que, la mayoría de las veces, los tiburones ya han sido dañados durante la captura y morirán de todos modos. Es por ello que “es importante capacitar al pescador para que pueda reaccionar durante su faena”, señala Gozzer. De hecho, “en el caso de las tortugas, los pescadores se han sensibilizado y, si caen en sus redes, logran liberarlas sin causarles daño”, asegura. Por eso, “la solución no está en prohibir y perseguir, sino en capacitar”, propone Gozzer.
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La falta de transparencia
“Existen varios problemas con las cifras del Produce, pero el principal es la falta de transparencia de sus metodologías y fuentes para hacer los cálculos”, asegura el Doctor Jaime Mendo, biólogo pesquero asociado a la Universidad Agraria La Molina y quien, entre 2013 y 2015, fue miembro del Consejo Directivo del Instituto del Mar del Perú (Imarpe), el organismo técnico orientado a la investigación científica de los recursos marinos del país.
Aunque se reconoce que existe un esfuerzo por reunir la información a través de desembarcaderos pesqueros artesanales, empresas productoras, plantas de procesamiento, gobiernos regionales, consultorías, universidades e instituciones científicas, la principal crítica es que no existe un protocolo de medición ni una metodología estandarizada para obtener y procesar dichas cifras.
“Sin cifras claras nunca vamos a tener la oportunidad de tomar decisiones pertinentes para la pesca artesanal o industrial”, dice Mendo. “¿Alguien ha medido realmente la pesca incidental?, ¿alguien ha medido seriamente la pesca incidental que existe en la pesca industrial, por ejemplo?”, reflexiona el experto. Ante esta situación, él recomienda la formación de un Sistema Nacional de Información Pesquera que articule la información disponible y estandarice protocolos y metodologías, usando la tecnología.
“La tecnología es crucial”, coincide Juan Carlos Sueiro. “Es necesaria una base de datos, pero no necesariamente que unifique todas las cifras sino que las publique según van apareciendo, siguiendo los objetivos de cada dirección del Produce para tomar decisiones correctas contra el impacto de las pesquerías en el ecosistema”, explica. Asimismo, para Sueiro lo que se debe evitar es tener espacios informales en donde no haya ningún tipo de control y en los que no pueda vigilarse la trazabilidad del producto. “La Poza, en Talara, es un desembarcadero informal que es un desborde de informalidad al que no pueden acceder los controles del Produce porque ponen en riesgo su vida”, asegura.
A inicios de este año el sector pesquero del Perú enfrentó una de sus mayores crisis cuando el Instituto del Mar del Perú (Imarpe) determinó que la biomasa de anchoveta disponible alcanzaba las 8 millones de toneladas, cuando lo cierto es que esta con suerte llegaba a las 4 millones de toneladas. Cuando los pescadores se dieron cuenta de que solo estaban pescando anchovetas juveniles, el Produce se vio obligado a suspender la temporada de pesca. El escándalo, que podría estar vinculado a un caso de corrupción, puso sobre la mesa la necesidad de transparentar las metodologías con las que Imarpe calcula la cantidad de peces que hay disponibles en el agua. Sin embargo, Bruno Monteferri, director de Conservamos Por Naturaleza y miembro del equipo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), advirtió en ese momento que la falta de transparencia no solo era un problema del Imarpe, sino de todo el sector pesquero incluyendo el Ministerio de la Producción.
Desde la inclusión del Perú como Parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCCD) y debido a su vulnerabilidad frente a los efectos del cambio climático, el país ha suscrito una serie de compromisos para proteger su biodiversidad. Entre ellos está el unificar su sistema de información para contar con cifras únicas.
Sin embargo, en lo que respecta a acuerdos globales adoptados por Perú en asuntos de océanos, el país no ha mostrado señales de cumplimiento. En diciembre de este año, según los compromisos asumidos como parte de las metas Aichi del Convenio de Diversidad Biológica, el Perú debería haber logrado proteger el 10 % de su mar, pero faltan ocho meses para termine el 2020 y el porcentaje de protección es del 0.5 %.
Dado el sistema de registro doble y dispar que lleva el Produce sobre las especies marinas que son capturadas en el Perú, cualquier decisión respecto del impacto que tiene la pesquería de perico sobre los tiburones se sustentaría en cifras que no son reales. Tener números precisos y metodologías transparentes resulta urgente para científicos y expertos pesqueros si se pretende cumplir con los compromisos de proteger a los tiburones, especialmente a aquellos que hoy están en peligro de extinción.
*Imagen principal: Tiburón diamante capturado incidentalmente en la pesquería de perico. Foto: Oceana Perú
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