- Inventarios biológicos y sociales rápidos elaborados por el Field Museum fueron la base de las nuevas zonas dedicadas a la conservación.
- En Loreto el territorio bajo alguna categoría de conservación pasó de 2 millones de hectáreas a 8.5 millones de hectáreas.
“En el año 2000, Loreto tenia una sola área natural protegida, que era la Reserva Nacional Pacaya Samiria (RNPS), hoy en día existen catorce”, dice Corine Vriesendorp, directora del Programa de la Amazonía Andina del Field Museum de Chicago.
Este avance en la conservación de los ecosistemas de Loreto ha sido el resultado de una serie de inventarios biológicos y sociales rápidos que se realizaron entre los años 2000 y 2016. Esta metodología se centra en identificar en campo a aquellas especies que funcionan como indicadores del estado de conservación de un hábitat y que pueden ser inventariados rápidamente. Se trata, básicamente, de registrar las comunidades biológicas más importantes en el área de estudio.
Fueron en total 14 inventarios rápidos que se convirtieron en la información de base para la definición de 11 de las 13 áreas protegidas que se han creado en los últimos 21 años.
Este trabajo intenso se ha recogido, precisamente, en la investigación científica La ciencia facilita la expansión a gran escala de áreas protegidas en un hotspot de la Amazonía, publicada en la revista Science Advances.
La investigación da cuenta de cómo los inventarios biológicos rápidos —realizados por el Field Museum de Chicago— fueron clave para la creación las áreas protegidas en Loreto, una región que pasó de tener 5.6 % de su territorio bajo alguna categoría de protección a 23 % del mismo destinado a la conservación.
A través de esta metodología científica, indica el estudio, se estudiaron 8.9 millones de hectáreas de bosques en Loreto, de ellos 5.7 millones de hectáreas terminaron formando parte de las 11 nuevas áreas protegidas, indica la investigación.
“En la Amazonia el conocimiento es muy limitado por la inmensidad del territorio. Gracias a estos inventarios rápidos se ha logrado descubrir ecosistemas nuevos y se han encontrado nuevas especies“, comenta José Álvarez, director general de Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente y coautor de la investigación. “Nos han ayudado muchísimo a iluminar el panorama de la biodiversidad”, agrega.
Álvarez también explica que estos inventarios han permitido conocer cómo la población local utiliza los recursos, además que han servido de base para elaborar los expedientes de las áreas protegidas y sustentar ante las autoridades la importancia de proteger estos ecosistemas.
El estudio académico ha sido elaborado por 45 investigadores de universidades, instituciones científicas y organismos del Estado.
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Descubrimiento de nuevos ecosistemas
Durante 16 años, los inventarios rápidos permitieron a los científicos obtener información sobre una de las zonas más biodiversas del planeta.
“Los inventarios rápidos permitieron obtener nuevo conocimiento tanto de la biodiversidad como de las aspiraciones de las personas que viven en esos espacios”, aclara Vriesendorp, quien también es coautora de la investigación.
Como se menciona en el estudio, Loreto pasó de tener 2 millones de hectáreas de su territorio protegido (casi 6 %) a 8.5 millones de hectáreas bajo protección (23 %).
Según la investigación, este avance en la protección de Loreto permitió no solo a la región, sino también al Perú cumplir con la Meta Aichi de llegar a un 17 % del territorio del país bajo alguna categoría de protección.
Además de las cifras que dan cuenta en el avance de la protección del territorio de Loreto, los hallazgos científicos han sido sorprendentes.
En total se registraron 1800 vertebrados y más de 2400 especies de plantas vasculares. Los inventarios también registraron el 93 % de la fauna de vertebrados terrestres conocida de Loreto y casi todas las 75 especies globalmente amenazadas en ese grupo.
“Los inventarios rápidos han permitido descubrir ecosistemas que no sabíamos que existían, como los bosques altos”, dice Tony Mori, consultor de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y coautor de la investigación.
En el 2013 —continúa Mori— cuando desarrollamos el inventario de la Cordillera Escalera, en el territorio del pueblo Shawi, encontramos bosques a 2000 metros de altura. “Eran distintos, no se habían estudiado antes y las especies de flora resultaron a ser nuevas para la ciencia”.
Descubrimientos similares ocurrieron en otros ecosistemas. “En Ampiyacu-Apayacu se encontraron 30 especies de plantas nuevas para la ciencia”, señala Mori.
El estudio también da cuenta del hallazgo de 39 plantas vasculares nuevas para la ciencia; así como de 20 peces, 33 anfibios, 3 reptiles, 2 mamíferos y 1 ave que podrían ser nuevas especies.
Los inventarios rápidos en Loreto, además, registraron, por primera vez, 64 especies de plantas, 10 especies de anfibios, 5 de reptiles.
Las áreas protegidas creadas como resultados de los inventarios rápidos son los parques nacionales Yaguas, Sierra del Divisor, Cordillera Azul y Güeppí.
En la lista también está la reserva nacional Matsés; las áreas de conservación regional Alto Nanay-Pintayacu-Chambira, Maijuna, Ampiyacu-Apayacu, Tamshiyacu-Tahuayo; y las reservas comunales Airo Pai y Huimeki.
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El trabajo con las comunidades
“Estos inventarios pusieron de relieve lo que existe en los territorios y eso ayudó a las comunidades nativas para que conozcan más de sus territorios”, asegura Álvarez, del Minam.
Álvarez cuenta que el Field Museum ha entregado el resultado de los inventarios rápidos a las comunidades que habitan en estos territorios. “Impulsamos el modelo de conservación productiva, no un enfoque proteccionista, sino de conservación para el desarrollo local”, explica.
Según la investigación, las 11 áreas protegidas declaradas luego de los inventarios rápidos beneficiaron directa o indirectamente a 257 comunidades y pueblos indígenas y campesinos de Loreto, así como a un total de 32 642 habitantes de esas comunidades.
Álvarez ofrece algunos ejemplos de estos esfuerzos de impulso de la economía local a través de los bionegocios. Uno de ellos se implementó en la Área de Conservación Regional Comunal Tamshiyacu-Tahuayo, donde se promovió la cooperativa Esperanza del Bosque liderado por mujeres, que elaboran artesanías con chambira, madera y semillas de la palmera de marfil (phytelephas macrocarpa).
“En Loreto había una mentalidad anti conservación porque se pensaba que limitaba los derechos de la gente. Nosotros demostramos con una serie de acciones y con datos que era más ventajoso proteger y usar sosteniblemente los recursos que solo extraer”, explica Álvarez.
En Alto Nanay-Pintayacu-Chambira se presentó esta situación, sostiene Álvarez y recuerda la asamblea donde 250 dirigentes de más de 30 comunidades se reunieron para decidir la creación del área protegida. “Presentamos tres alternativas: dejar las cosas como estaban, establecer una área protegida de nivel nacional o una área de conservación regional en coordinación con el gobierno regional”, recuerda Álvarez.
Finalmente, las comunidades optaron por el área de conservación regional. “Con el tiempo quedó demostrado que muchos recursos que se estaban perdiendo se han recuperado de forma espectacular como el pescado y la fauna silvestre. Además, se evitó que entren las grandes industrias madereras”, agrega el funcionario del Minam y precisa que el potencial principal de la selva no es el suelo, sino los bosques y los cuerpos de agua.
Vriesendorp, del Field Museum, asegura que los inventarios rápidos también ha permitido a las personas en Loreto conocer su territorio y eso los hace sentir identificados con la conservación.
Estamos interesados en seguir apoyando la creación de otras áreas protegidas que faltan —dice Vriesendorp— y pensar cómo seria esta visión de un Loreto verde, una región con su economía basada en el uso sostenible de los recursos, cuyas decisiones tengan en cuenta criterios de bienestar de la gente.
Imagen principal: Una maloca awajun en Kampankis. Foto: Álvaro del Campo.
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