Las aves marinas son el grupo de aves más amenazado del mundo, según Bird Life International y la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). De las 346 especies marinas, el 28% se encuentra globalmente amenazada y otro 10 % está próximo a esa categoría.
Diversas especies de albatros se encuentran en esa situación, pero en Argentina, un grupo de científicos logró revertir la suerte de una de esas especies, los albatros de ceja negra (Thalassarche melanophrys).
Con poco presupuesto pero con mucho ingenio, los científicos lograron inventar un espantapájaros para evitar que estas aves se acerquen a los barcos durante sus faenas de pesca y que se ahoguen enredadas en anzuelos y redes.
La raíz del problema
Los albatros de ceja negra pasan la mayor parte de su vida volando sobre el océano y suelen nidificar en islas alejadas del territorio continental, como las Islas Malvinas ubicadas a 500 km de la costa argentina.
En 2005, los monitoreos poblacionales de las colonias de este albatros en Islas Malvinas y Georgias del Sur indicaban un decrecimiento que rondaba el 2 a 4 % anual, una tendencia que de mantenerse hubiera ocasionado un serio problema para la especie en pocas décadas. Los científicos encontraron que la causa del problema estaba en el medio del océano.
Durante todo el año, decenas de buques salen al mar en busca de merluza. El problema es que no solo capturan peces, sino también accidentalmente albatros.
Una trampa para albatros
Cuando las naves utilizan palangre para pescar, un método que consiste en kilómetros de nylon entretejidos con miles de anzuelos, la interacción se produce cuando el ave agarra uno de los anzuelos con carnada. Al hacerlo, se engancha y termina ahogándose en el mar.
En el caso de las redes de arrastre, un método usado por la mayoría de los barcos, las interacciones son diversas: los albatros suelen enredarse, sin poder escapar del enmarañado, y también pueden sufrir duros golpes con los ásperos cables de acero.
La pesca por palangre y la red de arrastre son, de hecho, las principales causas del descenso poblacional de estas aves. Según datos de Aves Argentinas, entre 9 y 19 mil individuos por año mueren a causa de las capturas incidentales en el mar argentino.
En 2003, el biólogo Leandro Tamini, actual coordinador del Programa Marino de la ONG Aves Argentinas, comenzó a subir, junto con otros biólogos, a distintos buques para monitorear las actividades pesqueras e intentar cuantificar cuántas aves morían en cada faena y en qué circunstancias. Tras sistematizar los datos recogidos a bordo y revisar experiencias en otros países, el equipo de Aves Argentinas ideó una manera de evitar las muertes utilizando un prototipo de espantapájaros.
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El uso de espantapájaros
Inmediatamente después de haberse lanzado la red, se extiende una soga detrás del barco con una boya en la punta que la mantiene sobre la superficie. De este cordón principal cuelgan líneas secundarias de colores que se mueven como los flecos de una cortina.
Al comenzar a utilizar esta medida, los resultados aparecieron rápidamente: las aves al ver los flecos dejaron de acercarse a las redes en busca de comida.
Según Rubén Dellacasa, instructor a bordo y uno de los responsables de la implementación de la técnica, “con las líneas colocadas evidenciamos una reducción de casi el 95 % de interacciones”.
Así, como parte del Programa Marino, se implementó en Argentina el Proyecto Albatross Task Force, una iniciativa internacional para revertir la situación crítica de albatros y petreles en el mundo. Hoy este proyecto también tiene presencia en Sudáfrica, Brasil, Chile, Uruguay, Namibia, Ecuador y Perú.
Con el tiempo, los científicos fueron perfeccionando la estrategia y crearon un dispositivo que emula una tabla de surf. “Hace que las líneas en vez de ir en un ángulo recto con la popa del barco, como sería lo lógico de cualquier elemento que es arrastrado, tome algunos ángulos hacia la derecha e izquierda para evitar los enredos”, dice el coordinador del Programa de Aves Marinas.
El invento fue bautizado como la Tamini Tabla y siete años después de su primera prueba ya se produce en serie.
Una estrategia de conservación exitosa
En términos económicos, la puesta en marcha de las líneas no supone una inversión costosa. Un par de tablas ronda los 200 dólares y el resto de materiales para armar las líneas son afines a las tareas de pesca: sogas, mangueras, boyas. Dellacasa destaca que es una solución económica y sencilla, que no incluye cambios drásticos en las actividades diarias de la tripulación. “La pesca sustentable es posible. Por eso la impulsamos”, sostiene.
Probada su eficacia, gracias al trabajo del equipo de Albatros Task Force, en mayo de 2018 el Consejo Federal Pesquero Argentino estableció que todos los barcos congeladores merluceros utilicen, de forma obligatoria, líneas espantapájaros durante la pesca.
El trabajo realizado por los conservacionistas estabilizó la tendencia poblacional de los albatros de ceja negra al punto que la UICN actualizó el estatus de conservación de la especie.
Desde 2012 la especie evolucionó positivamente pasando de En Peligro a Casi Amenazado, y en 2018 fue catalogada como Preocupación Menor.
*Lee acá la historia completa escrita por Oscar Bermeo Ocaña
*Imagen principal: Albatro de ceja negra.
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