- El muitú (Crax fasciolata) desapareció del Parque Nacional Iberá por la caza directa y la deforestación de su hábitat, sin embargo, la comunidad científica está logrando su regreso.
Tuvieron que pasar 50 años para que tres pichones de muitú (Crax fasciolata) nacieran en los bosques del Parque Nacional Iberá. Esta ave de monte se extinguió décadas atrás en esa región de Argentina, por lo que, hasta hace poco, nadie recordaba siquiera cómo solía verse físicamente. Una intensa estrategia de reintroducción, que inició en 2019 con estudios científicos y la llegada de ejemplares traídos de otras zonas, ahora muestra, dos años después, los primeros resultados a favor de la especie.
¿Qué puso al muitú al filo de la extinción? ¿Cómo se trabaja en su reintroducción en el bosque y hacia dónde apunta su futuro? Estas cuatro claves responden a esas preguntas:
Su importancia para el ecosistema
Esta ave que parece una gallina gigante y pesada, que mide más de 80 centímetros y pesa más de tres kilos, tiene una dieta consistente en un 80 % de frutos grandes y carnosos, mayores a los que podrían comer aves más pequeñas e incluso algunos mamíferos. Esto, de acuerdo con la bióloga Sofía Zalazar —pionera en el estudio de la especie—, lo convierte en el principal dispersor y depredador de semillas del Iberá.
“Al defecar las semillas en distintos sitios ayuda a regenerar los bosques. A su vez, al romper otras semillas duras y abundantes en su estómago, controla y mantiene la heterogeneidad del ambiente”, afirma la experta.
El Gran Parque Iberá —que comprende el Parque Nacional y el Parque Provincial— abarca 700 mil hectáreas de llanura subtropical. En el último siglo, la posibilidad de extinción de especies autóctonas, como el muitú o el yaguareté o jaguar (Panthera onca), provocó un desequilibrio que los científicos de la Fundación Rewilding ahora buscan revertir.
“Queremos ver al Iberá como estaba 100 años atrás”, afirma Zalazar. Para cumplirlo, habría que traer de vuelta a las especies claves con un rol marcado en el ecosistema.
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Las amenazas
A partir de los años setenta, la población del muitú comenzó a reducirse de forma drástica en Argentina. Desapareció de las provincias de Corrientes y Entre Ríos, y únicamente quedaron pequeñas poblaciones silvestres en áreas boscosas del Chaco y Formosa, al noreste del país.
Sofía Zalazar —quien no había nacido siquiera cuando se vio un muitú por última vez en el Iberá— encontró como principales causas de su extinción a la caza directa, por ser una especie codiciada por su carne, y la pérdida de su hábitat, asociada con la deforestación para producción ganadera y agrícola.
“Necesita amplios territorios con masa boscosa y buen estado de conservación. Eso es un inconveniente porque no podría habitar en cualquier bosque empobrecido”, dijo Zalazar, quien estudió al ave para su investigación doctoral promovida por el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal), el punto de partida para su reintroducción al bosque.
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La estrategia
En 2019 el proyecto de reintroducción de ejemplares se materializó. Para repoblar al muitú se debía traer individuos de otros lados y en ello fue vital una donación de animales en cautiverio de parte de la empresa de energía brasileña Itaipú Binacional.
Fueron nueve muitúes provenientes del refugio Bella Vista, en Foz de Iguazú, ejemplares que fueron puestos en cuarentena y revisados médicamente para determinar si portaban enfermedades importantes. Se les colocaron pequeños transmisores, en forma de mochila, para monitorearlos y se les introdujo a una gran jaula de 14 metros de alto, donde se aclimataron durante cuarenta días a las características del nuevo entorno, antes de su liberación definitiva.
Además, al ser aves nacidas en cautiverio había que entrenarlas también en la alimentación silvestre. Luego de la liberación, hubo dos noticias: se habían formado dos parejas reproductoras, y cuatro de los ejemplares no sobrevivieron a la vida silvestre, porque fueron depredados por gatos montés, zorros y comadrejas. Esto, finalmente, sirvió para reforzar el entrenamiento de un segundo grupo de muitúes, a quienes les mostraron a sus futuros predadores para que supieran reconocer su presencia y escapar a tiempo.
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Los logros
A pesar de que una de las parejas formadas había anidado y logró el nacimiento de pichones en noviembre de 2020, estos también fueron depredados cuando siguieron a sus padres. “Aprendimos que había que cuidar a los pichones porque son vulnerables”, dijo Zalazar, quien explicó que los muitúes solo ponen dos huevos por incubación.
Entonces, el equipo científico se preparó para la siguiente puesta, que ahora tuvo un mejor resultado en febrero de 2021: los polluelos y sus padres fueron recapturados para aislarlos en un recinto donde pudieran transitar de forma segura el periodo de mayor vulnerabilidad.
Así ha continuado el proceso con más liberaciones en los últimos meses, por lo que Zalazar estima que, dentro de 10 años, la situación del muitú pudiera ser muy distinta al lograr el repoblamiento anhelado. En el horizonte, podrían formarse poblaciones autosuficientes en otros sitios donde el ave dejó de existir o en aquellos donde pocos han sobrevivido a las amenazas, como en Formosa y Chaco.
No existe una precisión de cuántos ejemplares habitan en el país, sin embargo, se estiman unos 2500 muitúes, lo que llevó a categorizar a la especie como En Peligro en Argentina y también como Monumento Natural en las provincias de Formosa y Chaco, lo que se suma a las acciones para mitigar el impacto de la caza directa en la zona.
“Me emociona que hoy mucha gente en la región chaqueña lo reconozca y quiera aportar a su conservación”, concluyó Zalazar.
Imagen principal: El muitú tiene pequeñas poblaciones aisladas en los bosques de Chaco y Formosa. Foto: Matías Rebak.