- Desde diciembre de 2022 y hasta finales de febrero de 2023, se han registrado 510 alertas de deforestación en los límites de Balam-Kú, área natural del estado de Campeche que tienen la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica.
- Los terrenos en donde avanza la pérdida de cobertura forestal se localizan en el municipio de Candelaria, en Campeche. Ahí se ha documentado la presencia de tres asentamientos irregulares que han realizado cambios de uso de suelo forestal sin autorización.
En lengua maya, Balam-Kú significa “templo del jaguar”. Ese es el nombre que lleva la reserva estatal más grandes de Campeche, en el sur de México, área que forma parte de la selva maya y que enfrenta una intensa presión ante el avance de los asentamientos irregulares. Tan solo entre diciembre de 2022 y febrero de 2023, se registraron 510 alertas de deforestación en los límites de la zona protegida.
Imágenes satelitales, analizadas a través de la plataforma de Global Forest Watch, muestran que a partir de la segunda semana de diciembre de 2022 comenzó la pérdida de cobertura forestal en terrenos localizados en el municipio de Candelaria y que colindan con la parte sur de la reserva estatal.
“Esa es una zona crítica”, señala en entrevista el ingeniero Arturo Bernardo Balam Koyoc, de la Dirección de las Reservas Estatales del estado de Campeche. En esa área del municipio de Candelaria, explica, desde mediados 2022 se han identificado asentamientos irregulares que realizan cambios de suelo forestal para ganadería y agricultura. “Son tres asentamientos nuevos que se están creando por el lado sur de la zona. No dentro de la reserva, pero sí en los límites de la reserva”.
En julio de 2022, durante un recorrido por esa zona, el director de Balam-Kú calculó que, al menos, en 100 hectáreas ya se había realizado un cambio de uso de suelo forestal sin contar con los permisos de las autoridades federales.
Asentamientos irregulares arrinconan a la selva
Las 409 200 hectáreas que integran la reserva estatal de Balam-Kú fueron decretadas como una Zona Sujeta a Conservación Ecológica el 14 de agosto de 2003 para, entre otras cosas, detener el avance de la frontera agrícola y ganadera en el sur de Campeche. Esta región fronteriza con Guatemala se caracteriza por aún conservar amplias áreas de bosque tropical.
Cuatro años antes, en 1999, también al sur de Campeche, el gobierno estatal decretó la Zona Sujeta a Conservación Ecológica de Balam-Kin en 110 990 hectáreas.
Balam-Kú y Balam-Ki son vecinas de la Reserva de la Biosfera de Calakmul. Las tres áreas naturales protegidas abarcan alrededor de 1.2 millones de hectáreas e integran uno de los macizos forestales más importantes al sur de México, hábitat de especies que en el país están consideradas En Peligro de extinción, entre ellas el jaguar (Panthera onca) o el tapir (Tapirus bairdii).
Las tres áreas también comparten fuertes presiones que ponen en riesgo su conservación. Entre ellas están la expansión de asentamientos irregulares, la tala ilegal y la cacería.
“Uno de los factores que más han golpeado a las reservas estatales (de Campeche) son los asentamientos humanos irregulares, los cuales han sido detonantes de otras actividades ilícitas como deforestación, cacería ilegal e incluso narcotráfico”, se lee en el artículo académico “Balam-Kin y Balam-Kú: Tesoros desconocidos de la Selva Maya”, publicado en enero de 2020.
En ese mismo artículo se señala que en 2019, la dirección de las reservas estatales, en conjunto con la gendarmería y el ejército, evacuaron “dos asentamientos humanos instalados ilegalmente en las zonas núcleo de las reservas”.
El ingeniero Balam Koyoc, director de las reservas estatales, explica que en la zona sur de Campeche, en especial en el municipio de Candelaria, los asentamientos irregulares se han multiplicado en los últimos tres lustros: “Hace 10 años o 15 años atrás toda la zona de Candelaria no la teníamos ocupada. Ahorita estamos hablando de tres asentamientos nuevos, pero hay más que están de hace 15 años. En la zona fronteriza con Guatemala y en el área limítrofe de la reserva estatal de Balam-Kú tenemos alrededor de 10 asentamientos que todavía no está regulados”.
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A un kilómetro de la reserva estatal
Los tres nuevos asentamientos irregulares se encuentran a un kilómetro de la reserva estatal de Balam-Kú. En ellos hay entre 50 y 100 personas originarios de estados como Tabasco, Chiapas y Veracruz, “pero también hay gente de las comunidades del municipio de Candelaria. Ellos argumentan que las personas que los llevan, les dicen que son tierras que no tienen dueños… Ellos pagan una especie de cuota a quienes los llevan para que puedan quedarse ahí”, explica el director de las reservas estatales.
Las personas que llegan de otros estados del país a los nuevos asentamientos, explica el ingeniero Balam Koyoc, “no tienen tierras que trabajar. Los que son de Campeche, de comunidades del Municipio de Candelaria, simplemente entran para tener una posesión sobre las tierras, adueñarse de ellas y después venderlas. Ellos no es porque necesiten tierras, solo quieren hacer negocios”.
Los terrenos en donde se encuentran los tres nuevos asentamientos son parte de la ampliación forestal de ejidos de la región.
El director de las reservas estatales asegura que durante el recorrido que se realizó en la zona a mediados de 2022, también participaron miembros de la Guardia Nacional e inspectores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), dependencia encargada de vigilar el cumplimiento de la legislación ambiental.
Mongabay Latam solicitó a Profepa información sobre las acciones realizadas en esta zona del municipio de Candelaria, Campeche. No se tuvo respuesta.
La zona que colinda con la reserva estatal de Balam-Kú, y en donde se registraron las alertas de deforestación, tenía el 99 % de su superficie cubierta por árboles en el año 2000. Desde ese entonces y hasta el 2021, el área ha perdido 3048 hectáreas de selva, de acuerdo con datos de la plataforma de Global Forest Watch. En ese lugar la deforestación se aceleró aún más a partir de 2019. Ese año la pérdida de cobertura arbórea afectó a 658 hectáreas; para 2021, esa cifra se elevó a 853 hectáreas.
En los mapas del Sistema Nacional de Monitoreo Forestal, el territorio que ocupa el estado de Campeche aparece como una de las zonas en donde la deforestación es crítica. Los datos oficiales disponibles muestran que entre 2001 y 2018, en la entidad se deforestaron 22 805 hectáreas al año.
Tala ilegal y cacería, las otras problemáticas
Además del avance de los asentamientos irregulares, así como de la frontera agrícola y ganadera en el sur de Campeche, la reserva estatal de Balam-Kú enfrenta desde hace varios años la tala ilegal selectiva.
En el pasado los árboles más buscados por los taladores ilegales eran aquellos que se distinguen por su madera “de color”, como el cedro (Cedrela odorata), la caoba (Swietenia macrophylla) o el granadillo (Platymiscium yucatanicum). “Hoy es muy raro que esas especies las encuentren, prácticamente ya se acabaron”, asegura el director de la reserva. Ahora, dice, entre las especies que buscan los taladores está el tzalam (Lysiloma latisiliquum).
En marzo de 2022, medios locales de Campeche reportaron que elementos de la Secretaría de Marina decomisaron troncos de tzalam, que equivalían a 3.30 metros cúbicos de madera. Los árboles habían sido talados dentro del polígono de la reserva estatal de Balam-Kú.
La tala ilegal se realiza, sobre todo, al sur del área natural protegida, mientras que la cacería furtiva se tiene detectada en toda la zona. “Es una reserva muy grande, tiene 409 200 hectáreas, una superficie muy amplia y bastantes caminos. Nos pueden entrar de todos lados”, reconoce el director de la reserva.
Si algo caracteriza a Balam-Kú es que es una reserva en donde hay agua. Dentro de esta área natural protegida se encuentran las lagunas El Teniente e Xbonil, además de varias pozas naturales. Esta condición ha permitido que sea un lugar de refugio y reproducción de importantes especies.
En Balam-Kú se pueden encontrar cinco de las seis especies de félidos que hay en México: jaguar (Panthera onca), puma (Puma concolor), ocelote (Leopardus pardalis), jaguarundi (Puma yagouaroundi) y el tigrillo (Leopardus wiedii). Además, están el tapir (Tapirus bairdii), el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari), el pavo ocelado (Meleagris ocellata) y venados. En esta reserva estatal también está “el volcán de los murciélagos” y dos dormideros del zopilote rey (Sarcoramphus papa).
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La importancia ecológica que tiene Balam-Kú no se refleja en el presupuesto que se le destina. En 2022, por ejemplo, esta reserva estatal solo contó con 600 000 pesos (poco más de 33 000 dólares), recursos que se utilizaron para el pago a los 14 guardaparques que se encuentran repartidos en las tres casetas de vigilancia, compra de combustibles y recorridos de vigilancia.
Los guardaparques que tiene Balam-Kú están contratados por proyecto. “No están todo el año. Se les contrata por seis meses”, explica el director de la reserva.
A las presiones que ahora tiene la reserva estatal de Balam-Kú se sumarán aquellas que lleguen con las vías del llamado Tren Maya. Este megaproyecto que se planea inaugurar en diciembre de 2023 pasará por una parte del territorio que ocupa esta área natural protegida.
* Imagen principal: Vista área de una de las zonas de la reserva estatal de Balam-Kú. Foto: Cortesía Secretaría de Medio Ambiente, Biodiversidad, Cambio Climático y Energía del estado de Campeche.
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