- Con la ampliación del área marina protegida Banco Volcán, en el Caribe, Panamá pasó a proteger más de la mitad de su territorio marítimo.
- La utilización de tecnologías satelitales será clave en la vigilancia de esta área que abarca 93 000 kilómetros cuadrados y que conecta con la Reserva de la Biósfera Seeflower.
Durante la última conferencia anual Our Ocean —una iniciativa del Departamento de Estado de Estados Unidos que nació en 2014, para que los países apoyen la conservación marina comprometiéndose con acciones concretas— Panamá anunció la ampliación del Área de Recursos Manejados Banco Volcán. Con la expansión de esta área marina protegida ubicada en el Caribe, el país pasó a proteger el 54,33 % de su Zona Económica Exclusiva.
Banco Volcán, inicialmente de 14 000 kilómetros cuadrados y actualmente de 93 000, abarca cuatro cordilleras submarinas, planicies profundas y formaciones geológicas vinculadas a una alta biodiversidad que incluye especies altamente migratorias y en peligro de extinción, además de peces e invertebrados de alto valor comercial como la langosta espinosa del Caribe (Panulirus argus). La ampliación de esta área protegida busca también resguardar la conectividad de las rutas migratorias de especies oceánicas y marino-costeras que se mueven por los mares de Jamaica, Colombia, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Mongabay Latam conversó con el biólogo marino, Juan Maté Touriño, Gerente para Asuntos y Operaciones Científicas del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), sobre los beneficios que traerá la protección de esta amplia zona del Caribe panameño y los retos para monitorear y vigilar el área. El STRI, que generó la información científica para la creación y ampliación del Área de Recursos Manejados Banco Volcán, también estuvo detrás de la creación y ampliación del Área de Recursos Manejados Cordillera de Coiba, en el Pacífico, del Parque Nacional Coiba y la Zona Especial de Manejo Marino-Costera al Archipiélago de Las Perlas.
—¿Cuál es la importancia de haber ampliado el área marina protegida Banco Volcán?
—Banco Volcán ampliado protege cadenas montañosas submarinas que han sido identificadas por Naciones Unidas como áreas importantes de biodiversidad, áreas de reclutamiento de especies, de reproducción y de alimentación.
La estructura montañosa es una estructura geológica de miles de años y que, al igual que las cordilleras en la tierra, son las carreteras, por así decirlo, que utilizan los organismos marinos para moverse. En el Pacífico, a estas carreteras submarinas las hemos denominado migravías. No hemos todavía acuñado ese nombre para el Caribe, pero tienen la misma función.
—¿Qué especies las utilizan?
—Hay un sinnúmero de especies importantes de tiburones que están en peligro de extinción, ballenas, especies pelágicas y altamente migratorias que están en aguas alejadas de la costa. También hay fauna bentónica, que se pega en el fondo, y la única posibilidad que tiene de moverse es cuando se reproducen y sus huevos y gametos salen al agua y se dispersan.
Se ha encontrado que estos fondos submarinos son de alta diversidad, que muchas de las especies que hay en estas aguas profundas no se encuentran en áreas someras. El objetivo es protegerlas antes de que sean dañadas o perjudicadas por actividades humanas y también para entender lo que está sucediendo con el cambio climático, porque el calentamiento del océano, por ejemplo, suele impactar a estos organismos.
—¿Banco Volcán se conecta con otras áreas protegidas?
—La idea es conectarla con la Reserva de la Biósfera Seaflower. Además, hay una iniciativa regional llamada Gran Seaflower que precisamente busca ampliar la reserva, lo que involucraría a Honduras, Nicaragua, Colombia, Costa Rica, Panamá e incluso a Jamaica.
—El mapa de Global Fishing Watch muestra muy poca actividad pesquera en la zona que se ha protegido. ¿Es así?
—No sabemos realmente por qué los datos de Panamá, tanto para el Pacífico como para el Caribe, no están mostrando en los satélites mucha actividad, pero sí sabemos que se da. Puede ser que no se esté reportando toda la actividad. También hay embarcaciones de otros países que suelen ingresar a las aguas jurisdiccionales de Panamá para pescar ilegalmente.
—¿Cuáles son las amenazas que hay en la zona?
—Hay pesca ilegal, o por lo menos pesca que no está siendo reportada. Otra amenaza es el ruido que generan las embarcaciones que pasan. El área protegida queda prácticamente en la ruta de acceso al Canal de Panamá, así es que transitan embarcaciones que van del Pacífico al Caribe o del Caribe al Pacífico. Sabemos que el sonido es importante, pero no hay manera de evitar eso; tal vez reduciendo las velocidades.
El área protegida original estaba un poquito más aislada del tráfico, pero ahora como ha cubierto todo el Caribe hasta el borde de la zona económica exclusiva, sí tienen que pasar por ahí. Entonces el ruido podría tener un impacto, la contaminación de descargas [desde los buques] y las presiones para la realización de prospecciones de minerales y de petróleo.
La creación del área protegida limita el tipo de actividades que puedan darse ahí, porque el 50 % de ella se declaró como zona No-Take [donde ninguna actividad extractiva está permitida].
—¿En el otro 50 % del área que se puede hacer?
—Lo que establezca el plan de manejo que ahora se tiene que elaborar. El área protegida tiene una punta que baja al sur y que está más cercana a la costa. Ahí sí llegan embarcaciones artesanales y de pesca deportiva, pero en el resto del área, debido a la distancia, ciertas actividades como pesca artesanal o recreativas quedan disminuidas. Para las comunidades de recursos limitados, con embarcaciones pequeñas, aventarse a estas áreas es muy costoso, entonces está limitado a embarcaciones de mediano o largo calado que tienen la autonomía necesaria.
—¿Eso quiere decir que las embarcaciones que actualmente estarían pescando en la zona, pero que no aparecen en los mapas satelitales, son embarcaciones grandes?
—Tendrían que ser grandes, sí, por la capacidad de autonomía para poder acceder a esta área.
—Banco Volcán es muy grande, ¿cómo se espera poder protegerla efectivamente?
—Estas áreas alejadas de la costa presentan ciertos retos, pero también ciertas ventajas. Una de ellas es que limitas la cantidad de usuarios que pueden acceder por la lejanía del sitio. Pensamos que eso, de una u otra manera, puede facilitar la vigilancia, porque las embarcaciones que llegan a esas áreas tienen que tener, por norma, dispositivos satelitales que permitan rastrearlas.
—Son embarcaciones grandes, por lo tanto necesitan tener el sistema de rastreo satelital…
—Sí. Ahora, sabemos que muchas embarcaciones apagan su sistema para no ser detectadas, pero la cantidad de usuarios de todas maneras se ve limitada y el uso de tecnologías modernas, satelitales, de rastreo remoto de radio, pueden facilitar su detección.
—¿Eso implicaría, entonces, mejorar el monitoreo que actualmente se hace? Usted señaló que se sabe que hay pesca en el área, pero esa actividad no se ve en los mapas.
—La idea es ir amarrando estas iniciativas [de creación y ampliación de áreas protegidas], al cumplimiento de compromisos para que no se transformen en parques de papel. Entonces, en el caso de la Cordillera de Coiba, Panamá trabaja con Skylight, una iniciativa satelital, para monitorear el área. Panamá busca replicar eso en todas sus aguas.
Esto proporciona además transparencia en la información que se genera para que se puedan tomar decisiones informadas, para trabajar colaborativamente entre países, y que cuando los barcos salen de la jurisdicción del país y entran a las de otras naciones y llegan a sus puertos, se tomen las medidas correctivas para que no haya impunidad.
—Panamá es el principal país de abanderamiento de buques del mundo. Considerando esa posición, ¿cuáles son los retos que el país tiene en la conservación de los océanos, más allá de la creación de áreas protegidas?
—Cuando barcos que están haciendo pesca ilegal, no reportada y no reglamentada tienen la bandera de Panamá, le corresponde al país velar que a esos barcos se les remueva la licencia o el registro.
Lo otro es fortalecer la ciencia marina. Hay que generar todavía mucha ciencia, hay muy pocos programas de monitoreo, ya sea de corrientes, de temperatura del agua, de mareas. Se requiere establecer programas nacionales que monitoreen estas variables. Sabemos el problema del cambio climático, pero se está haciendo relativamente poco. Se requiere tener un centro nacional, que se encargue de recopilar y generar esta información. Hacer ciencia en estas áreas es caro, principalmente porque son zonas profundas y se requieren submarinos que son costosos, mucho tiempo en embarcaciones grandes que requieren recursos.
La ciencia está ayudando a tomar decisiones informadas, pero el reto es cómo financiamos esto a largo plazo, porque la ciencia no se genera de un día para otro y muchas especies migratorias, ballenas, tiburones, son de larga vida y requieren muchos años para estudiarlos.
Instituciones como el Canal de Panamá tienen bases de datos para zonas costeras que han permitido ver los cambios y tienen un compromiso con el país de seguir produciendo información, hay que replicar eso hacia las áreas alejadas de la costa que están prácticamente olvidadas. Ese es uno de los grandes retos.
*Imagen principal: Tiburones nadando sobre el arrecife del Caribe. Foto: Alex Mustard
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